La religi¨®n tradicionalista de Putin y Trump
La tradici¨®n antidemocr¨¢tica de Duguin y Bannon, tenebrosos ide¨®logos de una ¨¦poca oscura
Los dos gur¨²s que m¨¢s han influido en Donald Trump y Vlad¨ªmir Putin creen en unas leyes del esp¨ªritu oscuras e inquietantes a partir de las cuales basan su geopol¨ªtica. La doctrina hinduista nos explica que el tiempo humano es c¨ªclico y est¨¢ dividido en cuatro edades, o yuga. Esto corresponde a lo que las viejas tradiciones occidentales denominaban la edad de oro, la de plata, la de hierro y la oscuridad. En la Satya Yuga, la edad de oro, reina la justicia y las verdades primordiales se encuentran al alcance de los hombres. Pero, a medida que pasan los siglos, inevitablemente nos distanciamos de la fuente de luz original y cada vez se hace m¨¢s dif¨ªcil ver estas verdades, la condici¨®n humana empeora y, con ella, el universo. Para aquellos a los que les ha tocado vivir durante la Kali Yuga, la edad oscura, lo m¨¢s importante es comprender que los valores de su tiempo est¨¢n cambiados y, por lo tanto, no tienen que luchar para que el mundo progrese conforme a las ideolog¨ªas establecidas, sino para que todo colapse y el ciclo vuelva a empezar. Esto que esperar¨ªamos encontrar en las secciones de esoterismo de las librer¨ªas, sin hacer da?o a nadie, es lo que leen y discuten dos de los ide¨®logos que m¨¢s han hecho para amenazar el ideal occidental de democracia liberal, tanto desde dentro como desde fuera.
Los individuos en cuesti¨®n son Steve Bannon y Aleksander Duguin, que se definen a s¨ª mismos como seguidores del Tradicionalismo. La te may¨²scula es importante, porque no hablamos de se?ores de derechas, sino de una cosa mucho m¨¢s extravagante. La escuela tradicionalista la fund¨® Ren¨¦ Gu¨¦non, un intelectual franc¨¦s que, a pesar de no conseguir el reconocimiento del mainstream de su tiempo, a principios del siglo XX, desarroll¨® un corpus de ideas y consigui¨® un conjunto de seguidores lo bastante consistente como para haber llegado hasta hoy. Tanto Bannon, director ejecutivo de la campa?a que llev¨® Donald Trump al poder e impulsor del ¡°movimiento populista global¡± que hoy funciona a todo trapo; como Duguin, uno de los intelectuales m¨¢s influyentes dentro del Kremlin, conocido por el mote del Rasput¨ªn de Putin, reconocen la influencia de Gu¨¦non y otros tradicionalistas como la central en su visi¨®n del mundo.
Bannon y Duguin no discut¨ªan sobre intereses econ¨®micos o equilibrios de poder, sino sobre los postulados espirituales de una escuela medio filos¨®fica medio ocultista
Cuando se encontraron por primera vez, en 2017, Bannon quer¨ªa convencer Duguin de que Rusia ten¨ªa que hermanarse con el trumpismo y huir de la ¨®rbita china porque China se ha convertido en la vanguardia de la modernidad, el globalismo, el consumismo y todas las fuerzas contrarias a la tradici¨®n. No se pusieron de acuerdo, pero el caso es que dos de los estrategas m¨¢s influyentes en la geopol¨ªtica actual no discut¨ªan sobre intereses econ¨®micos o equilibrios de poder, sino sobre los postulados espirituales de una escuela medio filos¨®fica medio ocultista, que no se ense?a en ning¨²n m¨¢ster de relaciones internacionales.
Conocer el Tradicionalismo es meterse dentro de la cabeza del hombre que invent¨® el eslogan Make America great again y ha inspirado y asesorado a la extrema derecha europea, desde Salvini a Abascal, quien, evidentemente, vota en contra de retirar la medalla de oro de Madrid a Putin. Es entender por qu¨¦ el d¨ªa que un grupo de manifestantes asalt¨® el Capitolio, hab¨ªa uno que llevaba cuernos y se defin¨ªa como cham¨¢n. Tambi¨¦n sirve para acercarse al que quiz¨¢s sea el intelectual p¨²blico ruso m¨¢s importante: despu¨¦s de periplos por el espacio postsovi¨¦tico, el 1997 Duguin salt¨® a la fama con la publicaci¨®n de Los fundamentos de la geopol¨ªtica: el futuro geopol¨ªtico de Rusia, un ¨¦xito estallando entre las ¨¦lites del KGB que todav¨ªa hoy es lectura obligatoria en las academias militares rusas.
