Elon Musk, el guardi¨¢n de la mazmorra
La biograf¨ªa de Walter Isaacson del hombre m¨¢s rico del mundo, impulsor de los viajes privados al espacio, es un retrato psicol¨®gico de un emprendedor que se describe a s¨ª mismo como un bipolar de cat¨¢logo
Hans Asperger fue un pediatra y psiquiatra austriaco cuyo apellido ha dado nombre a una clase de autismo temprano que ¨¦l describi¨® a mediados del pasado siglo. Las enciclopedias y los estudiosos describen sus s¨ªntomas como una incapacidad para la interacci¨®n social y una notable ausencia de empat¨ªa por parte de quienes lo padecen. Esas ser¨ªan las dificultades con las que tienen que aprender a convivir. E...
Hans Asperger fue un pediatra y psiquiatra austriaco cuyo apellido ha dado nombre a una clase de autismo temprano que ¨¦l describi¨® a mediados del pasado siglo. Las enciclopedias y los estudiosos describen sus s¨ªntomas como una incapacidad para la interacci¨®n social y una notable ausencia de empat¨ªa por parte de quienes lo padecen. Esas ser¨ªan las dificultades con las que tienen que aprender a convivir. El lado positivo del asunto, seg¨²n estudios recientes, es que muchos de ellos sobresalen por sus capacidades creativas hasta el punto de que el propio Asperger lleg¨® a asegurar que ¡°se requiere un chorrito de autismo para el ¨¦xito en la ciencia o el arte¡±.
Eso mismo debe pensar Walter Isaacson, historiador y periodista que ha dado a luz excelentes biograf¨ªas de Albert Einstein y Steve Jobs, am¨¦n de un fascinante libro sobre Leonardo da Vinci y su tiempo. Los dos primeros aparecen en todas las listas de genios universales que padecieron alg¨²n tipo de autismo, y si no lo hace Leonardo es quiz¨¢ porque en su tiempo el s¨ªndrome no se hab¨ªa descrito.
La ¨²ltima aportaci¨®n de Isaacson al g¨¦nero es el relato biogr¨¢fico de Elon Musk, el hombre m¨¢s rico del mundo y uno de los m¨¢s controvertidos innovadores de la civilizaci¨®n digital. El autor ha convivido con ¨¦l durante dos a?os, ha conversado con sus familiares y allegados, con sus confidentes y colaboradores, muchos de ellos despedidos brutalmente por el propio Musk, y ha acumulado horas, d¨ªas y semanas de di¨¢logo con el protagonista de la historia. El resultado es un volumen de 700 p¨¢ginas, suficientes para describir los complicados perfiles psicol¨®gicos del protagonista e iluminar a un tiempo sus considerables aportaciones a la innovaci¨®n cient¨ªfica y empresarial. Consciente quiz¨¢s del tama?o del mamotreto, ha tenido la habilidad de dividir el texto en 95 breves cap¨ªtulos, ilustrados la mayor¨ªa con fotos del protagonista y su entorno, lo que facilita la tarea al lector asustadizo.
Aunque el relato sigue un riguroso orden cronol¨®gico, no faltar¨¢ quien se tome la licencia de buscar un sistema alternativo en busca de los episodios m¨¢s afines con sus intereses, sean estos la conquista del espacio, el desarrollo del coche el¨¦ctrico, la ofensiva sobre Twitter o el retrato psicol¨®gico de quien siendo un triunfador, como Musk, parece a ratos buscar su autodestrucci¨®n. Pero quien aspire a comprender la nueva civilizaci¨®n digital y pretenda desarrollarla o combatirla seg¨²n sus particulares obsesiones, encontrar¨¢ en la historia hechos y reflexiones casi imprescindibles. Cualquiera que sea su juicio sobre los hechos que se narran, es f¨¢cil prometer que no se aburrir¨¢.
