La Corte IDH condena a Per¨² por violar los derechos de 80 personas contaminadas por metales pesados
Tras casi 20 a?os, ciudadanos de la localidad La Oroya, en los Andes peruanos, han encontrado justicia. La sentencia ordena indemnizaci¨®n, plan de reubicaci¨®n, as¨ª como tratamiento m¨¦dico y psicol¨®gico gratuito a v¨ªctimas
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Ochenta ciudadanos de la sierra central del Per¨² respiran con un poco de alivio desde hoy. Adultos que desde ni?os han sufrido c¨®licos severos, erupciones en la piel, dolores de cabeza, diarreas incontenibles, bronquitis, sordera y agotamiento permanente. Estos s¨ªntomas se han agravado con el tiempo por llevar en la sangre alt¨ªsimos niveles de plomo, cadmio y ars¨¦nico, entre otros metales pesados, por ser v¨ªctimas durante d¨¦cadas del complejo metal¨²rgico La Oroya, en la regi¨®n Jun¨ªn, y de la negligencia de las autoridades por remediar los da?os.
A trav¨¦s de una audiencia virtual, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) conden¨® al Estado peruano al hallarlo culpable de violar m¨²ltiples derechos de esta comunidad: a un medio ambiente sano, a la salud, la integridad personal, la vida, la protecci¨®n especial de la ni?ez, el acceso a la informaci¨®n, la participaci¨®n pol¨ªtica, las garant¨ªas judiciales y a la protecci¨®n judicial. Se trata de un fallo hist¨®rico para una localidad que en 2011 fue nombrada como la segunda ciudad m¨¢s contaminada del mundo, de acuerdo a un an¨¢lisis del Instituto Blacksmith (actualmente Pure Earth), una ONG estadounidense de esp¨ªritu conservacionista.
La sentencia supone un gran paso en la b¨²squeda del resarcimiento de las 80 v¨ªctimas, quienes tras la desidia de la justicia peruana llevaron el caso a instancias internacionales en el 2006, con el acompa?amiento y asesor¨ªa de la Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos (Aprodeh) y la Asociaci¨®n Interamericana para la Defensa del Ambiente (Aida), adem¨¢s de la organizaci¨®n Earthjustice. Si bien en octubre de 2021 la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) estableci¨® la responsabilidad del Estado peruano, faltaba la sentencia y el pronunciamiento de la Corte IDH, ambas instituciones supranacionales y de car¨¢cter vinculante.
El fallo es claro en se?alar distintas acciones que debe tomar el Gobierno a modo de reparaci¨®n: la obligaci¨®n de investigar los hechos y sancionar a los responsables de los actos de hostigamiento contra los defensores del medio ambiente; realizar un diagn¨®stico para determinar el estado de la contaminaci¨®n del aire, el agua y el suelo en La Oroya, el cual deber¨¢ incluir un plan de remediaci¨®n y un sistema de monitoreo; brindar atenci¨®n m¨¦dica especializada y terapias psicol¨®gicas y psiqui¨¢tricas gratuitas a los afectados; desarrollar un plan de compensaci¨®n ambiental con el prop¨®sito de recuperar el ecosistema y garantizar que las operaciones mineras o metal¨²rgicas se basen en los principios rectores sobre derechos humanos y medio ambiente.
A ello se suma un plan de reubicaci¨®n para los ciudadanos de La Oroya que deseen mudarse a otra localidad y un pago efectivo con ciertos matices: 15.000 d¨®lares por concepto de da?os inmateriales, monto que se incrementa a 25.000 d¨®lares en el caso de ni?os, mujeres y ancianos. La reparaci¨®n tambi¨¦n crece a 30.000 d¨®lares respecto a dos casos espec¨ªficos de personas que fallecieron por enfermedades adquiridas por la contaminaci¨®n. En cuanto a otros seis fallecidos, sus familiares recibir¨¢n la indemnizaci¨®n.
El tribunal sostiene que el ¡°Estado incumpli¨® con su deber de regulaci¨®n y fiscalizaci¨®n de las actividades del Complejo Metal¨²rgico La Oroya¡±. ¡°La contaminaci¨®n del aire ha superado considerablemente los respectivos lineamientos de la calidad del aire establecidos en la legislaci¨®n nacional peruana y ha producido la presencia de metales en la sangre de la poblaci¨®n¡±, a?ade. En 1922 la empresa norteamericana Cerro de Pasco Cooper Corporation oper¨® en el lugar. A?os despu¨¦s, entre 1997 y 2009, pas¨® a manos de la tambi¨¦n estadounidense Doe Run del Grupo Renco. Desde entonces, se encuentra inactiva.
¡°Hace 20 a?os, cuando inici¨® esta lucha, yo iba con mi pancarta que dec¨ªa que la salud de los ni?os vale m¨¢s que el oro. Nunca desistimos, ahora estoy muy alegre con la decisi¨®n de la Corte¡±, expresa una de las v¨ªctimas de La Oroya. Otra afectada, Yolanda Zurita, es m¨¢s cauta, evidenciando su escepticismo: ¡°Lo que esperamos ahora es que se implemente la sentencia. Que el Estado cumpla por primera vez con sus obligaciones y que garantice nuestros derechos como defensores ambientales. El cumplimiento de la sentencia es lo m¨ªnimo que esperamos de un Estado comprometido con la garant¨ªa de los derechos de sus ciudadanos¡±.
Las organizaciones que se encargaron de la defensa de los 80 ciudadanos de La Oroya tambi¨¦n se pronunciaron. Liliana ?vila, coordinadora del Programa de Derechos Humanos y Ambiente de Aida, destaca la magnitud del fallo: ¡°Es un avance muy importante y un precedente clave para la justicia ambiental en Am¨¦rica Latina¡±. Por su parte, Christian Huaylinos, coordinador del ¨¢rea legal de Aprodeh, tambi¨¦n valor¨® la sentencia de la Corte IDH. ¡°Fija los par¨¢metros de la obligaci¨®n estatal de regular, fiscalizar y remediar los efectos de la contaminaci¨®n ambiental. Es adem¨¢s una gran satisfacci¨®n por la gran lucha de dos d¨¦cadas de parte de las v¨ªctimas¡±, finaliza.
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