Conscientes de la excentricidad de sus creencias, tanto Bannon como Putin han camuflado el Tradicionalismo detr¨¢s de doctrinas m¨¢s cl¨¢sicas para poder digerirlo mejor. Pero tampoco es que se escondan: basta con leerlos y escucharlos, como hace el antrop¨®logo Benjamin Teittlebaum en su maravilloso War for Eternity, para que ellos mismos reconozcan que el Tradicionalismo es la ra¨ªz que explica todas las conductas e ideas aparentemente err¨¢ticas que traen de culo los analistas que intentan ponerles etiquetas convencionales. Por ejemplo, a Duguin se lo conoce como uno de los principales impulsores del eurasianismo contempor¨¢neo, un movimiento que declara que la civilizaci¨®n rusa no pertenece a Europa ni a Asia, sino que constituye una entidad separada y aut¨®noma. Mucha menos gente sabe que el s¨ªmbolo del partido eurasianista que Duguin fund¨®, un misterioso icono formado por ocho flechas que parten de un punto central y se?alan hacia fuera, proviene de los estudios de magia negra que practican algunos c¨ªrculos tradicionalistas. Es el s¨ªmbolo del caos.
La tradici¨®n
Los tradicionalistas constituyen un movimiento en el sentido m¨¢s laxo de la palabra, sin estructura formal y, desde finales de la d¨¦cada de 1940, sin mando central. Lo que une a los colectivos e individuos de esta corriente es una deuda com¨²n con la obra de Ren¨¦ Gu¨¦non.
Nacido en Francia en 1886, Gu¨¦non public¨® las que ser¨ªan las biblias del Tradicionalismo a principios de los a?os veinte. L¡¯introduction g¨¦n¨¦rale ¨¤ el ¨¦tude des doctrines hindoues y Orient et Occident presentan el hinduismo como un repositorio de verdades espirituales que tienen que ayudar a salvar a Occidente de su declive. La motivaci¨®n de Gu¨¦non no es acad¨¦mica (su tesis es rechazada en la universidad por carencia de rigor), sino m¨ªstica. Con Edward Said, podr¨ªamos calificar la propuesta como un ¡°orientalismo inverso¡±. Si el pecado del orientalismo es esencializar las diferencias culturales para presentar el lejano Oriente como algo inferior a Occidente, Gu¨¦non cae en la misma caricatura, pero al rev¨¦s, ¡°descubriendo¡± en el hinduismo toda la religiosidad y el respeto por la tradici¨®n que echa de menos en la Francia de su tiempo. Gu¨¦non muri¨® en 1951 en El Cairo, habi¨¦ndose convertido al islam y vistiendo turbante y jalabiya, la indumentaria tradicional egipcia que ya entonces se consideraba arcaica.
Seg¨²n Gu¨¦non y sus seguidores, en un pasado remoto exist¨ªa una ¨²nica religi¨®n com¨²n que se fue perdiendo, y sus valores y conceptos sobreviven hoy fragmentados en diferentes fes
Aunque del hinduismo salgan dos aspectos tan centrales para el Tradicionalismo como la visi¨®n c¨ªclica del tiempo y la certeza de que vivimos en la Kali Yuga, o que Gu¨¦non se convirtiera al islam, cualquier religi¨®n valdr¨ªa, porque la pr¨¢ctica espiritual es un medio para un fin ulterior. Seg¨²n Gu¨¦non y sus seguidores, en un pasado remoto exist¨ªa una ¨²nica religi¨®n com¨²n que se fue perdiendo, y sus valores y conceptos sobreviven hoy fragmentados en diferentes fes. Este sincretismo ha sido clave en el ¨¦xito internacional de la doctrina. Por ejemplo, el brasile?o Olavo de Carvalho, fil¨®sofo tradicionalista que fue descrito como ¡°el ide¨®logo de Jair Bolsonaro¡±, defend¨ªa que en el cristianismo de los latinoamericanos a salto de mata hoy se puede encontrar la m¨¢xima expresi¨®n del Tradicionalismo. Por el contrario, Duguin ha dedicado libros enteros a intentar demostrar c¨®mo el cristianismo ortodoxo es una fuente leg¨ªtima de valores tradicionales menos corrompida por la modernidad que el catolicismo occidental. Todos habr¨ªan satisfecho a Gu¨¦non, porque, para ¨¦l, la clave de la pr¨¢ctica religiosa no es ning¨²n dogma concreto, sino educar al tradicionalista en lo m¨¢s opuesto a la modernidad, que es el gran enemigo.
