Belela Herrera, exdiplom¨¢tica: ¡°Ayud¨¦ a cientos de personas a salir de Chile¡±
La uruguaya, de 96 a?os, gestion¨® desde la agencia de la ONU para los Refugiados en Chile la salida del pa¨ªs de los perseguidos por la dictadura de Pinochet
En cuarto grado de primaria se neg¨® a cantar el himno alem¨¢n con su brazo derecho en alto para dibujar el saludo nazi. El profesor se acerc¨® y us¨® un puntero para levant¨¢rselo, pero la ni?a lo dej¨® caer. Se justific¨®: ¡°Ich bin Uruguayerin¡± (¡°soy uruguaya¡±, en alem¨¢n). Con todo, Belela Herrera Sanguinetti (Montevideo, 96 a?os) recuerda que termin¨® aquel cuarto a?o en el Colegio Alem¨¢n de Montevideo llev¨¢ndose un premio. Pero fue el ¨²ltimo en ese instituto, porque a mediados de 1930 Adolf Hitler ya hab¨ªa llegado demasiado lejos.
Hija de una familia tradicional fundadora de Montevideo, Herrera fue criada con dos gobernantas alemanas, adopt¨® el franc¨¦s en el colegio Sacre Coeur y decidi¨® ser profesora de ingl¨¦s. En su hogar se respiraba arte, pol¨ªtica y compromiso social. De hecho, la sensibilidad heredada de sus padres y el conocimiento de varios idiomas ser¨ªan determinantes para su trabajo, cuando muchos a?os despu¨¦s se puso al frente de la Oficina de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en Chile, durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Tambi¨¦n lo ser¨ªa el arrojo de aquella ni?a de cuarto grado y que Herrera mantiene intacto a los 96 a?os.
Atenta a los vaivenes latinoamericanos, esta referente en la lucha por los derechos humanos recibe a EL PA?S en su apartamento de Montevideo para repasar los a?os clave que vivi¨® en Chile, entre 1970 y 1980. ¡°Me toc¨® estar en el lugar preciso en medio de una tragedia terrible¡±, sostiene. De Chile se trasladar¨ªa con ACNUR a la convulsa Centroam¨¦rica, m¨¢s adelante trabajar¨ªa para la misma agencia en Argentina y participar¨ªa en varias misiones de Naciones Unidas, como las de Hait¨ª y El Salvador. En Uruguay, fue responsable de relaciones internacionales de la alcald¨ªa de Montevideo y vicecanciller en el primer Gobierno del Frente Amplio (centroizquierda) entre 2005 y 2008.
Pregunta. ?Qu¨¦ recuerda del d¨ªa del golpe de Estado contra Salvador Allende?
Respuesta. Todas las ma?anas llevaba a mi hija Macarena en mi auto a Plaza Italia en Santiago, donde ella tomaba un bus para ir a la facultad de Arquitectura. Entonces vi que los autos estaban volviendo del centro. Encend¨ª la radio y escuch¨¦ las ¨²ltimas palabras de Allende. Dej¨¦ el auto, sub¨ª a mi cuarto y me puse a llorar.
En marzo de 1970, Herrera hab¨ªa llegado a Chile con cuatro de sus cinco hijos y su marido, C¨¦sar Charlone, quien cumplir¨ªa funciones de embajador de Uruguay como encargado de negocios del Gobierno. ¡°Era un Chile absolutamente injusto¡±, afirma. En ese tiempo, en Uruguay escalaba el autoritarismo del presidente derechista Jorge Pacheco Areco y en Chile asumir¨ªa, en noviembre, el socialista Salvador Allende. Tres a?os despu¨¦s, cuando ocurri¨® el golpe de Pinochet, en Uruguay ya mandaba el dictador Juan Mar¨ªa Bordaberry. Ca¨ªa la democracia y tambi¨¦n declinaba el matrimonio Charlone Herrera, reconoce la entrevistada, que en Chile hab¨ªa profundizado su compromiso con las ideas de izquierda y adher¨ªa a la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n, corriente progresista de la Iglesia Cat¨®lica. ¡°Empezaron a llegar a la casa muchos uruguayos que estaban viviendo en Chile para pedir asilo¡±, recuerda de las horas posteriores al golpe. ¡°La casa era muy grande, ten¨ªa un s¨®tano y arriba una gran mansarda que sirvi¨® para alojar a mucha gente hasta que pudieron salir del pa¨ªs. Luego lleg¨® la orden de Bordaberry: a la embajada no deb¨ªa entrar ning¨²n asilado¡±.
