Dos fot¨®grafos y sus retratos de familia
Sendos fotolibros tienen como protagonistas a los seres queridos y los recuerdos ¨ªntimos de sus autores, Christopher Anderson y Tokuko Ushioda
Naci¨® en Canad¨¢, en 1970, y creci¨® en Texas, donde estudi¨® antropolog¨ªa, pero opt¨® por encaminar su trayectoria como fot¨®grafo colaborando para distintos peri¨®dicos locales. Inevitablemente, la vida de Christopher Anderson cambi¨® cuando en 1999 se jug¨® la vida en un peque?o barco de madera. Se llamaba Believe in God (Cree en Dios) y transportaba a 44 refugiados de Hait¨ª que ansiaban comenzar una nueva vida en EE UU. A los pocos d¨ªas de zarpar, la embarcaci¨®n naufrag¨®. Fueron rescatados por un guardacostas. El impactante documento gr¨¢fico, Desperate Passage, reunido durante aquellos d¨ªas por el fot¨®grafo, le vali¨® la Medalla de Oro Robert Capa. Despu¨¦s llegar¨ªan los atentados del 11 de septiembre, la curiosidad y la necesidad por entender el mundo llevaron al fot¨®grafo a las zonas de mayor conflicto. Su sensibilidad a la hora de captar el dolor, la violencia y la miseria que arrastra la barbarie consolid¨® a este miembro de la agencia Magnum como una de las figuras m¨¢s relevantes de la fotograf¨ªa documental.
En 2008, otro acontecimiento clave dio un giro a su vida: el nacimiento de su primer hijo hizo que dejase de poner en riesgo su vida y pasara a centrar su mirada en temas m¨¢s cercanos a su experiencia personal. As¨ª, en pocos a?os, Atlas, su primog¨¦nito, se convirti¨® en el protagonista de un fotolibro, Son (2013). Despu¨¦s lleg¨® Pia, quien en 2021 pas¨® a ocupar las p¨¢ginas de la siguiente publicaci¨®n del fot¨®grafo, titulada con el corto nombre de la ni?a. Marion cierra esta ¨ªntima trilog¨ªa, una declaraci¨®n de amor a su mujer, la editora gr¨¢fica Marion Durand, igualmente concebida a trav¨¦s de la experiencia y el placer de la mirada. ¡°No podr¨ªa importarme menos la idea de la inspiraci¨®n o la de la creaci¨®n. Nunca utilizar¨ªa la palabra musa¡±, escribe el fot¨®grafo en un texto que incluye la monograf¨ªa.
¡°La guerra me sirvi¨® de preparaci¨®n para hacer las fotograf¨ªas que hago hoy¡±, asegura Anderson en una conversaci¨®n telef¨®nica. ¡°Todos los sentimientos que experiment¨¦ durante el tiempo que pas¨¦ en aquellos conflictos b¨¦licos conformaron el modo en el que miro a mi familia, y con esta apreciaci¨®n lleg¨® un mejor entendimiento de m¨ª mismo. Retratando a mi familia encontr¨¦ mi voz¡±. El dise?o simple y directo de Marion sigue la pauta de los anteriores libros del autor. ¡°Existe un dise?o que ya est¨¢ dentro de la propia fotograf¨ªa, y es este el que debe resonar¡±, apunta el fot¨®grafo siempre receloso de todo aquello que vaya acompa?ado de un exceso en su presentaci¨®n. Cuando m¨¢s sencilla la maquetaci¨®n, m¨¢s resalta el tema y con mayor fuerza lo recibe el lector.
As¨ª, Anderson nos introduce en el d¨ªa a d¨ªa de su compa?era ba?ado por r¨¢fagas de luz y un sensual uso del color. P¨¢gina a p¨¢gina, la presencia de Marion se vuelve tan poderosa que, aun en aquellas im¨¢genes en la que est¨¢ ausente, el lector cree percibir su rastro, o¨ªr sus pasos y escuchar su voz. Son im¨¢genes repletas de intensidad ¡ªaquello con lo que el autor m¨¢s identifica su obra¡ª pero tambi¨¦n de belleza, donde lo cotidiano deja de serlo por un instante y alcanza lo sublime. ¡°Nunca hab¨ªa pensado en una definici¨®n de la belleza¡±, advierte el fot¨®grafo, ¡°pero si debo pensar en alguna no tendr¨ªa que ver con lo presenciado sino con lo experimentado. Y de nuevo, creo que podr¨ªa estar relacionado con la forma en la que encontr¨¦ mi voz retratando a mi familia. No buscaba belleza, la experimentaba¡±.
As¨ª, Marion se presenta no solo como un poema sobre el tiempo sino tambi¨¦n como el testimonio de la experiencia y la constataci¨®n de la historia del propio autor. Y uno se pregunta cu¨¢nto hay de Marion en cada fotograf¨ªa y cu¨¢nto de su autor. ¡°Cuando mi mujer vio por primera vez el libro, dijo que las im¨¢genes la hicieron sentirse vista y el texto sentirse escuchada¡±, recuerda el fot¨®grafo. ¡°Cuando la gente la pregunta acerca de su implicaci¨®n y de lo c¨®moda o inc¨®moda que se ha sentido, la respuesta ha sido siempre la misma: sab¨ªa que para m¨ª era necesario hacer estas fotograf¨ªas. Es evidente que sin ella estas im¨¢genes no existir¨ªan¡±. Gran parte del trabajo del fot¨®grafo gira en torno a la relaci¨®n entre el sujeto y el fot¨®grafo, algo que resulta muy evidente en Pia, donde las im¨¢genes reflejan la relaci¨®n entre un padre y una hija as¨ª como una colaboraci¨®n en la que con el paso del tiempo la protagonista va tomando el control de su personaje.
