La planificaci¨®n del pasado
A la ingenuidad de intentar planificar el futuro, se le a?ade ahora una nueva ocurrencia: la planificaci¨®n del pasado. La inminente conclusi¨®n en Euskadi de un largo periodo de violencia ha llevado la contienda a un nuevo campo de juego: el de la legitimaci¨®n hist¨®rica, eso que se llama ¡°el relato¡±. Los partidos compiten por oficializar su descripci¨®n del pasado, grabarla con caracteres inalterables y difundirla, en r¨¦gimen de monopolio, a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, el Parlamento y (esto es fundamental) la escuela.
El pasado es lo que ya no existe. Y la historia no es la verdad: es una aproximaci¨®n a la verdad. En contra de lo que dictan los planificadores, la lealtad a la verdad hist¨®rica no se garantiza con la promulgaci¨®n de una versi¨®n oficial, sino mediante la multiplicaci¨®n de las versiones. La confluencia de esas versiones, a trav¨¦s de la libertad de expresi¨®n y de opini¨®n, la libertad de c¨¢tedra, la investigaci¨®n acad¨¦mica y la aportaci¨®n de pruebas, testimonios, reflexiones y documentos, no nos lleva a la verdad hist¨®rica absoluta (?Qui¨¦n podr¨ªa encontrarla?), pero s¨ª a un m¨ªnimo com¨²n denominador que se asienta en la conciencia colectiva. En esa aproximaci¨®n a la verdad el progreso no es constante, incluso se producen demoras o retrocesos, pero, si se garantiza la libre concurrencia de opiniones, la met¨®dica construcci¨®n de una mentira est¨¢ condenada al fracaso.
La derrota de ETA y de su mundo es evidente. A pesar de todo, hay pol¨ªticos e intelectuales que pretenden hacer ley de su particular versi¨®n de los hechos, negando la historia de los dos ¨²ltimos siglos, los conflictos culturales, los demonios familiares que cre¨® el franquismo o la ra¨ªz pol¨ªtica de la sangrante divisi¨®n entre los vascos. La b¨²squeda de la verdad y la b¨²squeda de la venganza no solo son actividades distintas: tambi¨¦n son incompatibles.
La verdad hist¨®rica no se fija por decreto: es el resultado de la libre concurrencia de recuerdos, testimonios y voluntades. En vano el franquismo quiso establecer una versi¨®n inmutable de la guerra civil y de s¨ª mismo, pero estaba tan alejada de la realidad que surgi¨® un ¡°mercado negro¡± de opiniones contrarias, opiniones que prevalecieron, a la postre, sobre la verdad oficial. En econom¨ªa, todo mercado negro es la repuesta popular a una planificaci¨®n ut¨®pica e irreal. Y esto se puede aplicar a los planificadores de la historia. Ojal¨¢ los pol¨ªticos no cometan el error tambi¨¦n ahora de buscar una versi¨®n oficial. Ojal¨¢ conf¨ªen, por una vez, en las personas y permitan que entre todos reconstruyamos el pasado, porque el terrorismo ya est¨¢ en el pozo de la historia pero nadie puede exigir que el debate acerca de lo que pas¨® quede proscrito. Y la confluencia de versiones, adem¨¢s, facilita la reconciliaci¨®n, incluso por parte de quienes sobrellevan la mayor responsabilidad de la tragedia.
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