Los libros infantiles se atreven a perder la palabra
Las obras silentes, que otorgan todo el poder de su narraci¨®n a la imagen, crecen en difusi¨®n, variedad y relevancia en la literatura para ni?os y j¨®venes
Los dos hablaban varios idiomas. El problema es que ninguno coincid¨ªa. El que hab¨ªa llegado del mar tra¨ªa la lengua de su remota casa, y a veces unas cuantas m¨¢s. Todas desconocidas, sin embargo, para su interlocutor. Este ofrec¨ªa agua, una manta, una sonrisa. Pero no pod¨ªa dar conversaci¨®n m¨¢s all¨¢ del ingl¨¦s o el italiano. En el muelle, el di¨¢logo mudo entre migrantes y voluntarios se repet¨ªa una y otra vez. ¡°Quisimos llevar libros, pero no sab¨ªamos cu¨¢les. Ah¨ª se hablaban todas las lenguas del mundo¡±, recuerda Deborah Soria. As¨ª que se les ocurri¨® una idea: prescindir de las palabras.
Hace justo una d¨¦cada del arranque del proyecto Silent Books. Destinazione Lampedusa. Empez¨® con unos cuantos vol¨²menes, y las ganas de leer juntos y acercarse. ¡°Es un ¨¢lbum que elimina las diferencias: ofrece un viaje compartido, muestra que puedes re¨ªrte o emocionarte por las mismas cosas¡±, agrega Soria, responsable de la iniciativa, impulsada por la Organizaci¨®n Internacional para el Libro Juvenil (IBBY). Hoy los t¨ªtulos son m¨¢s de 500, se ha levantado la primera biblioteca de la isla, una exposici¨®n itinerante de estas obras recorre el planeta y, desde 2020, los libros silentes navegan por el Mediterr¨¢neo: su ¨²ltimo paso, Books on Board, ha subido las historias a bordo de los barcos de varias ONG. Si a menudo los refugiados acaban retenidos all¨ª, al menos que puedan escaparse con la imaginaci¨®n.
Aunque, en realidad, no hay que zarpar hacia Lampedusa para encontrar estos ¨¢lbumes: pueblan cada vez m¨¢s librer¨ªas. Ni tampoco hace falta una barrera ling¨¹¨ªstica o una odisea de por medio: aparecen en hogares y aulas de cualquier pa¨ªs. Y en conversaciones entre autores, editores, profesores, familias y, por supuesto, sus peque?os lectores. Se comentan sus dibujos fascinantes, la magia universal de narrar solo por im¨¢genes y empujar al p¨²blico a sumarse al relato. De paso, se reivindica a los ilustradores, uno de los eslabones m¨¢s castigados de la creaci¨®n. Y, poco a poco, las voces m¨¢s esc¨¦pticas tambi¨¦n se est¨¢n quedando sin palabras.
¡°Su presencia, que se ve¨ªa como una rara avis, ha aumentado por varias razones: la concepci¨®n que se tiene de la lectura hoy en d¨ªa, la importancia creciente del mediador, el incremento de una oferta editorial m¨¢s variada, y tambi¨¦n nuevas necesidades sociales, como la alfabetizaci¨®n de migrantes o desde edades muy tempranas¡±, resume Luc¨ªa Pilar Cancelas, profesora de Literatura Infantil en Lengua Inglesa en la Universidad de C¨¢diz y autora de una reciente investigaci¨®n sobre el fen¨®meno. Toda la decena de entrevistados coinciden en la subida, aunque con matices: las opiniones van desde un avance a¨²n minoritario hasta una explosi¨®n.
Pero basta echar un ojo a los cat¨¢logos editoriales para descubrir todo tipo de tramas en im¨¢genes: El paseo de un perro por el bosque (Celia Sacido, Cuento de Luz); la resistencia de una librer¨ªa Desde 1880 (Pietro Gottuso, Kalandraka); el drama de la guerra del ¡®45 (Maurizio Quarello, Orecchio Acerbo); o, precisamente, el periplo de tantos Emigrantes (Shaun Tan, Barbara Fiore Editora). Hace tiempo que la Feria de Bolonia, que llega en 2023 a su 60? edici¨®n como la m¨¢s relevante en Europa, cre¨® una competici¨®n y una muestra solo para libros silentes. Y en su tesis doctoral de 2015, Emma Bosch ya destacaba la gran diversidad encontrada y conclu¨ªa: ¡°El ¨¢lbum sin palabras no es un g¨¦nero¡±.
