Sergio Fajardo no da su brazo a torcer
EL PA?S acompa?a durante dos d¨ªas de campa?a al candidato del centro, que asegura ser la verdadera opci¨®n de cambio y aspira a recortar distancias con Petro y Fico para la primera vuelta
Sergio Fajardo est¨¢ volcado a las calles de Colombia. Una vez m¨¢s, en un ¨²ltimo intento. Esa ha sido la escuela pol¨ªtica del profesor, como m¨¢s le gusta que lo llamen. Sin desfallecer, el candidato del centro en las presidenciales del 29 de mayo hace una campa?a maratoniana, como acostumbra desde que cambi¨® la academia por el servicio p¨²blico, hace ya m¨¢s de 20 a?os. Ciudad a ciudad, barrio a barrio, el exgobernador de Antioquia se dedica a volantear, como se conoce la repartici¨®n de folletos ¨Cvolantes¨C y el intercambio espont¨¢neo con los electores. Busca dar a conocer su discurso, que enfatiza la educaci¨®n, la confianza y la decencia. Reivindica encarnar la verdadera opci¨®n de cambio, ¡°sin miedo ni rabia¡±, y se postula para acabar con la ¡°trampa¡± de la polarizaci¨®n que representan los rivales que, por la izquierda y la derecha, lo superan en las encuestas. Con met¨¢foras prestadas del ciclismo, el deporte que ha forjado su car¨¢cter, asegura que va a ¡°remontar¡± en una campa?a que se le ha puesto cuesta arriba, descolgado de los punteros. ¡°Hay que pedalear con toda la fuerza, sin mirar a los lados¡±.
Un viernes de finales de abril, en uno de esos volanteos en las calles que rodean la plaza central de Palmira, una calurosa ciudad aleda?a a Cali, en el occidente de Colombia, se le acercan indistintamente a hacerle preguntas vendedores ambulantes o estudiantes de enfermer¨ªa uniformadas. En jeans y camisa azul, sin cintur¨®n, Fajardo siempre est¨¢ antecedido por un esquema de seguridad muy discreto. Un pensionado lo interroga sobre su propuesta, que incluye un apoyo de 500.000 pesos, unos 125 d¨®lares, para los adultos mayores que no tienen pensi¨®n. Una banda anima el viejo c¨¢ntico de ¡°un profesor/un profesor/un presidente profesor¡±, en medio del amasijo de colores que representa a las fuerzas agrupadas en la Coalici¨®n Centro Esperanza, socavada por sus numerosos desencuentros. Luego de dar por superadas sus diferencias, ahora pedalean de manera sincronizada por su candidato, de la Alianza Verde al rojo del Nuevo Liberalismo. Pero el tiempo se agota.
Fajardo (Medell¨ªn, 65 a?os) ingresa fugazmente en los comercios, sonr¨ªe, se toma fotos con simpatizantes ¨Cmuchas de ellas se?oras mayores¨C y contesta a todos, sin dejar de caminar y entregar folletos. La lluvia ligera no detiene su paso. Aunque se confiesa t¨ªmido y pudoroso, en las calles se transforma hasta hacerse desenvuelto y extrovertido. Una paradoja en la inusual carrera pol¨ªtica de este doctor en Matem¨¢ticas por la Universidad de Wisconsin. ¡°Es un genio para volantear¡±, dice una de sus colaboradoras. ¡°Le encantan los sem¨¢foros¡±, murmura otro. Incluso el ocasional insulto de alg¨²n transe¨²nte lo encaja con gracia. Es la primera de las dos jornadas en las que este peri¨®dico acompa?¨® a Fajardo en distintas actividades de campa?a en el departamento del Valle del Cauca. De un desayuno con microempresarios y emprendedores hasta un multitudinario encuentro nacional de mujeres, pasando por un almuerzo en una galer¨ªa, como se conocen en Cali las plazas de mercado. All¨ª comi¨® chuleta de cerdo y brind¨® con viche por una remontada que se antoja cada vez m¨¢s lejana.
