¡®Paris, Texas¡¯: reflejos (de un sue?o) sobre el asfalto
Para Laura Ferrero, la pel¨ªcula de Wim Wenders es una historia de fantasmas. Travis y Jane no existen. Son otros con los mismos nombres
Empezar¨¦ diciendo que, despu¨¦s de morir, un elefante puede permanecer hasta 10 d¨ªas de pie antes de caer. Es una imagen poderosa. Una figura enorme, colosal, orgullosamente erguida.
Seguir¨¦ con ella, con Jane (Nastassja Kinski), que, convencida, dice que ¡°era m¨¢s f¨¢cil cuando solo te imaginaba¡±. Pero la realidad es terca y, cuatro a?os despu¨¦s de tanto anhelar, pensar e imaginar, aparece la realidad, es decir, ¨¦l, Travis (Harry Dean Stanton), tras los cristales trasl¨²cidos del peep show donde Jane trabaja. Y ¨¦l, a trav¨¦s de ese espejo unidireccional ¡ªsolo ¨¦l puede verla, no ella a ¨¦l¡ª, le relata, como quien desgrana un cuento de buenas noches, la historia de una pareja. Empieza: ¡°Conoc¨ªa a unas personas, una pareja, estaban muy enamorados el uno del otro¡±. Pero ese amor, a pesar de las bienintencionadas frases hechas, no lo puede todo y, por eso, esa pareja, que tuvo un hijo llamado Hunter, al que abandon¨®, acab¨® arrastrada por esa misma pasi¨®n que termin¨®, al fin, devor¨¢ndolos. Este relato de Travis podr¨ªa servirles a esta malograda pareja como expiaci¨®n, como inicio y, sin embargo, da pie a la escena final en la que ¨¦l desaparece pero logra que madre e hijo vuelvan a encontrarse. Pero ?y ¨¦l?, se pregunta el espectador. Quiz¨¢s Travis sepa demasiadas cosas sobre lo que encierra la poderosa met¨¢fora de los elefantes muertos. Al fin y al cabo, el ¨²nico que se sabe muerto es el propio elefante. Porque a su alrededor, el mundo de los vivos, ajeno, sigue danzando.
El final de Paris, Texas, la m¨ªtica pel¨ªcula de Wim Wenders, infinidad de veces analizado ¡ª?y por qu¨¦ no vuelven a estar juntos, y por qu¨¦, si tanto se han querido, no pueden volver a empezar?, ?qu¨¦ les pesa tanto?¡ª, sugiere, a la postre, la esperanza de un nuevo comienzo para Jane y Hunter. El mismo Wenders explic¨® que ese final simboliz¨® el inicio del siguiente cap¨ªtulo de su propia filmograf¨ªa: ¡°Esta escena tuvo para m¨ª un efecto liberador¡ Lo dej¨¦ desaparecer a mi manera, y todos mis personajes masculinos anteriores se fueron con ¨¦l¡±.
El germen de Paris, Texas, convertida en pel¨ªcula de culto, en f¨¢bula americana, se encuentra en un libro llamado Cr¨®nicas de motel, un conjunto de textos de Sam Shepard. En uno de esos fragmentos, Shepard cuenta que un d¨ªa se encontr¨® con una especie de p¨¢jaro acu¨¢tico muerto, aplastado contra el asfalto de un aparcamiento. Sobrecogido, extra?ado, lo llev¨® a un taxidermista, que le lanz¨® la hip¨®tesis de que el p¨¢jaro deb¨ªa de estar volando por encima del aparcamiento y confundi¨® los reflejos del pavimento con los de un lago. Shepard se pregunta por qu¨¦ misteriosa raz¨®n un p¨¢jaro de esas caracter¨ªsticas se encontraba tan lejos de los lugares en donde hab¨ªa lagos. ?Se pierden tambi¨¦n los p¨¢jaros como nos perdemos nosotros?
El psiquiatra Jacques Lacan dec¨ªa que el amor es dar lo que no tenemos a alguien que no lo quiere. Siempre discrepo con respecto a la segunda parte: probablemente, ese alguien s¨ª lo querr¨ªa, lo que ocurre es que no es tan f¨¢cil aceptar lo que nos sobrepasa, en alg¨²n momento todos nos hemos convertido en ni?os junto a una fuente, sedientos, deseando beber, pero la presi¨®n del agua es demasiada y las manos, por mucho que las juntemos, no logran retenerla. Y el agua finalmente se nos escurre.
Nunca habr¨ªa pensado, ninguna de las veces en que la vi, que fueron muchas, que Paris, Texas era una historia de fantasmas. Al fin y al cabo, los protagonistas eran seres de carne y hueso, Travis y Jane, una pareja que, en mi opini¨®n y a mi edad, a los 20, a los 23, 25, 30, 35, deb¨ªa darse otra oportunidad. Probablemente, hubiera visto demasiadas comedias rom¨¢nticas y el final de Wenders habita justamente en las ant¨ªpodas de ese g¨¦nero, y adem¨¢s, no es del todo cierto decir, como yo supon¨ªa, que Paris, Texas es la pel¨ªcula de amor. Porque ahora comprendo que en la pel¨ªcula no existe Travis ni tampoco, me temo, Jane. Son otras personas que mantienen los mismos nombres, pero han confundido los reflejos de su sue?o, ese sue?o llamado amor, familia, con los de otra cosa que ha terminado mat¨¢ndolos.
La pel¨ªcula es un reencuentro entre una madre y un hijo, pero sobre todo una despedida, ya no de una pareja, sino la de un hombre
S¨¦ que he empezado diciendo que, despu¨¦s de morir, un elefante puede permanecer hasta 10 d¨ªas de pie antes de caer. Pero un elefante puede ser tantas cosas.
Y as¨ª, el final de Paris, Texas es un reencuentro entre una madre y un hijo, pero sobre todo una despedida, ya no de una pareja, como yo pens¨¦, sino la de un hombre. Cuando se asegura de que madre e hijo est¨¢n juntos en el hotel, Travis se da la vuelta y sube al coche. El naranja ti?e el cielo de otro aparcamiento que quiz¨¢s tambi¨¦n contenga sobre el asfalto trazos de luz que, en determinados momentos del d¨ªa, simulen el rumor de la vida y el agua. Pero ahora ya no los confundir¨¢. Y ese hombre ha vivido muerto tantos a?os que quiz¨¢s, ahora pueda ¡ªno dir¨ªa empezar de nuevo porque eso es otra frase hecha¡ª, simplemente, continuar. Dejando atr¨¢s el reflejo fracturado, en mil pedazos, de una ilusi¨®n. De su ilusi¨®n.
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