La huerta del mundo muere de hambre: ?c¨®mo lleg¨® Am¨¦rica Latina hasta aqu¨ª?
Colombia depende de Canad¨¢ para poder producir pan y Chile para tener lentejas. Sudam¨¦rica, una de las regiones que m¨¢s alimentos exporta, tiene 34 millones de personas que no pueden hacer tres comidas al d¨ªa
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Si ma?ana un conflicto internacional cerrara de tajo el comercio con Canad¨¢, como ocurri¨® con Ucrania en marzo de 2022 en los inicios de la guerra con Rusia, Am¨¦rica Latina se ver¨ªa, en palabras de los expertos, ¡°muy estresada¡±, por la falta de alimentos esenciales.
Colombia, por ejemplo, se quedar¨ªa sin sus amasijos, ya que m¨¢s del 67% del trigo que se consume en este pa¨ªs se importa de ese pa¨ªs del norte. A Chile, esa contingencia hipot¨¦tica le dar¨ªa un golpe certero en el abastecimientos de legumbres como las lentejas, alimento esencial para suplir la falta de prote¨ªna animal en muchas dietas de los hogares m¨¢s empobrecidos y que provienen casi en su totalidad de Canad¨¢. Se estima que en este pa¨ªs solo se cultivan el 25% de las legumbres que consumen.
El ejercicio se puede repetir con muchos otros pa¨ªses productores, o como los ha bautizado el periodista Mart¨ªn Caparr¨®s en su libro El Hambre, ¡°exportadores de alimentos¡±. Y la amenaza de turno puede cambiarse por una cat¨¢strofe ambiental o, para no ser tan pesimista, por el atasco de un barco en un canal mar¨ªtimo estrat¨¦gico para el comercio como tambi¨¦n sucedi¨® en 2021. Al final, el resultado es el mismo: ¡°Asistimos a un sistema alimentario global extremadamente fr¨¢gil¡±, explica Felipe Roa-Clavijo, doctor en Desarrollo Internacional de la universidad de Oxford y autor del libro The politics of food provisioning in Colombia, quien a?ade tajantemente: ¡°Este sistema, adem¨¢s, est¨¢ produciendo hambre, desigualdad e insostenibilidad ambiental en el sur global¡±.
Con la pandemia y con la invasi¨®n de Rusia a Ucrania qued¨® como nunca antes expuesta la vulnerabilidad del sistema alimentario. El cierre de los puertos de Ucrania inhabilit¨® las exportaciones de este pa¨ªs y pa¨ªses lejanos se quedaron sin alimentos b¨¢sicos. El norte de ?frica, Oriente Medio y ?frica subsahariana fueron especialmente impactados por la falta de granos.
Pero no hay que recurrir a casos hipot¨¦ticos y extrapolar lo que ha ocurrido con Ucrania para evidenciar los estragos para Am¨¦rica Latina de un sistema que ha minado la soberan¨ªa alimentaria y ha hecho que territorios enteros dependan de otros a kil¨®metros de distancia, casi en su totalidad, para poder abastecer las comidas necesarias para su poblaci¨®n.
Seg¨²n el m¨¢s reciente informe de la Agencia de Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n (FAO) con cifras de 2021, 34 millones de sudamericanos tienen hambre. ¡°Dentro de Sudam¨¦rica, en Per¨², alrededor de la mitad de la poblaci¨®n experimenta inseguridad alimentaria moderada o grave. En Argentina, Ecuador y Suriname, afecta a casi el 37% de la poblaci¨®n¡±, asegura el documento. Pero ?c¨®mo en la despensa del mundo, una de las regiones que m¨¢s comida exporta, muchas personas se acuestan con el est¨®mago vac¨ªo?
¡°Latinoam¨¦rica es una superpotencia exportadora de alimentos, esto mediado, en parte, por la alta producci¨®n de soja y cereales producidos en Brasil y Argentina para que las vacas chinas tengan comida. Pero a su vez, es una regi¨®n sumida en una profunda inseguridad alimentaria y de unos preocupantes niveles de malnutrici¨®n, como lo ha advertido recientemente la FAO¡±, enfatiza Roa-Clavijo.
Menos campesinos y m¨¢s monocultivos
La investigadora Daniella Paola Gac, del Departamento de Gesti¨®n e Innovaci¨®n Rural de la Facultad de Ciencias Agron¨®micas, de la Universidad de Chile, detalla el caso de su pa¨ªs para dar luces ante esta preocupante paradoja: ¡°Nuestra producci¨®n de alimentos para consumo interno en Chile est¨¢ casi enteramente en manos de los peque?os productores, pero tenemos un tejido social muy deprimido en los espacios agr¨ªcolas, no tenemos un campesinado activo, sino m¨¢s bien uno que ya no quiere trabajar en el campo y que, adem¨¢s, no puede acceder al agua, que es un bien privado. Si cada vez existen menos campesinos, entonces nuestra seguridad alimentaria est¨¢ cada vez m¨¢s vulnerable¡±.
Al complejo panorama, seg¨²n la acad¨¦mica, hay que sumarle millones de hect¨¢reas de territorio dedicados a los monocultivos forestales, frut¨ªcolas, cultivos de uva y berries, de la mano de una agroindustria que ha buscado una vocaci¨®n productiva para cada territorio y lo ha monopolizado, sin permitir que se diversifiquen los alimentos que se cultivan, ni haya espacios para los peque?os productores.
