El escenario m¨¢s grande de Madrid
Este domingo finaliz¨® la programaci¨®n para conmemorar los cuatro siglos de la plaza Mayor, con casi un mill¨®n de asistentes desde 2017
La ¨²nica vez que Celia Blanco ha vivido una situaci¨®n de peligro en el principal coso capitalino, un vecino intervino y se qued¨® en un susto. ¡°Se me acerc¨® un tipo con malas intenciones. Por suerte somos una pi?a. Vivimos pocos aqu¨ª¡±, dice la periodista, mudada a la plaza Mayor hace cuatro a?os. Son 50 residentes. El resto, pisos tur¨ªsticos. Este lugar ha cambiado mucho en 400 a?os, desde que fuera un lago donde los monarcas cazaban patos.
El Ayuntamiento program¨®, en 2017, 38 actividades para rendirle homenaje en esta efem¨¦ride secular, por la que han pasado unas 800.000 personas y que culmin¨® este fin de semana como empez¨®, con lo m¨¢s espectacular del cartel: un v¨ªdeo mapping en el que potentes proyectores convierten los cuatro flancos de la plaza en pantallas donde se repasa su historia en un relato audiovisual arrollador. ¡°La otra vez se qued¨® mucha gente sin verlo¡±, explica la directora general de Intervenci¨®n de Paisaje Urbano y Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Madrid, Marisol Mena. Por eso esta vez previeron tres sesiones, del viernes al domingo.
En estos siglos de coronaciones, mercados, fiestas goyescas y corridas de toros, el centro neur¨¢lgico de la capital ha sido un testigo paciente de la evoluci¨®n de una villa medieval mutada en una de las metr¨®polis m¨¢s pobladas de Europa. Fue Felipe II quien decidi¨® darle empaque en el siglo XVI, el arquitecto Juan de Herrera quien la pens¨® como la conocemos hoy, y la Casa de la Panader¨ªa, la primera edificaci¨®n orgullosa de la plaza. A¨²n hoy, luce su fachada policrom¨¢tica ante el babel de nacionalidades que ocupan las terrazas donde, en estos dos ¨²ltimos a?os, se ha podido hacer mucho m¨¢s que tomar ¡°un relajante caf¨¦ con leche¡±.
Desenfreno barroco
Por ejemplo, participar de la recreaci¨®n de los desfiles festivos y religiosos que se celebraban por las calles de la capital durante los siglos XVII y XVIII y que en octubre de 2017 se plasmaron en un desenfreno barroco desde el Palacio Real hasta la propia plaza Mayor, despu¨¦s de inundar el Madrid de los Austrias. O revivir los 16 d¨ªas durante los cuales el pueblo de Madrid se levant¨® contra las tropas sublevadas en 1936 a trav¨¦s de fotograf¨ªas, carteles, pel¨ªculas y documentos in¨¦ditos. O disfrutar de la exposici¨®n de la Escuela Superior de Dise?o, otra cita cultural en la que se puso en valor la tipograf¨ªa madrile?a, y se identific¨® el relato iconogr¨¢fico y la se?al¨¦tica de los comercios de la plaza Mayor y sus alrededores. O aprovechar que el Ayuntamiento la convirti¨® en un escenario m¨¢s de sus programaciones de Semana Santa, Fiestas de San Isidro, Veranos de la Villa, el D¨ªa de la Mujer, y Carnavales, con conciertos, representaciones y hasta bailes de m¨¢scaras, sin olvidar el d¨ªa en que se convirti¨® en diana de un bombardeo de poemas que inauguraron el Festival de Poes¨ªa de Matadero Madrid. ¡°Ver tocar a Coque Malla o a Manu Chao desde mi balc¨®n fue una experiencia incre¨ªble¡±, recuerda Blanco, y a?ade: ¡°No solo por los conciertos. Sino por ver la plaza llena de gente disfrutando de buena m¨²sica sin tener que pagar. Hay que llevar la m¨²sica a las plazas. No debe restringirse a recintos a los que solo pueden acceder quienes se pueden permitir pagar una entrada¡±.
Una de las iniciativas que m¨¢s calaron tuvo poco de inspiraci¨®n ancestral; m¨¢s bien al contrario, conllevaba buenas dosis de vanguardia. El artista urbano SpY realiz¨® una instalaci¨®n que, precisamente, rehu¨ªa lo urbano: sembr¨® la plaza Mayor con c¨¦sped natural (un c¨ªrculo de setenta metros de di¨¢metro) que los viandantes aprovecharon para solazarse echados bajo el sol de la tarde o, sencillamente, experimentando la in¨¦dita sensaci¨®n de caminar sobre blando en el cementoso epicentro de la ciudad. ¡°Llevo en Madrid unos cuantos a?os ya, pero fue la primera vez que me invadi¨® una sensaci¨®n de que la ciudad era nuestra, de los que vivimos en ella. De pronto, pod¨ªamos tumbarnos sobre esos adoquines normalmente atiborrados de gente y de comercios, que se hab¨ªan convertido en una zona de hierba despejada. Y lo mejor: nadie nos llamaba la atenci¨®n¡±, recuerda Carlos del Amo, programador de p¨¢ginas web, y sigue: ¡°Fue un espejismo. Pero reconfortante¡±. Eso era justo lo que pretend¨ªa SpY: ¡°Hacer c¨®mplices a los transe¨²ntes con su propia ciudad. Representaciones como estas hacen artistas a los ciudadanos, y ciudadanos a los artistas; dan apertura a la sorpresa, al encuentro, a la reflexi¨®n¡±.
Este domingo terminaron las celebraciones del 400 cumplea?os de la plaza Mayor. Tal vez no vuelvan a vivirse experiencias tan inesperadas, pero el prolongado cumplea?os deja felices secuelas: la Feria de Editoriales y Librer¨ªas, surgida de esta iniciativa municipal, seguir¨¢ celebr¨¢ndose una vez al a?o. Tambi¨¦n otras menos tangibles a corto plazo. ¡°Nuestra intenci¨®n va m¨¢s all¨¢ de la mera celebraci¨®n¡±, dice Mena: ¡°La plaza es de los madrile?os. Ese era el mensaje que quer¨ªamos dar¡±.
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