En medio, el volanteo marca de la casa. Del sondeo de las calles, el profesor sale bien librado. ¡°Yo nac¨ª privilegiado, pero en pol¨ªtica he sido proletario¡±, dice poco despu¨¦s en una de varias conversaciones con EL PA?S, entre una actividad y otra. Fajardo es hijo de un reconocido arquitecto que construy¨® algunos de los hitos m¨¢s emblem¨¢ticos de Medell¨ªn, como el edificio de Coltejer, y de una madre estricta y religiosa. Ha aprendido a leer los rostros, le gusta escuchar con atenci¨®n, y en los eventos suele tomar apuntes, aunque no usa sus notas al dar un discurso, siempre se prepara. Como profesor, apunta, nunca ha llegado con una hoja ni le¨ªdo en una clase. Tampoco lo hace ahora en los debates electorales. Todav¨ªa conserva gestos de su vida acad¨¦mica.
¡°Colombia va a cambiar¡±, repite como un mantra. ¡°Nosotros somos el cambio que sabe construir¡±, suele agregar a rengl¨®n seguido para distinguirse del izquierdista Gustavo Petro, el l¨ªder de las encuestas. Ambas propuestas contrastan con la de Federico Fico Guti¨¦rrez, el candidato menos cr¨ªtico frente al impopular Gobierno de Iv¨¢n Duque. Mientras Petro se ha dedicado a eventos masivos en plaza p¨²blica desde el a?o pasado, Fajardo privilegia las conversaciones directas, sin intermediarios, pues cree en el uno a uno. Siente que as¨ª genera confianza. ¡°Aprend¨ª a escuchar, que no es habitualmente una virtud del mundo intelectual. Una de las partes m¨¢s emocionantes de la pol¨ªtica es escuchar a la gente¡±, sostiene. Con ese m¨¦todo lleg¨® a la alcald¨ªa de Medell¨ªn y la gobernaci¨®n de Antioquia, pero el volanteo se topa con l¨ªmites cuando se trata de una campa?a nacional. Por eso, ha salido de su zona de confort. El profesor se reconoce tambi¨¦n como un entusiasta aprendiz.
Fajardo comenz¨® el a?o como el perseguidor de Petro en las encuestas, pero cay¨® tras las consultas que catapultaron por la derecha a Fico Guti¨¦rrez, otro exalcalde de Medell¨ªn. Despu¨¦s de que la alianza de centro sali¨® debilitada de esa suerte de primarias, por mucho el menos votado de los tres grandes bloques, se ha subido varias veces a lanzar arengas en una tarima desde el 30 de marzo, cuando apareci¨® por primera vez en medio de una lluvia de confeti en un teatro de Bogot¨¢ para echar a andar ¡°la remontada¡±. Algo in¨¦dito para ¨¦l. ¡°Le voy encontrando el gusto, ha sido una buena forma de conectar con la gente¡±, valora. Aunque su estrategia no ha conseguido reflejarse en los estudios de opini¨®n ¨Cen los que incluso cay¨® al cuarto puesto ante la irrupci¨®n de Rodolfo Hern¨¢ndez¨C, Fajardo no da su brazo a torcer.
¡°Yo llevo toda la vida remontando, y siempre hemos remontado cuando nos lo hemos propuesto. Somos m¨¢s, estamos articulados, tenemos experiencia y estamos despleg¨¢ndonos por todo el territorio¡±, argumenta Fajardo, con la convicci¨®n de que era posible retomar el impulso. ¡°Estamos haciendo una campa?a nueva, ingeniosa, utilizando el mundo digital, con otro tipo de expresiones pol¨ªticas, y estamos convocando, convocando, convocando. Esa es la receta, no hay otra¡±. Forjado en la escuela de movimientos ciudadanos que le valieron improbables triunfos electorales, reconoce el malestar social que ha catapultado a Petro. Sabe que el pa¨ªs tiene rabia, miedo y est¨¢ inconforme. ¡°Cuando el vaso se llena, las sociedades cambian¡±, apunta. ¡°Nosotros somos capaces de hacer una transformaci¨®n para construir, los ¨²nicos que podemos decir hoy en Colombia que luchamos contra la corrupci¨®n¡±, defiende. ¡°Podemos hacer de la educaci¨®n, la ciencia y el conocimiento, motor de la transformaci¨®n¡±.
