Las personas sin hogar en Brasil se multiplican por diez en una d¨¦cada y superan las 200.000
El presidente Lula anuncia un plan de 200 millones de d¨®lares para darles asistencia social, aunque solo se prev¨¦ la construcci¨®n de 150 viviendas
El paisaje en los centros de las grandes ciudades brasile?as es bastante elocuente: cientos de personas refugiadas bajo los soportales, viaductos o puentes, aut¨¦nticos campamentos de pl¨¢stico y cart¨®n en las plazas m¨¢s c¨¦ntricas y en algunos casos, bolsas extremas de miseria y drogodependencia, como la c¨¦lebre Cracolandia de S?o Paulo, un pu?ado de calles dominadas por los consumidores de crack. El problema de las personas sin hogar no es nuevo y salta a la vista, pero los datos muestran que se agrav¨® enormemente en los ¨²ltimos a?os. El n¨²mero de sin techo se multiplic¨® por diez en una d¨¦cada, pasando de casi 22.000 en 2013 a m¨¢s de 227.000 este a?o. Los datos son del Ipea, un ¨®rgano de investigaci¨®n econ¨®mica del Gobierno. Para afrontar esta problem¨¢tica, el Gobierno de Luiz In¨¢cio Lula da Silva present¨® el lunes un plan dotado con 982 millones de reales (200 millones de d¨®lares) llamado Calles visibles. Sus objetivos centrales est¨¢n m¨¢s dedicados dar asistencia que a reinsertarlos en la sociedad o frenar el aumento.
La mitad del presupuesto anunciado por el presidente Lula estar¨¢ dedicado a alimentaci¨®n, reforzando la dotaci¨®n a Estados y municipios, quienes administran albergues y comedores. Adem¨¢s, se formar¨¢ a 5.000 profesionales de la salud para trabajar en la calle y se crear¨¢ una pol¨ªtica de salud exclusiva para los sin techo.
Casi la mitad (47,3%) de los brasile?os sin hogar que viven en la calle explican su situaci¨®n por problemas familiares o con sus compa?eros sentimentales. El desempleo (40,5%), la adicci¨®n al alcohol y las drogas (30,4%) y la p¨¦rdida de la vivienda (26,1%) siguen en la lista de motivos. La edad media es de 41 a?os, la mayor¨ªa son hombres, y el estudio tambi¨¦n evidencia que, como casi siempre, las diferencias raciales van de la mano de la desigualdad: el 69% de los sin techo en Brasil son negros, diez puntos por encima de su peso demogr¨¢fico. Los autores del estudio concluyen que la explosi¨®n de gente que vive en las calles se explica por el estancamiento econ¨®mico ¡ªBrasil lleva casi una d¨¦cada sin crecer con fuerza¡ª y por los efectos de la pandemia del covid-19.
Ipea advierte de que los datos que cifran este colectivo en 227.000 personas no pueden leerse como un censo oficial porque muchos de los afectados ocultan a las instituciones que viven en la calle: por la verg¨¹enza del estigma social o en el caso de las mujeres, por ejemplo, por miedo a perder la custodia de los hijos.
Una parte importante de los recursos ir¨¢ para campa?as contra la aporofobia (la discriminaci¨®n de las personas sin hogar), la creaci¨®n de puntos de apoyo como ba?os o lavander¨ªas, casas de acogida para la poblaci¨®n LGTBQIA+, cursos de alfabetizaci¨®n y programas para la regularizaci¨®n de documentos. Tambi¨¦n se proh¨ªbe la llamada arquitectura hostil: el uso de materiales o estructuras destinados a evitar que los sin techo duerman en un determinado lugar.
La pol¨ªtica de vivienda, que a priori pareciera ser central para abordar el problema, es, de los siete ejes con los que cuenta el plan, el quinto con menor presupuesto. Son 3,7 millones de reales (750.000 d¨®lares), con los que se pretende incluir a los sin techo en los programas sociales de vivienda p¨²blica y construir 150 viviendas en todo Brasil, ¡°con prioridad para familias con ni?os y mujeres embarazadas¡±. El apartado destinado a cursos de capacitaci¨®n, impulso de cooperativas y asociaciones e inserci¨®n en el mercado de trabajo tiene una dotaci¨®n a¨²n menor, de 1,2 millones de reales (243.000 d¨®lares).
La explosi¨®n del n¨²mero de personas viviendo en la calle coincide con un momento en que grandes ciudades como S?o Paulo, R¨ªo de Janeiro, Belo Horizonte o Recife, est¨¢n ejecutando planes urban¨ªsticos para atraer residentes a los barrios m¨¢s c¨¦ntricos, en general abandonados y con muy pocos vecinos. Se dan millonarios incentivos y exenci¨®n de impuestos a las constructoras para que se animen a rehabilitar los hist¨®ricos edificios casi en ruinas y convertirlos en residenciales y para levantar vivienda nueva en los numerosos solares.
En general, en estos planes, la creaci¨®n de vivienda p¨²blica para las rentas m¨¢s bajas brilla por su ausencia, a¨²n m¨¢s si es para ceder un espacio temporal para los que mendigan en esos mismos centros degradados. Unificar las intenciones del Gobierno federal y la de Estados y municipios es otro de los principales desaf¨ªos. La anterior pol¨ªtica nacional para los sin techo estaba en vigor desde 2009, pero en los ¨²ltimos a?os tan s¨®lo la aplicaron cinco Estados y 15 ciudades.
El nuevo programa ideado en los despachos de Brasilia por el Ministerio de Derechos Humanos tiene un fuerte car¨¢cter asistencialista que puede no casar del todo con los anhelos de las autoridades municipales. En R¨ªo, el alcalde Eduardo Paes, aliado de Lula, gener¨® una pol¨¦mica hace semanas al proponer un mecanismo que permita que personas drogodependientes que se niegan a ir a albergues puedan ser retiradas de la calle a la fuerza para recibir tratamiento. En julio de este a?o, el Tribunal Supremo acept¨® un recurso de partidos y movimientos sociales de izquierdas y prohibi¨® la retirada y transporte forzado de personas sin hogar, as¨ª como la confiscaci¨®n de sus bienes.
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