¡°Las paredes me com¨ªan en casa y fui a ayudar¡±
Roc¨ªo Mart¨ªn, informadora tur¨ªstica de Barcelona, acudi¨® por la noche a La Rambla a hacer de int¨¦rprete con los turistas
"Ten¨ªa d¨ªa libre. Comparto piso en la calle Bruc, con Casp, en Barcelona, con dos amigas, Susi y Nuri, que son ya como hermanas. Fuimos a Igualada a ver al sobrino de una de ellas que hab¨ªa nacido meses atr¨¢s. Tengo a mi familia en Granada y me gust¨® mucho ese d¨ªa tan familiar. El atentado nos pill¨® en el autob¨²s 45, de vuelta a casa. La radio estaba puesta y o¨ªmos que hab¨ªa pasado algo en el centro. El tr¨¢fico se cort¨® y el conductor se detuvo en Pau Claris con Consell de Cent y nos dijo que baj¨¢ramos, que no pod¨ªa seguir. Las noticias eran a¨²n confusas. Imaginamos lo peor.
El dif¨ªcil viaje a Budapest
Roc¨ªo Mart¨ªn (Granada, 1986), trabajadora de Turismo de Barcelona y licenciada en Bellas Artes, recibi¨® el premio anual de la Asociaci¨®n European Cities Marketing que distingue a un informador tur¨ªstico por una tarea excepcional. Animada por su jefa, Romina Sans, Roc¨ªo envi¨® su solicitud y gan¨® asistir una semana de octubre a un congreso del ramo en Budapest. No fue un viaje f¨¢cil. ¡°Tuve sentimientos encontrados. No hab¨ªa estado en Hungr¨ªa y era una oportunidad. Me pusieron un gu¨ªa para mi sola, asist¨ª al congreso y conoc¨ª la ciudad pero el premio me lo dieron por lo que pas¨®¡±, dice. ¡°Me cost¨® asimilarlo. Era la sensaci¨®n de no saber si fue algo bueno¡±.
Todo el mundo sali¨® mirando el m¨®vil. Circulaban fotos. Ya se palpaba el agobio. La energ¨ªa negativa. Y el p¨¢nico. R¨¢pidamente fuimos r¨¢pido a casa y empezamos a recibir mensajes. La noticia corri¨® y los primeros en llamarme fueron mis padres. Soy informadora tur¨ªstica de Turismo de Barcelona y tenemos, entre muchas otras, oficinas en el Mirador de Col¨®n, en la Sagrada Familia y en la plaza de Catalunya. Paso muchas horas all¨ª. Y empec¨¦ a pensar en la gente y en mis compa?eros. Durante meses, se han seguido sobresaltado ante cualquier estruendo.
Estuvimos toda la tarde viendo las noticias por la tele y los m¨®viles.Yo hablo ingl¨¦s, italiano, algo de franc¨¦s y catal¨¢n, que aprend¨ª cuando en 2011 llegu¨¦ a Barcelona para hacer un m¨¢ster de gesti¨®n tur¨ªstica de patrimonio natural y cultural. En las oficinas solemos a ayudar a los polic¨ªas como traductores y empec¨¦ a sentir la necesidad de colaborar. Lleg¨® un momento en que las cuatro paredes de mi casa me estaban comiendo. Me ahogaba la ansiedad. Y en un arrebato, les dije a mis amigas que me iba. ¡°?No vayas!¡±, me gritaron. Pero no les hice caso. Me fui a las 21.00 con la duda de si podr¨ªa llegar a la plaza de Catalunya. Tard¨¦ unos 10 minutos. La calle, en pleno agosto, estaba sorprendentemente vac¨ªa. Cuando llegu¨¦, un urbano me cort¨® el paso. La estaban desalojando y el acceso a Las Ramblas era infranqueable. Vi a turistas a los que estaban evacuando. As¨ª que le ense?¨¦ al guardia el DNI y mi carnet de Turismo de Barcelona y le dije que quer¨ªa colaborar. 'Ahora mismo necesitamos cualquier tipo de ayuda', me confes¨®. La cara le cambi¨® como si hubiera visto un ¨¢ngel. Estaban desbordados.
Fui cortando por las callejuelas del G¨°tic hasta la calle Cardenal Casanyes a la altura del Pla de l¡¯Os. Hab¨ªa unas vallas y decenas de personas apostadas. Recuerdo a una pareja inglesa, descompuesta, con dos ni?os peque?os; unos abuelos que necesitaban su medicaci¨®n; unos j¨®venes que ten¨ªan que ir al hotel a recoger sus cosas porque sal¨ªa su avi¨®n y otros que simplemente quer¨ªan recuperar su moto. Mi jefa tambi¨¦n estaba. Ten¨ªamos una oficina en el antiguo Museo del Jam¨®n y cre¨ªamos que algunos compa?eros a¨²n estaban all¨ª encerrados con algunos turistas. Tengo una frase suya grabada: 'Hasta que todos mis ni?os no est¨¦n en casa no me voy de aqu¨ª'.
La furgoneta segu¨ªa sobre el mosaico de Mir¨®. No quer¨ªa ni mirar. Los forenses aun trabajaban. Me qued¨¦ hasta las 3.00. No tuve miedo pero cuando volv¨ª a casa, caminando, me relaj¨¦. O mejor dicho: empec¨¦ a ser consciente. No hab¨ªa nadie. No me cruc¨¦ con nadie. Y pens¨¦: 'Pero ?qu¨¦ hago aqu¨ª? Pero ?Qu¨¦ estoy haciendo? Creo que el conductor de la furgoneta segu¨ªa huido. Me cundi¨® el p¨¢nico y not¨¦ un dolor en el pecho.
Tard¨¦ semanas en volver a Las Ramblas. Tampoco es uno de mis lugares favoritos. No fui a poner velas ni flores y aunque trabajo en turismo en el Mirador de Col¨®n las evit¨¦ yendo en bicicleta por otros lugares. El d¨ªa siguiente al atentado fue horrible. El peor d¨ªa de trabajo de mi vida. Dorm¨ª poco y estuve en la Sagrada Familia. Guardamos un minuto de silencio pero recuerdo mucha tensi¨®n: hubo turistas que nos dieron el p¨¦same pero otros que nos increparon porque el servicio del Bus Tur¨ªstic no hab¨ªa funcionado con normalidad. Me suelo mover en bici y al salir del trabajo, cuando llegaba a casa, me empez¨® a faltar el aire. Nada m¨¢s entrar, en cuanto cerr¨¦ la puerta, tal cual, me desplom¨¦ y, no fue esa la ¨²nica vez, romp¨ª a llorar".
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