La muerte de ¡®Yako¡¯ tambi¨¦n ten¨ªa un precio
El juzgado de lo Penal n¨²mero 2 de Santiago condena a dos hombres a un a?o de prisi¨®n por colgar, apalear y disparar a un pastor alem¨¢n en A Pobra
Matar a un perro sigue costando poco, pero al menos en Galicia ya empieza a tener un precio. La tortura de Yako, un pastor alem¨¢n que fue colgado en su propia vivienda, apaleado y acribillado a perdigonazos el 16 de noviembre de 2015, tambi¨¦n va a salir cara, aunque solo sea por las costas procesales que tendr¨¢n que pagar los autores. El mi¨¦rcoles la juez de lo Penal n¨²mero 2 de Santiago, Elena Fern¨¢ndez Curr¨¢s, sum¨® esta nueva sentencia condenatoria a la escasa colecci¨®n de decisiones judiciales que han castigado hasta ahora el maltrato animal en la comunidad. Un padre y un hijo de Santa Cruz (A Pobra do Carami?al, A Coru?a) han sido condenados a un a?o de prisi¨®n y tres de inhabilitaci¨®n para cualquier tipo de actividad con animales, adem¨¢s de al pago de las costas, incluidas las de la acusaci¨®n popular que ejerci¨® el grupo animalista Vox ?nima, por la brutal muerte de Yako, el perro de la casa. Se trata de una de las condenas m¨¢s rotundas que se han dictado hasta ahora en alg¨²n juzgado gallego.
Un vecino denunci¨® los hechos, y su valent¨ªa fue clave para que la investigaci¨®n abierta en el juzgado de Instrucci¨®n 3 de Ribeira acabase traduci¨¦ndose en una condena, que sin embargo todav¨ªa se puede recurrir y no alcanza por completo las aspiraciones de la acusaci¨®n. La fiscal¨ªa y la abogada de Vox ?nima, Mar¨ªa de los ?ngeles Horta, ped¨ªan 18 meses de c¨¢rcel, el escaso margen que les permit¨ªa la ley y que ni siquiera es suficiente para que los condenados lleguen a ingresar realmente en prisi¨®n. Por su parte, la defensa de estos vecinos de la comarca do Barbanza exig¨ªa la libre absoluci¨®n por no considerarlos "autores de delito alguno".
Probablemente eso mismo, que no comet¨ªan ning¨²n delito penado por la ley, pensaban A.R.V. y su hijo S.R.H. el d¨ªa que decidieron castigar hasta la muerte a Yako el pastor. Aunque cuando irrumpi¨® en la casa la Guardia Civil trataron de ocultar los hechos con una serie de mentiras contradictorias que ni los agentes ni la juez creyeron. La magistrada considera probado que sobre las seis y media de la tarde del 16 de noviembre de 2015 el padre golpe¨® con un objeto contundente al can del que era due?o su hijo, en presencia de este, que ni siquiera trat¨® de impedirlo. El vecino de la casa de al lado se asom¨® a la ventana al oir los gemidos del perro y vio al animal colgado en el cobertizo, mientras su verdugo lo golpeaba. Sali¨® a increparlo y entonces, seg¨²n ¨¦l, el acusado dej¨® de apalear al animal y lo "ocult¨®". Despu¨¦s de aquel d¨ªa nadie m¨¢s volvi¨® a ver vivo a Yako, y su supuesto cad¨¢ver "en avanzado estado de descomposici¨®n" apareci¨® enterrado cerca de la autov¨ªa AG-11, a 1,4 kil¨®metros de la casa de sus due?os, el 9 de diciembre de aquel a?o.
La necropsia del cuerpo del perro fue reveladora. Yako no solo hab¨ªa sido colgado y apaleado antes de morir con enorme sufrimiento, sino que la causa m¨¢s probable de su fallecimiento era una "fractura cervical por el impacto de perdigones disparados a muy poca distancia". A pesar del deterioro del cad¨¢ver, los veterinarios descubrieron un hematoma en el lado izquierdo del cuello; la fractura de las v¨¦rtebras 4, 5 y 6, donde aparecieron incrustados perdigones; otro "hematoma severo en la tr¨¢quea y el es¨®fago"; y uno m¨¢s "a nivel dorsal de las costillas".
