El cuadrado m¨¢gico
Sonia Simmenauer nos desvela gran parte de lo que se esconde detr¨¢s de la apariencia externa ¡ªperfecta y armoniosa¡ª de los cuartetos de cuerda
Si en las parejas abundan los problemas, ?qu¨¦ no podr¨¢ decirse de los cuartetos? Sonia Simmenauer, una respetada agente de conciertos alemana con una largu¨ªsima experiencia a sus espaldas, activa durante a?os desde Hamburgo y ahora desde Berl¨ªn, escribe en este libro no sobre los cuartetos de cuerda como g¨¦nero musical, sino sobre los grupos humanos que se dedican a tocar este repertorio, quiz¨¢s el m¨¢s exigente, exclusivo y, probablemente, gratificante de la m¨²sica occidental. Cuatro instrumentistas de cuerda de primer¨ªsimo nivel deciden renunciar a una carrera como solistas (infinitamente mejor pagada), o a una existencia mucho menos expuesta (y m¨¢s an¨®nima) en una orquesta, para consagrarse profesionalmente a la interpretaci¨®n de los prodigios escritos por Haydn, Mozart, Beethoven y un etc¨¦tera casi infinito que llega hasta hoy. ?Por qu¨¦ y c¨®mo lo hacen? Apoy¨¢ndose m¨¢s en la an¨¦cdota que en el rigor o el orden, y con la ayuda inestimable de las reflexiones que le han hecho llegar los propios interesados, incidiendo m¨¢s en la pr¨¢ctica y el d¨ªa a d¨ªa que en la teor¨ªa, Simmenauer deja que cada lector dibuje su propio paisaje de lo que para el p¨²blico y los aficionados de a pie que solo tienen acceso al resultado final no deja de ser un lienzo en blanco, un mundo oculto entre bastidores, terra incognita.
Un cuarteto de cuerda, por unitarios que deban ser sus frutos, no deja de ser la suma de cuatro personalidades dispares y as¨ª quedaba muy bien reflejado en un chiste que abr¨ªa la primera edici¨®n alemana (2008) y que ha desaparecido tristemente de la ampliada segunda (2021), la vertida ahora al espa?ol. En ¨¦l se ve a una secretaria al tel¨¦fono que dice: ¡°Sra. Simmenauer, el Cuarteto Guarneri por las l¨ªneas una, dos, tres y cuatro¡±. Una manera muy gr¨¢fica de mostrar que, tras el unitario cuarteto, tras la obligada simultaneidad, se esconden cuatro individualidades as¨ªncronas y a menudo dif¨ªciles de conciliar. La autora ha conocido de cerca a todos los grandes cuartetos del ¨²ltimo tercio del siglo XX y lo que llevamos de XXI, por lo que habla con conocimiento de causa, intentando dar respuesta a una serie de preguntas como las que ella misma enumera al final de uno de los cap¨ªtulos del libro: ?qu¨¦ es un cuarteto de cuerda? ?C¨®mo funciona? ?Qu¨¦ estructura tiene? ?C¨®mo se organiza la jerarqu¨ªa, la democracia, el equilibrio? ?C¨®mo decide un cuarteto su repertorio? ?C¨®mo es su rutina cotidiana? ?Qu¨¦ pasa cuando uno de sus miembros abandona el grupo?
Cuesta imaginar otro colectivo humano tan peque?o en el que las cuatro partes que lo integran dependan tanto unas de otras y, a la vez, que sean capaces de despertar, con tan solo cuatro instrumentos de una misma familia, emociones tan ricas, tan profundas y diversas. Pero a Simmenauer le interesa especialmente arrojar luz sobre las circunstancias que rodean al concierto, sus preparativos, sus aspectos ocultos (viajes, alojamientos, ensayos, imprevistos), su intrahistoria psicol¨®gica y emocional, sus disensos, sus heridas, consecuencia inevitable de la degradaci¨®n de una convivencia a cuatro nada f¨¢cil de gestionar. En su deseo de dar voz generosamente a los protagonistas, ha recogido testimonios orales o escritos que luego ha transcrito o copiado en el libro. Los mejores y m¨¢s interesantes se deben, sin duda, a Walter Levin, el primer viol¨ªn del hist¨®rico Cuarteto LaSalle, y al violonchelista Rapha?l (no Raph?el, como leemos constantemente en el libro) Merlin, del Cuarteto ?b¨¨ne, uno de esos casos en los que musicalidad e inteligencia van absolutamente de la mano.
