Reflexiones postelectorales
Algo de gran calado esta ocurriendo: los minoritarios, que sol¨ªan tener una prima de 4 puntos, ahora la han tenido de 20
Una de las principales funciones que tienen las elecciones es la rendici¨®n de cuentas. Con el voto, los ciudadanos tienen el poder de revalidar su confianza en los buenos gobernantes o de echar a los que lo hacen mal. No hay duda de que para la mayor¨ªa de los espa?oles la actuaci¨®n de la UE ha sido cualquier cosa menos satisfactoria. Por este motivo, se podr¨ªa pensar que las elecciones del pasado domingo eran un momento id¨®neo para expresar tal enfado con las pol¨ªticas europeas. Pero, ?a qu¨¦ partido deb¨ªan castigar los espa?oles por las decisiones procedentes de Europa? En realidad, tales decisiones fueron el resultado de un complicado dise?o institucional en el que participaron distintos actores, algunos de las cuales no responden ante la Euroc¨¢mara.
La enorme confusi¨®n que genera el dise?o de la UE provoca que los ciudadanos acaben decidiendo su voto con fines que poco tienen que ver con la pol¨ªtica europea. En efecto, si los votantes no pueden usar su voto para castigar de forma clara a quien toma las decisiones pol¨ªticas en la UE, al menos pueden usarlo para expresar su opini¨®n sobre el Gobierno de Mariano Rajoy.
Y eso es lo que hicieron los espa?oles el pasado domingo. El PP acab¨® encajando el peor rev¨¦s electoral sufrido por un gobierno espa?ol en unas elecciones europeas. En cierto modo, era de esperar que el PP tuviera unos malos resultados. No solo por la crisis econ¨®mica sino porque los gobiernos tienden a ser castigados en las elecciones a la Euroc¨¢mara. En el caso de Espa?a, el partido gobernante suele retroceder, de media, algo m¨¢s de 3 puntos porcentuales con respecto a las elecciones m¨¢s cercanas. Pero esta cifra se convierte en liliputiense si la comparamos con el desgaste de 18 puntos que sufri¨® el PP el pasado domingo. No hay duda de que estamos ante una debacle hist¨®rica que deber¨ªa hacer reflexionar a los dirigentes de G¨¦nova.
El ¨²nico consuelo para Mariano Rajoy es que al PSOE las cosas tampoco parecen irles nada bien. A pesar de llevar tres a?os en la oposici¨®n, sigue siendo incapaz de desprenderse de la imagen de corresponsable de la penosa crisis que vive el pa¨ªs. Su secretario general, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, ha necesitado bajar a unos fondos electorales hasta ahora desconocidos para darse cuenta de que al partido le urge renovarse y pasar p¨¢gina a su pasado m¨¢s reciente. Gracias a la incapacidad del PSOE de presentarse como una alternativa de gobierno, el PP ha conseguido mantenerse como el partido m¨¢s votado a pesar de sufrir un declive electoral sin precedentes. Y ya conocen la regla: quien gana las elecciones europeas tambi¨¦n lo hace en las siguientes generales.
El espectacular ascenso de los partidos peque?os no se debe simplemente al hecho de que a estos les suele ir mejor en las elecciones europeas
Debido a la grave crisis que padecen los dos grandes partidos, nos encontramos ante los resultados m¨¢s fragmentado de nuestra reciente hist¨®rica democr¨¢tica. El espectacular ascenso de los partidos peque?os no se debe simplemente al hecho de que a estos les suele ir mejor en las elecciones europeas. Si bien los partidos minoritarios tienden a obtener una prima de casi 4 puntos porcentuales en los comicios europeos, en esta ocasi¨®n ha sido de 20 puntos. Sin duda, algo de gran calado parece estar ocurriendo en nuestro sistema de partidos.
Si nos centramos en Catalu?a, los resultados deben interpretarse teniendo en cuenta el importante aumento de la participaci¨®n electoral. Hasta el domingo pasado, el ¨ªndice de participaci¨®n en Catalu?a en las elecciones europeas se situaba sistem¨¢ticamente por debajo de la media espa?ola. Esta tendencia se rompi¨® en el 25-M: por primera vez, los catalanes acudieron en mayor n¨²mero a las urnas que el resto de los espa?oles.
Este aumento de la participaci¨®n no responde a un repentino sentir europe¨ªsta de los catalanes. Al contrario, en los ¨²ltimos a?os el euroescepticismo ha crecido de forma muy notable en Catalu?a. Seg¨²n el CIS, desde 2009 el n¨²mero de catalanes que se manifiestan en contra de la UE se ha doblado. Por tanto, si un mayor n¨²mero de catalanes acudieron a su cita con las urnas, no se debi¨® en absoluto a una renovada confianza por Europa.
En realidad, la particular movilizaci¨®n del electorado catal¨¢n debe leerse en clave soberanista: fue precisamente en las comarcas m¨¢s nacionalistas donde m¨¢s creci¨® la participaci¨®n. Por ejemplo, la participaci¨®n en el Pla de l'Estany, donde el voto a partidos soberanistas en 2012 fue m¨¢s elevado, creci¨® 18 puntos. En cambio, el aumento de la participaci¨®n en las comarcas menos nacionalistas como el Baix Llobregat y la Vall d'Aran fue de 8 y 3 puntos respectivamente. Parece que el movimiento del dret a decidir encontr¨® en estas elecciones una oportunidad m¨¢s para expresarse y mostrar su fortaleza ante el Gobierno espa?ol y el resto de la UE.
A la hora de valorar los resultados, en Catalu?a es imprescindible tener en cuenta este sesgo soberanista en el aumento de la participaci¨®n. En efecto, existen poderosos indicios de que fueron los m¨¢s nacionalistas quienes m¨¢s se movilizaron en estos comicios. Es por este motivo que ser¨ªa precipitado extrapolar el hist¨®rico sorpasso d'ERC a CiU a unas eventuales elecciones auton¨®micas. A¨²n con ello, se mantiene la tendencia iniciada en 2012: los partidos m¨¢s extremos en la dimensi¨®n nacional siguen ganando terreno a los dos grandes partidos tradicionalmente moderados y transversales. La polarizaci¨®n electoral en Catalu?a sigue su camino.
Llu¨ªs Orriols es profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad de Girona
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