As¨ª era Lavapi¨¦s en los ochenta
Una exposici¨®n fotogr¨¢fica de Mariv¨ª Ibarrola en el Espacio Encuentro Feminista recuerda el pasado del barrio
Es como si se estuviera representando una obra diferente sobre la misma escenograf¨ªa. Los usos y las gentes van cambiando, casi ya no se reconocen, pero Lavapi¨¦s (la ciudad) permanece como tel¨®n de fondo de las m¨¢s diversas de las vidas. Esa se?ora que se ve amenazada por las temibles fauces de una excavadora cuando, en 1985, cambiaron los adoquines de la calle de Mes¨®n de Paredes, parece sacada de otro mundo. En la misma calle, un ni?o juega montado en un caballito de juguete y una cabra se encarama en la escalerilla, porque entonces hab¨ªa cabras equilibristas por las calles.
Permanecen congelados en De Lavapi¨¦s a la Cabeza, exposici¨®n fotogr¨¢fica y proyecto editorial de Mariv¨ª Ibarrola (N¨¢jera, 1956) que se puede ver en Espacio Encuentro Feminista (Ribera de Curtidores, 2) hasta el 31 de mayo. ¡°Cuando llegu¨¦ a Lavapi¨¦s como estudiante, a finales de los a?os setenta, ven¨ªamos todos de provincias y nos asent¨¢bamos aqu¨ª, ni siquiera hab¨ªa llegado la inmigraci¨®n de los a?os noventa¡±, dice Ibarrola, ¡°aqu¨ª conviv¨ªan las costumbres m¨¢s conservadoras con las vanguardias¡±. En efecto, en sus fotos, todas sacadas durante la d¨¦cada de los a?os ochenta, se ve un Madrid en blanco y negro, populachero, quiz¨¢s provinciano, pero lleno de vida. Lo silvestre urbano predominaba antes de los tiempos del hiperdise?o. Fue, por cierto, la ¨¦poca en la que se rod¨® en el barrio la pel¨ªcula Bajarse al moro, de Fernando Colomo.
En la plaza de Lavapi¨¦s, la boca de metro todav¨ªa ocupaba un lugar central y no esquinado, el cine Olimpia se levantaba en el espacio que ahora ocupa el Centro Dram¨¢tico Nacional (CDN) y las chimeneas de la F¨¢brica de Tabacos (hoy, el espacio autogestionado La Tabacalera) todav¨ªa echaban humo: ¡°Era una pestilencia¡±, recuerda la fot¨®grafa. Las largas hileras de votantes en las elecciones de 1982 se arremolinaron en la misma plaza. La amenaza de la gentrificaci¨®n y la turistificaci¨®n quedaba a¨²n muy lejos.
La exposici¨®n se complementa con testimonios escritos de vecinos, artistas, propietarios de comercios que todav¨ªa resisten como la poller¨ªa El Murciano (que lleg¨® a vender 450 pollos en seis horas), Jos¨¦ Luis y sus Chaquetillas, Muelles Ros o Bodegas Alfaro o miembros de bandas como Cucharada o Los B¨®lidos. Testimonios que, junto a las im¨¢genes, formar¨¢n un libro que Ibarrola prepara. Otra de sus publicaciones es Yo dispar¨¦ en los 80 (Munster), que recoge sus fotos sobre la Movida. ¡°Pero con esta exposici¨®n tambi¨¦n quiero mostrar que no todo era Movida en los a?os ochenta¡±, explica la fot¨®grafa; ¡°tambi¨¦n nos rodeaban farmacias, pescader¨ªas, okupas, artesanos y, como se ve, coches aparcados por todas partes¡±.
La parte m¨¢s art¨ªstica se ve en la fotograf¨ªa de los miembros del grupo Siniestro Total en La F¨¢brica Magn¨¦tica (la discogr¨¢fica que estaba donde ahora est¨¢ la escuela de interpretaci¨®n de Cristina Rota) o en los artesanos de la corrala de la calle de la Cabeza. Entre los edificios emblem¨¢ticos del barrio se encuentra la corrala de Miguel Servet, entonces muy deteriorada y cubierta por un bosque de antenas de televisi¨®n, o las Escuelas P¨ªas, cuya reforma ha mantenido la c¨²pula ruinosa desde la Guerra Civil y donde posa un hombre vestido de duende. ¡°Me guardo un mont¨®n de fotos del interior de las casas, donde se ven un mont¨®n de cosas b¨¢rbaras y divertidas¡±, dice Ibarrola.
Centros okupas
Aunque el auge del movimiento social y pol¨ªtico tendr¨ªa lugar en los a?os noventa, en los ochenta ya se le¨ªan en las paredes lavapieseras grandes pintadas contra el paro y los centros sociales okupados tuvieron su pionero en los ¡°ocupas¡± (no hab¨ªa llegado la ka) de Amparo, 83, que, en 1985, tomaban el espacio y colocaban un cartel que dec¨ªa: ¡°Ocupamos porque estamos hartos de estar tirados en la calle sin hacer nada¡±. M¨¢s abajo, otro cartel reza: ¡°Necesitamos un serrucho para hacer mesas¡±. La problem¨¢tica de las drogas se hace patente en la fotograf¨ªa de una farmacia, en cuyo escaparate se lee: ¡°No tenemos estupefacientes¡±.
¡°Desde los ochenta el barrio ha cambiado mucho, vinieron tiempos duros, hubo problemas de drogas en la zona¡±, relata Ibarrola, que todav¨ªa vive aqu¨ª; ¡°luego el barrio se ha rehabilitado mucho, hay que agradec¨¦rselo a la lucha de las asociaciones vecinales, hasta convertirse para muchos en un lugar id¨ªlico en el que quieren vivir, un casco hist¨®rico cerca del centro... Lo malo es que parece que en esta situaci¨®n muchos otros molestan¡±.
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