Stax: llevar el soul escrito en el alma
Una antolog¨ªa de 146 canciones rescata las maquetas caseras de los compositores del m¨ªtico sello de m¨²sica negra. Casi la mitad nunca fueron grabadas en estudio
Hay trabajos hermosos y los hay esforzados. El de Cheryl Pawelski a¨²na los dos requisitos. Esta experimentada y prestigiosa productora discogr¨¢fica, cofundadora del sello Omnivore (un t¨¦rmino que la define como pocos) y con altas responsabilidades durante a?os en Rhino, Concord o EMI-Capitol, descubri¨® hacia el a?o 2010 un gigantesco e ignoto archivo documental con las grabaciones originales que los compositores de Stax ¡ªcon seguridad la factor¨ªa de m¨²sica negra, junto a Motown, m¨¢s importante de la historia¡ª realizaban de sus canciones para mostr¨¢rselas a las grandes estrellas de la compa?¨ªa y que estas las interiorizasen, se las aprendieran y procedieran a inmortalizarlas en las grabaciones definitivas. El hallazgo se antojaba valios¨ªsimo, pero casi inabordable por sus dimensiones cicl¨®peas: las estanter¨ªas albergaban unas 2.000 horas de m¨²sica que, para poner las cosas m¨¢s dif¨ªciles, casi nunca conservaban las m¨¢s m¨ªnimas indicaciones sobre t¨ªtulos, autores o a?o de gestaci¨®n. Pero era evidente que en semejante pl¨¦tora de material habr¨ªan de esconderse unos cuantos tesoros ¡ªbastantes¡ª de evidente valor sonoro e hist¨®rico.
Pawelski, ganadora de tres Premios Grammy, no se arredr¨®. Pens¨® que bucear en aquellas 1.300 casetes digitales de hora y media de duraci¨®n cada una era solo cuesti¨®n de tiempo, paciencia, constancia y entusiasmo. Una d¨¦cada m¨¢s tarde, tras finalizar la escucha y catalogaci¨®n de aquel legado al que nadie hab¨ªa prestado atenci¨®n, se sinti¨® exhausta pero euf¨®rica. En aquellas olvidadas cintas aparec¨ªan, ocultas entre toneladas de registros sin demasiado inter¨¦s, varios centenares de canciones sencillamente gloriosas. Y a¨²n m¨¢s asombroso: en 66 de los casos eran t¨ªtulos que ning¨²n artista lleg¨® a grabar y que, de no ser por su tozuda perseverancia, se habr¨ªan disipado para siempre entre toneladas de polvo y olvido.
La historia, tan emocionante como las de esos viejos galeones reflotados con tesoros valios¨ªsimos en sus bodegas, cobra ahora cuerpo en forma de cofre de siete ced¨¦s, tapas duras y 50 p¨¢ginas profusamente ilustradas. Lleva por t¨ªtulo Written in Their Soul y no parece temerario se?alarlo como la antolog¨ªa discogr¨¢fica (o box set, en la terminolog¨ªa angl¨®fona) m¨¢s asombrosa de la temporada, tanto por la excelencia del contenido como por su valor documental, un inesperado complemento a la historia que hasta ahora conoc¨ªamos de un sello comprometido con el soul, el rhythm and blues, la cultura afroamericana y las transformaciones sociales de aquellos azarosos a?os sesenta. Cheryl Pawelski contabiliz¨® hasta 665 maquetas ¡°perfectamente publicables¡±, pero Written in Their Soul se conforma al final con solo 146 grabaciones. Los cuatro primeros discos recopilan 80 demos de piezas que s¨ª acabar¨ªan llegando a los tocadiscos de los aficionados, casi siempre a trav¨¦s de artistas de la Stax pero tambi¨¦n mediante pr¨¦stamos a m¨²sicos que grababan para sellos como Atlantic, Hi! o Soul House. Se trata de un material pasmoso, sin duda, pero empalidece ante la certeza de que toda la m¨²sica incluida en los tres discos siguientes, del quinto al s¨¦ptimo, nunca hab¨ªa sido publicada ni difundida de ninguna manera ni circunstancia.
