Ottessa Moshfegh, escritora: ¡°El arte no tiene moral. Si no, es propaganda¡±
Consagrada mundialmente con ¡®Mi a?o de descanso y relajaci¨®n¡¯, la autora estadounidense explora los l¨ªmites de la correcci¨®n pol¨ªtica en ¡®Lapvona¡¯, una novela g¨®tica cuya radicalidad la ha colocado al borde de la cancelaci¨®n. Adem¨¢s, Anne Hathaway protagoniza la adaptaci¨®n al cine de su primer libro
Una chimenea crepita en la sala de la casa de Ottessa Moshfegh, ubicada sobre una ladera de las monta?as de San Gabriel, al norte de Los ?ngeles. El fuego preside la habitaci¨®n en una fr¨ªa ma?ana de enero. Hay un piano de cola negro y, todav¨ªa, un ¨¢rbol de Navidad. Sobre el dintel posa una peque?a escultura de un Cristo junto a la Virgen. A su lado, una postal del papa Francisco liberando una paloma blanca. El cuarto remite a una escena buc¨®lica lejos del caos angelino. Nada en esta bella casa construida con cascotes de iglesias y material reciclado y rodeada de exuberante vegetaci¨®n encaja con la afici¨®n literaria por lo repugnante de una de las escritoras m¨¢s destacadas de Estados Unidos.
Lapvona es la m¨¢s reciente novela de Moshfegh (Boston, 41 a?os). Es tambi¨¦n el nombre de una oscura aldea medieval del este de Europa donde se desarrolla una historia protagonizada por varios personajes. Uno de estos es Marek, un muchacho contrahecho producto de una violaci¨®n que debe sus deformaciones a que su madre intent¨® abortarlo coloc¨¢ndose hierbas t¨®xicas entre las piernas. Con solo 13 a?os, Marek tiene la creencia de que el dolor de la penitencia es un deber moral. Esta idea lo ayuda a sobrevivir en el castillo de Villiam, un perverso se?or feudal que ordena las m¨¢s variadas torturas y humillaciones a sus sirvientes. Por ejemplo, obligar a una criada a comer una uva que Marek se pas¨® por el ano. Por las noches, Villiam sue?a que su cama est¨¢ hecha de ¡°carne humana, una cosa viviente hecha de grasa y suave piel de beb¨¦¡±.
¡°Creo que los novelistas que buscan una responsabilidad pol¨ªtica deber¨ªan llamarse a s¨ª mismos activistas literarios¡±
Lapvona se public¨® en Estados Unidos el verano pasado. Fue recibida con opiniones divididas. Muchos cr¨ªticos siguen deslumbrados por un universo imaginativo expresado de forma pulcra y ordenada. Los de est¨®mago m¨¢s sensible, en cambio, no pasaron un buen rato entre sus p¨¢ginas. En una charla celebrada en junio en Nueva York, el director John Waters, c¨¦lebre por una filmograf¨ªa que se regodea en lo soez, le pregunt¨® entre bromas si pretend¨ªa quitarle el informal t¨ªtulo de ¡°emperador de la suciedad¡±. Moshfegh no mostr¨® ning¨²n inter¨¦s por el cetro. ¡°Este es un libro sobre la espiritualidad. Es lo m¨¢s importante, y m¨¢s despu¨¦s de toda la discusi¨®n p¨²blica que lo considera tan desagradable. Pens¨¦ que algunos iban a encontrarle valor dentro de lo grotesco, pero no lo hicieron¡±, dice la autora sentada en un sill¨®n de su sal¨®n en Pasadena.
La sombr¨ªa atm¨®sfera de Lapvona es producto de la temprana ansiedad provocada por la pandemia. ?Moshfegh considera que la obsesi¨®n con la muerte la ha llevado a crear en su obra protagonistas antisociales que se sienten alienados, como la narradora de la que es quiz¨¢ su libro m¨¢s conocido, Mi a?o de descanso y relajaci¨®n (2018). La crisis del coronavirus la despoj¨® de su fijaci¨®n. ¡°Dej¨¦ de sentir que mis cuestiones espirituales eran peculiares, se convirtieron en algo completamente est¨¢ndar. Me di cuenta de que esto siempre hab¨ªa sido as¨ª, que no soy la ¨²nica que tiene una experiencia espiritual cuando contempla la muerte. Era tonto no tratar de expresar esto creativamente¡±, reflexiona. ?Moshfegh responde de una forma que le permite editarse mientras habla. No teme hacer largas pausas hasta que encuentra la mejor manera de terminar una oraci¨®n.
