De las m¨¢scaras a los derechos conquistados: tres d¨¦cadas de marchas de orgullo y diversidad
Miles de personas se volcaron a las calles de Montevideo para celebrar la trig¨¦sima edici¨®n de una concentraci¨®n para defender los derechos alcanzados y hacer frente a los discursos de odio en la regi¨®n
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¡°?Qu¨¦ nos pueden hacer? ?Llevarnos presas? ?Otra vez?¡±, les pregunt¨® Karina Pankievich a sus amigas, reunidas en una casa pensi¨®n del barrio Sur de Montevideo, una de las pocas que alquilaba habitaciones a personas travestis en el Uruguay de 1993. A¨²n se sent¨ªan los coletazos de la dictadura uruguaya (1973-1985), que se hab¨ªa ensa?ado con ellas y todo aquel que mostrara aspecto, voz o ideas disidentes. En democracia, las travas, como se las llamaba despectivamente, segu¨ªan siendo perseguidas y reprimidas por la polic¨ªa. Sus posibilidades laborales se reduc¨ªan al trabajo sexual y conseguir una garant¨ªa de alquiler era una quimera. Estaban curtidas por la violencia, todav¨ªa enteras, pero muy cansadas. ¡°Tenemos que hacer algo¡±, insisti¨® Pankievich, que por entonces ten¨ªa 30 a?os.
Sus amigas la secundaron, juntaron algo de plata, compraron pintura, algunos globos de colores. ¡°El miedo enferma. La solidaridad protege¡±, escribieron en una pancarta. La adrenalina, confiesa Pankievich a Am¨¦rica Futura, le gan¨® al miedo que la hab¨ªa perseguido desde los 13 a?os, cuando su familia la ech¨® de casa. Se reunieron en el Obelisco de Montevideo el 28 de junio de 1993, en una noche g¨¦lida y h¨²meda, genuinamente montevideana. Desde all¨ª marcharon trece cuadras por la principal avenida 18 de julio hasta la Universidad de la Rep¨²blica. Unas 30 personas caminaron con sus brazos entrelazados y la cara descubierta, otras muchas lo hicieron con m¨¢scaras o camuflando sus rostros con gorros y bufandas, por temor a ser identificadas. ¡°Estamos aqu¨ª no tanto por nosotras, sino por las nuevas generaciones¡±, dijo Pankievich ante las pocas c¨¢maras que hab¨ªa en aquella primera ¡°marcha del orgullo homosexual¡±, que lleg¨® a reunir a unas 100 personas.
Como activista de la primera hora, Pankievich ha participado en casi todas las marchas que desde 1993 celebran la diversidad y reivindican los derechos de la comunidad LGBT+ en Uruguay. Ayer no fue la excepci¨®n y estuvo en la edici¨®n n¨²mero 30, esta vez en primavera, m¨¢s acompa?ada que en aquella primera ocasi¨®n. Bastante m¨¢s: 150.000 personas, seg¨²n los organizadores, colmaron y recorrieron la Avenida del Libertador de Montevideo hasta la emblem¨¢tica plaza 1¡ã de Mayo.
¡°Basta de impunidad y saqueo de derechos¡±, fue la consigna que marc¨® la jornada, en referencia a las v¨ªctimas de la comunidad LGBT durante la dictadura, as¨ª como a los escollos que encuentra la implementaci¨®n de las conquistas alcanzadas. Entre discursos y proclamas, miles de personas de todas las edades marcharon y bailaron envueltas en banderas de arco¨ªris. ¡°Alegr¨ªa¡±, ¡°libertad¡±, ¡°respeto¡± y ¡°amor¡± fueron las palabras que m¨¢s resonaron en las calles montevideanas.
Entre la multitud caminaba Diego Sempol, de 51 a?os, docente e investigador, estudioso de estas marchas. ¡°El objetivo siempre ha sido ocupar el espacio p¨²blico para dar visibilidad¡±, dice Sempol. Echa la vista atr¨¢s y recuerda que, en el Uruguay de principios del siglo XX, fue muy exitoso el proyecto pol¨ªtico de crear una identidad nacional homog¨¦nea, que obtur¨® la posibilidad de la diversidad social. ¡°La marcha disputa ese proyecto de homogenizaci¨®n¡±, a?ade. En los a?os 90 se hablaba de ¡°orgullo¡±, pero progresivamente esa categor¨ªa fue desplazada por la de ¡°diversidad¡±. ¡°Porque los problemas de discriminaci¨®n son interseccionales¡±, se?ala. La marcha por la diversidad, contin¨²a Sempol, convoca a toda esa heterogeneidad social para enfrentar las distintas formas de discriminaci¨®n, sea por orientaci¨®n sexual, g¨¦nero, origen ¨¦tnico, clase social...