¡°Por ejemplo, la producci¨®n de cerezas es tan importante y ha aumentado a un grado tal el valor de la tierra, que es poco rentable para los peque?os productores insistir en cultivar, por eso optan por vender sus parcelas para producir berries para el mercado chino. Conozco lugares rurales en donde no tienen producci¨®n de alimentos frescos para su consumo, la mayor¨ªa de lo que producimos se va a la exportaci¨®n y tenemos que importar lo que necesitamos comer a precios del mercado internacional¡±, explica Gac.
En Colombia, la dependencia del trigo y del ma¨ªz que proviene de Canad¨¢ y Estados Unidos y que hoy encarece en cifras hist¨®ricas productos de la canasta b¨¢sica local, se cocin¨® bajo factores parecidos. ¡°Durante la Segunda Guerra Mundial, con el plan Marshall, Estados Unidos empieza a mandar trigo y cereales para la reconstrucci¨®n de Europa. Ante esa contingencia, Colombia se queda sin trigo y sin cereales, y se vio obligada a volverse autosuficiente en granos. Ve¨ªas en la sabana cultivos de todos los colores. Pero eso dur¨® muy poco. Cuando este plan termina, todos los excedentes de cereales de Estados Unidos vuelven a venir en forma de caridad a nuestros pa¨ªses y eso socav¨® la econom¨ªa del grano¡±, explica Felipe Roa-Clavijo.
Con la apertura econ¨®mica en los a?os 90, resultado del Consenso de Washington, se extrema esta situaci¨®n y, al no tener una buena oferta nacional, se termina por favorecer a Estados Unidos. En 2021, a cifras de julio, se hab¨ªan importado m¨¢s de cinco millones de toneladas de ma¨ªz a Colombia, mientras que la producci¨®n local apenas superaba 1,5 millones de toneladas.
La paradoja latinoamericana
Las promesas de la llamada ¡°revoluci¨®n verde¡±, modelo implantado entre los a?os 40 y los 70 con la intenci¨®n de satisfacer la demanda de alimentos a nivel mundial, no calcul¨® los estragos sociales y medioambientales que acarrear¨ªa (los sistemas alimentarios producen hoy un tercio de los gases de efecto invernadero) y dej¨® en evidencia que un aumento en la productividad agr¨ªcola no significaba, necesariamente, mayor acceso a la alimentaci¨®n. Por su parte, las fantas¨ªas creadas extendidamente en la regi¨®n con la firma de los tratados de libre comercio pondr¨ªan en evidencia los estragos de un modelo que cambi¨® su foco de eliminar el hambre de muchos, para pensar en aumentar los ingresos de unos pocos.
¡°Llegamos aqu¨ª por un sistema desregulado, con reglas del juego muy poco claras, muy permisivo en temas ¨¢lgidos como los agrot¨®xicos, semillas transg¨¦nicas, desregulaci¨®n de los contratos de trabajo, la entrada de los migrantes sin los m¨ªnimos b¨¢sicos, y cuando este modelo se extrema, llegamos a un l¨ªmite. Tenemos hambre. Veo localidades en Chile en donde no hay acceso a alimentos frescos, no hay agua, y prefieren alimentos procesados o subsidios que generan m¨¢s malnutrici¨®n y pobreza¡±, sentencia Gac, autora del estudio Soberan¨ªa alimentaria en Am¨¦rica Latina: miradas cruzadas sobre un concepto en acci¨®n y en disputa.
Desde varios sectores, ante la preocupante paradoja que vive Latinoam¨¦rica se invoca un modelo de gobernanza regional que busque poner en la mesa varios sectores y movimientos sociales para poner un l¨ªmite claro de cu¨¢nto exportar y cu¨¢nto guardar para la alimentaci¨®n de la poblaci¨®n local. ¡°Ya lo hizo India que es un gran exportador de trigo, que ante la evidencia decidi¨® disminuir sus exportaciones del cereal para estar mejor abastecidos¡±, asegura Roa-Clavijo.
Otra de las rutas que se analizan desde la academia es trabajar en la planificaci¨®n territorial, para que as¨ª los pa¨ªses puedan decidir qu¨¦ vocaci¨®n le dan a ciertos territorios y se aminoren as¨ª las tensiones entre la agroindustria de exportaci¨®n, los peque?os cultivadores y, por ejemplo, un nuevo jugador que ha entrado a la ecuaci¨®n: los proyectos energ¨¦ticos que se est¨¢n asentado en territorios rurales y potencialmente cultivables.
¡°Es urgente que el tema de la alimentaci¨®n sea tomado como parte de la seguridad social, as¨ª como se ha incluido el acceso al agua, a la educaci¨®n y a la salud. La seguridad social tiene que ver con la seguridad alimentaria. El Estado tiene que velar por el acceso a los alimentos¡±, sentencia Gac.
¡°La voluntad pol¨ªtica va a ser fundamental si queremos cambiar estas cifras. Algunas apuestas de pol¨ªticas p¨²blicas nos muestran caminos posibles. En Colombia, por ejemplo, existe una ley que me parece revolucionaria, por decir lo menos, que es la Ley de Compras P¨²blicas, que obliga a todas las entidades p¨²blicas que trabajan o contratan con el Estado, y que distribuyen alimentos en bases militares, colegios, etc., a comprar m¨ªnimo el 30% de sus alimentos a peque?os productores creando circuitos cortos de comercializaci¨®n¡±, comenta el profesor Roa-Clavijo, quien concluye: ¡±As¨ª estamos asegurando que esos peque?os productores van a tener a qui¨¦n venderle sus productos y que las decisiones de lo que se produce en un pa¨ªs no quede solo en manos de las demandas externas¡±.
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