Esto, lo que Moshfegh llama un ¡°cambio de perspectiva¡±, provoc¨® que su novela se convierta en un giro dentro de su obra. Explora por primera vez con un narrador omnisciente en tercera persona y multiplica sus personajes mascu?linos despu¨¦s de tres novelas consecutivas protagonizadas por mujeres (en McGlue, su debut literario en 2014, el protagonista es un marinero alcoh¨®lico encarcelado por matar a su mejor amigo). Considera que Grigor, un viejo de 64 a?os que ve asesinados a sus dos nietos en las primeras p¨¢ginas de la historia, es el personaje que m¨¢s ha disfrutado escribiendo. Por su afici¨®n a los raros ha sido comparada con Flannery O¡¯Connor y la fot¨®grafa Diane Arbus. ¡°En verdad lo amo, me siento muy cercana a ¨¦l, le tengo mucho afecto¡±, considera la creadora de Grigor, un hombre que vive una crisis de fe y que se siente enga?ado por su dios.
Hija de un violinista jud¨ªo iran¨ª que se enamor¨® de una croata, las historias de Lapvona llegaron cuando la autora pensaba en sus ancestros maternos, que supuestamente descend¨ªan de piratas que hab¨ªan causado terror en el Adri¨¢tico. La escritora no es religiosa ni creyente. Sin embargo, cuenta con un astr¨®logo de cabecera. ¡°No soy experta en la astrolog¨ªa v¨¦dica, pero me gusta hablar con gente inteligente sobre las cosas que se pueden percibir objetivamente, como los planetas y estrellas, en lugar de sobre las historias de la Biblia. Tiene m¨¢s sentido analizar su influencia en la vida en la Tierra que la de un texto moralista escrito hace milenios¡±, considera. ¡°Pero no dir¨ªa que estoy en una b¨²squeda espiritual. Mi religi¨®n es el proceso creativo¡±, contin¨²a.
Moshfegh, que lleva a?os bajo los focos de la fama, ha sido acusada por algunos cr¨ªticos de no tener ideolog¨ªa ni br¨²jula moral. Ni que decir tiene que tales se?alamientos pueden ser graves en el campo minado de la correcci¨®n pol¨ªtica estadounidense, que obliga a tener una opini¨®n sobre casi todo. Algunas cr¨ªticas literarias han cargado contra ella porque en sus libros casi no hay mujeres obesas y, cuando las hay, los personajes se refieren a ellas con disgusto, como sucede con la protagonista de La muerte en sus manos (2020).
¡°No me pagan extra por escribir un personaje feminista. No me dan un sueldo. Ser¨ªa como preguntarle a un pintor si siente la obligaci¨®n de pintar a mujeres con un buen ¨ªndice de masa corporal¡ ?Conoces a alguien a quien le guste la gente gorda? En serio, si creara un personaje al que le gustara, me acusar¨ªan de ser fetichista con los obesos¡±, se?ala Moshfegh.
La escritora reafirm¨® su credo con unas notas publicadas en 2021 por Bookforum. ¡°Una novela es una obra de arte literaria que busca expandir el conocimiento interior. Necesitamos de novelas que vivan en un universo amoral, m¨¢s all¨¢ de la agenda pol¨ªtica descrita por las redes sociales. Para algo tenemos la imaginaci¨®n¡±, se?alaba aquel texto.
Desde su refugio monta?oso, ?Moshfegh vive en una especie de apag¨®n digital. ¡°Si alguien me preguntara qu¨¦ representa mejor el mal, dir¨ªa que internet¡±, indica. Escribe en un port¨¢til de Apple, pero no tiene acceso a las redes sociales. A pesar de esto, es inevitable que lleguen a sus o¨ªdos pol¨¦micas del mundo cibern¨¦tico. Una de las ¨²ltimas, la de una tuitera que pronostic¨® su inminente cancelaci¨®n cultural despu¨¦s de una dur¨ªsima cr¨ªtica de Lapvona escrita por Andrea Long Chu, una activista transexual, para la revista Vulture. ¡°La violencia de estos temas es incre¨ªblemente aburrida y me hacen sentir que vivo en una prisi¨®n¡±.
Villiam, el se?or feudal de Lapovna, es un imb¨¦cil incompetente que vive en su castillo mientras los habitantes del pueblo sufren una devastadora hambruna que obliga a Ina, otra de las protagonistas, a comer ara?as para no morir. Moshfegh rechaza que Villiam encierre alguna clave sobre el liderazgo pol¨ªtico actual. ¡°Creo que el arte no tiene moral, no debe ser usado nunca con prop¨®sitos morales ni pol¨ªticos. Es la principal diferencia entre la literatura y la propaganda. Puede que est¨¦ completamente equivocada, pero insisto en que no soy pol¨ªtica porque no quiero tener ninguna intervenci¨®n social. Creo que los novelistas que quieren una responsabilidad pol¨ªtica deber¨ªan llamarse a s¨ª mismos activistas literarios¡±, contin¨²a. ¡°Me niego a decirle a nadie lo que debe pensar¡±.
