Un poblado rumano junto al lujo
Unas 60 personas viven en un solar de Moncloa frente a un concesionario de Rolls Royce
Una veintena de tiendas de campa?a improvisadas copan desde hace m¨¢s de un mes el descampado de la calle de Isaac Peral, entre Moncloa e Islas Filipinas, que pertenece a la Universidad Complutense. En la otra acera, un concesionario de lujo con modelos de Rolls Royce. En este paradigma de la desigualdad viven cerca de 60 rumanos que por el d¨ªa buscan limosna en las calles pr¨®ximas y por la noche conviven en unas condiciones higi¨¦nicas de las que han huido hasta los gatos.
¡°Son los mismos de siempre. Llevan a?os paseando y pidiendo dinero por el barrio¡±, asegura Teresa Garc¨ªa, estudiante de 17 a?os. ¡°Les he visto romper los contenedores de ropa usada que hay junto a la rotonda de San Francisco de Sales y llevan carros cargados de chatarra y muebles viejos¡±, a?ade. Los vecinos de la zona mostraron su malestar en oto?o de 2012 porque una veintena de ellos dorm¨ªa bajo los soportales de los antiguos laboratorios de la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz. Pedro Trenado, camarero del caf¨¦ Sicilia, se?ala lugares donde varios inmigrantes dorm¨ªan al raso el verano pasado con sus propios colchones: ¡°Llevaban un a?o m¨¢s tranquilos, pero ahora escuchas todos los d¨ªas a los vecinos quej¨¢ndose de que se pegan y se insultan entre ellos¡±.
La Complutense ha cedido el solar para edificios docentes
y de investigaci¨®n
Iuse¨ªn Al¨ª abre con soltura la maltrecha verja de aluminio que marca la entrada al solar, a menos de cinco metros de dos marquesinas de autob¨²s de la calle de Isaac Peral. ¡°Vinimos todos juntos aqu¨ª hace tres semanas. Nos conoc¨ªamos de Ruman¨ªa y de los parques por los que hemos estado en Madrid¡±, cuenta este campesino rumano de 45 a?os, que duerme en una tienda con su mujer y sale por el d¨ªa con su vaso de pl¨¢stico a pedir dinero. El interior est¨¢ plagado de envases inservibles. En la cuesta abajo hacia el coraz¨®n de este poblado en miniatura hay botellas vac¨ªas de cerveza y trozos de papel higi¨¦nico. En el techo de las tiendas hay ladrillos o cajas de pl¨¢stico para la fruta; por el suelo, unas peque?as cacerolas viejas y varios cubos de pl¨¢stico azules.
El olor que se intuye desde el exterior toma presencia. Todos est¨¢n pidiendo limosna fuera. Apenas queda una mujer resguardada de rodillas en su tienda cuando aparece un hombre que regresa de su b¨²squeda con una garrafa de agua en cada mano. ¡°Comemos lo que nos dan en las tiendas o en el supermercado, casi siempre alimentos fr¨ªos¡±, explica Al¨ª. Junto a una de las tiendas yacen dos piedras con cenizas que usan para hacer fuego, algo que alarma especialmente a los vecinos y que llev¨® a la polic¨ªa a advertirles de que no pueden hacer hogueras. En la parte m¨¢s alta del solar tambi¨¦n hay tiendas, pero el campesino se niega en¨¦rgicamente a subir a ellas.
¡°Vinimos juntos, nos conoc¨ªamos de los parques¡±, dice uno de los rumanos
¡°Hay muchos d¨ªas en los que la basura se acumula al lado de nuestras tapias. La monta?a alcanza varios metros y llega hasta el suelo de la calle¡±, asegura Isabel Navarro, vecina de la finca colindante. Esta mujer, de 60 a?os, cuenta c¨®mo los gatos que antes poblaban el descampado viven ahora en la zona cercada en la que reside. Junto a la acera de Isaac Peral hay dos envases de pl¨¢stico con agua abandonados y un saco de comida para gatos en el que a¨²n quedan varios kilos.
La situaci¨®n en el campamento se torna muy tensa los fines de semana. ¡°Hay discusiones entre ellos y esto no puede seguir as¨ª: es una situaci¨®n negativa tanto para nosotros como para ellos¡±, critica Navarro. Esta vecina asegura haber visto a dos personas dentro del poblado con un ordenador port¨¢til y una televisi¨®n. ¡°No s¨¦ de d¨®nde habr¨¢n sacado la luz¡±, se sorprende. Al¨ª lo niega: ¡°No ha habido incidentes violentos ente nosotros. Por la noche estamos muy cansados y lo ¨²nico que hacemos es dormir¡±. La gestora Castellana Management obtuvo el 10 de marzo la concesi¨®n de los terrenos para edificar instalaciones docentes y de investigaci¨®n. La ocupaci¨®n fue denunciada a las autoridades hace m¨¢s de dos semanas.
¡°La basura?se acumula al lado de nuestras tapias¡±, se queja una vecina
La zona est¨¢ especialmente transitada. Estudiantes y pacientes del Hospital Universitario San Carlos o de la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz llenan las calles. Muchos acaban se?alando el campamento. Sergio Fern¨¢ndez, boquiabierto, graba un v¨ªdeo. ¡°Yo tambi¨¦n soy inmigrante, pero esto es una falta de respeto al pa¨ªs en el que est¨¢s¡±, cuenta este argentino de 60 a?os. ¡°Cuando entraba al aparcamiento del hospital me he encontrado a un rumano pidi¨¦ndome dinero¡ Parece que te est¨¢n atracando¡±.
Ese hombre era Al¨ª, que tiene cuatro hijos en Ruman¨ªa a los que intenta mantener en la distancia. ¡°Vuelvo cuando puedo para darles dinero¡±, cuenta el agricultor, que no habla espa?ol, y traduce M¨®nica, dependienta de una tienda de alimentaci¨®n de la zona. ¡°No hacen nada malo. Vienen a por pan y pagan con centimillos, pero pagan¡±, cuenta esta rumana de 39 a?os. Su jefe le desmiente: ¡°?Aqu¨ª no compran nada!¡±.
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