¡®La Gatomaquia¡¯, felinos a la gresca
Literatura en estado puro, Lope de Vega pone versos y maullidos a la desatinada historia de sus amores con Elena Osorio, motivo de su destierro
Baudelaire, que dio un sitio a los gatos entre sus flores del mal, aseguraba que eran fr¨ªvolos y sedentarios, amigos de la ciencia y la voluptuosidad. Pero, cuando leo esos versos, me vienen inevitablemente a la cabeza las im¨¢genes de Silvestre persiguiendo a Piol¨ªn, don Gato acompa?ado de Benito, Pica torturado por Rasca o la inefable Gata Loca, enamorada hasta las cachas del esquivo rat¨®n Ignacio. Entre esos dos extremos ¡ªel de los tebeos y la m¨¢s refinada sofisticaci¨®n literaria¡ª se movi¨® con soltura felina F¨¦lix Lope de Vega y Carpio para componer una peque?a joya en verso. Hablo de La Gatomaquia o, en castizo, la ri?a de unos gatos que, a principios del siglo XVII, andaban enamorados, maullando y a la gre?a por los tejados de la villa y corte. Y es que estamos ante una versi¨®n ¡ªeso s¨ª, muy perfilada¡ª de la historia del se?or don Gato, al que, mientras andaba sentadito tranquilamente en su tejado, le preguntaron si quer¨ªa ser casado con una gatita parda: ¡°Estaba sobre un alto caballete / de un tejado sentada / la bella Zapaquilda al fresco viento, / lami¨¦ndose la cola y el copete / tan fruncida y mirlada / como si fuera gata de convento¡±.
Resulta que Marramaquiz, un gato ayuno de parn¨¦, pero gal¨¢n y bien plantado, requiere en amores a la gata, que lo mira a su vez con buenos ojos. Solo durante un tiempo, ya que entra en escena Micifuf con su peculio, y la inconstante gata cae rendida, que toda novedad es grata. El malquisto Marramaquiz desespera, busca remedio en la ciencia y la filosof¨ªa, pretende encelar a su biena?mada con otra minina¡, pero naranjas de la China. Muerto de celos, le llega la noticia de que Zapaquilda va a casarse con Micifuf y no le queda otra que sacar la u?as. Sabr¨¢n del desenlace cuando lean el libro.
Un Lope ya viejo, con 72 a?os a la espalda, quiso relatar felino modo la historia de sus propios amores con Elena Osorio, vividos medio siglo atr¨¢s. El poeta volvi¨® una y otra vez sobre ese episodio de su biograf¨ªa para escribir romances, comedias, f¨¢bulas pastoriles y un libro deslumbrante, fruto tambi¨¦n de la edad tard¨ªa, como La Dorotea. La joven, hija de un hombre de teatro, era culta, ingeniosa, casada y, al parecer, hermos¨ªsima, y tuvo como amante al poeta durante varios a?os, hasta que se cruz¨® en su camino Francisco Perrenot de Granvela, conde de Cantecroix, rico, letrado, espadach¨ªn y, por dem¨¢s, sobrino del poderoso cardenal Granvela. La historia termin¨® con Lope sentenciado a ocho a?os de destierro, lejos de Castilla y de su amada.
Ya en los ¨²ltimos d¨ªas de su vida, con una sonrisa indulgente y no sin cierta melancol¨ªa, Lope de Vega convirti¨® aquellos desatinos en un precioso juguete literario
Ya en los ¨²ltimos d¨ªas de su vida, con una sonrisa indulgente y no sin cierta melancol¨ªa, convirti¨® aquellos desatinos en un precioso juguete literario, asign¨¢ndose a s¨ª mismo el papel del despechado Marramaquiz, pintando a su rival como Micifuf y engatando a su Elena en Zapaquilda. Porque en el siglo XVII no hab¨ªa papel cuch¨¦, ni televisi¨®n ni a¨²n internet, pero hab¨ªa gatos que serv¨ªan de solaz a los lectores atentos o que surt¨ªan de carne a los curiosos de las vidas ajenas, como si aquello fuese un S¨¢lvame de luxe en verso.
La Gatomaquia apareci¨® en 1634 como parte de las Rimas humanas y divinas del licenciado Tom¨¦ de Burguillos, uno de los libros m¨¢s portentosos de toda la literatura espa?ola. Mucho antes que Fernando Pessoa, Lope se present¨® bajo el embozo heter¨®nimo del licenciado Burguillos y le prohij¨® su trifulca entre gatos. El ¨¦xito que la epopeya burlesca alcanz¨® entre el p¨²blico le otorg¨® desde muy pronto una vida editorial independiente, y as¨ª nos llega ahora en la edici¨®n que Antonio S¨¢nchez Jim¨¦nez ha preparado para la editorial C¨¢tedra.
Aun cuando Lope fuera un poeta sencillo, directo y pr¨®ximo a nosotros, en La Gatomaquia, con pleno dominio de su arte, juega con el lector, llev¨¢ndole por los vericuetos de una erudici¨®n burlesca, entre digresiones, incisos sentenciosos y unos gatos que parlaban lengua culterana. Por eso esta nueva edici¨®n ofrece, sin alardes eruditos, el apoyo y la informaci¨®n precisa para que los lectores puedan transitar con libertad por entre unos versos que rebosan literatura de cabo a rabo.
Y en eso precisamente consiste el juego que Lope despleg¨® con su poema, en la mezcla de todo un arsenal de sabidur¨ªa po¨¦tica con ripios buscados, rimas zarrapastrosas, chanzas de andar por casa e im¨¢genes dignas de aquellas maravillosas Fantas¨ªas animadas de ayer y hoy, como la de Marramaquiz a caballo sobre una mona de Tetu¨¢n o jugando con un rat¨®n a la pelota. Es ese ir y venir entre lo serio y lo burlesco, entre lo sofisticado y lo chusco, lo que singulariza esta extraordinaria miniatura; porque en La Gatomaquia, como en las mejores novelas de Nabokov, estamos ante una literatura en estado puro, sin m¨¢s prop¨®sito que el ejercicio mismo del arte. Quien tome el libro entre las manos disfrutar¨¢ del brillo, la inteligencia y el humor del mejor Lope ¡ªque no es poco¡ª, y terminar¨¢ relami¨¦ndose de gusto los bigotes, para rematar con un ¡°maramiau, miau¡±, como quien lame una raspa de sardina.
La Gatomaquia
Autor: Lope de Vega.
Edici¨®n: Antonio S¨¢nchez Jim¨¦nez.
Editorial: C¨¢tedra, 2022.
Formato: tapa blanda (348 p¨¢ginas, 13,50 euros) y e-book (8,99 euros).
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