Devaluaci¨®n interna y distribuci¨®n
"No todos los costes de producci¨®n en la econom¨ªa espa?ola han disminuido en la proporci¨®n en la que lo han hecho los salarios brutos"
Al comienzo de lo que se ha venido en llamar la Gran Recesi¨®n, pol¨ªticos y economistas hablaban con seguridad de la necesidad de proceder a generar una devaluaci¨®n interna dado que en la econom¨ªa espa?ola, igual que en todas las que pertenecen al ¨¢rea euro, no pod¨ªa ponerse en marcha una devaluaci¨®n externa. Nos faltaba la peseta para poder ser devaluada en relaci¨®n con otras divisas lo que permitir¨ªa comenzar una recuperaci¨®n desde el sector exterior. Esta devaluaci¨®n externa, a la que los diferentes gobiernos de Espa?a, hab¨ªan recurrido con relativa frecuencia constitu¨ªa, sin lugar a dudas, un empobrecimiento generalizado para todos los que ganaban su sueldo o sus remuneraciones en pesetas, pero no provocaba tan gran quebranto si el gasto se realizaba en el mercado interior y no se usaban productos importados o se utilizaban en cantidad escasa.
Adem¨¢s, el efecto de empobrecimiento era m¨¢s o menos homog¨¦neo entre los asalariados y los no asalariados aunque las consecuencias de los diferentes impactos que la devaluaci¨®n externa generaba no eran siempre id¨¦nticos entre grupos. Todo esto lo sabemos por experiencia propia. Pero es que ahora con la devaluaci¨®n interna que se ha producido y se est¨¢ todav¨ªa produciendo las cosas son bien distintas. Ya no se trata de que la moneda en la que se realizan todas las transacciones pierda valor sino que los costes de producci¨®n y, en particular, los costes salariales disminuyan para que la producci¨®n interna pueda competir en los mercados exteriores. Hay una diferencia fundamental entre ambos procesos.
La devaluaci¨®n interna, que implica que son los costes de producci¨®n los que han de disminuir, genera impactos que cambian la distribuci¨®n de la renta y que pueden ser de cuant¨ªa considerable. La externa, como antes he indicado no origina cambios redistributivos notables. Acabo de mirar datos referentes a Irlanda y, sin entrar en detalle, puede afirmarse que la distribuci¨®n de la renta ha empeorado sustancialmente. El n¨²mero de personas que se encuentran ahora en situaci¨®n de pobreza ha aumentado por el mayor desempleo, pero no solo, tambi¨¦n por el descenso en los costes salariales brutos. El impacto redistributivo negativo ha sido muy importante. No he visto los datos recientes de la econom¨ªa espa?ola pero intuyo que la conclusi¨®n puede ser similar. Los datos de disminuci¨®n salarial as¨ª lo sugieren.
El numero de personas en situaci¨®n de pobreza ha aumentado"
No voy a poner en cuesti¨®n si la devaluaci¨®n interna era o no necesaria e imprescindible para ganar competitividad; se ha hablado mucho de ello aunque menos de lo necesario porque se ha olvidado un aspecto importante que es consecuencia directa de la pol¨ªtica de devaluaci¨®n interna. En primer lugar, est¨¢ claro que no todos los costes de producci¨®n en la econom¨ªa espa?ola han disminuido en la proporci¨®n en la que lo han hecho los salarios brutos; no s¨¦ si es el mejor ejemplo pero ciertamente es evidente que un coste de producci¨®n tan importante como el coste de la electricidad no ha disminuido; a?adir¨¦, adem¨¢s, que este coste presenta claro-oscuros que debieran ser explicados con algo m¨¢s de detalle porque no es f¨¢cil entender que las empresas a pesar de estar suministrando electricidad a precios inferiores al coste de producci¨®n sigan obteniendo beneficios. Muchos ciudadanos, despu¨¦s de tantos a?os de crisis, no lo entienden y precisan de respuestas claras y veraces.
La segunda cuesti¨®n en la que quiero incidir es en el hecho de que no parece normal que no se hayan tenido en cuenta los efectos distributivos que la devaluaci¨®n interna est¨¢ generando y que lamentablemente van en contra de los que menos tienen. Incluyo aqu¨ª no solo a los pol¨ªticos y responsables de las decisiones referentes a la econom¨ªa espa?ola sino tambi¨¦n a los europeos que han permitido este estado de cosas. Soy consciente de que hay opiniones que abogan por aceptar que las ganancias de competitividad que se producen como consecuencia de un proceso de devaluaci¨®n interna como el que estamos experimentando en Espa?a son m¨¢s duraderas que los obtenidos con las devaluaciones externas del tipo de cambio. No lo s¨¦. No conozco experiencia emp¨ªrica suficiente que avale esta afirmaci¨®n.
Lo que si veo claro es que Europa ha permitido procesos tremendamente dolorosos en econom¨ªas como la Irlandesa, Portuguesa y Espa?ola sin haber hecho ni el m¨¢s m¨ªnimo esfuerzo por evitar los efectos tan perniciosos sobre los que menos tienen. No s¨¦ si alguna vez aprenderemos que cuando hay que tomar decisiones que perjudican a los m¨¢s d¨¦biles es preciso arbitrar de forma paralela medidas que ayuden a que este efecto perverso sea mitigado. Una cosa es encarar sacrificios en aras al bienestar y competitividad futura y otra que algunos se tengan que dejar la piel en el intento.
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