Casi todas las cosas que nos preocupan no ocurrir¨¢n jam¨¢s
Expertos en psicolog¨ªa destacan la importancia de estar alerta, pero apuntan que una excesiva preocupaci¨®n deriva en depresi¨®n y trastornos de ansiedad
Las consecuencias del cambio clim¨¢tico, cobrar la n¨®mina a final de mes, reservar la casa rural para el puente antes de que est¨¦ ocupada, la cantidad de az¨²car en el bote de tomate frito, el Brexit, si el mosquito tigre que no me deja dormir me transmitir¨¢ alguna enfermedad, si cr¨ªo bien a mis hijos, si tendr¨¦ c¨¢ncer alguna vez, si tendr¨¦ un accidente con la bicicleta al dar un paseo¡ La lista de preocupaciones en el d¨ªa a d¨ªa puede ser enorme. Los "y si¡" son infinitos, los hay para todos los gustos y pueden llegar a colapsar tanto nuestra atenci¨®n que al final quedemos paralizados. Creemos que, s¨ª o s¨ª, muchos de ellos van a pasar y nos sentimos indefensos, perdidos. Pero no hay que alarmarse: la inmensa mayor¨ªa de las cosas que nos preocupan jam¨¢s ocurrir¨¢n.
Preocuparse es humano. Estamos programados para ello, para anticiparnos a los peligros y ser capaces de generar un plan B, en caso de que lo que nos da miedo que pase termine ocurriendo. Pero la estad¨ªstica est¨¢ de nuestra parte. Un estudio de la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos) refleja que, de media, el 91% de las preocupaciones de las personas no se hacen realidad. La investigaci¨®n se ha realizado con una treintena de personas que sufren trastorno de ansiedad generalizada, quienes escribieron en un papel todo lo que les preocupaba durante un mes. Algunos sujetos del estudio no vieron que se hiciera realidad ni una de sus preocupaciones. El objetivo del trabajo era demostrar que los temores a corto plazo son inv¨¢lidos, lo que reduce la ansiedad. Y mejora la salud. "Una mayor evidencia de la inexactitud [en las preocupaciones de los sujetos estudiados] evidenci¨® una mejora superior en el tratamiento", indican los autores de la investigaci¨®n, Lucas La Freniere y Michelle Newman.
Para el psicoterapeuta Luis Mui?o, los resultados se podr¨ªan atribuir a casi cualquier persona de la sociedad occidental. El especialista anima a que cada cual haga el experimento: que se pregunte qu¨¦ cosas le preocupan m¨¢s, qu¨¦ acontecimientos previstos le dan m¨¢s miedo y que, un a?o despu¨¦s, compruebe cu¨¢ntos se han cumplido. "El c¨¢lculo t¨ªpico es que el 90% no ocurren nunca", asegura. El resultado se parecer¨¢ mucho a lo que el pensador estadounidense Earl Nightingale dijo en los a?os cincuenta del siglo pasado: el 40% de lo que nos preocupa jam¨¢s ocurrir¨¢, el 30% es pasado por lo que las preocupaciones no lo podr¨¢n cambiar; el 12% son preocupaciones innecesarias sobre nuestra salud y el 10% son peque?as e inconexas. Con estos datos, apenas nos queda un 8% de preocupaciones leg¨ªtimas a las que debemos prestar atenci¨®n. Menos de una de cada 10.
El mundo m¨¢s seguro es el que m¨¢s inseguridades tiene
El psiquiatra norteamericano William Samuel Sadler describi¨® la preocupaci¨®n como una "incapacidad para relajar la atenci¨®n" sobre algo que nos produce miedo. No todas las personas se preocupan por lo mismo ni en la misma medida, pero a todos nos inquieta algo. Y la preocupaci¨®n no es buena ni mala por s¨ª misma. De hecho, es una capacidad que nos ha permitido llegar hasta aqu¨ª. "Sin el estr¨¦s, la alerta o la preocupaci¨®n ante una amenaza no hubi¨¦ramos sobrevivido. Es algo que tienen todos los animales y, claro, nosotros tambi¨¦n", dice Guillermo Fouces, doctor en psicolog¨ªa y coordinador de Psicolog¨ªa Sin Fronteras. El especialista indica adem¨¢s que el estr¨¦s ante un examen, hablar en p¨²blico o una cita es bueno, ayuda a activarnos, a estar alerta. Pero se convierte en negativo cuando va m¨¢s all¨¢, cuando magnificamos problemas que no lo son y hacemos un mar de una simple gota de agua. "Tambi¨¦n cuando creamos una amenaza invent¨¢ndola mentalmente". As¨ª es, por ejemplo, como puede arrancar un trastorno obsesivo compulsivo: una persona puede pasar de simplemente prestar atenci¨®n a su salud y lavarse las manos antes de comer a terminar haci¨¦ndolo 500 veces al d¨ªa.
