La dureza de ser psic¨®logo en una pandemia
¡°La gente sent¨ªa mucho miedo, mucha desesperanza: viv¨ªa dentro de una pesadilla. Ve¨ªa situaciones muy duras y yo misma me sent¨ª afectada¡±, dice una de las protagonistas de esta historia. ?Est¨¢ preparada para lo que viene ahora?
Desde que la covid comenz¨® a repartir zarpazos, no hemos dejado de encomiar, con absoluta justicia, la labor de m¨¦dicos, enfermeros y auxiliares. Todos ellos se han dejado la piel luchando contra los estragos de la pandemia ¡ªmuchos han perdido la salud, y hasta la vida¡ª. Pero hay otros sanitarios que tambi¨¦n han trabajado sin descanso para resta?ar la herida abierta por el coronavirus. Son los psic¨®logos. ?C¨®mo les ha afectado asomarse a los trastocados mundos interiores que deja la pandemia? ?Est¨¢n preparados para la ola de problemas de salud mental que se avecina?
¡°Se ha dado una situaci¨®n ¨²nica, al menos en nuestro ¨¢mbito. Normalmente trabajamos desde nuestra perspectiva y vivencia pero, en esta situaci¨®n, pacientes y profesionales est¨¢bamos bajo el mismo techo: todos sufr¨ªamos la pandemia. No es lo mismo trabajar un duelo con un afectado ¡ªpor mucho que t¨² tambi¨¦n tengas duelos¡ª a que est¨¦s en el mismo lugar con las mismas circunstancias que ¨¦l¡±, reflexiona Ignacio Blasco, psicoterapeuta que trabaja con menores en riesgo de exclusi¨®n social y un grupo de afectados por ludopat¨ªa.
En el caso de profesionales que, como Blasco, se vuelcan con colectivos que ya tienen una fuerte problem¨¢tica previa a la pandemia, el reto de la atenci¨®n durante este tiempo es a¨²n mayor. Pero lo cierto es que, en estas circunstancias, no solo sus pacientes necesitan ayuda. ¡°Somos los profesionales y tenemos que mantener el encuadre y la labor terap¨¦utica, pero tenemos doble dificultad, porque esto nos ha pillado a contrapi¨¦ y bajo la misma angustia. Para un psic¨®logo que trabaja con el sufrimiento de otros la terapia propia es fundamental y algo que particularmente a m¨ª me ha ayudado mucho son los grupos de supervisi¨®n, en los que nos reunimos con compa?eros a pensar y a hablar un poco de c¨®mo estamos, de lo que sentimos, podemos compartir alg¨²n caso, alguna vivencia¡¡±.
Las semanas de confinamiento total era muy duro para m¨ª ir por la calle, totalmente sola y rodeada de coches de polic¨ªa y ambulancias. Llegaba al hospital y sab¨ªa por qu¨¦ el mundo se hab¨ªa parado. La situaci¨®n era muy dura, pero te activabas y segu¨ªas trabajando, no hab¨ªa otraVioleta L¨®pez de Lerma, psic¨®loga del Hospital Rey Juan Carlos
Violeta L¨®pez de Lerma es una de las cinco integrantes del equipo de psic¨®logos del Hospital Rey Juan Carlos de M¨®stoles, en Madrid. Hasta que la virulencia del coronavirus se impuso, su trabajo consist¨ªa en atender a aquellos pacientes cuya enfermedad les hubiera llevado a desarrollar s¨ªntomas como ansiedad, miedo y angustia. Tambi¨¦n participaba en los llamados programas de enlace, trabajando codo a codo con otras ¨¢reas para tratar, por ejemplo, trastornos de conducta alimentaria. Pero, cuando todo su hospital se vio arrasado por los ingresos por covid-19, su atenci¨®n se centr¨® en ayudar a los propios sanitarios, a sus compa?eros.
¡°Empezamos a ver claramente que se estaban enfrentando a una situaci¨®n totalmente desconocida y a muchas experiencias traum¨¢ticas. La gente te dec¨ªa ¡®esto es como venir a la guerra¡¯ porque hab¨ªa falta de medios, falta de personal, una sensaci¨®n de p¨¦rdida de control al cambiar de golpe todos los roles¡ Nos dimos cuenta de que empezar¨ªan a presentar s¨ªntomas de ansiedad y estr¨¦s agudo y dijimos ¡®aqu¨ª tenemos que echar una mano¡±. Y as¨ª lo hicieron. Se pusieron manos a la obra y dise?aron, junto a otros 300 psic¨®logos de Madrid, un plan de choque para cuidar de los cuidadores. Establecieron dos grupos de ayuda, uno de ma?ana y otro de tarde. Para su sorpresa, ni un solo sanitario se acerc¨® a ellos al principio.
