Salvador P¨¢niker: el fin y el principio estuvieron siempre ah¨ª y todo es siempre ahora
Hijo de un empresario qu¨ªmico hind¨² y una barcelonesa de la alta burgues¨ªa, el ingeniero, fil¨®sofo, empresario y editor aun¨® las tradiciones de Oriente y Occidente y alumbr¨® ideas como que la trascendencia es compatible con el azar
O digamos que el fin precede al principio
Y el fin y el principio estuvieron siempre ah¨ª
Antes del principio y despu¨¦s del fin
Y todo es siempre ahora.
T. S. Eliot
Lo silenciado tensa el discurso. Hemingway lo dec¨ªa de la narrativa. Se podr¨ªa decir lo mismo del universo, que tambi¨¦n es un relato. Lo ausente crea una tensi¨®n primigenia y con ello asegura la marcha del mundo. El tiempo es ¨ªndice de alg¨²n tipo de desajuste, de alguna carencia, de falta de coincidencia con uno mismo.
La distinci¨®n entre lo natural y lo artificial no es v¨¢lida. Lo artificial es tambi¨¦n natural (lo ha hecho el ser humano, que es natura) y lo natural es artificio. El hombre no es el centro de la creaci¨®n. La conciencia no emerge con el ser humano, estaba ya ah¨ª, esa es la hip¨®tesis india. El misterio nos iguala a todos. Cada persona tiene su propio terreno de juego. Hay partidos m¨¢s dif¨ªciles que otros, pero hay que jugarlos. El caos tambi¨¦n puede ser sagrado, como lo fueron las org¨ªas de la antig¨¹edad. El dolor f¨ªsico es totalitario y avasallador. El dolor est¨¢ dentro de uno. Ah¨ª fuera, no hay dolor (tampoco placer). Despu¨¦s de Auschwitz no es posible creer en un dios omnipotente. El ate¨ªsmo es tan ingenuo como el te¨ªsmo. Todas estas cosas, con variaciones, nos dice el genio de Salvador P¨¢niker. A veces glosando a otros autores, otras, velando sus fuentes, como hac¨ªa Ortega y como hace cualquier fil¨®sofo avezado. En la Espa?a de la transici¨®n defendi¨® la eutanasia y una sociedad laica y trascendente. Dej¨® algunos ensayos notables, entre los que destacan Aproximaci¨®n al origen (1982) y Filosof¨ªa y m¨ªstica (1992), un par de libros de memorias y unos magn¨ªficos dietarios, cinco vol¨²menes hasta el momento. Su hijo y albacea, Agust¨ªn, quiz¨¢ nos entregue el que falta (2011-2017). Muri¨® pl¨¢cidamente en su casa de Pedralbes a los 90 a?os.
Hijo de un empresario qu¨ªmico hind¨² y una barcelonesa de la alta burgues¨ªa, se hizo rico de joven y se incorpor¨® con absoluta naturalidad a la alta sociedad catalana. Medio indio, ejerci¨® el mito espa?ol de don Juan y la m¨ªstica del cazador. En cierto sentido, es el sucesor natural de Josep Pla. Un escritor de fuste, como el ampurdan¨¦s, aunque con un sesgo m¨¢s filos¨®fico y oriental, menos descriptivo y, pol¨ªticamente, m¨¢s elitista. Sentido del humor y un buen o¨ªdo para la metaf¨ªsica y la m¨ªstica. Su madre le trasmiti¨® el pathos musical (era una excelente pianista) y el filos¨®fico. ¡°Percibo que albergo un secreto, tan secreto que ni siquiera s¨¦ de qu¨¦ se trata¡±. Quiso serlo todo: ingeniero, fil¨®sofo, empresario y editor, y de hecho fue todas esas cosas. Fue a su aire y se mantuvo fuera del mundo acad¨¦mico. Los fil¨®sofos de ese pa¨ªs no le perdonaron su afici¨®n a la jet set y lo ignoraron. Hubo otro factor, del que ¨¦l mismo era responsable. Hac¨ªa gala de un sentimiento de inconsistencia ontol¨®gica. No era capaz de tomarse demasiado en serio sus propias ideas, en general brillantes y amplias, muy necesarias en una Espa?a que segu¨ªa siendo provinciana (sobre todo respecto a las cosas de Oriente). A diferencia de su hermano Raimon, se sent¨ªa inc¨®modo en el papel de maestro. ¡°Me subo al escenario para enmascarar mi vida. Soy un animal sociable porque no disocio lo profundo de lo superficial.¡±
La paranoia consiste en tomarse demasiado en serio uno mismo. No es de extra?ar que nuestra sociedad, que rinde culto al individuo, sea paranoica y proliferen personajes monstruosamente egoc¨¦ntricos. El motivo: la concentraci¨®n del capital y la fiebre de la adquisici¨®n. P¨¢niker, egocentrado, sigui¨® (tarde) el consejo de Jung: la vida consiste, en su primera mitad, en fabricarse un ego fuerte (los egos d¨¦biles son t¨®xicos), y la segunda, en desmontarlo. Encontr¨® una buena excusa: ¡°Se es egoc¨¦ntrico como se es alto o bajo, rubio o moreno¡±.
