La l¨®gica de un partido uniforme
A lo largo de estas d¨¦cadas de democracia, en el PSC han convivido diferentes sensibilidades en torno a la cuesti¨®n nacional. Pero, a media que el ¡®dret a decidir¡¯ ha ganado notoriedad entre la opini¨®n p¨²blica, las contradicciones del PSC se han hecho cada vez m¨¢s patentes y menos soportables. El actual escenario pol¨ªtico en Catalu?a ejerce una enorme presi¨®n a los socialistas catalanes para que tomen una posici¨®n clara sobre el proceso soberanista. Y con ello, se agudiza el eterno dilema de decidir cu¨¢nto margen de discrepancia deben tolerar dentro de su partido.
En los ¨²ltimos meses las insubordinaciones en el PSC han sido numerosas y sonadas, con declaraciones cr¨ªticas de destacadas figuras del partido y rupturas de la disciplina de voto en el Parlament. Es por este motivo que en la reuni¨®n del Consejo Nacional del PSC del pasado domingo, Pere Navarro no s¨®lo estaba preocupado por fijar posiciones m¨¢s claras sino tambi¨¦n por acabar con la imagen de divisi¨®n. Pero, ?por qu¨¦ a los dirigentes pol¨ªticos les molesta la diversidad de voces dentro de sus partidos?
La pluralidad y el debate interno dan vitalidad a los partidos pero los electores valoran sobre todo la unidad
Desde un plano te¨®rico, el debate interno no tiene por qu¨¦ ser necesariamente negativo para el PSC u otras formaciones pol¨ªticas. De hecho, los expertos han se?alado numerosas ventajas de tolerar voces discordantes dentro de las organizaciones. Por ejemplo la discrepancia permite a los l¨ªderes pol¨ªticos recabar informaci¨®n sobre lo que se cuece en la sociedad. Los debates internos pueden ser un eficaz puls¨ªmetro de la diversidad de posturas que existen entre las bases del partido y el electorado. No aceptar la discrepancia puede llevar a las ¨¦lites al aislamiento y a la incapacidad de percatarse de lo que ocurre fuera de su herm¨¦tico y homog¨¦neo entorno. A su vez, los debates internos en los partidos pueden tambi¨¦n ser de gran ayuda para los ciudadanos. La existencia de voces cr¨ªticas que reten a la direcci¨®n puede ser una inestimable fuente de informaci¨®n para los votantes sobre qu¨¦ ocurre y piensa el partido en cada momento.
Sin embargo, a pesar sus potenciales ventajas, los ciudadanos no parecen muy partidarios de que existan debates internos en los partidos. Al menos as¨ª lo muestran las encuestas del CIS. ?stas indican que los espa?oles tienden a simpatizar m¨¢s con la afirmaci¨®n ¡°dentro de los partidos deber¨ªa haber una mayor unidad y menor divisi¨®n de opiniones¡± que con la afirmaci¨®n ¡°en los partidos hay demasiada unanimidad y poco debate interno¡±. Por lo general, los votantes prefieren, pues, partidos monol¨ªticos y disciplinados. Y eso es as¨ª porque los ciudadanos ¡ªerr¨®neamente o no¡ª suelen considerar la divisi¨®n dentro de un partido como un s¨ªntoma de debilidad, incompetencia e incluso de lucha interesada de distintas facciones para hacerse con el poder.
Navarro acierta al preocuparse por el ruido que pueda generar el sector cr¨ªtico de su partido
Es por este motivo que los partidos grandes y transversales (como el PSC y CiU) se enfrentan a la dif¨ªcil tarea de ser heterog¨¦neos pero sin que se note excesivamente. Estos partidos deben tener aptitudes camale¨®nicas para conseguir que votantes con diferentes sensibilidades se vean reflejados en el partido pero, a la vez, sin que se perciban demasiadas divisiones internas. Se trata de un dif¨ªcil equilibrio que, cuando se consigue, ofrece valiosas ventajas. Hasta hace pocos a?os, la existencia de pluralidad de voces en la cuesti¨®n nacional dentro del PSC y el PSOE confer¨ªa a estas formaciones una importante ventaja competitiva con respecto al PP, pues les permit¨ªa ser una fuerza con implantaci¨®n en todo el territorio. En cambio, la coherencia del PP en esta materia les relegaba a tener que conformarse con posiciones marginales en algunas comunidades como en Catalu?a.
Pero todo cambi¨® tras el proceso de reformas estatutarias abierto por el presidente Rodr¨ªguez Zapatero. Los sucesos acaecidos desde entonces han situado la cuesti¨®n nacional en primer plano. Debido a ello, las contradicciones de los socialistas se han hecho m¨¢s patentes que nunca. Ni al PSC ni al PSOE les es ya posible segmentar de forma eficaz distintos discursos para distintas audiencias. Ahora, los ciudadanos est¨¢n particularmente atentos a la cuesti¨®n nacional y son m¨¢s sensibles y cr¨ªticos con las contradicciones y divisiones internas del PSC.
Ante este escenario, Pere Navarro acierta al preocuparse por el ruido que pueda generar el sector cr¨ªtico de su partido. Tolerar a los d¨ªscolos m¨¢s incondicionales al ¡®dret a decidir¡¯ no permitir¨¢ al PSC recuperar a sus bases catalanistas, pues no cabe duda de que se trata de un gui?o claramente insuficiente para ese electorado. En cambio, ofrecer la imagen de unidad s¨ª podr¨ªa ayudar a recuperar a ese votante menos catalanista ahuyentado por la imagen de incompetencia que ven en el partido por sus continuas disputas internas. En suma, la pluralidad de voces y el debate interno en los partidos pueden ofrecer numerosas ventajas. Pero hasta que los ciudadanos dejen de considerarlo como un s¨ªntoma de divisi¨®n e incompetencia, los partidos uniformes y disciplinados seguir¨¢n siendo electoralmente rentables.
Lluis Orriols es doctor por la Universidad de Oxford y profesor de ciencia pol¨ªtica de la Universidad de Girona.
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