No acud¨ªan porque no pod¨ªan parar, por falta pura y dura de tiempo. La soluci¨®n pas¨® por acudir directamente a aquellos lugares donde m¨¦dicos, enfermeros y dem¨¢s personal sanitario tomaban un breve caf¨¦ y prestar all¨ª mismo la atenci¨®n. B¨¢sicamente, les ayudaban a comprender que los s¨ªntomas que presentaban eran ¡°normales y esperables¡±, y les daban estrategias ¡°para ayudarles a parar un poco el pensamiento y a bajar la activaci¨®n m¨¢s fisiol¨®gica, con la que sal¨ªan del trabajo y llegaban a ¨¦l¡±. El resultado, cuenta la profesional, fue satisfactorio: al finalizar las improvisadas sesiones, los sanitarios les agradec¨ªan la labor y la angustia, o un tanto de ella, se disipaba. ¡°Nosotros tambi¨¦n nos aplic¨¢bamos lo que les dec¨ªamos a ellos, el autocuidado desde lo m¨¢s b¨¢sico: hacer ejercicio f¨ªsico para soltar la tensi¨®n, hacer respiraciones para bajar el nivel de activaci¨®n¡¡±. La importancia de este proceso es fundamental para que un profesional pueda conciliar dos vidas, la suya y la de la persona a la que pretende ayudar. ¡°Yo eso lo hac¨ªa, por ejemplo, antes de entrar al hospital y antes de entrar a casa. Hab¨ªa que bajar y romper, cerrar esa puerta y entrar en la otra, la de la familia¡±.
La otra gran pata de su trabajo durante la primera ola fue atender a los familiares de las personas que hab¨ªan fallecido, una misi¨®n ¨¢spera que encararon prestando especial atenci¨®n a que los duelos no se complicaran m¨¢s de lo debido: ¡°Cuando alguien enferma, normalmente la familia est¨¢ con ¨¦l y asiste al proceso, y eso permite que el familiar se pueda ir haciendo a la idea de lo que puede pasar y, en su caso, le permite despedirse. Pero la covid nos puso sobre la mesa una situaci¨®n a la que normalmente no nos enfrentamos, el aislamiento de los pacientes¡±, explica L¨®pez de Lerma. El trabajo de ella y de sus compa?eros pas¨® entonces por recoger su dolor y acompa?arles en el tr¨¢nsito. ¡°Me acuerdo del caso de un chico joven que viv¨ªa con los abuelos. El primero en enfermar fue ¨¦l, luego cayeron sus padres y sus abuelos, y su abuelo falleci¨®. La culpa de este chico era muy grande, y nuestro papel consisti¨® en ayudarle a trabajar esa culpa, la rabia y la impotencia que se siente ante una situaci¨®n as¨ª¡¡±.
¡°Es muy duro para todos estar perdiendo la facultad de decidir. Hay mucha desmotivaci¨®n, apat¨ªa, desesperanza, sentimientos de indefensi¨®n¡ No hay f¨®rmulas m¨¢gicas, pero desde luego no se puede pretender estar feliz si no se siente as¨ª¡±.Alejandra Berbel, psic¨®loga sanitaria
L¨®pez de Lerma y sus compa?eros siguen abordando el duelo de los familiares de quienes fallecen en su hospital, pero tambi¨¦n a pacientes que han superado la enfermedad con secuelas que merman significativamente su calidad de vida. La sensaci¨®n de desabrigo no ha desaparecido, y la experiencia les ha ense?ado a abordar su obligaci¨®n con ciertas precauciones. ¡°Las intervenciones con el personal sanitario siempre las hac¨ªamos en pareja, lo que permit¨ªa que, si en un momento dado la intensidad de la sesi¨®n era muy fuerte, uno pod¨ªa llevar la voz cantante y el otro apoyar. Y al terminar, poder compartir esa experiencia, algo b¨¢sico que nos permite hacer la digesti¨®n de lo que nos sucede¡±, relata la profesional.