El o¨ªdo para la metaf¨ªsica le permiti¨® imaginar un dios c¨®mplice. Un dios que no puede disociarse de este cosmos inveros¨ªmil y azaroso. ¡°Un dios infinito, pero tambi¨¦n d¨¦bil, que sabe convivir con Auschwitz y el azar, un dios que me traspasaba y comprend¨ªa desde una empat¨ªa de finitud. A veces, incluso de humor¡±. Lo trascendente, como el arte, viene arraigado en los genes: ¡°Por eso la gente todav¨ªa canta y baila¡±. Mircea Eliade acu?¨® el t¨¦rmino hierofan¨ªa para referirse a la toma de conciencia de lo sagrado cuando se manifiesta en un objeto cualquiera de la naturaleza. P¨¢niker ten¨ªa desarrollado ese instinto. Tuvo algo de cham¨¢n, que se fue diluyendo con los a?os. Lo sagrado es una experiencia fundamental que revela estructuras profundas de lo humano. La vida religiosa de hoy es inconsciente. La otra cara de una secularizaci¨®n que defend¨ªa. Entretanto, ejerc¨ªa de fr¨ªvolo, alternando con las ¨¦lites y exhibiendo ese pedigr¨ª (sus diarios son un continuo name-dropping).
Tao¨ªsmo y retroprogresi¨®n
Detr¨¢s de todo arte hay trascendencia. El sabio no es aquel que sabe, que conoce todo tipo de informaciones, el sabio es aquel que est¨¢ atento. En esto fue tao¨ªsta. Pero al Tao no se le puede llamar camino. ¡°Cabe considerarlo la madre del mundo, pero como ignoro su nombre, lo llamo Tao¡±. Chuang Tzu lo explica: ¡°Nombrar al Tao es nombrar una no-cosa¡±. Por eso los el¨ªpticos poemas tao¨ªstas se expresan en paradojas. Empat¨ªa espont¨¢nea frente a teor¨ªas ¨¦ticas.
La ant¨ªtesis entre caos y cosmos en una invenci¨®n moderna (Jaeger). Procede que emerja una nueva sensibilidad que no separe el bien del mal, la luz de la tiniebla, que tenga poco que ver con la armon¨ªa c¨®smica y otras complacencias. La metaf¨ªsica hind¨², con sus dioses creadores y destructores, se acerca a dicha sensibilidad. El concepto clave de la cosmovisi¨®n de P¨¢niker es lo ¡°retroprogresivo¡±, t¨¦rmino que acu?a el propio autor. Un modo de ¡°superar conservando¡± que evoca la Aufhebung hegeliana. Como dijo Leibniz, toda evoluci¨®n es involuci¨®n. Lo retroprogresivo combina el empuje innovador con la cautela conservadora. ¡°La especie humana es el resultado de millones de tanteos, y el resultado, siempre provisional, no debe dilapidarse en nombre de un progreso abstracto y endiosado¡±.