No obstante, la exhibici¨®n de esta parte tan ¨ªntima de la vida del fot¨®grafo implica una dualidad y resulta para el autor tan inc¨®modo como absolutamente complaciente. ¡°En la idea de estas fotograf¨ªas existe una prueba de algo que por alguna raz¨®n he necesitado manifestar a mi mujer y a mi familia, o quiz¨¢ a m¨ª mismo¡±, reconoce Anderson.
¡°Sin duda no creemos en los gobiernos, muchos tampoco lo hacemos en la Iglesia, y definitivamente no confiamos en los bancos. La familia a¨²n tiene tir¨®n. Y es un lugar realmente interesante¡±, aseguraba el fot¨®grafo Larry Sultan, autor del m¨¢s esquinado Pictures from Home, mientras apuntaba a la familia como ¡°una de la instituciones m¨¢s complejas y desconcertantes¡±, y aun as¨ª como ¡°la ¨²ltima instituci¨®n en la que la mayor¨ªa creemos¡±. ¡°Yo dir¨ªa la ¨²ltima y la ¨²nica¡±, matiza Anderson. ¡°Aunque de formas distintas, creo que todos creemos en ella. La familia es algo completamente universal y al mismo tiempo absolutamente ¨²nico. De una forma u otra, todos tenemos una experiencia familiar. Nos guste o no nuestra familia, todos tenemos un v¨ªnculo con ella¡±.
My Husband es otro fotolibro cuya tem¨¢tica familiar sirvi¨® a su autora, la fot¨®grafa japonesa Tokuko Ushioda, para dar forma a su mirada. Re¨²ne una serie de 156 im¨¢genes que permanecieron olvidadas en una habitaci¨®n durante cuatro d¨¦cadas, y ha merecido una menci¨®n de honor por parte del jurado de los Premios Paris Photo- Aperture Foundation 2022. Concebido en dos vol¨²menes, el primero muestra las im¨¢genes realizadas por la fot¨®grafa con una c¨¢mara de formato medio mientras el segundo contiene instant¨¢neas realizadas con una c¨¢mara compacta de 35mm.
Como ocurre con Anderson, la vida y el arte se convierten en una sola cosa para Ushioda, quien durante el periodo que transcurri¨® desde el nacimiento de su hija, Maho-chan, hasta que esta empez¨® el colegi¨®, se afan¨® en el documentar su entorno m¨¢s ¨ªntimo. Si bien, en un principio, este material estuvo destinado a ser un libro sobre la ni?a, acabar¨ªa adoptando un t¨ªtulo que da prioridad a la figura de su marido, el tambi¨¦n fot¨®grafo Shinzo Shimao. Pero, de cualquier modo, en su compleci¨®n My Husband dice m¨¢s sobre vida de la autora durante aquel tiempo que de su marido o de su hija. Predominan las habitaciones vac¨ªas y silenciosas donde los objetos nos llevan a sentir la presencia de sus habitantes y en cuya quietud se aprecia el ritmo con el que la fot¨®grafa, una vez liberada de sus tareas dom¨¦sticas, se dispon¨ªa a dar forma a su obra. Una mirada franca y directa a su entorno m¨¢s ¨ªntimo, tan severa como c¨¢lida y melanc¨®lica.
La peque?a Maho-chan es tambi¨¦n la protagonista ep¨®nima del fotolibro que la dedic¨® Shimao en 2001, Maho-chan (Osiris), las fotograf¨ªas fueron tomadas en el mismo periodo que las de My Husband y con una c¨¢mara de 35mm. D¨¦cadas m¨¢s tarde escribi¨® Maho-chan no Ie (La casa de Maho-chan) (WAVE Shuppan, 2007), donde recordaba el caos que reinaba en la casa cuando la madre se ausentaba. Ushioda naci¨® en 1940, el mismo a?o que Daido Moriyama y Nobuyoshi Araki. Los comienzos de su trayectoria se vieron obstaculizados tanto por su condici¨®n de freelance como de mujer. Ya en su primera exposici¨®n, en 1976, titulada Hohoemi no Tej (Esposada por una sonrisa), la autora alud¨ªa a la imposici¨®n de la mujer en Jap¨®n de tener que sonreir de forma continuada. As¨ª, poco despu¨¦s y tras dar a luz a su hija, la fot¨®grafa se vio obligada a desarrollar su carrera en los confines del hogar. Y mientras Araki publicaba Yoko, mi amor y sentaba las bases de lo que ¨¦l mismo denomina como el ¡°yo novelado¡± (un estilo que mezcla la realidad con la ficci¨®n), Ushioda permanec¨ªa en casa, en un entorno que quedaba delimitado del mundo exterior por la presencia de la barandilla de la escalera de la casa de estilo occidental donde habitaba con su familia.
¡°Para alguien que ha tomado fotograf¨ªas durante muchos a?os, viviendo una vida que implica un constante ir y venir entre fotografiar y dejar de fotografiar, el acto de fotografiar a los seres queridos asume un significado similar a sacrificar el tiempo que uno tiene reservado a uno mismo y a sus propias memorias, en inter¨¦s de la fotograf¨ªa¡±, escribe la fot¨®grafa Yurie Nagashima en uno de los textos que se incluye en la monograf¨ªa. ¡°Las escenas representadas son comunes, pero representan un archivo de momentos familiares que nunca m¨¢s podr¨¢ repetirse¡±. Instantes que de alguna forma no existir¨ªan sin la intenci¨®n de fotografiar.
¡®Marion¡¯. Christopher Anderson. Stanley /Barker. 160 p¨¢ginas. 47.95 euros.
¡®My Husband¡¯. Tokuko Ushioda. Torch Press. Libro 1; 122 p¨¢ginas. Libro 2: 76 p¨¢ginas.
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