La embriagadora historia de los c¨ªtricos
El experto Salvador Zaragoza Adriaensens traza un recorrido de referencia por estos frutales desde la antig¨¹edad, si bien resulta algo parco en su apartado sobre su representaci¨®n en el arte
Cuando el emperador chino Yu, fundador de la dinast¨ªa Xia (2070-1600 antes de Cristo), dividi¨® sus dominios en nueve provincias, impuso a sus s¨²bditos la obligaci¨®n de ofrecer como tributo algunos de los art¨ªculos m¨¢s preciados de cada rinc¨®n de su imperio. Junto al oro, las piedras preciosas o la madera, el iniciador de la primera dinast¨ªa china consider¨® que, entre los bienes m¨¢s valiosos, deb¨ªan incluirse cestos de naranjas. Al margen de la verosimilitud, la leyenda nos indica que, desde tiempos inmemoriales, los c¨ªtricos han sido considerados un verdadero prodigio de la naturaleza. Sus llamativos colores, el intenso aroma de sus flores y frutos, y sus propiedades medicinales los convirtieron desde la antig¨¹edad en piezas codiciadas para los jardines, boticas y despensas, primero de Asia y, despu¨¦s, del resto del mundo.
Con esta bella leyenda arranca el apasionante periplo de Los c¨ªtricos. Un viaje a trav¨¦s de la historia y del arte, de Salvador Zaragoza Adriaensens. Su autor, ingeniero agr¨ªcola y experto investigador en citricultura, nos lleva de la mano de una historia convertida en biograf¨ªa colectiva de decenas de especies y cientos de personajes que, desde sus escritos, sus campos de cultivo o sus cuadros contribuyeron a desarrollar el potencial bot¨¢nico, organol¨¦ptico y simb¨®lico de estos frutos. Con este libro se confirma, adem¨¢s, el inter¨¦s que suscitan los c¨ªtricos, cuya bibliograf¨ªa se ha ido ensanchando en los ¨²ltimos a?os con la publicaci¨®n de obras como El pa¨ªs donde florece el limonero: La historia de Italia y sus c¨ªtricos, de Helena Attlee (Acantilado, 2017), delicioso viaje por Italia y su historia a trav¨¦s de uno de sus productos m¨¢s ic¨®nicos; Gli agrumi dei Medici, de Francesco Pavesi (Passione Scrittore, 2022), centrada en el papel fundamental que tuvieron los Medici en la difusi¨®n de los c¨ªtricos en Europa, o la reciente y original The Gourmand¡¯s Lemon. A Collection of Stories and Recipes (Taschen, 2024).
Dado su campo de especializaci¨®n, el punto de referencia del trabajo de Zaragoza Adriaensens para la reconstrucci¨®n de la historia de los c¨ªtricos se sit¨²a en los principales textos de bot¨¢nica y agricultura referidos a la cuesti¨®n, de manera que asuntos como los injertos, la poda, las enfermedades o sus cuidados son largamente analizados en el tiempo y el espacio.
Gracias a estos textos, conocemos, por ejemplo, que el cidro fue el primer y ¨²nico c¨ªtrico conocido en Occidente durante siglos, y que ya fue apreciado por m¨¦dicos y escritores como Disc¨®rides, Galeno o Plinio el Viejo, quienes valoraron especialmente su capacidad, nada desde?able en la ¨¦poca, de servir como ant¨ªdoto contra los venenos.
Tal y como recoge Zaragoza Adriaensens, el papel de los ¨¢rabes en la difusi¨®n de otros c¨ªtricos, como el lim¨®n, la lima, el poco conocido pummelo o la naranja amarga, es esencial y vino propiciado por las principales rutas comerciales que un¨ªan Asia y Europa por tierra y mar. Adem¨¢s de propiedades medicinales, autores como Ibn Jamiya (siglo XII) ya apuntaron a sus usos como condimento culinario.
Habr¨¢ que esperar al siglo XV para que llegue a Europa la naranja dulce, posiblemente por el comercio portugu¨¦s
Las fuentes escritas tambi¨¦n nos confirman que habr¨¢ que esperar hasta el siglo XV para que llegue a Europa el rey de los c¨ªtricos, la naranja dulce, posiblemente, tal y como se?ala el autor, gracias a la acci¨®n comercial de los portugueses en Extremo Oriente, donde era conocida desde tiempos inmemoriales. De los puertos lusos llegaron a Espa?a en pocas d¨¦cadas y de ah¨ª arribaron con ¨¦xito en lejanas latitudes, gracias al encuentro y posterior colonizaci¨®n de Am¨¦rica, donde lugares como Brasil o M¨¦xico acabar¨ªan convirti¨¦ndose en f¨¦rtiles tierras para su cultivo. Las largas traves¨ªas entre Europa y Am¨¦rica sirvieron adem¨¢s para comprobar una de las propiedades m¨¢s importantes de los c¨ªtricos: su capacidad para combatir el temido escorbuto.
