Jorge de Cascante o el arte de estrujar la realidad

El nombre de Jorge de Cascante (Madrid, 1983) suena a menudo como editor y ant¨®logo de libros dedicados a escritores y c¨®micos espa?oles que merec¨ªan un rescate. As¨ª, Gila, Gloria Fuertes y otros han pasado por las manos y los ojos entusiastas de Cascante. Pero De Cascante es tambi¨¦n escritor de ficcio...

El nombre de Jorge de Cascante (Madrid, 1983) suena a menudo como editor y ant¨®logo de libros dedicados a escritores y c¨®micos espa?oles que merec¨ªan un rescate. As¨ª, Gila, Gloria Fuertes y otros han pasado por las manos y los ojos entusiastas de Cascante. Pero De Cascante es tambi¨¦n escritor de ficciones breves, como ya tuvimos ocasi¨®n de comprobar en Hace tiempo que vengo al taller y no s¨¦ a lo que vengo (2017). En esta ocasi¨®n nos trae nuevos relatos en un volumen de t¨ªtulo menos zarzuelero, pero m¨¢s inquietante: Una ciudad entera ba?ada en sangre humana.

Las ficciones de Cascante han pasado algo inadvertidas para la cr¨ªtica literaria, y me aventuro a decir que una de las razones es que gran parte de las referencias que aparecen en ellas proceden de pel¨ªculas comerciales, programas de televisi¨®n, epicentros del consumo como Supersol o Carrefour, y, especialmente, elementos con una gruesa p¨¢tina ib¨¦rica como el Museo del Jam¨®n, la cadena de cafeter¨ªas Rodilla o el Cobrador del Frac en horas de servicio. Estas dosis altas de costumbrismo podr¨ªan echar atr¨¢s a algunos lectores, y ser¨ªa una l¨¢stima, pues se perder¨ªan a un autor entroncado con la tradici¨®n del absurdo y con autores vinculados a las vanguardias y al humorismo de la generaci¨®n del 27 como G¨®mez de la Serna, Jardiel Poncela o Tono.

Divididos en tres secciones ¡ªDisciplina, Equipo y Sacrificio¡ª, los relatos son en su mayor¨ªa breves; algunos son microrrelatos emparentados con los aforismos que publica De Cascante en su cuenta de Twitter, y que sirven como puerta de entrada a su est¨¦tica junto al pr¨®logo, titulado ¡®?Podr¨ªa una persona deprimida escribir este libro?¡¯, en el que desgrana su po¨¦tica. En este pr¨®logo, De Cascante abre una mirilla que nos permite asomarnos a sus intenciones literarias y, en definitiva, a su manera singular de mirar el mundo. Si De Cascante fuese pintor ser¨ªa un ep¨ªgono del Bosco, de Goya en sus Disparates y de George Grosz, por su facilidad para crear seres imposibles y para sacarle los colores a la realidad urbana en sus aspectos m¨¢s delirantes y grotescos.

Escritas a menudo en primera persona y en un registro coloquial, las narraciones fingen ser textos testimoniales o al menos realistas, para, enseguida, hacernos reparar en que el autor nos est¨¢ guiando por senderos propios de la ficci¨®n especulativa. Si bien algunos lectores le atribuyen un inter¨¦s por ¡°amplificar la realidad¡±, a su juicio en sus textos logra m¨¢s bien rebajarla: ¡°La realidad, tal cual nos llega a diario, es insoportable para bien y para mal, no se puede asumir, hay que editarla hasta la extenuaci¨®n¡±, afirma en el pr¨®logo.

Asimismo, en el texto introductorio nos anuncia cu¨¢les son los autores que m¨¢s le han influido en su escritura. En sus relatos podemos leer gui?os a varios de ellos, por ejemplo, a la argentina Hebe Uhart. No es de extra?ar que C¨¦sar Aira sea otro de los autores que menciona como referencia, pues ambos escritores emplean un flujo narrativo que parece incesante, gracias a la aparici¨®n de puntos de giro y personajes a cu¨¢l m¨¢s estramb¨®tico, y ambos parecen encontrarse ante una realidad que los sobrepasa y que solo pueden apresar por medio de su escritura. En definitiva, los cuentos de De Cascante son un grato torbellino de aire fresco en un panorama literario en el que abunda lo testimonial y escasea lo imaginativo.

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