Seg¨²n algunas cosmolog¨ªas indias, lo ¨²nico que existe es el Esp¨ªritu (lo dem¨¢s es ilusi¨®n fecunda). Buscarlo no tiene mucho sentido, pues ya estamos en ¨¦l. Importa no ponerle trabas. Educado en los jesuitas, insiste en referirse al supuesto Esp¨ªritu como a un T¨². ¡°Me educaron en esa tradici¨®n y me han quedado ciertos h¨¢bitos¡±. Desde el punto de vista del sufrimiento, Cristo le parece m¨¢s humano que Buda. ¡°Digamos que yo s¨¦ rezar, pero apenas s¨¦ meditar¡±. Resume as¨ª la teolog¨ªa de su hermano Raimon, que con la Trinidad intenta superar el monote¨ªsmo. ¡°El Dios con quien se puede comunicar es el Hijo. El Padre es puro apofatismo volcado (kenosis) en el Hijo. El Padre no tiene ser, el Hijo es su ser. Dios es relaci¨®n¡±.
Defensor del tao¨ªsta arte de navegar en una era de complejidad e incertidumbre, de la espontaneidad creativa¡ Meditar es vaciarse de lo conocido. La plegaria m¨¢s real: entregarse en cada momento a lo que uno est¨¢ haciendo. La gente con prisa pierde la capacidad de sentir. Hace falta un sexto sentido para ponerse en sinton¨ªa con lo real. En general, se revuelve contra las visiones judeocristianas que han dominado el pensamiento europeo. ¡°Los diez mandamientos de Mois¨¦s, versi¨®n tard¨ªa del Libro de los muertos egipcio, arrancan de la desconfianza jud¨ªa ante el ser humano. Arrancan de la culpabilidad. Arrancan de la dualidad¡ Si el zen gan¨® popularidad en occidente es porque, a diferencia del estilo prof¨¦tico judeocristiano, no predica, no moraliza, no rega?a. No da la tabarra¡±.
Respecto a diagn¨®sticos generales, es perspicaz y sint¨¦tico: ¡°S¨®lo existen tres maneras de tenerse en pie: la m¨ªstica, la neur¨®tica y la trivial. La manera m¨ªstica tiene dos versiones: espiritual e intramundana. En ambos casos se trata de salir de la c¨¢rcel del ego y volcarse hacia algo que le importe a uno m¨¢s que s¨ª mismo. La neur¨®tica es la de quienes persiguen la afirmaci¨®n de su ego, supeditando todo lo dem¨¢s a ese objetivo. La manera trivial se apoya en alguna conciencia colectiva y nada m¨¢s que en esa conciencia colectiva. Es la m¨¢s frecuente, tambi¨¦n la m¨¢s descansada¡±. En esta ¨²ltima entrar¨ªan tanto se?oras de sociedad como marxistas barbudos. Naturalmente, en la vida real todo viene entremezclado.
Los l¨ªmites del lenguaje
Es un error pretender la comunicaci¨®n total con otro ser humano. Ni siquiera una comunicaci¨®n amplia es frecuente. Lo interesante de los l¨ªmites del lenguaje es que uno se topa con lo inexpresable, que es lo que realmente importa. G?del y Wittgenstein son los grandes autores de la limitaci¨®n. Sin par¨¢sitos ni interferencias no hay vida. Si todo fuera lenguaje, como pretend¨ªa Derrida, no habr¨ªa nada de qu¨¦ hablar. Y Derrida fue un magn¨ªfico charlat¨¢n. Un maestro del diferenciar y el diferir, que es lo que hacen las palabras. De ah¨ª a creer que no hay nada fuera del texto (una man¨ªa hebrea) hay un buen trecho. ?Qui¨¦n no ha sentido la necesidad de decir lo contrario de lo que acaba de decir? Las mitolog¨ªas (filos¨®ficas incluidas) son la proyecci¨®n de la psique de los pueblos. La filosof¨ªa puede ser un modo de acercarse a lo real (Arist¨®teles) o un modo de mejorar la vida (Epicuro). Ciencia y terapia. O ambas cosas. Los dos enfoques deber¨ªan converger. Una filosof¨ªa meramente te¨®rica es tan absurda como unas matem¨¢ticas sin f¨ªsica.