La crise du monde moderne es la obra m¨¢s popular y m¨¢s traducida de Gu¨¦non, la t¨ªpica puerta de entrada al Tradicionalismo. En ese libro, Gu¨¦non declara que la sociedad moderna no tiene sentido, porque nuestras formas de asociaci¨®n se basan cada vez m¨¢s en la econom¨ªa y en formalidades burocr¨¢ticas, y no en la cultura ni en el esp¨ªritu. La diferencia entre un conservador convencional y un tradicionalista es que, en vez de una cr¨ªtica moderada que acepta la mayor¨ªa de los valores y ganancias modernas, el tradicionalista hace una enmienda a la totalidad. Vale la pena citar largamente a Duguin: ¡°El tradicionalista es aquel que critica no ya varios aspectos de la modernidad y la posmodernidad, sino que rechaza el vector fundamental del desarrollo hist¨®rico. [...] En el mundo contempor¨¢neo, todo es malo. La idea del progreso es mala, la idea del desarrollo tecnol¨®gico es mala, la filosof¨ªa de Descartes del sujeto y el objeto es mala, la met¨¢fora de Newton del relojero es mala, la ciencia positiva contempor¨¢nea y la educaci¨®n y la pedagog¨ªa que se fundamentan en ella, son malas. [...] Me gusta solo aquello que exist¨ªa antes de la modernidad y hay que criticar todas las tendencias que la hicieron aparecer, remont¨¢ndonos hasta la idea de un tiempo lineal¡±.
Acelerar el fin de los tiempos
Si todos los tradicionalistas comparten diagn¨®stico, no todos comparten soluci¨®n. Para Gu¨¦non, de hecho, el Tradicionalismo est¨¢ condenado a la antipol¨ªtica. En un mundo contaminado por las inversiones modernas, actuar es siempre una trampa. El iniciado tiene que limitarse a disimular en p¨²blico, mientras, de puertas adentro, estudia las verdades espirituales de la tradici¨®n y se prepara para el fin de la Kali Yuga, como un arca de No¨¦ moral. En cambio, el gran sucesor de Gu¨¦non y otro gran referente de la escuela inspir¨® mucha acci¨®n: Julius Evola, nacido en Roma el 1898, cre¨ªa que si el Tradicionalismo se implicaba en una revuelta contra la modernidad, se pod¨ªa acelerar el ciclo de los tiempos y provocar el fin de la edad oscura.
Oficial de artiller¨ªa, pintor de vanguardia, fil¨®sofo, poeta y mago, Evola fue un autor prol¨ªfico que llev¨® las ideas de Gu¨¦non hacia la extrema derecha europea. A Evola lo juzgaron en Italia el 1951 por ¡°conspirar para restablecer el fascismo¡± y fue absuelto, pero, como explica el historiador Mark Sedwigk, ¡°era una acusaci¨®n rid¨ªcula: el fascismo siempre hab¨ªa sido demasiado manso para Evola. Es cierto que hab¨ªa trabajado con Mussolini en las leyes raciales de Italia, pero los fascistas finalmente lo hab¨ªan hecho volver casa desde Berl¨ªn y le hab¨ªan retirado el pasaporte. Sus opiniones eran simplemente demasiado extremas para ellos. Evola fue para Mussolini lo que Trotski para Stalin. Durante los a?os de plomo en Italia (los setenta y ochenta), los grupos terroristas de extrema derecha se reun¨ªan en grupos de lectura y estudio de Evola, que bendec¨ªa sus actos.
Para Bannon, el sujeto que derrocar¨¢ el mundo moderno ser¨¢ la clase trabajadora de cada naci¨®n, que ¨¦l ve como la depositaria de los valores tradicionales por su distancia respecto de las ¨¦lites y los discursos globalistas
Los dos protagonistas de este art¨ªculo, ¨¢vidos lectores de Evola, han sido los que m¨¢s han hecho para traducir el Tradicionalismo en un programa pol¨ªtico concreto, seguramente porque son los tradicionalistas que han tenido m¨¢s contacto con el poder real. La gran preocupaci¨®n de Bannon y Duguin es encontrar un sujeto pol¨ªtico tradicionalista que supere el de las tres grandes ideolog¨ªas modernas del siglo XX. El liberalismo eligi¨® al individuo; el comunismo, a la clase, y el fascismo, al Estado o la raza. Pues bien, Duguin, que durante a?os ha promovido la Cuarta Teor¨ªa Pol¨ªtica, defiende una alternativa oscura que a veces llama dassein, en referencia a la filosof¨ªa de Martin Heidegger, y otras ethnos, un cu?o propio, y que representa ¡°el valor m¨¢s grande de la Cuarta Teor¨ªa Pol¨ªtica como fen¨®meno cultural, como comunidad de lengua, creencias religiosas, vida cotidiana y compartici¨®n de recursos y objetivos, una entidad org¨¢nica inscrita en un paisaje acogedor¡±. Para Bannon, mucho menos inclinado a las ¨ªnfulas filos¨®ficas, el sujeto que derrocar¨¢ el mundo moderno ser¨¢ la clase trabajadora de cada naci¨®n, que ¨¦l ve como la depositaria de los valores tradicionales por su distancia respecto de las ¨¦lites y los discursos globalistas. Duguin acaba sonando m¨¢s como un fascista cl¨¢sico que pretende que el pueblo homog¨¦neo se entrega al Estado y al zar, y Bannon como un populista antiestablishment para quien la clase es mucho m¨¢s importante que la etnia; pero los dos rechazan frontalmente cualquier forma de internacionalismo. Es aquello que se oye tanto ¨²ltimamente de ¡°proteger nuestro estilo de vida¡±.
