El poliamor sin vetos en tiempos de Vox
La escritora Gabriela Wiener reflexiona sobre las familias ¡°heterodisidentes¡± tras sufrir una crisis en el n¨²cleo de la suya
La abuela de Roc¨ªo Lanchares ten¨ªa siete hijos y un pasillo lo suficientemente largo para tener enmarcadas y colgadas las fotos de las bodas heterosexuales y religiosas de los siete. Aquella colecci¨®n la hered¨® uno de ellos, que ahora sigue con la tradici¨®n y quiere incluir la imagen de la familia de su sobrina Roc¨ªo. A saber: ella, Gabriela Wiener, Jaime Rodr¨ªguez, un hije, Coco [se usar¨¢ esta f¨®rmula a petici¨®n de la familia], y un hijo, Amaru, que comparten a Rodr¨ªguez como padre pero no madre biol¨®gica. Coco naci¨® de Wiener, tiene 13 a?os y es trans no binario; a Amaru lo pari¨® Lanchares hace cuatro a?os. No niegan que sea algo m¨¢s largo de explicar de lo habitual. Pero lo resumen: ¡°Heterodisidentes¡±.
Viven en el bajo de una calle de Marqu¨¦s de Vadillo, a 200 metros de Madrid R¨ªo, a alguno m¨¢s de la parada de metro m¨¢s pr¨®xima, pagan alquiler, les llegan facturas y friegan platos por turnos. Tienen galletas y aguacates y caf¨¦ y pan sobre la mesa de la cocina. ¡°Esta es como cualquier otra familia¡±, apunta Wiener (Lima, 1975), y tiene los mismos problemas m¨¢s alguno a?adido, y distinto, que van encontrando por el camino. Tambi¨¦n los solucionan de forma diferente: ¡°Porque es as¨ª como estamos en el mundo y c¨®mo enfocamos el mundo, de forma diferente¡±.
Rodr¨ªguez (Lima, 1973), a su derecha y su pareja desde hace dos d¨¦cadas a?ade que ¡°ese universo est¨¢ dise?ado para normalizar todo¡± y en ellos se da la ¡°homeostasis¡±, una serie de fen¨®menos de autorregulaci¨®n para mantener la constancia en la composici¨®n? y propiedades de un sistema influido por agentes exteriores. A saber: ¡°La heteronormatividad y una ultraderecha que parece extenderse, con su origen en la religi¨®n, que es la que se ha cruzado en todo desde¡ Desde siempre¡±. Por esas cuestiones, y aunque de forma tangencial, se ven ¡°absorbidos¡± de vez en cuando desde que son tres en una cama de casi cinco metros.
Fue eso lo que ocurri¨® cuando naci¨® Amaru, hace cuatro a?os. Fue cuando sobrevino una crisis de lo m¨¢s tradicional: afectiva y emocional, de celos. A Wiener. ¡°A m¨ª¡±, dice ella. ¡°A m¨ª¡±. Esta periodista y activista feminista se encontr¨®, de repente, con que todas sus convicciones ten¨ªan grietas que ella no hab¨ªa notado: ¡°El patriarcado, que vive en todos y en todas partes, te posee y no puedes manejar la situaci¨®n, que adem¨¢s est¨¢ totalmente ausente de referentes¡±. De repente, Wiener, que ya ten¨ªa a Coco con Rodr¨ªguez, se enfrentaba al posparto del hijo que acababan de tener su mujer con su marido. ¡°Tienes la camiseta puesta [del feminismo], muy puesta, pero aquel momento fue de apocalipsis dom¨¦stico¡±.
Y as¨ª empez¨® Wiener a escribir el texto tragic¨®mico que acab¨® convirti¨¦ndose en Qu¨¦ locura enamorarme yo de ti, un mon¨®logo que se representa durante febrero y marzo en el Teatro del Barrio, dirigido por Mariana de Althaus y en el que aparece toda la familia. ¡°Siempre uso material personal en mis historias, lo narrativo es inherente a mi vida, parte de lo que he sido y soy¡ Y esto era una forma de purgar mis responsabilidades, un ejercicio de recoger y reparar lo que hab¨ªa destruido. Eso es esta obra¡±. Una pieza que comienza advirtiendo esa destrucci¨®n.
Dice el libreto: ¡°Duermo con un hombre, una mujer y un beb¨¦, el hijo que tuvieron mi marido y mi mujer. Hace no mucho compramos una cama, de 4,5 metros, eso quiere decir que es muy grande. No imaginan todo lo que entra ah¨ª, es la cama oficial del poliamor. Pensamos que as¨ª estar¨ªamos m¨¢s c¨®modos, juntos pero no revueltos, que cada uno encontrar¨ªa calor y espacio a partes iguales. Para dormir y para no dormir, yo soy la del medio, la que sostiene la computadora si vemos Netflix y la que sostiene algunas cosas m¨¢s. Pero tambi¨¦n soy la pieza que cuando se quita hace caer toda la torre. Cada uno de nosotros en esa cama, en realidad, es la pieza que si se quita sola a s¨ª misma produce escombros. Yo lo hago a menudo¡±.