El reduccionismo ling¨¹¨ªstico deja un fuerte sentimiento de claustrofobia. Hay cosas que se pueden comprender sin recurrir al lenguaje. Los lenguajes pueden ser efectivos para enunciar sus limitaciones o expresarse en forma parad¨®jica. En ambos casos se?alan a algo que est¨¢ fuera del texto. ¡°Lo inefable est¨¢ ah¨ª, tensando el l¨ªmite, en la derrota de cualquier discurso. Lo inefable es precisamente lo que realmente existe y la ¨²nica aproximaci¨®n racional posible es el neti, neti hind¨²¡±. No es esto, no es aquello. La v¨ªa apof¨¢tica.
Habermas pretende salvar una cierta racionalidad universal, como Kant pretend¨ªa salvar una moral universal. Cosas de prusianos. Hay quien piensa que despu¨¦s de William James, Wittgenstein, G?del y Bohr, ya nada puede ser universal. Se habla siempre desde cierta perspectiva, desde alg¨²n lugar particular y con alg¨²n juego de lenguaje. Y todos esos lenguajes pueden, a lo sumo, ser complementarios, nunca totalitarios. No se siente inc¨®modo ante la nueva situaci¨®n. Se acomoda a su propia m¨²sica. Al fin y al cabo, es un relativista con o¨ªdo para la metaf¨ªsica. Y para probarlo cita un s¨ªmil del ved¨¡nta: ¡°Yo no soy la gota de agua sino el agua de la gota¡±. Dicho en otros t¨¦rminos: no soy el cuerpo o la mente, sino aquello que da vida al cuerpo y a la mente.
P¨¢niker practica la desmemoria selectiva. Todos lo hacemos, por cada hecho que retenemos olvidamos mil y, cuanto m¨¢s envejecemos, m¨¢s pasa todo sin dejar rastro. Considera que la personalidad humana es tanto m¨¢s rica cuantos m¨¢s antagonismos concilie. Oriente y Occidente deben interfecundarse. Pese a sus dudas, muestra una s¨®lida confianza en la realidad. El mundo como hogar. Curiosidad, seguridad y creatividad, son sus premisas, aunque a veces se diluyan. Es capaz de compatibilizar amores diversos, ya sean filos¨®ficos o er¨®ticos.
El divino azar
Una de las ideas m¨¢s originales de P¨¢niker es que considera que la trascendencia es compatible con el azar. Se considera anticlerical, pero no ateo. No descarta a Dios, pero no acaba de captar el mensaje. En todo caso, no le sirven las religiones institucionales (que carecen de humor) y se define como ¡°agn¨®stico m¨ªstico¡± (con matices cambiantes). Su sensibilidad para la m¨²sica tiene algo que ver en ello. ¡°No hay un mensaje racional en una fuga de Bach, pero orienta m¨¢s que un tratado filos¨®fico¡±. De vez en cuando vuelve a ¨¦l la idea de rezar. Se trata de un rezo contemplativo, que no pide nada. Una meditaci¨®n soleada (contemplaci¨®n no cognitiva). Hay maneras ateas de rezar, como la de Hawking, que espera llegar a comprender, con una ecuaci¨®n, los secretos ¨²ltimos del universo.
Los budistas dir¨ªan que no se puede lograr la paz interior si uno no se desapega del deseo de paz interior. Algo parecido dice la Bhagavadg¨©t¨¡. ¡°S¨®lo olvidando lo que uno quiere conseguir es posible conseguirlo¡±. Hay por ah¨ª un secreto inmediato, demasiado obvio: la conciencia, que para la India carece de base biol¨®gica. No as¨ª la mente, que es quien la busca. En el origen est¨¢ la espontaneidad creadora. Por eso necesita del erotismo, de la tensi¨®n interna. Ver las cosas por primera vez.
Numerosos cr¨ªmenes pueden cometerse en nombre de las abstracciones. Lo bello es el principio de lo ininteligible. El acceso a lo bello exige delicadeza. Nietzsche lo advirti¨®: ¡°No hay voluntad violenta que no fracase en la conquista de lo bello¡±. Arist¨®teles al final de su vida se reconcili¨® con los mitos. Empez¨® a ver la ilusi¨®n de la l¨®gica. ¡°Cuando m¨¢s s¨®lo y aislado me encuentro, m¨¢s gusto les tomo a los mitos¡± (V. Rose, Fragmenta).
