La Iglesia argentina publica sus archivos sobre la dictadura: ¡°Deber¨ªa haberse puesto m¨¢s energ¨ªa en evitar tanta matanza¡±
El presb¨ªtero Carlos Mar¨ªa Galli, coordinador de una investigaci¨®n sin precedentes sobre miles de archivos desclasificados por la Santa Sede y el Episcopado argentino, detalla las contradicciones que atravesaron a la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica tras el golpe militar de 1976
La Iglesia Cat¨®lica de Argentina ha saldado una deuda. Tras cinco a?os de trabajo, un equipo de 25 personas encabezado por el presb¨ªtero Carlos Mar¨ªa Galli, rector de la Facultad de Teolog¨ªa de la Universidad Cat¨®lica Argentina (UCA), clasific¨® todos los archivos de la Santa Sede, la Nunciatura en Buenos Aires y la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) acumulados durante los a?os de la violencia pol¨ªtica en los setenta. El resultado, resumido en tres tomos titulados La verdad los har¨¢ libres (Planeta), es un an¨¢lisis sin precedentes sobre el papel de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica durante la dictadura militar (1976-1983). En 900 p¨¢ginas, se detallan las respuestas que la Iglesia dio a los m¨¢s de 3.000 pedidos de ayuda de los familiares de v¨ªctimas del terrorismo de Estado, los contactos con la c¨²pula militar y las contradicciones internas que lastraron una respuesta m¨¢s contundente a los asesinatos, torturas y desapariciones. Los organismos de Derechos de Humanos exigieron durante d¨¦cadas la desclasificaci¨®n de estos documentos, esperanzados en que apareciesen datos a¨²n desconocidos sobre el paradero de los desaparecidos. ¡°Hay que evitar las falsas expectativas. No van a encontrar lo que la Justicia ni ellos encontraron¡±, advierte Galli.
Pregunta: ?C¨®mo se inicia esta investigaci¨®n?
Respuesta: Cuando [Jorge] Bergoglio fue presidente de la Conferencia Episcopal (2005-2011) encomend¨® a un obispo ya fallecido, [Carmelo] Giaquinta, estudiar la causa de monse?or [Enrique] Angelelli, el obispo de La Rioja que fue asesinado por la dictadura en 1976 despu¨¦s de que le hab¨ªan matado dos curas y un laico que ahora han sido beatificados. Buscando el material de Angelelli, Giaquinta encontr¨® en el archivo de la CEA un fondo que dec¨ªa Derechos Humanos. Le coment¨® entonces a Bergoglio que val¨ªa la pena sistematizar todo eso, sobre todo por si hab¨ªa informaci¨®n para familias de v¨ªctimas. En 2013 es elegido Francisco y decide en Roma que se digitalice adem¨¢s todo el material que hay en la Santa Sede acerca del periodo de la dictadura militar y las desapariciones en Argentina. Quedaba la tarea de clasificaci¨®n. Nadie se animaba a algo tan grande. Me lo pidieron, arm¨¦ una comisi¨®n de editores y convocamos a unas 25 personas para iniciar el trabajo.
P. ?Qu¨¦ hay en ese material?
R. Sobre todo los pedidos de los familiares de las v¨ªctimas y c¨®mo respondi¨® la Iglesia. En la Nunciatura hab¨ªa 3.115 casos, en el Episcopado algunos otros. Se ven las formas de pedir, individuales o colectivas, y las respuestas que dieron los militares, que siempre fueron evasivas o con generalidades.
P. El bienio 1976-1977 lo titulan El terror. ?En qu¨¦ se diferenciaron esos dos a?os de la dictadura del resto?
R. En que son los a?os de mayor terrorismo de Estado. La represi¨®n fue una cacer¨ªa de personas indefensas m¨¢s all¨¢ de su compromiso pol¨ªtico. El esquema fue detenci¨®n, tortura, informaci¨®n y, cuando la persona no daba m¨¢s de s¨ª y se agotaba en su capacidad de informaci¨®n, desaparici¨®n. Ese circuito, terrible y brutal, que lo hab¨ªan tomado de la actuaci¨®n francesa en Argelia, fue lo que le permiti¨® a la inteligencia represiva avanzar en la lucha contra las organizaciones armadas. Por eso nuestra tesis no es que hubo dos demonios, sino que hubo una espiral de violencia que se fue ampliando y consolidando cada vez m¨¢s y que tiene su culminaci¨®n en la peor violencia de todas, que es el Estado del terror.