Explica Wiener y corroboran Rodr¨ªguez y Lanchares (Madrid, 1988) que se cuidan ¡ª¡°s¨ª, siempre¡±¡ª, pero que por muy aprendida que tengas, o creas tener, las lecciones de libertad y ausencia de propiedad sobre los afectos y los cuerpos de los otros, ¡°a la hora de la verdad te estrellas¡±. ¡°Te das cuenta de que hay cosas que no tienes resueltas y que no son ni la econom¨ªa ni la log¨ªstica, sino las emociones¡±.
Al principio todo pareci¨® f¨¢cil. Wiener conoci¨® a Lanchares, se enamoraron, despu¨¦s se conocieron los tres, tambi¨¦n se enamoraron y pensaron que era el momento de dec¨ªrselo a Coco. Cuenta ahora Rodr¨ªguez que en aquel momento a Coco todav¨ªa lo llamaban Lena y era una ni?a que no empatizaba con el resto de ni?as. Mientras ellos conformaban su relaci¨®n a tres, Coco atravesaba su propio proceso. Inmerse en ¨¦l, conoci¨® a Roc¨ªo. El d¨ªa que lo supo estaban en un restaurante. Su padre fue al ba?o y su madre y Lanchares, a fumar. ¡°Entonces sali¨® y nos vio bes¨¢ndonos. ¡®Sois lesbianas, se lo voy a decir a pap¨¢¡¯, nos dijo. T¨² pap¨¢ ya lo sabe, le contest¨¦ yo¡±, recuerda Wiener. Cuando llegaron a casa le explicaron el resto.
No sucedi¨® ninguna tragedia. ¡°Coco lo vivi¨® con naturalidad. ?Se hizo preguntas? S¨ª, como se las har¨ªa cualquiera, pero nada m¨¢s all¨¢ de la curiosidad por preguntar algo que le parec¨ªa poco com¨²n¡±, reflexiona Rodr¨ªguez. Lanchares a?ade: ¡°Empezamos a vivir juntos y ya no solo hab¨ªa dos figuras de autoridad sino una tercera, pero distinta, con otro tipo de confianza¡±. Y Wiener tiene muy claro que su hije lo percibi¨® desde el primer momento como ¡°algo que aportaba¡±.
Los tres est¨¢n convencidos de que, con los a?os, habr¨¢ cosas que ver y de las que hablar, pero no creen que est¨¦n tan alejadas de las que ya se suceden en las parejas normativas. ¡°Lo m¨¢s importante es que Coco fue una ni?a con un absoluto respaldo familiar, nunca se vio marginada por sus amigas por su proceso o por su familia y nos bautiz¨® como tripareja¡±, espeta Wiener. Lanchares se echa a re¨ªr y exclama ¡°?patata!¡±. Cuando en el colegio alguien le preguntaba qui¨¦n era ella, insinuando que era ¡°la amante de su pap¨¢¡±, Coco, harte de explicar, acababa diciendo: ¡°Es mi patata¡±. Dejaban de preguntar.
Teor¨ªa feminista
Quien tampoco pregunta ya, y algunos nunca lo hicieron, son sus familias, tradicionales, normativas. El t¨ªo de Lanchares quiere esa foto familiar en el pasillo y que vayan todos a comer el d¨ªa de Navidad; la madre de Wiener, cuando llama por tel¨¦fono, pregunta cu¨¢ndo ir¨¢n ¡°los poliamorosos¡±. Al final, arguyen, ¡°la ¨²nica forma de cambiar el entorno es ser parte del entorno¡±. Para Lanchares una de las cuestiones b¨¢sicas a las que se enfrentan es ¡°seguir cumpliendo con lo que hay que cumplir, con los rituales cl¨¢sicos¡ cenas, Navidad, visitas, llamadas¡ Te enfrentas a las mismas din¨¢micas que cualquier pareja hetero o mon¨®gama¡±.
Aunque eso pueda suponer un conflicto interno para con sus propias ideas, tambi¨¦n ha conseguido peque?as victorias. ¡°A veces consigues que dejen de votar por Vox y otras, al menos, no te quitan el saludo. De alguna manera algo se transforma cuando has hecho un cambio en esa normatividad, cuando la has rasgado, cuando te has infiltrado en sus costuras¡±, explica Wiener. Y continua Rodr¨ªguez: ¡°De lejos, si le cuentas a alguien esto, le puede parecer extra?o, como m¨ªnimo poco habitual. ¡®No es normal¡¯, dir¨¢n. Pero si t¨² conoces esta familia, te das cuenta de que es como cualquiera¡±.