Preocuparse mucho por demasiadas cosas nos hace estar alerta todo el tiempo, y eso puede derivar en ansiedad y otros problemas como el trastorno de ansiedad generalizada. No preocuparse por nada, en cambio, acaba en depresi¨®n. Adem¨¢s, no todo est¨¢ en nuestras manos. "La clave es responder ante cada preocupaci¨®n con la medida justa", subraya Francisca Exp¨®sito, catedr¨¢tica y decana de la facultad de Psicolog¨ªa de la Universidad de Granada. Seg¨²n cuenta, la preocupaci¨®n nos prepara para actuar porque aumenta el nivel de adrenalina y ayuda a enfrentarnos a las cosas. "Es una respuesta adaptativa", insiste. Exp¨®sito tambi¨¦n explica que la cantidad de informaci¨®n que recibimos hoy d¨ªa ayuda a incrementar las preocupaciones: leemos decenas de art¨ªculos sobre ¨¦xitos y fracasos, comida saludable, crianza de los hijos, vida social, los mejores restaurantes, dinero, relaciones de pareja¡ "El ser humano tiene la necesidad de controlar el mundo que le rodea. Si escuchamos algo grave lo ponemos en situaci¨®n, comparamos si nos puede pasar, nos planteamos si lo estamos haciendo bien", explica la docente. Todo ello genera mayor preocupaci¨®n.
"La paradoja es que, en el mundo m¨¢s seguro que jam¨¢s ha existido, sintamos inseguridades permanentes", subraya Guillermo Fouces, quien destaca la importancia de lo que el pensador polaco Zygmunt Bauman denomin¨® miedo l¨ªquido: el producido por aspectos como la crisis o los mercados financieros y otros muchos conceptos que no son tangibles, que se pueden escapar a nuestro entendimiento. "Ah¨ª no podemos estructurar la manera de responder. Y eso es a¨²n peor", a?ade Fouces, quien que cree que, cuando no nos inventamos las amenazas, otros lo hacen por nosotros. "Los moralizadores siempre han estado ah¨ª", insiste el psic¨®logo Luis Mui?o. Sin embargo, ¨¦l opina que es muy dif¨ªcil comparar el miedo del ser humano en los diferentes momentos hist¨®ricos. "Creo que el nivel de ansiedad durante toda la historia de la humanidad ha debido de ser muy similar", afirma Mui?o.
El especialista destaca que lo que marca la diferencia en la actualidad es que el ser humano, al menos en Occidente, exige m¨¢s de su salud mental, quiere estar menos preocupado y disfrutar m¨¢s. El nivel de autoexigencia es mayor. Mui?o tambi¨¦n achaca la ansiedad a los dogmas que, si un d¨ªa pudieron venir de la iglesia, ahora pueden ser de la gastronom¨ªa. Es decir, querer lo que otros muestran en sus perfectos perfiles de Instagram tambi¨¦n genera preocupaciones: "Pero claro, hay que darse cuenta de que esa gente no sube im¨¢genes cuando va a una hamburgueser¨ªa o se come cualquier cosa para cenar". Las redes sociales (donde no toda la informaci¨®n es buena), adem¨¢s, son solo uno de los muchos est¨ªmulos que respondemos a la vez: una conversaci¨®n por WhatsApp mientras mantenemos otra en persona, las noticias en televisi¨®n, el pensamiento sobre qu¨¦ cena cocinar, la fiesta del fin de semana¡
"Hay que ocuparse, no preocuparse"
"Preocuparnos excesivamente por cosas que tienen soluci¨®n destruye la felicidad y cualquier oportunidad de ¨¦xito", a?ade Francisca Exp¨®sito. "Por eso lo importante no es tanto preocuparse, sino ocuparse", a?ade la decana de la Facultad de Psicolog¨ªa granadina. Y ocuparse significa relativizar, racionalizar lo que se piensa y cerrar preocupaciones. Desgranar lo importante de lo que no, lo urgente de lo que no. Eliminar peso de la mochila. Porque, al no tener cosas pendientes y poder pasar p¨¢gina, se afronta la vida de una mejor manera.
?Pero c¨®mo se consigue? Hay varias f¨®rmulas v¨¢lidas, desde escribir las preocupaciones un d¨ªa y leerlas al d¨ªa siguiente (para ver que no eran tan importantes) a sentarse una hora concreta del d¨ªa a pensar en todas ellas. "A muchas personas les resulta m¨¢s f¨¢cil olvidarse de una preocupaci¨®n si se han otorgado un momento y un lugar espec¨ªficos para reflexionar", dice Leahy en su obra The Worry Cure. Otra opci¨®n es afrontar los miedos desde la experiencia. Ya sea subiendo a una altura para quien tenga v¨¦rtigo, paseando por la playa para comprobar lo complicado que es que te caiga un rayo (aunque conviene tener ciertas precauciones durante una tormenta) o comiendo un d¨ªa pasteles para entender que por s¨ª solos no van a acabar con tu salud si mantienes una dieta equilibrada. "Hay que ser responsables, pero tambi¨¦n vivir la vida con ciertos deslices. Hay que preocuparse, pero no siempre ni por cualquier cosa. La vida es contraste, no todo es perfecto ni todo es malo", concluye Exp¨®sito.
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