P. La investigaci¨®n da mucha importancia a los casos de ni?os desaparecidos
R. Las primeras personas que se entrevistaron con Juan Pablo II fueron las Abuelas de Plaza de Mayo [que buscaban a sus nietos nacidos durante el cautiverio de sus madres] en una visita a Brasil y luego en Roma. Estudiamos las listas de las que dispone la Iglesia sobre estos organismos, pero a la vez tratamos de transmitir algo de la angustia y el dolor de las cartas de los familiares. Todas ten¨ªan un esquema muy formal para la ¨¦poca, pero contaban las cosas con el afecto familiar. Ah¨ª se puede ver qu¨¦ hizo y no hizo el Episcopado.
P. ?Y qu¨¦ hizo el Episcopado?
R. Los archivos dan testimonio que hizo mucho ante los pedidos de los familiares y las v¨ªctimas. Pero lo que hizo y dijo ante las autoridades militares no fue muy efectivo. Ni en los pedidos escritos con listas o por personas concretas, ni en las gestiones de las autoridades o de una comisi¨®n llamada de Enlace, formada por tres obispos puestos para negociar con los tres secretarios de las Fuerzas Armadas. A esos los caminaron siempre. Tomaban nota y despu¨¦s no respond¨ªan nada, o ¡°ya veremos¡±, ¡°este caso no lo ten¨ªamos¡±, ¡°no sabemos nada¡±. Tres grandes obispos dicen en el tomo uno de La verdad los har¨¢ libres: ¡°No estuvimos a la altura de los acontecimientos. La estrategia de muchas gestiones privadas y pocos gestos p¨²blicos no dio resultado¡±. O que deber¨ªamos haber actuado con gestos que pudieran haber tocado de alg¨²n modo la condici¨®n cat¨®lica de los militares. Monse?or Miguel Hesayne, que fue un gran luchador por los derechos humanos, dice que ¡°hubo debilidad, no hubo complicidad¡±. Pudo haberla habido de alg¨²n obispo promilitar, alg¨²n cura o capell¨¢n militar o de laicos, dice Hesayne.
P. ?Y su opini¨®n personal cu¨¢l es?
R. Que deber¨ªa haberse puesto mucha m¨¢s energ¨ªa en la protesta p¨²blica, de tal modo que la autoridad institucional de la Iglesia jugara m¨¢s fuerte para evitar tanta matanza. Hay que tener en cuenta que en el Episcopado hab¨ªa un gran debate: nos pronunciamos p¨²blicamente con m¨¢s fuerza o consideramos que es mejor negociar para que no desaparezcan o maten m¨¢s gente. Esto no exime de que se podr¨ªan haber hecho m¨¢s cosas. Pero cuando ellos eran cuestionados de hacer poco, entonces saltaban solidaridades corporativas, ¡®estamos haciendo esto, haciendo lo otro¡¯. En la investigaci¨®n no hemos tapado nada de todo lo que sabemos.
P. ?Le sorprendi¨® lo que encontr¨®?
R. El grupo se fue conmoviendo cada vez m¨¢s, sobre todo los m¨¢s j¨®venes, porque nunca hab¨ªan tenido contacto directo o indirecto con un familiar de desaparecido. Algunos ten¨ªan que parar, otros se pon¨ªan a llorar, otros necesitaban conversar.
P. ?Alg¨²n familiar puede encontrar algo que a¨²n no sab¨ªa?
R. Hay que evitar las falsas expectativas. No van a encontrar lo que la Justicia ni ellos encontraron. No van a encontrar donde est¨¢n, o en que cementerio o si lo enterraron o lo tiraron durante un vuelo de la muerte. Eso no lo tenemos. Si la Iglesia lo hubiese tenido, lo hubiera dicho oportunamente a un juez. Lo que tenemos son testimonios de gente que buscaba a alguien y no ten¨ªan ni en los partidos ni en los medios de comunicaci¨®n quien los recibiera.
P. ?Hay informaci¨®n sobre el papel de Jorge Bergoglio en esa ¨¦poca? Cuando fue elegido Papa en Argentina hubo quienes cuestionaron su actitud ante la dictadura.
P. Hubo cuestionamientos un poco armados porque era funcional para el Gobierno de turno. Cuando lo consideraron opositor empezaron a atacarlo. Un de los elementos fue releer la historia de los dos jesuitas detenidos en 1976 y decir que Bergoglio los hab¨ªa dejado libres para hacerlos vulnerables. Bergoglio ayud¨® a salvar al menos a 30 personas.
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