Las pruebas circunstanciales, las flagrantes contradicciones en el relato de los parientes y el testimonio "claro y contundente" del vecino no dejan lugar a dudas a la juez del Penal n¨²mero 2: considera a A.R.V. y S.R.H. autores de un delito de maltrato animal aunque solo el primero fuese visto con la vara en la mano. No obstante ha decidido absolver a la esposa y madre, respectivamente, de los condenados, que tambi¨¦n estaba en la casa y supuestamente encubri¨® el delito cuando llegaron los guardias civiles. La magistrada entiende que la mujer no ten¨ªa "capacidad para impedir lo que estaba haciendo su marido".
Cuando el vecino grit¨® a los condenados para que dejasen de maltratar al perro, estos "no le negaron" que lo estuviesen apaleando. En su lugar, trataron de justificar su acci¨®n dici¨¦ndole que el pastor alem¨¢n hab¨ªa mordido al hijo en el brazo. Pero el hombre avis¨® a la polic¨ªa y esta alert¨® a la Guardia Civil.
Los agentes llegaron tan r¨¢pido que a la familia no le dio tiempo de borrar las huellas del delito. En el lugar donde el perro hab¨ªa estado colgado hab¨ªa una gran mancha de sangre y restos de pelo. Tambi¨¦n un trozo de madera roto y ensangrentado. El hombre improvis¨® una respuesta: cont¨® a los investigadores que hab¨ªa "sacrificado un gallo" para comer, pero en la mancha de sangre "no hab¨ªa plumas", sino pelos. Adem¨¢s, ni ¨¦l ni su esposa pudieron ense?ar el ave muerta, a pesar de que uno de los c¨®nyuges dijo que estaba "en la nevera" y el otro, "en un capacho". El perro no estaba, contaron tambi¨¦n, porque hab¨ªa "desaparecido". Pero mientras el padre aseguraba a los agentes que Yako faltaba desde hac¨ªa "unos d¨ªas", el propietario del can contaba que se hab¨ªa marchado aquella misma tarde.
La sentencia recoge tambi¨¦n que la familia insist¨ªa en conducir a los agentes a la salida por dentro de la casa, en un intento de que los guardias civiles no descubrieran otro rastro alargado de sangre que penetraba hasta el garaje. Pod¨ªa ser consecuencia del arrastre del pesado cad¨¢ver del can, o bien de la rueda ensangrentada de una carretilla. A los dos d¨ªas, los investigadores regresaron al lugar para inspeccionar el coche. Al levantar la alfombrilla que hab¨ªa puesta en el maletero (y que no se correspond¨ªa con el modelo original del veh¨ªculo) hallaron m¨¢s manchas de sangre en el anclaje del cierre de la puerta; una zona, explica la magistrada, dif¨ªcil de limpiar.
Yako no "apareci¨® muerto en una cuneta, atropellado o en cualquiera de las formas en que cabr¨ªa pensar que puede aparecer un perro perdido o abandonado", destaca la juez Fern¨¢ndez Curr¨¢s. "Lo que s¨ª se encontr¨®, 23 d¨ªas despu¨¦s de la escena presenciada por el testigo, fue a un perro enterrado". A pesar del estado de descomposici¨®n, las fotos del can vivo y muerto han sido suficientes para hacer un estudio "comparativo" que a la magistrada le sirve para confirmar que es el mismo perro. "Coincide en la morfolog¨ªa de sus patas, pezu?as, muslo, hocico, tama?o, raza y pelo con las de Yako", enumera la sentencia, y tambi¨¦n los vecinos que conoc¨ªan al guardi¨¢n de la casa y vieron el cad¨¢ver dan fe de ello.
"El inicial maltrato del animal con un objeto contundente presenciado por el testigo concluy¨® con la muerte del perro con un arma, hechos estos que revisten los caracteres del delito del art¨ªculo 337.1, 2 y 3 del C¨®digo Penal", zanja el fallo judicial. El padre es, para la acusaci¨®n y ahora para la magistrada, "autor material y dominador del hecho", mientras que el hijo es igualmente responsable del delito por ser "conocedor del maltrato" y haber sido parte activa en "su muy probable traslado a otro lugar para darle muerte". "En su condici¨®n de propietario del perro, ostentaba una posici¨®n de garante que le obligaba a impedir lo que hac¨ªa su padre, sin haberlo hecho".
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