A este ¨²ltimo se debe precisamente la acertada definici¨®n m¨²ltiple del cuarteto como cuatro solistas (ABCD), s¨ª, pero tambi¨¦n cuatro tr¨ªos (ABC, ACD, ABD, BCD) y seis d¨²os (AB, AC, AD, BC, BD, CD). Otra manera de verlo es como un cuadrado m¨¢gico, perfecto, aunque tambi¨¦n fr¨¢gil, y en permanente metamorfosis. Simmenauer, que solo descarrila en unos p¨¢rrafos muy confusos sobre la progresiva incorporaci¨®n de las mujeres a los grandes cuartetos (las herederas de la gran Elisa Pegreffi, del Quartetto Italiano), no es, ni parece esa su intenci¨®n, ser exhaustiva. Quien quiera complementar lo que aqu¨ª se lee puede acudir al extraordinario libro de conversaciones con Walter Levin de Robert Spruytenburg, al cuaderno de bit¨¢cora en el que Edward Dusinberre (primer viol¨ªn del Cuarteto Tak¨¢cs) consigue hablar en paralelo de los Cuartetos de Beethoven y de su propio grupo, o al excelente y original estudio de Cibr¨¢n Sierra (segundo viol¨ªn de nuestro Cuarteto Quiroga) sobre lo que ¨¦l llama un aut¨¦ntico ¡°laboratorio para una sociedad ilustrada¡±. O ver los documentales sobre el Cuarteto Guarneri, el Cuarteto ?b¨¨ne o el m¨¢s reciente sobre el malhadado Cuarteto Artemis, al que, como resume en su libro Simmenauer, que lo ha acompa?ado muy de cerca durante toda su accidentada trayectoria, le han acechado todas las desgracias que pueden poner a prueba la estabilidad y la capacidad de supervivencia de una formaci¨®n de estas caracter¨ªsticas. Sobre los cambios en la plantilla de un cuarteto (tan frecuentes y dolorosos en el caso del Artemis), deja una reflexi¨®n brillante: ¡°Para las personas cuya vida cotidiana y cuyo trabajo se centra en ¡®encontrarse¡¯, el ¡®desencuentro¡¯ es inevitable, incluso la ¨²nica forma de evitar la asfixia¡±.
Solo afea el af¨¢n did¨¢ctico de la autora una traducci¨®n que chirr¨ªa con demasiada frecuencia y que es pr¨®diga en despistes y errores de todos los colores. Hecha quiz¨¢ con premura y muy poco idiom¨¢tica, ya desde el pr¨®logo, el famoso primer viol¨ªn del Cuarteto Guarneri, Arnold Steinhardt, aparece rebautizado, por dos veces, como ¡°Steinbart¡±. La Philharmonie de Berl¨ªn se confunde con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn y ¡°cuartetero de cuerda¡± parece un neologismo muy poco afortunado. El Cuarteto ¡°De mi vida¡± es el primero de los que compuso Smetana, no su segundo, como se escribe equivocadamente tambi¨¦n en dos ocasiones. Y ?qu¨¦ sentido tiene escribir el t¨ªtulo del segundo cuarteto de Jan¨¢?ek en ingl¨¦s, ¡°Intimate Letters¡±, en vez de ¡°Cartas ¨ªntimas¡±? ?O referirse, con una extra?a confusi¨®n ling¨¹¨ªstica, al ¡°Cuarteto Tokyo String¡± o al ¡°Cuarteto Jerusalem String¡±? El movimiento de cuarteto aislado de Schubert es el D 703, no el D 173, y el n¨²mero de cat¨¢logo de su Quinteto de cuerda es el 956, no el 56. Una misma obra, tambi¨¦n de Schubert, se traduce indistintamente como ¡°La muerte y la doncella¡± y ¡°La muerte y la chica¡± (sic).