En Cali lo acompa?a el exministro de Ambiente Luis Gilberto Murillo, su f¨®rmula vicepresidencial, que proviene del Choc¨®, tambi¨¦n en la regi¨®n del Pac¨ªfico, as¨ª como varios de los rostros m¨¢s reconocidos de la coalici¨®n, como el senador Jorge Enrique Robledo, la periodista Mabel Lara o los miembros del verde en el departamento. Carlos Fernando Gal¨¢n, el menor de los hijos del asesinado l¨ªder pol¨ªtico Luis Carlos Gal¨¢n, parte del renacido Nuevo Liberalismo, asegura que el ¨²nico que le puede ganar a Petro es Fajardo. De acuerdo con su lectura, mientras el pa¨ªs quiere un cambio, Federico Guti¨¦rrez representa el continuismo de las razones que provocaron el estallido social del a?o pasado. ¡°Si Fico pasa a segunda vuelta, Petro lo muele¡±, razona mientras reparte volantes hombro a hombro con Fajardo en la calle quinta. ¡°Se requiere alguien que tenga una propuesta viable para tramitar ese inconformismo social, no una persona que le eche m¨¢s le?a al fuego, ni una que niegue la situaci¨®n, y el ¨²nico que representa eso es Fajardo¡±.
El profesor acumula tanto triunfos como ca¨ªdas desde que en 2004 se convirti¨® en alcalde, en su segundo intento, con la votaci¨®n m¨¢s alta en su momento y en contra de las encuestas. ¡°A su carisma, su honestidad a toda prueba y su incre¨ªble capacidad de orden mental y trabajo incansable, se le debe la transformaci¨®n de Medell¨ªn¡±, escribe H¨¦ctor Abad Faciolince en el pr¨®logo de El poder de la decencia, su autobiograf¨ªa pol¨ªtica. ¡°Esta ciudad pas¨® de ser la capital mundial de la coca¨ªna y la ciudad m¨¢s violenta del mundo, la m¨¢s miedosa, a ser un s¨ªmbolo del cambio, de la renovaci¨®n y de la esperanza¡±, apunta el escritor antioque?o.
Cali, con abundantes paralelos, fue uno de los primeros lugares que mir¨® la gesti¨®n de Fajardo como fuente de inspiraci¨®n. La congresista Catalina Ortiz, de la Alianza Verde, quien lleva 18 a?os a su lado, cuenta que cuando empezaba a visitar la capital del Valle del Cauca conectaba tanto con la clase media como en cualquier barrio popular. ¡°Lo interesante es que fuera de Bogot¨¢, y por supuesto Antioquia, donde ha dado frutos esa siembra pol¨ªtica es ac¨¢¡±, valora durante el volanteo sobre la calle quinta. Las pocas opciones del centro dependen de una exhibici¨®n robusta en Bogot¨¢, Medell¨ªn y Cali, las urbes m¨¢s pobladas de Colombia. El potencial de Fajardo en otras regiones clave, como la costa Caribe, es cuando menos incierto. ¡°La gente est¨¢ muy brava, indignada, emputada. Yo tengo la aspiraci¨®n de que va a reconocer que el cambio que proponemos es el cambio real, no es un grito, sino una cosa posible y llena de logros¡±, se?ala Ortiz.