Los budistas hablan de entrar en contacto con nuestra bondad fundamental. Respecto a la conciencia, est¨¢ m¨¢s cerca de Chalmers que de Dennett. La conciencia carece de base biol¨®gica (aqu¨ª el hijo del hind¨²). Aunque no da el paso decisivo (que es rechazar la identificaci¨®n de conciencia con informaci¨®n). Separar la conciencia de la mente. La mente es informaci¨®n, texto, la conciencia es vac¨ªa, est¨¢ fuera del texto, es aquello que hace posible todos los textos. Pero reconoce que ¡°una ontolog¨ªa de la conciencia s¨®lo es posible en primera persona del singular¡±. Por eso escribe un diario.
Lo que tenemos que ser es lo que ya somos. P¨¢niker se distancia de sus compa?eros de generaci¨®n existencialistas. El Dasein de Heidegger, arrojado a la existencia, desamparado y sin dioses, abocado al abismo de la nada, est¨¢ planteado desde la petulancia del ego. Esto ya lo hab¨ªa dicho Borges: nihilismos que halagan la vanidad. El pante¨ªsmo es sospechoso por lo sensato que es. Y tiene la debilidad de descartar la trascendencia. No puede haber inmanencia sin trascendencia. Siempre que se niega uno de los polos, se dogmatiza.
No sabe qu¨¦ hacer con sus muertos. ?Qui¨¦n sabe? ¡°?M¨®nica fuera del espacio-tiempo? La respuesta materialista es demasiado f¨¢cil; la respuesta espiritualista demasiado simplona. De un lado, la nada; del otro, los fantasmas. ?Los muertos en el recuerdo de los vivos? Poca cosa es eso. Total: no s¨¦ qu¨¦ hacer con mis muertos, y jurar¨ªa que algo hay que hacer con ellos¡±.
El tiempo y el ahora
La idea de un tiempo perpetuo, de una vida interminable, es hija de la incapacidad humana de vivir en el presente. La idea de la inmortalidad es una degradaci¨®n de una idea m¨¢s profunda, la del retorno al origen. Esa aproximaci¨®n al origen (que da t¨ªtulo al que quiz¨¢ sea el mejor de sus libros) fue uno de sus temas estrella, donde hac¨ªa valer su pathos oriental. La eternidad nada tiene que ver con el tiempo, ni con su prolongaci¨®n indefinida. La eternidad es el cuchillo que corta el instante. No es para nada obvio, nos dice, que el tiempo trascurra. Ya lo advirti¨® Agust¨ªn de Hipona. No experimentamos el trascurso del tiempo, experimentamos la diferencia entre la percepci¨®n presente y otras del pasado. ¡°Ahora¡± no se mueve. Parm¨¦nides se aloja en Her¨¢clito. Lo que hoy procede es la capacidad de recuperar el presente.
Defiende una sociedad presidida por la secularidad y el pluralismo. Al mismo tiempo, dejar una puerta abierta a la trascendencia. Relativismo de fuertes convicciones. Una vena esc¨¦ptica y a la vez m¨ªstica. Filosof¨ªa de la hibridez y la retroprogresi¨®n. Lo real es multidimensional y las cosas no pueden reducirse a causas ¨²ltimas. Conviene no perder el sentido del misterio. La m¨²sica le ayuda. Le dicen vividor, ¨¦l prefiere aprendiz de sabio, ¡°alguien que, en su soledad, intenta descubrir la huella que lo penetra todo¡±.