Lo cierto es que tampoco se trata de un invento reciente. Al rev¨¦s, hace mucho que los libros se atrevieron a callarse. Elena Pasoli, directora de la Feria de Bolonia, cita entre los pioneros a sus connacionales Bruno Munari e Iela Mari ¡ªeditada en Espa?a por Kalandraka¡ª, cuyo repaso mudo al cambio de las estaciones ha vendido miles de ejemplares desde los setenta. Otros apuntan a El mu?eco de nieve (La Galera), que plasm¨® Raymond Briggs en 1978. El viaje entre los primeros autores silentes contin¨²a por los ochenta con ¡°Monique Felix y David Wiesner, Istvan Banyai y su divertido Zoom en los noventa, Peter Spier, Raymond Briggs o Kv¨§ta Pacovsk¨¢¡±, como explica Ana Garral¨®n, cr¨ªtica, profesora, librera y responsable de talleres sobre estas obras.
Giovanna Zoboli, una de las autoras y editoras de libros infantiles m¨¢s respetadas de Italia, se remonta a incluso m¨¢s atr¨¢s: las pinturas rupestres, en el fondo, tambi¨¦n narran sin palabras. ¡°Hasta hace no mucho se miraba hacia estos libros con cierta desconfianza, porque de alguna forma el ¨¢lbum ilustrado es la puerta de acceso a la lectura y, para una mente conservadora, sin texto no tiene sentido. Pero con el tiempo se han ido afirmando. Y hoy se ha desarrollado una corriente de pensamiento que subraya su valor positivo, que empuja a los ni?os a una participaci¨®n incluso m¨¢s activa¡±, agrega. De hecho, la autora se?ala que para ella misma el reto de usar solo im¨¢genes resulta ¡°mucho m¨¢s dif¨ªcil que un ¨¢lbum tradicional¡±.
Porque, p¨¢gina tras p¨¢gina, las preguntas abiertas se multiplican. Y cada lector responder¨¢ lo que quiera. ?Qui¨¦n es ese hombre gigante que engulle coches en Un Se?or Atasco, de Rosa Ure?a Plaza (abuenpaso)? ?Por qu¨¦ van apareciendo manchas de colores en la ciudad gris de Un camino de flores (JonArno Lawson y Sydney Smith, Libros del Zorro Rojo)? Mientras fluye El r¨ªo (Alessandro Sanna, Libros del Zorro Rojo), ?qu¨¦ sucede en sus orillas? ?Y c¨®mo es posible que un caf¨¦ se convierta en un transatl¨¢ntico? ¡°?Oh!¡±, soltar¨¢ asombrado m¨¢s de uno, justo como el t¨ªtulo de la obra de Josse Goffin (Kalandraka).
¡°As¨ª se le concede al ni?o o ni?a un papel como lector capaz de construir significado y nos alejamos de algo que ha lastrado mucho la literatura infantil: la moraleja fabricada. Se le dice: ¡®Mira, interpreta, expr¨¦sate¡¯. Parece que el ¨²nico rol frente a la literatura es el de receptor, pero aqu¨ª puedes crear tambi¨¦n¡±, reflexiona Pilar N¨²?ez Delgado, profesora del Departamento de Did¨¢ctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Granada. Y explica que las ¡°nuevas tendencias¡± educativas quieren alejarse del an¨¢lisis literario del texto para impulsar el lado cultural, social y placentero de los libros: ¡°El objetivo de ense?ar literatura en la escuela es hacer lectores, no fil¨®logos¡±.
Por m¨¢s que fomenten cierto esfuerzo narrativo del p¨²blico, eso s¨ª, los libros silentes no quieren exig¨ªrselo a toda costa. Algunos invitan a jugar, a encontrar un detalle escondido en un dibujo. Otros encierran misterios que se descubren poco a poco. E incluso la opci¨®n de hojear las p¨¢ginas y tan solo disfrutar de las im¨¢genes se antoja igual de v¨¢lida.
¡°La idea es perderse en cada una de las ilustraciones, es una invitaci¨®n a viajar¡±, apunta Fernando V¨¢zquez. Es justo lo que espera que suceda con su Un libro de la selva (abuenpaso). ¡°Son obras que permiten lecturas sucesivas¡±, sostiene la profesora Cancelas. Y Ana Garral¨®n destaca que, igual que cualquiera puede sumarse a la lectura, tambi¨¦n se facilita que el ni?o lo disfrute por su propia cuenta. De hecho, resume as¨ª uno de los principales dilemas surgidos en un reciente taller que realiz¨® con unos 60 mediadores (bibliotecarios, docentes, padres o madres): ¡°No saber qu¨¦ hacer: quedarse en silencio, contar algo, hacer preguntas¡ Al final, nos dimos cuenta de que hay que respetar el ritmo y el nivel de los lectores¡±.