El c¨¢ntico del ¡°presidente profesor¡± se remonta a los tiempos de su primera aspiraci¨®n presidencial, que acab¨® en la llamada ola verde, aquel movimiento pol¨ªtico y ciudadano que en 2010 lo llev¨® hasta la segunda vuelta presidencial como n¨²mero dos de Antanas Mockus, en la que perdieron ante Juan Manuel Santos. En Mockus, dos veces alcalde de Bogot¨¢, hab¨ªa encontrado un ejemplo para lanzarse al servicio p¨²blico con el cambio de siglo. Adem¨¢s, comparten una trayectoria vital parecida: ambos se formaron en matem¨¢ticas y fueron profesores hasta entrados los 40 a?os. ¡°Las matem¨¢ticas me han servido en la vida para resolver problemas¡±, explica el candidato.
En medio de esa campa?a, Fajardo se cay¨® de la bicicleta y la cadera izquierda se le hizo astillas. Recuerda la convalecencia como una de las etapas m¨¢s duras de su vida, que franque¨® con la ayuda de sus hijos Alejandro y Mariana, ambos de su primer matrimonio, que suelen acompa?arlo en sus aventuras electorales. Tanto en ciclismo como en pol¨ªtica, el triunfo ayuda a curar las heridas. Despu¨¦s de la resaca de la ola verde, Fajardo gan¨® las elecciones para gobernador de Antioquia con las dos banderas que siempre ha enarbolado: la educaci¨®n como motor de la transformaci¨®n social y el cambio en la manera de hacer pol¨ªtica para acabar con la corrupci¨®n. Como se llega, se gobierna, es una de sus m¨¢ximas.
Su mayor argumento para invocar ahora una improbable remontada es el antecedente de hace cuatro a?os, cuando obtuvo m¨¢s de 4,5 millones de votos en la primera vuelta y se qued¨® a solo 250.000 de Petro, que disput¨® la segunda vuelta con el presidente Duque. Las encuestas no capturaron entonces el ascenso de Fajardo en la recta final. Tras esa derrota, consider¨® retirarse de la pol¨ªtica electoral, mientras Petro lleva pr¨¢cticamente cuatro a?os en campa?a. Luego de una charla con el fallecido economista Guillermo Perry, un amigo y asesor, se convenci¨® de mantenerse en carrera. Ahora lo aconseja otro reputado economista, Jos¨¦ Antonio Ocampo, al que Petro le gustar¨ªa tener como ministro de Hacienda.
Tambi¨¦n le habla al o¨ªdo su pareja, Mar¨ªa ?ngela Holgu¨ªn, canciller durante todo el Gobierno de Santos (2010-2018). ¡°Se crece ante la adversidad¡±, le describe la diplom¨¢tica. ¡°Su formaci¨®n le impide prometer lo que no es viable, todas sus propuestas son viables, que es un valor muy importante para un pol¨ªtico, pero es dif¨ªcil que se lo reconozcan en campa?a¡±, explica. ¡°En ning¨²n minuto se ha dejado amilanar. No va a dar su brazo a torcer¡±.
Al¨¦rgico a cualquier tipo de ostentaci¨®n, Fajardo no vuela en avi¨®n privado. Para el trayecto que lo trae de regreso de Cali a Bogot¨¢, uno m¨¢s entre los copiosos desplazamientos de una intensa campa?a, hace la fila o espera el equipaje como cualquier otro viajero, a pesar de las prisas de la campa?a. Viste de nuevo camisa y jeans, sin cintur¨®n, siempre sin cintur¨®n ni corbata, como de costumbre. Al pasar el filtro de seguridad, el detector de metales enciende la luz roja y debe detenerse para que lo revisen. Es la placa que lleva en su cadera desde aquel accidente cicl¨ªstico que lo sac¨® de la campa?a del 2010, y lo oblig¨® a caminar con bast¨®n por a?o y medio. ¡°El tiempo que me gano por no tener correa, lo pierdo por la pr¨®tesis¡±, bromea sobre esa rutina, sereno e imperturbable.
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