Con la llegada de los siglos XVIII y XIX asistimos a la llegada y comercializaci¨®n de c¨ªtricos nuevos, como el pomelo, posiblemente un h¨ªbrido accidental desarrollado en las plantaciones del Caribe, o el mandarino com¨²n, de gran importancia comercial hasta que fue sustituido en el siglo XIX por las clementinas, menos arom¨¢ticas pero carentes de las molestas pepitas. El mayor conocimiento de los c¨ªtricos en esos siglos cristalizar¨¢ en un sinf¨ªn de publicaciones cient¨ªficas, en ocasiones de car¨¢cter monogr¨¢fico, como el monumental trabajo de Risso y Poiteau Histoire naturelle des orangers (1812-1822).
La obra muestra con prolijidad el fundamental papel que este y otros textos cient¨ªficos han tenido para dar a conocer la compleja historia de estos frutos en el mundo, su desarrollo bot¨¢nico y sus propiedades. Otras fuentes relacionadas con su consumo y usos sociales, como las obras literarias o gastron¨®micas, no aparecen, sin embargo, tan desarrolladas en el libro. Llama especialmente la atenci¨®n el limitado espacio concedido a los recetarios, fuente de gran inter¨¦s para conocer la historia de alimentos consumidos por las clases acomodadas. As¨ª lo demuestra, por ejemplo, una r¨¢pida consulta al injustamente olvidado recetario de referencia en la Edad Moderna espa?ola, el Arte de cozina, pasteleria, vizcocheria y conserver¨ªa (1611), de Francisco Mart¨ªnez Monti?o, donde aparecen decenas de recetas que incluyen ¡°?umo de lim¨®n, o de naranja¡± como aderezo para dotar a carnes y pescados de un toque agrio, tan de moda en la ¨¦poca. Tambi¨¦n est¨¢n presentes en recetas dulces, como en la delicada costrada de limoncillos y mazap¨¢n o los limones ceut¨ªs conservados en az¨²car.
El arte, sin duda uno de los reclamos m¨¢s atractivos de la publicaci¨®n desde el propio t¨ªtulo hasta los imponentes limones de la portada, tomados del Bodeg¨®n de caza, hortalizas y frutas (1602), de S¨¢nchez Cot¨¢n, tiene una amplia presencia visual, con un apartado especial de im¨¢genes que abarca desde el siglo XIII hasta la actualidad, y que incluye cuadros de artistas de la talla de Arcimboldo, Zurbar¨¢n, Manet, Van Gogh, Sorolla o Juan Gris. En contraste con este despliegue visual, apenas una decena de p¨¢ginas dedicadas a esta cuesti¨®n en todo el libro y la ausencia de explicaciones referidas a su presencia en piezas art¨ªsticas realizadas en los ¨²ltimos 100 a?os dejar¨¢n a los amantes del arte con ganas de un an¨¢lisis m¨¢s exhaustivo de la representaci¨®n vers¨¢til de estos frutos, que han presentado gran variedad de connotaciones a lo largo de la historia del arte y que tan solo son esbozadas en el texto.
Pese a ello, se trata de una obra de referencia que, por su estructura, no parece pensada para ser le¨ªda de una tacada, sino para volver una y otra vez sobre ella. Un ¨ªndice onom¨¢stico, habitual en este tipo de publicaciones, ayudar¨ªa a la r¨¢pida localizaci¨®n de los numerosos personajes y lugares citados, pero su ausencia, quiz¨¢ intencionada, nos induce a acercarnos sin prisa al contenido para perdernos en sus textos, im¨¢genes y amplia bibliograf¨ªa, y deleitarnos as¨ª con la historia de estos frutos, capaces de embriagar los sentidos, y ahora, tambi¨¦n, el intelecto.
Los c¨ªtricos. Un viaje a trav¨¦s de la historia y del arte?
La F¨¢brica, 2023
420 p¨¢ginas. 62 euros
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