S¨®lo eso y tanto
Cada vez que llega una ¨¦poca de descanso general, nos olvidamos de aquellos que no pueden disfrutar de ello para que los dem¨¢s s¨ª lo hagamos
Esta semana, como cada a?o, proliferan los art¨ªculos referentes a las vacaciones de Semana Santa, a la capital que se queda vac¨ªa, a planes que por fin pueden hacerse cuando contamos con un fin de semana m¨¢s largo. De repente, los pueblos de Madrid y las ciudades colindantes cobran un atractivo desigual: vuelven amigos que llevamos meses sin ver, aparecen ofertas irrepetibles en las p¨¢ginas de Internet y ese parque que siempre estuvo cerca de pronto parece un lugar ideal para un picnic.
Sin embargo, cada vez que llega una ¨¦poca de descanso general, nos olvidamos de aquellos que no pueden disfrutar de ello para que los dem¨¢s s¨ª lo hagamos.
Hablo del jefe del bar de Lavapi¨¦s, que sabe que si cierra perder¨¢ uno de los gruesos de beneficios m¨¢s importantes del a?o, y tambi¨¦n de sus empleados, claro, que probablemente ni siquiera cuenten con la opci¨®n de cogerse el d¨ªa (sin fastidiar a otro).
Hablo de la polic¨ªa que debe vigilar a las procesiones y a los asistentes y aguantar las miradas fulminantes de los coches a los que no permite cruzar la calle Bail¨¦n.
Hablo de la pol¨ªtica que tampoco llega a su casa a comer el s¨¢bado porque ¡°hoy tambi¨¦n hay que...¡±
Hablo del m¨¦dico que pasa consulta a los ancianos en un d¨ªa m¨¢s de Sintrom, tiras para los controles de az¨²car, recetas interminables de pastillas.
Hablo de los actores y actrices que no posponen la funci¨®n, y de los cantantes que aprovechan esos d¨ªas porque saben que hay m¨¢s probabilidades de llenarlo.
Hablo de esos abuelos que ocupan los parques por las ma?anas con los carritos de los nietos porque los padres trabajan, y hablo de esos padres que aunque les dan vacaciones en sus empresas dedican sus d¨ªas libres a hacer planes especiales con sus hijos porque es Semana Santa y de alguna manera hay que entretener a los ni?os.
Hablo de mi hermana, que s¨¦ a ciencia cierta que se lleva el trabajo a casa aunque la oficina cierre.
Hablo tambi¨¦n de m¨ª, que debo acabar, entre otras cosas, una traducci¨®n que tengo sobre la mesa desde hace unos meses y a la que s¨®lo puedo dedicar mi tiempo cuando el correo electr¨®nico y el tel¨¦fono se silencian, cosa que ocurre normalmente en ¡°vacaciones¡±.
Hablo de todos, no s¨®lo de los aut¨®nomos, que no sabemos exactamente qu¨¦ es eso de tener d¨ªas desocupados, ni de los trabajadores que no cuentan con alternativas. Quiz¨¢ el foco tambi¨¦n deber¨ªa estar en ellos y en la empat¨ªa del que puede descansar. Una sonrisa m¨¢s real, una propina de vuelta, palabras amables, respeto al que nos dice que no, un favor al que no puede. No s¨¦, s¨®lo eso y tanto, empat¨ªa.
Madrid me mata.
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