Menos ¡®mindfulness¡¯ y m¨¢s coladas: limpiar, coser y cocinar, la imparable tendencia antiestr¨¦s de la pandemia
Hasta hace poco, le preguntabas a alguien por su hobby y se debat¨ªa entre el ajedrez y ver series. Ahora te suelta que en su tiempo libre limpia las juntas de los azulejos del ba?o con cepillo y bicarbonato...
Durante el confinamiento, a la fiebre por acumular papel higi¨¦nico le sigui¨® la de aprovisionarse de harina y levadura. Seg¨²n datos de Nielsen, en el punto ¨¢lgido de la cuarentena la venta de ingredientes para hacer reposter¨ªa en casa creci¨® un 57%, la de productos de limpieza del hogar, un 58%. Cocinar, hornear, organizar, planchar, coser y otras actividades asociadas a las amas de casa de los cincuenta viven su segunda edad de oro. Este renacer era dif¨ªcilmente predecible pero, entendido como refugio a la incertidumbre de los tiempos, a toro pasado es f¨¢cil de comprender. Y funciona.
Seg¨²n la psic¨®loga Sheila Est¨¦vez, el auge de muchas actividades antes habituales pero poco atractivas, ahora acogidas como aficiones, se ha visto potenciado por varios factores. Unos son psicol¨®gicos, otros son econ¨®micos y una gran parte tienen que ver con el tiempo que pasamos en casa (ya sea por el teletrabajo o por su ausencia). A nivel psicol¨®gico, ¡°el mecanismo de defensa predominante ante la incertidumbre es el de control, ya que es la forma m¨¢s directa de compensarse ante el caos¡±. Se agradece aunque solo sea para coser un bot¨®n.
Los especialistas son conscientes de que los momentos de incertidumbre suelen hacer que la imaginaci¨®n proyecte el futuro m¨¢s negativo que uno pueda construir, y no hace falta un doctorado para saber que la mente crea situaciones mucho m¨¢s insufribles que el peor de los caos. Comprensiblemente, estos pensamientos conducen a un incremento del estr¨¦s y la ansiedad, y acaban por mermar el rendimiento y sabotear el descanso. Ante esto, ?qui¨¦n no buscar¨ªa una escapatoria?
Dos preguntas para aliviar la ansiedad en la era de la incertidumbre
Planchar una camisa (o quince), ordenar los armarios y hornear 8 planchas de bizcocho enrollado de almendra, con sus 800 gramos de mousse de chocolate y 400 de glaseado de chocolate negro, para montar un prinzregenten torte para toda la familia no es exactamente mindfulness, pero casi. O quiz¨¢ s¨ª lo sea. Lo creas o no, este tipo de tareas del hogar pueden ser una v¨ªa de escape semejante a la pr¨¢ctica de la atenci¨®n plena. Seg¨²n Est¨¦vez, nos devuelven hasta cierto punto la sensaci¨®n de dominio que la pandemia nos ha arrebatado. Tanto es as¨ª que han prendido la mecha del curioso boom de los cleanfluencers, instagrammers que comparten en redes sus rutinas de limpieza. La brit¨¢nica Sophie Hinchcliffe ha duplicado el n¨²mero de seguidores en los ¨²ltimos meses, y roza ya los cuatro millones de usuarios enganchados a sus trucos para un ba?o pr¨ªstino o una cocina sin m¨¢cula.
El nuevo ¡®mindfulness¡¯ es no parar quietos
Sacar y meter tierra en una maceta, lavar los platos a mano, pasar la aspiradora y tomarse un descanso solo para seguir tejiendo la bufanda del invierno que viene... Son actividades con algo en com¨²n: obedecen a movimientos r¨ªtmicos y repetitivos, una coreograf¨ªa que, seg¨²n un estudio de la Universidad de Tel Aviv, reduce el estr¨¦s y la ansiedad. Los investigadores analizaron las conductas repetitivas de sujetos y situaciones tan distintas como las de animales en cautividad, jugadores de baloncesto y personas con Trastorno Obsesivo Compulsivo. Seg¨²n sus conclusiones, estas conductas son una respuesta al estr¨¦s natural en un entorno impredecible e incontrolable.
Tambi¨¦n son intencionadas, o pueden llegar a serlo. Ah¨ª est¨¢ la gracia y la relaci¨®n de las tareas del hogar con el mindfulness, una pr¨¢ctica en la que saber centrar la atenci¨®n lo es todo (y cuya definici¨®n, tenlo presente, es fastidiosamente elusiva). En la jerga, se puede hablar de alcanzar el estado de flujo, en el que uno est¨¢ tan concentrado en una actividad que el tiempo parece dejar de existir. Su atenci¨®n est¨¢ donde debe, nada lo perturba, las horas vuelan. A algunas personas el estado de flujo les llega conduciendo, otras afortunadas lo experimentan en sus trabajos, las hay que recurren a la meditaci¨®n o que no lo conocen hasta que se adentran en el universo de la atenci¨®n plena. Y, s¨ª, puede que tambi¨¦n horneando hogazas en casa o sac¨¢ndole brillo a los azulejos del ba?o pueda uno fluir.
Pero no es oro todo lo que reluce. Gustavo Diex, director del instituto de investigaci¨®n y formaci¨®n en ciencias cognitivas Nirakara, reconoce que cualquier traj¨ªn que requiera una precisi¨®n en los movimientos ¡°nos aleja de las propias miserias¡±. Aunque, a su juicio, igual valen una clase de pintura que una sesi¨®n de yoga o una tarde de escritura. ¡°Las tareas del hogar ¡ªseamos sinceros¡ª pueden ser estresantes o desestresantes. Otra cosa es que el confinamiento nos haya reconciliado con el valor de las cosas peque?as¡±, prosigue. ¡°El hecho de que sean repetitivas las convierte en un gran ansiol¨ªtico (por cierto, tambi¨¦n lo es rezar), y nos devuelve temporalmente la sensaci¨®n de control. Pero no elimina las causas que provocaron la ansiedad: solo es un analg¨¦sico¡±.
Casi todas las cosas que nos preocupan no ocurrir¨¢n jam¨¢s
En cuanto a la atenci¨®n que requieren (y aqu¨ª es donde una se piensa seriamente sustituir el v¨ªdeo de meditaci¨®n, con sus engorrosos t¨¦rminos, por una tarde de plancha), Diex matiza que el acto de cortar una cebolla, por ejemplo, no es mindfulness en s¨ª mismo, pero podr¨ªa ayudar a iniciarse si uno atiende voluntariamente al mismo. ¡°Es un proceso gradual y lento. Normalmente, las personas se frustran al sentirse incapaces de mantener la atenci¨®n por m¨¢s de unos segundos en algo concreto. Tenemos tendencia a pensar que la atenci¨®n es un acto voluntario, pero nada m¨¢s lejos de la realidad. As¨ª que un ejercicio tan sencillo como picar la verdura nos permitir¨ªa constatar que para mantener la atenci¨®n conscientemente en el proceso hacen falta cierta calma, tolerancia a la frustraci¨®n o un renovado inter¨¦s en el propio acto¡±. Al final no era tan f¨¢cil. Tampoco imposible; en seis meses de pandemia alguien habr¨¢ fluido con la plancha en la mano...
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