Una Taschenpartitur es una partitura de bolsillo, no una ¡°reducci¨®n de la partitura¡±, y una ¡°exuberante repetici¨®n en el tercer movimiento¡± es, en realidad, una repetici¨®n ¡°omitida¡± (ausgelassene). Lo que comenta el Sr. Jung de Hamburgo con sus colegas violonchelistas es ¡°una obra completa del repertorio¡± (ein ganzes St¨¹ck), no ¡°un trozo completo¡±. Los instrumentos Amati de la familia Simmenauer que franquearon la frontera alemana en pleno nazismo lo hicieron porque ¡°no eran nuevos¡±: omitir el adverbio priva por completo de sentido a la frase. Y lo que se hizo en su momento para la comunidad de herederos (no de bienes) fue venderlos, no comprarlos. Quienes se suman a una huelga deber¨ªan ser ¡°los ferroviarios¡±, no un solitario ¡°ferroviario¡±, del mismo modo que el Cuarteto Belcea, tras el confinamiento, pudo tocar de nuevo sus ¡°amados cuartetos beethovenianos¡±, no ¡°nuestro amado cuarteto beethoveniano¡± (?cu¨¢l?). El ¡°hijo¡± (Kind) de una joven madre cuartetista se convierte incomprensiblemente en un ¡°cliente¡± (Kunde) y la econom¨ªa interna y cotidiana del grupo se bautiza, casi medievalmente, y cuesta entenderlo, como ¡°las arcas del cuarteto¡±.
Hay errores gramaticales de libro (¡°del ochenta aniversario de Levin¡±, ¡°tu 80 cumplea?os¡±, ¡°m¨¢s mayor que ellos¡±, ¡°rayanas al conflicto¡±), erratas que traspasan el ojo (¡°dos gravados [sic] aut¨¦nticos de Mir¨®¡±), nombres mal escritos (Cuarteto Velcea), transcripciones err¨®neas (¡°Genesenden¡± en vez de ¡°Genesenen¡± en el movimiento lento del Cuarteto op. 132 de Beethoven), frases que desaf¨ªan a la l¨®gica, como un ¡°silencioso un¨ªsono¡± (¡°leise¡±, delicado, en el original), porque si un un¨ªsono no suena, no es tal, o ¡°un m¨²sico que se calibra soberanamente¡±, cuando la autora habla de un instrumentista que sopesa las cosas (no a s¨ª mismo) con independencia y un control total de la situaci¨®n. Un famoso cuarteto fue vetado por omitir no una ¡°reexposici¨®n¡±, lo que musicalmente tampoco tiene sentido, sino por no respetar una indicaci¨®n de ¡°repetici¨®n¡± (Reprise) en la partitura. Frases como ¡°El auditorio atendi¨® a la pieza con gran concentraci¨®n¡± o ¡°el programa impreso tiene un error por el que vale la pena exaltarse a viva voz¡± dan una idea de los descuidos estil¨ªsticos que la editorial ha hecho tambi¨¦n muy poco por enmendar o atenuar.
Quien logre sortear pacientemente esta tupida mara?a de errores ver¨¢ recompensado su esfuerzo con el conocimiento de aquello que jam¨¢s se ve en un concierto, de lo que sucede antes y despu¨¦s, de las interioridades ¡ªcontadas por una observadora de excepci¨®n¡ª de los cuartetos de cuerda, a los que Rapha?l Merlin llama metaf¨®ricamente ¡°un espejo de cuatro caras, un foro de ciudadanos, una minitribuna [minitribunal en la traducci¨®n espa?ola, por supuesto] m¨®vil¡±. Pero dejemos la ¨²ltima palabra ¡ªmerecidamente¡ª a la propia Sonia Simmenauer: ¡°La vida y el trabajo de un cuarteto de cuerda se asemejan a un caminar constante por la cresta de una monta?a. Primero, el estrecho sendero que conduce hacia arriba, y luego la estrecha cresta por la que tienen que avanzar los cuatro siempre encadenados. Quien se salga de la fila, arrastrar¨¢ consigo a todos los dem¨¢s hacia el abismo. Eso vale tanto para los escenarios como para la vida¡±.
Vivir en cuarteto
Autora: Sonia Simmenauer.
Traducci¨®n: Marina Herv¨¢s.
Editorial: Antoni Bosch Editor, 2023.
Formato: tapa blanda (216 p¨¢ginas, 19,80 euros) y e-book (14,99 euros).
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