A los 24 a?os fund¨® con su hermano una ¡®start-up¡¯ que cuatro m¨¢s tarde se vendi¨® por 307 millones de d¨®lares
La mayor¨ªa de los padres fundadores de esta nueva civilizaci¨®n, basada como las anteriores en la innovaci¨®n tecnol¨®gica, ha llevado a cabo sus experimentos al margen del orden cient¨ªfico establecido. Muchos de ellos no acabaron sus estudios universitarios o lo hicieron solo de forma tard¨ªa y no tanto por la voluntad de aprender como por un criterio quiz¨¢s trasnochado respecto al prestigio social que otorga un diploma. Aunque se gradu¨® en Matem¨¢ticas y F¨ªsica en la Universidad de Pensilvania, en cierta medida Musk no es una excepci¨®n a la regla. Su impulso inicial nace tempranamente del ensue?o de enviar seres humanos a Marte a fin de construir una civilizaci¨®n multiplanetaria antes de que la destrucci¨®n de la Tierra, v¨ªctima de la superpoblaci¨®n y el apocalipsis clim¨¢tico, acabe con la humanidad. Nacido en Sud¨¢frica en el seno de una familia desestructurada, v¨ªctima de la violencia paterna y prisionero virtual de su asperger, emigr¨® a los 17 a?os a Canad¨¢, donde comenz¨® a alternar sus estudios en la Universidad de Queens con su cooperaci¨®n en diversos grupos de investigaci¨®n y estrategia empresarial. Pero su inspiraci¨®n se alimentaba compulsivamente durante horas encerrado en su dormitorio, donde alternaba ejercicios de computaci¨®n con los videojuegos y los juegos de rol. Al mismo tiempo, descubri¨® que el dinero ¡°no es m¨¢s que una entrada en una base de datos¡±, criterio que parece haberle acompa?ado toda la vida.
Vio por primera vez una computadora a sus 11 a?os. A los 24 fund¨® con su hermano Kimbal una start-up que apenas cuatro a?os m¨¢s tarde se vendi¨® por 307 millones de d¨®lares. ¡°Mi cuenta bancaria¡±, dice en el libro, ¡°pas¨® de unos 5.000 d¨®lares a 22 millones¡±. De ellos regal¨® uno a su madre y se compr¨® por id¨¦ntico precio un deportivo McLaren. Dando botes de alegr¨ªa exclam¨® al recibirlo: ¡°Hace tres a?os me duchaba en la Asociaci¨®n Cristiana de J¨®venes YMCA y dorm¨ªa en el suelo de la oficina, y ahora tengo un autom¨®vil de un mill¨®n¡±. Acab¨® destruy¨¦ndolo por pisar demasiado a fondo.
Suele actuar como el macho alfa de sus empresas, pero cae a veces de repente en conductas casi infantiles
Isaacson lleva a cabo una formidable descripci¨®n psicol¨®gica del individuo, que seg¨²n propia confesi¨®n es un bipolar de cat¨¢logo. Sus exmujeres explican que convivir con ¨¦l significa sumergirse en una eterna discusi¨®n. Acostumbra a actuar como el macho alfa de las organizaciones que dirige, pero al tiempo cae de repente en comportamientos casi tiernos e infantiles. Pieter Thiel, su socio en PayPal, se qued¨® sorprendido cuando Elon le hizo reclamos sobre sus aspiraciones profesionales como una ¡°cuesti¨®n de honor¡± para ¨¦l. Thiel comentar¨ªa m¨¢s tarde que su comportamiento era muy dram¨¢tico. ¡°En Silicon Valley la gente no suele emplear un registro tan superheroico, tan hom¨¦rico¡±.
Ese superh¨¦roe, el amo de la mazmorra en el juego de dragones que ador¨® Elon desde temprano, logr¨® convencer al Gobierno de Estados Unidos de que las empresas privadas ser¨ªan m¨¢s eficientes que la ?Nasa en la carrera espacial; es el primer fabricante de autom¨®viles el¨¦ctricos del mundo, cuya empresa vale tanto como las tres o cuatro siguientes competidoras suyas, y no dud¨® en despedir de un d¨ªa para otro al 75% de la plantilla de Twitter (hoy X), con el objetivo de perseguir la rentabilidad de la red social en cuya compra perdi¨® miles de millones. Amado y odiado a un tiempo, parece disfrutar de su impredecible comportamiento. Adicto a la ciencia ficci¨®n, parece v¨ªctima de alg¨²n tipo de trastorno obsesivo y compulsivo. Se acaba de mudar a Austin (Texas) despu¨¦s de un peregrinar permanente: de Sud¨¢frica a Canad¨¢; luego Pensilvania, Silicon Valley, las islas del Pac¨ªfico y Los ?ngeles, para acabar de momento donde los defensores de El ?lamo. Contra su disfrute del riesgo, ahora se suma a los de pronto precavidos pioneros de la civilizaci¨®n digital. Anuncian los peligros de la inteligencia artificial al tiempo que defienden la circulaci¨®n de los coches sin conductor. Ni Julio Verne hubiera imaginado un protagonista tan atractivo y contradictorio para sus novelas.
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