Parece que van a necesitar cada lecci¨®n aprendida. ¡°La OMS dice que para el 2030 la salud mental va a ser el primer problema de salud p¨²blica del mundo, y yo creo que la covid ha pisado el acelerador a¨²n m¨¢s. Todav¨ªa no estamos viendo claramente los efectos, empezamos a verlos, pero va a haber un repunte de trastornos mentales. Empezamos a detectar patolog¨ªas previas que se han agudizado por la situaci¨®n de aislamiento, por la situaci¨®n social y econ¨®mica que atravesamos¡ Una parte importante de la crisis socioecon¨®mica es esta. Y ah¨ª vamos a ser m¨¢s necesarios¡±. Pero, ?est¨¢n preparados?
¡°Nuestros servicios de salud mental del sistema p¨²blico son muy deficientes. Es insuficiente la atenci¨®n que se le da a la salud mental desde lo p¨²blico¡±, dice L¨®pez de Lerma. Una persona tarda unos 3 meses en llegar al psic¨®logo por la sanidad p¨²blica, calcula, y hay gente que ni siquiera sabe que hay atenci¨®n psicol¨®gica p¨²blica. ¡°Si pudi¨¦ramos abordar a tiempo el problema que presenta, podr¨ªamos prevenir su agravamiento. La periodicidad tampoco es la adecuada para una terapia de calidad: a lo mejor le podemos ver cada mes y medio o dos meses¡±.
No es extra?o que las consultas particulares est¨¦n a rebosar, m¨¢s ahora que durante la primera ola. La cotidianidad ha perdido su velo cotidiano, y eso ha hecho mella en personas que ya presentaban dolencias anteriores, pero tambi¨¦n ha empujado a otras a buscar atenci¨®n. ¡°A uno de mis pacientes el estr¨¦s provocado por la situaci¨®n de confinamiento, sumado a sus condiciones previas, le llev¨® a autolesionarse¡±, cuenta Alejandra Berbel, psic¨®loga general sanitaria, que remarca que la falta de libertad ha desestabilizado a gran parte de sus pacientes y que es ahora, precisamente, cuando m¨¢s se acusa.
¡°Tuve un paciente que perdi¨® a un ser querido y tuvo a otro mucho tiempo ingresado. Transmitir calma ah¨ª es muy complicado. La gente sent¨ªa mucho miedo, mucha desesperanza: viv¨ªa dentro de una pesadilla. Ah¨ª s¨ª que ve¨ªa situaciones muy duras y yo misma me sent¨ª afectada¡±.Alejandra Berbel, psic¨®loga general sanitaria
Berbel tambi¨¦n es psic¨®loga infantil, y ha comprobado de primera mano los efectos que la pandemia ha tenido en los menores: ¡°Tuve pacientes que estaban a gusto en casa y que no quer¨ªan salir cuando empezaron a dejarles, debajo de eso subyac¨ªa el miedo porque hab¨ªan estado dos meses completos sin pisar la calle. Tambi¨¦n me he encontrado perfiles de ni?os m¨¢s miedosos y obsesivos, que sal¨ªan y se quedaban bloqueados. Iban al parque y no sab¨ªan si pod¨ªan tocar la arena, acercarse o no al columpio¡¡±. Ante eso, ha tenido el complicado papel de infundir confianza (recordando todas las medidas de seguridad).
La sobrecarga y el estr¨¦s de la situaci¨®n, nueva para todos, ha pasado a los psic¨®logos una factura por la que muchos, como Alejandra, acuden a terapia. ¡°A m¨ª me ayuda a limpiar, a oxigenarme y a poder digerir tanta carga¡±, dice. Aunque es una pr¨¢ctica habitual para estos profesionales desde mucho antes de que llegara la pandemia. Es fundamental y casi todas las corrientes la contemplan porque cuidarse a s¨ª mismos es fundamental para que puedan seguir acometiendo su labor. Pero los profesionales de la salud mental tienen tambi¨¦n sus reivindicaciones para que la sociedad cuide de ellos: el aumento de las plazas PIR y de la ratio de psic¨®logos cl¨ªnicos figuran entre las principales. Necesitan ser escuchados, ahora m¨¢s que nunca. Ellos son los responsables de frenar la otra pandemia: la del dolor silente y la amargura que nos deja la covid.
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