El carb¨®n se resiste a morir en Madrid
El consumo del mineral lleva pr¨¢cticamente estancado en la capital desde 2011, con al menos 574 calderas en uso para calefacci¨®n de viviendas
¡°Cuidado con la cabeza¡±, advierte Mario Calzado antes de enfilar las escaleras que conducen al s¨®tano de un antiguo y bonito edificio de la calle de Santa Engracia, en el coraz¨®n del distrito de Chamber¨ª. Mario se ha encargado de encender la calefacci¨®n de la vivienda todos los d¨ªas (s¨¢bados y domingos incluidos) durante los meses de invierno desde 1973. Conoce esos pelda?os y sus peligros de memoria.
Abajo, el escenario parece sacado de un cuento de Dickens. 6.000 kilos de carb¨®n se reparten de forma irregular ocupando la mitad del suelo tiznando todo de negro. Una pala con muchos a?os de vida aguarda en una esquina, dispuesta a alimentar cuando le ordenen la caldera, de hierro fundido y tambi¨¦n con aspecto de tener dos siglos de vida. Mario abre la puerta para que veamos sus tripas: pelotillas de carb¨®n brillan encendidas. ?De verdad estamos en 2018?
En la capital sigue habiendo 574 calderas de carb¨®n que proporcionan calor a una parte de sus vecinos, seg¨²n los datos del Ayuntamiento. Lo m¨¢s grave es que desde 2011 sigue pr¨¢cticamente estable el carb¨®n que consumen, que solo se ha reducido desde ese a?o en 5.000 toneladas. En 2017 consumieron un total de 24.659 toneladas frente a las 95.603 de 1999. Javier Andaluz, coordinador de energ¨ªa y cambio clim¨¢tico de Ecologistas en Acci¨®n, aporta un dato: en 2006 1.900 calderas en la capital, casi cuatro veces m¨¢s. Los datos del Ayuntamiento no coinciden con los de la Comunidad, que en su Balance Energ¨¦tico de 2016 recoge la existencia de 404 calderas de carb¨®n en toda la regi¨®n, capital incluida.
El carb¨®n, adem¨¢s de ser un recurso no renovable, presenta un problema que pocos ignoran: su alta capacidad contaminante. Emite el doble de di¨®xido de carbono que el gas natural, genera dos veces m¨¢s ¨®xidos de nitr¨®geno y emite entre 70 y 1.500 veces m¨¢s de di¨®xido de azufre.
Calzado es carbonero de toda la vida: ¡°48 a?os y medio¡±, afirma. Empez¨® a trabajar con su padre, tambi¨¦n calderero, el a?o en que la familia lleg¨® a Madrid desde Carrera de Ruecas, Madrigalejo, C¨¢ceres, a los 14 reci¨¦n cumplidos. Tantos a?os de entrega le han permitido jubilarse hace una semana, con 63 a?os. ¡°Me sale a cuenta descansar ya¡±, se justifica. Lleva una semana jubilado, desde el pasado 26 de febrero, y ya tiene cosas que decir sobre sus sustitutos: ¡°Este carb¨®n est¨¢ mal echado¡±, dice torciendo el morro mientras muestra las ascuas encendidas. ¡°No est¨¢ bien repartido. En fin¡¡±.
En el edificio se nota que la calefacci¨®n es de carb¨®n nada m¨¢s entrar. Un agradable calor lo impregna todo. Seg¨²n Rosa Mar¨ªa, la vecina del edificio que nos ha invitado a conocer su sistema de calefacci¨®n y que pide que no demos su apellido, el carb¨®n es lo mejor del mundo. ¡°Da mucho calor y no se acaba. Mientras haya ascuas sigue estando todo calentito¡±. Mario le da la raz¨®n y resume su amor por este mineral en un periquete: ¡°Entre un cocido hecho con carb¨®n y otro hecho con gas natural, puf, no hay color¡±.
En la combusti¨®n, el carb¨®n emite el doble de di¨®xido de carbono que el gas natural
?l tambi¨¦n vive en Chamber¨ª. ¡°Y no fue f¨¢cil lograrlo¡±, se?ala. ¡°He trabajado mucho. Para lograr comprar una vivienda en este barrio hay que echar cantidad de horas. Me he despertado todos los d¨ªas de la semana antes de las cuatro de la ma?ana. De vacaciones, 15 d¨ªas al a?o. En este sector no hay convenio. El verano en que compr¨¦ el piso encend¨ª 32 calderas de agua caliente. ?32 diarias! ?Te haces a la idea de lo que es eso?¡±.
En los ¨²ltimos meses antes de jubilarse encend¨ªa las calderas de nueve edificios, lo que le proporcionaba unos ingresos de 1.600 euros, dinero que redondeaba con la empresa de su mujer, que surte a varios edificios de conserjes y del servicio de limpieza. ¡°He sido siempre previsor¡±, resume. ¡°Con dos cosas, por si acaso fallaba una de ellas¡±.
Desde enero de 2012, en Espa?a est¨¢ prohibido instalar calderas de carb¨®n nuevas o reformar las existentes, pero se permite que las que funcionan lo sigan haciendo. La Comunidad de Madrid cuenta con planes dirigidos a comunidades de propietarios, particulares y empresas, ¡°con el fin de mejorar la eficiencia energ¨¦tica, renovar infraestructuras obsoletas y luchar contra el cambio clim¨¢tico¡±. Uno de ellos es el Plan Renove de Salas de Calderas, que trata de incentivar que los edificios con salas de calderas de gas¨®leo o carb¨®n pasen a usar gas natural para su calefacci¨®n centralizada, instalando nuevas calderas de condensaci¨®n, capaces de obtener un mayor aprovechamiento del combustible.
A la pregunta de por qu¨¦ no se han sumado al cambio, Rosa Mar¨ªa responde r¨¢pidamente: ¡°Los vecinos lo hemos hablado muchas veces: es car¨ªsimo cambiarla y no nos compensa¡±, empieza. ¡°Yo soy la m¨¢s antigua del edificio, pero han entrado muchas parejas j¨®venes que piensan igual. Valoramos cambiar el carb¨®n por materiales biodegradables, pero necesitas tambi¨¦n que alguien cargue, ocupan mucho espacio y, sobre todo, no proporcionan tanto calor. A nosotros, el carb¨®n nos beneficia¡±, sostiene, aunque tambi¨¦n admite que la situaci¨®n no puede alargarse mucho m¨¢s. ¡°Va a llegar un momento en que el gobierno no subvencione el carb¨®n y dejar¨¢ de interesarnos, adem¨¢s de que no habr¨¢ d¨®nde comprar¡±, reconoce. La Comunidad informa de que, en esta legislatura, el Plan Renove ha conseguido que se sustituyan 229 calderas (de gas¨®leo y carb¨®n) en la regi¨®n. Ahora ultiman los detalles del Plan Renove de 2018.
A Calzado ni le entristece ni le alegra el fin de su oficio. Por suerte, sus hijos no se dedican a esto. Si se le comenta que el carb¨®n contamina, esponde que est¨¢ convencido de que el carb¨®n espa?ol contamina infinitamente menos que el extranjero, que es el que se vende para las calderas de edificios de vecinos y que no le gusta nada. Mario, por cierto, tiene en su casa un sistema de calefacci¨®n individual que funciona con gas natural. ¡°Pero si hubiese podido, habr¨ªa puesto una de carb¨®n, por supuesto¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.