P. La acusaron de ocultar a Carlos Altamirano, el dirigente socialista chileno.
R. Lo hizo un funcionario de la embajada uruguaya. Altamirano era el dirigente del Partido Socialista de Chile m¨¢s buscado en ese momento. Lo buscaban por cielo y tierra. Pero se hab¨ªa escondido en la casa de la representante del PNUD [Programa de ONU para el Desarrollo], Margaret Anstee.
Antes de separarse, finalmente, de su marido, Belela Herrera aprovech¨® las ventajas que le ofrec¨ªan su pasaporte oficial y la matr¨ªcula diplom¨¢tica de su Fiat 600 para trasladar a decenas de personas buscadas por el r¨¦gimen a distintas embajadas. En aquel funesto 1973, Charlone fue apartado del cargo, el matrimonio se rompi¨® y Herrera dej¨® de tener los documentos diplom¨¢ticos. Entonces lleg¨® el llamado de su compatriota, el hispano-uruguayo Enrique Iglesias, a la saz¨®n secretario ejecutivo de la CEPAL, para que ingresara a la oficina que hab¨ªa abierto el ACNUR en Santiago.
P. El r¨¦gimen estaba especialmente obsesionado con los extranjeros.
R. El d¨ªa del golpe las radios propalaban que hab¨ªa que denunciar a los extranjeros porque, seg¨²n los militares, ellos hab¨ªan llevado la subversi¨®n a Chile. Hab¨ªa much¨ªsimos extranjeros, entre ellos estaba [el expresidente boliviano] Hern¨¢n Siles Zuazo, autor de la primera reforma agraria de Am¨¦rica Latina. Por eso se constituy¨® el ACNUR.
P. ?C¨®mo se las arreglaba para negociar con los militares?
R. Lo que se presentaba hab¨ªa que resolverlo. Iba a ver al ministro del Interior, Enrique Montero Marx, que me daba el permiso para ir a la c¨¢rcel. Me entrevistaba con la persona y buscaba la manera de sacarla del pa¨ªs. Chile hab¨ªa firmado la Convenci¨®n del Refugiado y con Allende hab¨ªa ratificado el Protocolo de 1967. Ten¨ªa que respetarlo y ACNUR encargarse de reasentarlos.
P. ?Recuerda a cu¨¢ntos extranjeros ayud¨® a salir?
R. Fueron much¨ªsimos, cientos. No solo a extranjeros, tambi¨¦n a muchos chilenos, como a la familia de la ¨²ltima ministra de Exteriores, Antonia Urrejola, que se exili¨® en Londres.
P. ?Sinti¨® miedo o frustraci¨®n?
R. Cuando no pod¨ªa resolver las cosas me quedaba muy frustrada. Miedo no. Es raro porque yo siempre fui miedosa. Nunca fui valiente, hice lo que ten¨ªa que hacer. Como soy cristiana, pienso que habr¨¢ sido por la fuerza que me dio el cielo.
Seg¨²n recoge una publicaci¨®n del ACNUR, a mediados de 1972 el Gobierno de Allende calculaba que en Chile hab¨ªa alrededor de 5.000 refugiados y exiliados pol¨ªticos de diferentes pa¨ªses. Tras el golpe, en octubre de 1973, se habilitaron seis refugios temporales para extranjeros en el ¨¢rea de Santiago. A fines de 1975, se?ala el documento, casi todos los extranjeros que no pod¨ªan permanecer en Chile hab¨ªan sido reasentados en varios pa¨ªses.
P. En el documental Una de nosotras, que repasa su vida, uno de sus nietos chilenos dice que usted se puso del lado correcto de la historia.
R. Me toc¨® estar en el lugar preciso en medio de una tragedia terrible. En aquellos momentos hice lo que hab¨ªa que hacer, guiada por el referente m¨¢s fuerte que he tenido en mi vida, [el sacerdote uruguayo] Perico P¨¦rez Aguirre y su compromiso por las causas nobles y el amor al pr¨®jimo.
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