A partir del siglo XXI, el movimiento fue conquistando derechos relacionados con la comunidad LGBT uruguaya: en 2003 y 2004 se aprobaron leyes contra la discriminaci¨®n; en 2007 se legisl¨® a favor de la uni¨®n concubinaria; en 2009, una nueva norma habilit¨® el cambio de nombre y sexo registral; en 2013, se aprob¨® la ley de matrimonio igualitario y en 2018 la ley integral trans. ¡°Hay una parte de la sociedad uruguaya que cambi¨® significativamente la forma de relacionarse con este tema. Eso es notorio en la convocatoria de la marcha y en la integraci¨®n de la disidencia sexual en muchos grupos sociales¡±, dice Sempol. Eso no quiere decir, apunta, que hayan desaparecido los grupos de odio o anti derechos. Al contrario, sostiene que la sociedad est¨¢ atravesando una fuerte activaci¨®n de esa tendencia. ¡°En Uruguay y a nivel global¡±, agrega.
En esa direcci¨®n van los comentarios de Sol Casada, de 24 a?os, que este viernes estuvo presente para celebrar la diversidad, pero tambi¨¦n para pedir que se cumplan efectivamente los derechos adquiridos. En su caso, explica, pudo hacer la transici¨®n de g¨¦nero apoyada por su familia, recibi¨® buena atenci¨®n m¨¦dica y este a?o terminar¨¢ la carrera de Psicolog¨ªa. Sin embargo, asegura que lo suyo es una excepci¨®n. En Uruguay, la poblaci¨®n trans no cuenta con la atenci¨®n sanitaria adecuada, tampoco se cumple con el cupo laboral del 1% establecido por ley. Como Sempol, la joven advierte de la ¡°oleada regional de los discursos de odio o antiderechos¡±, que tienen consecuencias en la pr¨¢ctica. Semanas atr¨¢s, remarcan, una mujer trans fue atacada en Piri¨¢polis (este del pa¨ªs) y en marzo de este a?o otra fue asesinada en Rivera (norte). ¡°En diferentes partes de Uruguay hay ataques de odio [contra la poblaci¨®n LGBT]. Hay que combatirlos y combatir esos discursos¡±, afirma Casada.
Durante esta marcha, muchos recordaron tambi¨¦n los diez a?os de vigencia de la ley del matrimonio igualitario y el impacto que tuvo en Uruguay. ¡°Una vez que se aprobara la ley, nos parec¨ªa importante que hubiera un efecto inmediato¡±, recuerda Sergio Miranda, que estren¨® esa norma cas¨¢ndose con su pareja, Rodrigo Borda, en 2013. Miranda sostiene que el marco legislativo uruguayo sigue estando a la vanguardia y que la comunidad internacional LGBT mira al pa¨ªs con buenos ojos. ¡°De hecho, hemos tenido mucha inmigraci¨®n de poblaci¨®n LGBT rusa, brasile?a durante el periodo de [Jair] Bolsonaro y de pa¨ªses del Caribe, como Cuba, Venezuela y Rep¨²blica Dominicana¡±, dice Miranda, que est¨¢ al frente de la secretar¨ªa de Diversidad de la Intendencia de Montevideo.
En medio de un clima festivo y multitudinario, la comunidad LGBT+ de Uruguay ha reivindicado el car¨¢cter pol¨ªtico ¨Cno pol¨ªtico partidario, aclaran¨C de la marcha por la diversidad local. Defienden en ese sentido que el movimiento se mantenga al margen del patrocinio de marcas comerciales y evite convertirse en una ¡°gran romer¨ªa mercantilizada¡±. 30 a?os despu¨¦s de plantarse en las calles montevideanas, la presidenta de la Asociaci¨®n Trans del Uruguay, Karina Pankievich, march¨® en primera fila agradecida por los 61 a?os que le ha dado la vida y el camino recorrido. ¡°Hace 34 a?os que estoy en el activismo, luchando por pol¨ªticas sociales, no partidarias. Los partidos pol¨ªticos pasan y la sociedad civil queda, tenemos que aprender a trabajar juntos¡±, concluye Pankievich, que en 2019 fue declarada Ciudadana Ilustre de Montevideo por su defensa de los derechos humanos.
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