El Tradicionalismo es tan esot¨¦rico y ecl¨¦ctico que no es f¨¢cil decir qu¨¦ mundo imagina. Aun as¨ª, se pueden decir cosas a partir de lo que rechaza. El mundo ideal del tradicionalista tendr¨ªa una escala mucho m¨¢s reducida que el nuestro, formado por esferas pol¨ªticas separadas por fronteras robustas y culturas inconmensurables entre ellas. La multipolaridad ser¨ªa total, sin un imperio que domine ni interfiera en los asuntos de los otros, sin empresas multinacionales que vendan los mismos objetos, ni diarios explicando las mismas noticias, ni universidades promoviendo las mismas teor¨ªas. Ninguna organizaci¨®n tendr¨ªa que poder escapar de la soberan¨ªa de la respectiva naci¨®n. O, todav¨ªa mejor, ¡°civilizaci¨®n¡±, porque, para el Tradicionalismo, las comunidades pol¨ªticas no tienen que estar unidas por intereses burocr¨¢ticos, sino para proteger la esencia espiritual y cultural que las diferencia. ?Son simples fascistas? Aunque algunos se acercan y los solapamientos y las connivencias con todas las otras derechas extremas son evidentes y constantes, los tradicionalistas prefieren hablar de pueblos antes que de razas, y de pluralidad antes que de supremac¨ªa. Unidos por la nostalgia de un comunitarismo premoderno perdido, los tradicionalistas quieren poner fin a la globalizaci¨®n para volver a encantar al mundo.
Una geopol¨ªtica espiritual
El Tradicionalismo ha sido un movimiento marginal durante todo el siglo XX, ignorado tanto por el mainstream intelectual y cultural como por el poder. Pero a principios del siglo XXI, intelectuales muy influyentes lo reivindican, movimientos radicales lo hacen suyo, y paseando por las redes sociales ya se pueden encontrar memes y v¨ªdeos de TikTok expl¨ªcitamente tradicionalistas, incluso en catal¨¢n. ?Qu¨¦ hay que hacer, entonces, con este auge relativo y extra?o? ?Es una simple concatenaci¨®n de casualidades, o el signo de que ha llegado su momento? ?Se est¨¢ forjando una nueva ideolog¨ªa?
Con la guerra de Ucrania hemos encontrado un ejemplo muy claro de c¨®mo el marco mental occidental est¨¢ teniendo problemas para interpretar la l¨®gica de las acciones de Putin
Por un lado, la doctrina tradicionalista podr¨ªa ser un camelo con que unas ¨¦lites c¨ªnicas barnizan su voluntad de poder con alta teor¨ªa y misticismo. Por el otro, tanto el trumpismo como los aspectos m¨¢s duguinistas de la pol¨ªtica de Putin se entienden mejor a la luz del Tradicionalismo. Con la guerra de Ucrania hemos encontrado un ejemplo muy claro de c¨®mo el marco mental occidental est¨¢ teniendo problemas para interpretar la l¨®gica de las acciones de Putin, que recuerdan lo que pas¨® y todav¨ªa pasa con la confusi¨®n ante el trumpismo, o de Vox. Tal como ocurri¨® con Trump, muchos recurren a explicaciones psicologistas, y llenan los agujeros tildando a Putin de est¨²pido o de loco. Pero muchos de estos movimientos geopol¨ªticos cobran sentido si pensamos que sus protagonistas pueden estar motivados por cosas que van m¨¢s all¨¢ del crecimiento econ¨®mico o del control del territorio.
Fij¨¦monos en las sanciones. Con la guerra, Rusia se ha desenganchado del flujo de finanzas global, ha cerrado Facebook e Instagram, y los McDonalds han abandonado Mosc¨². Duguin est¨¢ contento, e incluso si la invasi¨®n fracasara militarmente, el mundo menos globalizado que saldr¨ªa podr¨ªa parecer la m¨¢s grande de las victorias para el Tradicionalismo. Cada vez que la Historia se mueve por causas diferentes a la econom¨ªa y los intereses materiales, los educados en la modernidad liberal solemos ver un contratiempo ligero e indeseable en el largo camino ascendente del progreso universal. En cambio, el tradicionalista sonr¨ªe, convencido de que el pasado nos espera en el futuro y el fin de la Kali Yuga est¨¢ m¨¢s cerca.
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