Que sea com¨²n no lo hace bueno: lo que la ira por hambre dice de nosotros
El problema no es que un est¨®mago vac¨ªo acabe enoj¨¢ndote, sino lo que implica llegar hasta ese punto
Los ingleses tienen una palabra para definirlo: hangry, de angry (enfadado) m¨¢s hungry (hambriento). En espa?ol no hay nada parecido, pero la sensaci¨®n la conocemos bien. ¡°Mi momento tenso de los viajes en pareja siempre ha tenido que ver con no encontrar restaurante cuando me mor¨ªa de hambre. Pero no un enfado en plan ¡®quiero llegar ya a un bar en el que comer¡¯, sino de echar cosas del pasado en cara sin saber muy bien por qu¨¦, y acabar casi gritando¡±, dice una hangry de manual que prefiere no desvelar su nombre.
Hace un par de a?os un estudio publicado en la revista cient¨ªfica Emotion ahond¨® en las posibles causas de este arrebato de furia, arrojando al menos dos conclusiones: sucede con m¨¢s frecuencia en contextos desagradables (el est¨®mago ruge m¨¢s en un atasco que en una fiesta) y se apodera de las personas con una capacidad baja para escucharse a s¨ª mismas, fisiol¨®gica y emocionalmente. Los expertos consultados dicen que se trata solo del boceto de una cuesti¨®n a¨²n farragosa. Y todos conceden que la ira por hambre existe. Vaya que si existe...
Aunque Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia Espa?ola de Nutrici¨®n y Diet¨¦tica, afirma que esa irritabilidad ante la ausencia de alimentos es un instinto natural (¡°los sistemas de defensa del organismo se activan para conseguir alimentos¡±), achaca el hecho de que suceda con frecuencia a un error de bulto: hemos dejado de escuchar a nuestro cuerpo. ¡°Si est¨¢s delante del ordenador, trabajando, y empiezas a tener hambre pero aguantas y aguantas, acallando lo que tu organismo dice para teclear m¨¢s y m¨¢s, tu est¨®mago acabar¨¢ rugiendo como un le¨®n¡±.
La conexi¨®n cerebro-aparato digestivo se da en ambos sentidos: existen los gases por estr¨¦s.
Y pobre del que se cruce con ese monstruo emocional de camino a la nevera: ¡°Una vez all¨ª, es probable que arrases con todo, y que lo hagas tan deprisa que no te d¨¦ tiempo a escuchar las se?ales de saciedad que env¨ªa tu cerebro para que pares¡±. Es decir, el encontronazo previo es solo una manifestaci¨®n m¨¢s de un problema; el atrac¨®n es la otra. ¡°Esta conducta est¨¢ en la base de muchos trastornos alimentarios¡±, advierte el dietista-nutricionista. Por ello, anima a reconciliarnos con los mensajes del cuerpo. ¡°Los que avisan del hambre var¨ªan de una persona a otra, aunque suelen ser la fatiga, el cansancio, la cefalea, el malestar y los borborismos (rugidos gastrointestinales). Lo importante es que cada uno conozca los suyos¡±, a?ade el dietista-nutricionista N¨¦stor Ben¨ªtez.
Hay que actuar antes de que estalle la tormenta. Contin¨²a Russolillo: ¡°Si te fijas, todo tiene que ver con lo mismo: vivir m¨¢s lento, dedicar al menos una o dos horas al d¨ªa a cocinar para profundizar en nuestra relaci¨®n con la comida, sentarse a desayunar y a compartir los alimentos... Lo har¨ªa todo m¨¢s f¨¢cil¡±. De ah¨ª que ambos expertos coincidan en que si alguien la monta a menudo por un bocado de menos, nada como pedir ayuda a un psic¨®logo, el profesional apto para guiarte en el desaf¨ªo que supone bajar el ritmo, y mano a mano con los dietistas-nutricionistas en cada vez m¨¢s asuntos.
Al div¨¢n que nos vamos
Jos¨¦ Antonio Portellano, psic¨®logo cl¨ªnico y profesor en la Universidad Complutense de Madrid, explica as¨ª la ira por hambre: ¡°La raz¨®n principal [del estallido] estriba en el conjunto de cambios fisiol¨®gicos que se producen de modo autom¨¢tico en el organismo y, particularmente, en nuestro cerebro, cuando sentimos hambre. Determinadas estructuras cerebrales como el hipot¨¢lamo y sustancias qu¨ªmicas como hormonas, neurotransmisores o carbohidratos provocan reacciones de enfado. La disminuci¨®n de los niveles de glucosa es tambi¨¦n un factor facilitador del enojo¡±. Pero insiste en que hay pautas para controlarlo: ¡°Existen condicionantes: contexto, personalidad, educaci¨®n... Y, en general, las personas impulsivas tienden a padecerlo m¨¢s. Ahora bien, con entrenamiento es posible modular la respuesta ante todas las emociones. Tomar conciencia de ellas es el camino para autorregularse: verbalizarlas, darse automensajes constructivos...¡±.
Si, directamente, lo que quieres es evitar su aparici¨®n, el neuropsic¨®logo aconseja, am¨¦n de aguzar los sentidos, mantener unos horarios estrictos de comida y picar siempre algo antes de una reuni¨®n o actividad importante que no desee arruinar. Y una regla de oro: ¡°No discutas con la pareja con el est¨®mago vac¨ªo¡±.
?Cu¨¢l fue la ¨²ltima vez que escuchaste tus tripas?
La percepci¨®n de lo que sucede en el cuero se llama interocepci¨®n, y esforzarse en ella es escudo ante la furia por hambre. Seg¨²n un estudio con gemelos, tiene que ver m¨¢s con la educaci¨®n que con los genes. Y, seg¨²n otro publicado en 'Nature', el mindfulness despierta esta capacidad.
Esta y otras historias te esperan en el nuevo n¨²mero de BUENAVIDA, que podr¨¢s encontrar en el quiosco, gratis, con EL PA?S.
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