¡°Escribir me produce una dicha extrema, lo que no significa que siempre me haga feliz. Pero s¨ª siento que da sentido a mi vida¡±
¡°Escribir me produce una dicha extrema, lo que no significa que siempre me haga feliz. Pero s¨ª siento que da sentido a mi vida¡±, dice ?Moshfegh, quien se considera adicta al trabajo. ¡°No disfruto muchas cosas que no sean trabajar. S¨¦ que suena jodido¡±, dice con resignaci¨®n. Hace tiempo se fij¨® como objetivo escribir al menos mil palabras diarias, un ritmo que le permiti¨® publicar en ocho a?os cuatro novelas, una novela corta y un libro de relatos. Su propio trabajo puso en duda su f¨®rmula. ¡°Cuando estaba escribiendo Mi a?o de descanso y relajaci¨®n, trabaj¨¦ unas 10 horas al d¨ªa en el libro. Me volvi¨® loca. Me di cuenta entonces de que a veces, cuando no sabes lo que est¨¢s haciendo, es mejor no hacer nada, porque est¨¢s agotando tu energ¨ªa¡±.
Formada con un pedigr¨ª acad¨¦mico que la llev¨® por las universidades de Brown y Stanford entre 2009 y 2015, la escritora duda ahora de las ense?anzas que le dejaron los programas de escritura creativa. En 2016 dijo de forma c¨¢ndida a The Guardian que hab¨ªa encontrado el mejor consejo de escritura en el manual The 90-day novel, una gu¨ªa para talleristas hecha por el profesor Alan ?Watt. Moshfegh defiende el manual acu?ado en un laboratorio de escritores de Los ?ngeles, al que le atribuy¨® la responsabilidad de su primer ¨¦xito, Eileen (en espa?ol, Mi nombre era ?Eileen; Alfaguara, 2017), sobre la depresiva secretaria de una c¨¢rcel de menores que encuentra su primera gran amistad. ¡°Para m¨ª fue un milagro¡±, reconoce Moshfegh sobre aquel texto. ¡°Cuando empec¨¦ como escritora ten¨ªa un estilo muy experimental, como de poes¨ªa en prosa. Y uno de los errores m¨¢s comunes que se tiene sobre aquellos programas es que pueden ense?arte a construir la trama de una novela, algo que yo nunca aprend¨ª en esas aulas¡±, asegura.
Eileen termin¨® entre los finalistas del Premio Man Booker y su adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica se estren¨® el pasado fin de semana en Sundance, el gran festival independiente de Estados Unidos. Dirigida por el brit¨¢nico William Oldroyd ¡ª¨¦l fue quien le mand¨® la postal del papa Francisco desde Roma¡ª la pel¨ªcula est¨¢ protagonizada por Anne Hathaway y Thomasin McKenzie. Es la primera adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica que ?Moshfegh ha hecho de su obra. La autora trabaj¨® en el guion junto a su marido, el tambi¨¦n escritor Luke Goebel, quien interrumpe de forma accidental la charla cuando vuelve de sacar a pasear a los cinco perros de la pareja. La autora jura que solo hay algo que le guste m¨¢s que escribir: pasar tiempo con estos animales.
Goebel, a quien est¨¢ dedicado Mi a?o de descanso y relajaci¨®n, conoci¨® a Moshfegh mientras trabajaba para la Universidad de California en Riverside. Acudi¨® en noviembre de 2016 a la autora para hacerle una entrevista por Nostalgia de otro mundo, su colecci¨®n de relatos. La charla desemboc¨® en un flechazo que tard¨® 27 d¨ªas en fraguar, un periodo tiempo lleno de ¡°sexo y conversaciones sobre literatura¡±. La casa que comparten en la monta?a bien podr¨ªa ser un taller de escritura. La pareja escribi¨® en 2022 Causeway, encabezada por Jennifer Lawrence, y trabaja a cuatro manos en cuatro guiones originales, adem¨¢s de las adaptaciones de sus libros. El m¨¢s reciente es la versi¨®n para la pantalla de McGlue, ambientada a mediados del siglo XIX y donde el protagonista, en medio de alucinaciones provocadas por la bebida, intenta recordar si cometi¨® o no un crimen.
¡°Es muy divertido moverse entre la literatura y el cine. Una buena forma de aprender a escribir guiones es adaptar tu propia obra, un mundo conocido donde los sentimientos y los personajes te son familiares¡±, afirma. Margot Robbie ha mostrado inter¨¦s por dirigir la versi¨®n de Mi a?o de descanso y relajaci¨®n. Moshfegh dice que no dejar¨¢ de hacer literatura y que actualmente est¨¢ trabajando en dos novelas. Ya ha decidido que una de ellas la escribir¨¢ sin prisas, lentamente, por primera vez, mientras explora el camino como guionista en Hollywood. En una monta?a de California est¨¢ por nacer otro universo ominoso.
¡®Lapvona¡¯. Ottessa Moshfegh. Traducci¨®n de Inmaculada Concepci¨®n P¨¦rez Parra. Alfaguara, 2023. 320 p¨¢ginas. 18,91 euros.
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