Tambi¨¦n se mantienen inquietudes m¨¢s profundas, tanto en los educadores como en las familias. Despedirse de las palabras, aunque solo sea de vez en cuando, cuesta. Y arrastra temores de que los ni?os renuncien al aprendizaje lector. Pero los entrevistados dibujan m¨²ltiples argumentos frente a las dudas. ¡°El libro silencioso apela a dos habilidades para las que el cerebro humano est¨¢ preparado desde los primeros a?os: la de interpretar im¨¢genes y la de hablar¡±, apunta Estrella Borrego, editora de Libros del Zorro Rojo. ¡°Respecto a una obra con texto, son experiencias distintas y complementarias, ambas necesarias y fundamentales, tanto para los peque?os como los adultos¡±, tercia Elena Pasoli.
El desarrollo de la creatividad es otro de los puntos a favor m¨¢s citados, igual que la importancia de aprender a interpretar las im¨¢genes. Tanto, que Zoboli avisa del error de considerar todos los libros mudos como universales: ¡°Hay que tener cuidado con eso, porque igual que hacen falta c¨®digos culturales para entender las palabras, a veces se necesitan tambi¨¦n para las ilustraciones¡±.
De la p¨¢gina, adem¨¢s, los ¨¢lbumes silentes pasan f¨¢cilmente a la pared: El r¨ªo, de Sanna, por ejemplo, se expuso en la librer¨ªa especializada Mutty, en el norte de Italia. Y Aixa Dur¨¢n, orientadora educativa, a?ade a la lista de pros su propia experiencia. ¡°Me encontr¨¦ con un grupo de chicos y chicas de PMAR (Programa de mejora de los aprendizajes y rendimientos), decentre 13-15 a?os. Algunos ya hab¨ªan permanecido alguna vez en la etapa de la ESO, o repetido la etapa de primaria incluso, mientras que otros presentaban diversas necesidades espec¨ªficas de apoyo educativo¡±, introduce. Primero, se pusieron a leer juntos Ladr¨®n de gallinas (B¨¦atrice Rodr¨ªguez, Libros del Zorro Rojo). Luego, se grabaron mientras formulaban sus distintos relatos de la obra. Pasaron a escribir la historia seg¨²n la ve¨ªan. Concordaron una versi¨®n com¨²n. Y, finalmente, hasta la trasladaron al teatro de t¨ªteres.
Para obras tan cuidadas gr¨¢ficamente, eso s¨ª, el precio puede subir. Y la cartera supone otra fuente de resistencia. ¡°Me gasto 20 euros, quiero tambi¨¦n los textos¡¯. S¨ª, ese discurso existe¡±, apunta Zoboli. Y, acto seguido, tranquiliza a los bolsillos de los esc¨¦pticos: ¡°Las palabras, en el fondo, s¨ª est¨¢n. Es el lector que las busca y las saca, a la hora de contar¡±. Aun as¨ª, el resumen de Ana Eulate, editora de Cuento de Luz, es relativamente habitual: ¡°A nivel comercial, el riesgo es mayor. No sabes hasta qu¨¦ punto va a ser acogido¡±.
Pero los sellos dispuestos a jug¨¢rsela est¨¢n aumentando. Y la apuesta puede salir incluso m¨¢s que ganadora. Profesi¨®n: Cocodrilo (Zoboli y Mariachiara di Giorgio, P¨ªpala) ha vendido miles de copias y se ha traducido ¡ªhe aqu¨ª otra ventaja evidente de estos ¨¢lbumes¡ª a varios idiomas. Muchos lectores se han apuntado a la b¨²squeda de Una pelota para Daisy (Chris Raschka, Corimbo). Y cada vez m¨¢s pasajeros se han sacado un billete para los pl¨¢cidos viajes ilustrados a Europa e Italia de Mitsumasa Anno (Kalandraka, en Espa?a). Y aunque la mayor¨ªa por ahora deba conformarse con un ¨¦xito relativo, Fernando V¨¢zquez sigue viendo el vaso medio lleno: ¡°Muchos no van a ser superventas. Pero si nos dejamos llevar por el mainstream, el mundo ser¨ªa gris¡±. Este, en cambio, no puede tener m¨¢s colores.
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