La participaci¨®n en el 27-S
El aumento de participaci¨®n a ¨²ltima hora probablemente perjudicar¨¢ al independentismo
En unas declaraciones de la semana pasada, Xavier Garc¨ªa-Albiol aseguraba que el ¨¦xito del soberanismo depend¨ªa de que la participaci¨®n se quedara por debajo del 72% de los votos. Seg¨²n el candidato del PP, s¨®lo una participaci¨®n excepcional, incluso superior a la de las elecciones de 2012, podr¨ªa garantizar la derrota del independentismo. Dejando al margen las cifras concretas, que siempre resultan extremadamente arriesgadas, lo cierto es que la participaci¨®n puede volver a convertirse en uno de los principales protagonistas de la jornada electoral.
A¨²n no disponemos de demasiadas encuestas fiables, por lo que realizar cualquier pron¨®stico es algo precipitado. Sin embargo, quiz¨¢s pueda ayudarnos dirigir la mirada a lo que sucedi¨® en 2012. Las elecciones de ese a?o ya reflejaron la ruptura con algunos de los principales patrones que hab¨ªan caracterizado el comportamiento electoral de los catalanes desde hac¨ªa d¨¦cadas. Muchos de esos elementos de ruptura a¨²n perviven y muy probablemente marcar¨¢n de nuevo los resultados del 27-S.
El ¨¦xito sin precedentes de participaci¨®n en las auton¨®micas de 2012 se debi¨® en parte a la masiva movilizaci¨®n del independentismo. Desde entonces, este colectivo ha demostrado una capacidad excepcional para el activismo, tanto por realizar actos de participaci¨®n masiva como por la a¨²n m¨¢s dif¨ªcil tarea de mantener una movilizaci¨®n casi permanente a lo largo de tres a?os. No hay duda de que la experiencia vivida estos a?os en Catalu?a a favor de la independencia representa un hito de los movimientos sociales no s¨®lo en nuestro pa¨ªs sino tambi¨¦n en Europa.
Sin embargo, la elevada participaci¨®n en 2012 no se debi¨® ¨²nicamente a la movilizaci¨®n del sector independentista. Otro elemento crucial fue la pr¨¢ctica extinci¨®n de una ¡°especie¡± hasta entonces muy presente en el ecosistema electoral catal¨¢n: el abstencionista diferencial.
Este tipo de votante se caracterizaba por abstenerse en las elecciones auton¨®micas a pesar de votar en las elecciones generales (de ah¨ª el adjetivo ¡°diferencial¡±) y eran particularmente abundantes entre los castellanoparlantes, con identidad espa?ola o mixta y partidarios del Estado de las Autonom¨ªas. En definitiva, se trataba de un electorado que tradicionalmente formaba parte de la ¨®rbita del PSC y que, por ende, su abstenci¨®n beneficiaba al nacionalismo catal¨¢n.
Pero 2012 fue distinto. Los abstencionistas diferenciales, animados por la excepcional coyuntura que vive Catalu?a, decidieron que en esta ocasi¨®n s¨ª val¨ªa la pena ir a votar. Ello no s¨®lo propici¨® un ¨¦xito de participaci¨®n sin precedentes, sino que tambi¨¦n desinfl¨® la victoria que las encuestas auguraban inicialmente a CiU.
?Debemos esperar algo similar en las elecciones del 27-S? No hay duda de que el sector soberanista acudir¨¢ a su cita con las urnas de forma masiva al igual que lo hizo tres a?os atr¨¢s. El entusiasmo participativo de este colectivo ya deber¨ªa garantizar un 27-S altamente concurrido. Sin embargo, la inc¨®gnita volver¨¢ a ser el comportamiento del electorado m¨¢s flotante, como el abstencionista diferencial, que vota muy influido por el contexto pol¨ªtico y que, por su perfil, tender¨¢ a beneficiar a las fuerzas no soberanistas.
Las encuestas indican que en 2012 el aumento de participaci¨®n a ¨²ltima hora perjudic¨® los intereses del bloque independentista. Seg¨²n el CIS, el apoyo a CiU entre los que decidieron su voto durante la campa?a electoral se reduc¨ªa a pr¨¢cticamente la mitad con respecto a los votantes que ya ten¨ªan decido su voto. En cambio, en el caso de Ciutadans ocurri¨® lo opuesto: el apoyo a la formaci¨®n de Albert Rivera se multiplic¨® por dos entre estos votantes de ¨²ltima hora.
Las escasas encuestas publicadas apuntan que el colectivo no independentista (tradicionalmente m¨¢s abstencionista) llega a esta campa?a electoral tan o incluso m¨¢s animado a ir a votar que tres a?os atr¨¢s. En este sentido, hay indicios de que puede repetirse un escenario de alta participaci¨®n no s¨®lo entre los soberanistas sino tambi¨¦n entre los que no lo son.
La publicaci¨®n de encuestas durante estas semanas de septiembre permitir¨¢ calibrar mejor si realmente se repetir¨¢n los patrones que marcaron los comicios auton¨®micos de 2012. Aunque la escasa evidencia que tenemos perfila un escenario favorable a que as¨ª sea, deberemos estar atentos durante las pr¨®ximas semanas. Al igual que ocurri¨® en las pasadas elecciones, aumentos de participaci¨®n en el ¨²ltimo momento ir¨¢n muy probablemente en detrimento de los intereses del independentismo. En esto, Albiol tiene raz¨®n.
Lluis Orriols es profesor de ciencia pol¨ªtica en la Universidad Carlos III de Madrid.
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