?Material de desecho? ?Filfa? ?Morralla? Aparquen el escepticismo y s¨²banle el volumen a los auriculares: de entre esas cinco docenas largas de hallazgos absolutos, ocho o diez podr¨ªan haberse consagrado como cl¨¢sicos del g¨¦nero e irrefutables ¨¦xitos a ambos lados del Atl¨¢ntico.
Prodigios de otros tiempos, sin duda. Stax Records hab¨ªa echado a andar en Memphis (Tennessee) all¨¢ por 1957 con el prop¨®sito de convertirse en la gran catalizadora del soul sure?o. Su fundador, Jim Stewart, era un violinista blanco m¨¢s bien irrelevante, pero admiraba el modelo que Sam Phillips hab¨ªa sido capaz de implantar en Sun Records (Elvis Presley, B. B. King) y comprendi¨® pronto que una parte mollar del negocio discogr¨¢fico proven¨ªa de los derechos de autor y no tanto de los fonogr¨¢ficos. Por eso no tard¨® en fundar una compa?¨ªa editorial, East Publishing (m¨¢s tarde, East/Memphis Music), que agrupaba a cuantos compositores trabajaban a destajo para su escuder¨ªa. De esa manera todo quedaba en casa: las interpretaciones y las autor¨ªas.
Los originales ahora desenterrados en este s¨¦ptuple trabajo permiten descodificar los logros de Stax ¡ª?la escuder¨ªa en la que encontrar¨ªan acomodo Otis Redding, Sam and Dave, Isaac Hayes, The Staple Singers, Eddie Floyd y Carla and Rufus Thomas, entre otras luminarias¡ª desde las entra?as. El mediocre violinista Stewart no escrib¨ªa m¨²sica, pero sus tres primeros empleados para el sello, Chips Moman, Steve Cropper y el afroamericano David Porter, eran compositores todoterreno. De ellos, Cropper se convertir¨ªa en piedra angular de Stax a trav¨¦s de Booker T. & The M.G.¡¯s (los de ¡®Green Onions¡¯), aunque el aficionado medio lo recordar¨¢ por sus apariciones en las pel¨ªculas de The Blues Brothers.
El recopilatorio destaca el relevante papel de las mujeres en el elenco de compositores, sobre el que casi no se hab¨ªa incidido
Una de las aportaciones m¨¢s sobresalientes de Written in Their Soul la encontramos con el muy relevante papel de las mujeres en el elenco de compositores, un detalle sobre el que apenas se hab¨ªa incidido hasta ahora. Bettye Crutcher, firmante de varios ¨¦xitos para la familia Staples, abri¨® el camino en la factor¨ªa, aunque ella misma explica c¨®mo tuvo que alternar las excelencias de sus canciones con la de sus espaguetis para granjearse la confianza de los int¨¦rpretes m¨¢s recelosos. Continu¨® la saga Deanie Parker, que acabar¨ªa ostentando una vicepresidencia en la compa?¨ªa. Y el caso m¨¢s asombroso es el de Carla Thomas, a la que todos identificamos como cantante (¡®B-A-B-Y¡¯), pero que aqu¨ª acredita una solvencia abrumadora con un l¨¢piz entre las manos.
En ¨²ltimo extremo, Written in Their Soul permite escudri?ar en las formulaciones originales de t¨ªtulos que se har¨ªan inmensamente populares en sus versiones definitivas, desde ¡®634-5789¡ä (Wilson Pickett) a aquel ¡®Respect Yourself¡¯ fin¨ªsimo en las voces de The Staple Singers, pero de fiereza casi punk cuando sali¨® de las manos de su firmante, Mack Rice.
Es muy divertido curiosear en esas interpretaciones frescas, descuidadas y primitivas, a veces tan c¨®micas como ese ¡®Dy-no-mite¡¯, luego famoso a trav¨¦s de The Green Brothers, en el que su autor imita con silbiditos las partes concebidas para los metales. Pero nada, insistimos, fascina tanto como las canciones rescatadas del agujero negro. Los autores del libreto, Deanie Parker y Robert Gordon, no dan cr¨¦dito a que maravillas como ¡®Everybody Is Talking Love¡¯, de Bettye Crutcher, hubiesen sido desechadas y condenadas al ostracismo. Quiz¨¢ ahora algunas de esas joyas ignotas se incorporen de manera tard¨ªa al canon de la mejor m¨²sica estadounidense.
VV. AA.?
Craft Recordings / Music As Usual
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