El tema central de la Biblia es el extra?o tema de la culpabilidad. ¡°El hombre es un ser culpable y, por lo tanto, tiene que obedecer. Es el predominio de la Ley. Es tambi¨¦n el germen de la salvaci¨®n ¡°hist¨®rica¡±. El cristianismo recoge esta herencia. El cristianismo no trata ya de retornar al origen sino de proseguir la creaci¨®n del mundo hacia una meta escatol¨®gica. De ah¨ª nacer¨¢ un d¨ªa el marxismo¡±. (El Eclesiast¨¦s es un libro extraordinario que contradice al resto de la Biblia: los hombres no tienen superioridad sobre las bestias, la salvaci¨®n no es un asunto del futuro). Frente a esa cosmovisi¨®n, prefiere el tao¨ªsmo, que es una cierta recuperaci¨®n de la inocencia animal, un cierto misticismo materialista m¨¢s all¨¢ de la fisura entre el ser y el deber ser, tema esencial del kantismo y de todos los puritanismos. Cuando la armon¨ªa original se pierde, nacen las leyes (trasfondo filos¨®fico del anarquismo). La India, por otro lado, busca el yo profundo (que no debe confundirse con el ego). La India es antineur¨®tica y m¨¢s psic¨®tica, est¨¢ m¨¢s cerca de la psicodelia. El c¨¢?amo es hind¨². Los saddhus lo fuman constantemente, imitando a ?iva.
¡°Dios no es un ser. El ser es todav¨ªa un velo que debe quitarse si se quiere vislumbrar el abismo de lo divino¡±. A veces adopta el estilo Leibniz. ¡°Algunos pensamos que el mal absoluto ser¨ªa que no hubiese nada. Absolutamente nada. La contrapartida de ese mal absoluto es lo que ha solido llamarse Dios. Bien. Que cada cual lo diga como quiera. Que cada cual guarde silencio a su manera¡±. Ese instinto metaf¨ªsico se tiene o no se tiene, nos dice. ¡°Newton, la mente m¨¢s poderosa que ha dado la ciencia, no lo ten¨ªa. Su teolog¨ªa era pueril¡±. Dios es incomprensible. Con la modernidad, que tiene la man¨ªa de hacer coincidir en orden de lo real con el orden racional, el instinto metaf¨ªsico queda atrofiado. ¡°Lo que se gana por un lado ¡ªciencia, secularidad, pluralismo, derechos humanos¡ª se pierde por el otro: el instinto metaf¨ªsico, la religiosidad apof¨¢tica la conciencia no dual.¡±
Todo discurso humano, toda visi¨®n de cada ciencia particular, es una farsa (m¨¢s o menos ¨²til) sobre un trasfondo de lucidez. Esa es la idea b¨¢sica de la cosmovisi¨®n hind¨². En el principio no fue el verbo, la palabra, la ecuaci¨®n o la l¨®gica simb¨®lica. William James lleg¨® a decir que la divinidad necesita ayuda de los hombres libres para la buena evoluci¨®n del mundo. Ibn Arab¨ª pensaba lo mismo. P¨¢niker abraza el mito del dios c¨®mplice. Lo m¨ªstico es una experiencia pura que puede no estar contaminada de ideolog¨ªa. Lo extra?o no es lo m¨ªstico, lo extra?o es el estado permanente de convencionalismo social. El m¨ªstico no es un enfermo, al contrario, la enfermedad consiste en estar siempre dormidos a la realidad de lo m¨ªstico. James fue el primero en estudiar lo m¨ªstico desde un enfoque cient¨ªfico-natural. ¡°El espacio-tiempo son las gafas con las que el cerebro mira la realidad. Un cerebro que restringe lo real para sobrevivir como especie. Y en el ¨¦xtasis m¨ªstico el cerebro se quita, por un rato, esas gafas, y probablemente esa actividad del sistema l¨ªmbico viene sucediendo desde los tiempos de los chamanes prehist¨®ricos¡±.
Leer sirve para escapar de los t¨®picos emocionales. Perspectivismo. No hay m¨¢s que verdades moment¨¢neas y toda verdad es inseparable del punto de vista del que la enuncia (William James). Hay, claro est¨¢, verdades colectivas, de una comunidad, cient¨ªfica o religiosa. De ah¨ª los dogmatismos, que afectan a ambas. Como dec¨ªa Berkeley, todo conocimiento o es dogm¨¢tico o es esc¨¦ptico. Sin un dogmatismo que sirva de base, el conocimiento no podr¨ªa avanzar. A veces, una disciplina pone en tela de juicio su propio dogmatismo. Kuhn lo llamaba ¡°revoluci¨®n cient¨ªfica¡±, una especie de regreso al origen, un movimiento retroprogresivo.
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