Lanchares levanta entonces una ceja: ¡°M¨¢s sana, dir¨ªa yo. Porque anda que no hay familias s¨²per tradicionales con maridos que han llevado una doble vida, con secretos, con otra familia¡±. Esas cuestiones a las que despu¨¦s de a?os a veces les llega la luz y otras se quedan debajo de la alfombra. En esa casa con patio no existen ese tipo de secretos, s¨ª ha existido siempre una comunicaci¨®n absoluta, de forma especial con Amaru y Coco. Sobre todo con Coco, que tiene 13 a?os y que levanta el dedo acusador hacia los tres cada vez que percibe el m¨¢s m¨ªnimo desliz.
¡°Hasta de transfobia nos acusa a veces¡±, bromea Wiener. Pero, totalmente en serio, Lanchares asegura que es la persona ¡°m¨¢s estricta y m¨¢s inclusiva de la casa¡±. A la escritora le da la risa y dice que Coco no pasar¨ªa ni un solo filtro de Vox: ¡°Santi Abascal debe tener pesadillas con alguien como Coco¡±. Es entonces cuando entra la parte m¨¢s te¨®rica y pol¨ªtica en la conversaci¨®n. El feminismo como forma de vivir y que tantas veces han visto tambalearse a su alrededor.
Cuando contaron su relaci¨®n de tres en sus c¨ªrculos de amigos, a Rodr¨ªguez le daban palmaditas en la espalda. ¡°Qu¨¦ crack, ?eh? Me gui?aban el ojo, les parec¨ªa que aquello era una proeza¡±, recuerda ¨¦l. ¡°Cuando yo les explicaba la situaci¨®n real, que los tres manten¨ªamos una relaci¨®n rom¨¢ntica, afectivo sexual, no prestaban atenci¨®n. Y despu¨¦s, cuando la relaci¨®n cambi¨® y Roc¨ªo y yo dejamos de tener una relaci¨®n rom¨¢ntica, y les contaba que no era que yo tuviese dos parejas sino que la que ten¨ªa dos parejas era Gabriela, a los t¨ªos les cambiaba la cara, en plan ¡®menudo gilipollas est¨¢s hecho¡±. A Wiener, por m¨¢s que intentaba aclararlo, tambi¨¦n le sucedi¨®: ¡°Me pas¨¦ a?os intentando que la gente entendiera que aquello no era una artima?a de Jaime para tener dos mujeres¡±. Muchas veces no dio ning¨²n resultado.
¡°El patriarcado y su visi¨®n del mundo lo copaban, y lo copan todo, por eso es tan importante ver esto desde una perspectiva feminista, porque esto es pol¨ªtico y transformador, porque cuestiona el statu quo pero no obliga. Y eso no lo hace el formato de la relaci¨®n, lo hace el feminismo¡±, se extiende Wiener. ¡°Hay quien no puede soportarlo¡±, completa Lanchares. ¡°La reacci¨®n de la ultraderecha que se quiere meter en tu cama, con tus hijos e hijas e hijes, con las pol¨ªticas p¨²blicas, todo eso viene del patriarcado, con esa forma de ver la vida de un hombre blanco y hetero, una cosmovisi¨®n m¨¢s de la Edad Media que de 2020¡±.
Tanto Rodr¨ªguez como Wiener y Lanchares creen que hay que ¡°contraatacar¡±. Y su vida es una forma de contraataque que, aseguran, ¡°supone una amenaza para esa ultraderecha fascista¡±. Sin embargo, alude ¨¦l, ¡°esta es una magn¨ªfica forma de rehacer los roles de padres y madres y los estereotipos de mujeres y hombres, porque es un trabajo constante y creativo de reconstruir todo lo que nos han ense?ado sobre c¨®mo ha de comportarse un macho, que es falso¡±. La reinvenci¨®n, al menos, de su universo, el de su bajo en una estrecha calle cerca de Madrid R¨ªo y el de su entorno m¨¢s cercano. Wiener sabe que su catarsis no es la catarsis del resto del mundo: ¡°Sobre todo de ese que no quiere perder privilegios y poder. No lo vamos a cambiar todo, lo sabemos, pero al menos ya le hemos hecho una muesca¡±.
La obra Qu¨¦ locura enamorarme yo de ti, de Gabriela Wiener y dirigida por Mariana de Althaus, est¨¢ en el Teatro del Barrio (calle de Zurita, 20), en febrero y marzo. Es una coproducci¨®n de Sala de parto y el Festival internacional de teatro de express?o Ib¨¦rica FITEI (Portugal).
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