Movilizaci¨®n social y reformismo imposible
Todos los partidos pueden concordar en que la movilizaci¨®n social es importante, pero esta se torna en un desaf¨ªo inabordable en tiempos en los que las izquierdas est¨¢n en retroceso
¡°El Gobierno debe recurrir al debate ciudadano, a la movilizaci¨®n social, a la recolecci¨®n de firmas, a todos los mecanismos que pongan en evidencia cu¨¢l es la opini¨®n que tiene la ciudadan¨ªa con los grandes temas¡±. Es con estas palabras que el senador comunista Daniel N¨²?ez describi¨® el ¨¢nimo de ese partido tras la p¨¦rdida de la presidencia del Senado por parte del oficialismo, desatando un vendaval de cr¨ªticas en la derecha y un evidente distanciamiento del gobierno con ese llamado a la movilizaci¨®n social por las reformas. Solo encontr¨® alg¨²n eco en Diego Vela, presidente del partido Revoluci¨®n Democr¨¢tica.
El problema planteado por el senador N¨²?ez se sit¨²a en varios niveles.
En primer lugar, la invocaci¨®n a la movilizaci¨®n social gatill¨® todo tipo de miedos en la derecha econ¨®mica, as¨ª como pesadillas y fantas¨ªas en la derecha pol¨ªtica, al encontrarse todav¨ªa traumatizados por el estallido social de octubre de 2019 (el que por lo dem¨¢s goza de p¨¦sima reputaci¨®n seg¨²n las encuestas de opini¨®n). Es cierto: no hay raz¨®n para asumir traumas ajenos, pero s¨ª para considerarlos a la hora de hacer pol¨ªtica cuando se trata de actores que estar¨¢n directamente implicados en la negociaci¨®n legislativa y en el di¨¢logo gremial.
En segundo lugar, el llamado a la movilizaci¨®n por las reformas no repara en que sobre varias de ellas (especialmente en el debate previsional), las izquierdas se encuentran severamente dominadas por el discurso ideol¨®gico de derechas que subraya que las cotizaciones de los afiliados al sistema privado de AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones) son solo de las personas. Si bien existe un verdadero colapso de la marca AFP entre los chilenos, esto no significa que la opini¨®n p¨²blica se encuentre orientada hacia un sistema de reparto, ni menos hacia el principio que lo sustenta, la solidaridad. La creencia (de derechas) sobre el destino natural de las cotizaciones hacia las cuentas individuales ha calado muy hondo: nada se saca con reivindicar la movilizaci¨®n social para introducir reformas solidarias en este ¨¢mbito de la realidad cuando las creencias de los chilenos se refieren a un sistema exactamente opuesto. Si la movilizaci¨®n social apunta a producir cambios pol¨ªticos en el corto plazo, la creencia neoliberal en la salvaci¨®n individual basada en el esfuerzo personal supone una lucha ideol¨®gica de largo plazo.
En tercer lugar, el llamado del senador N¨²?ez se da en en un contexto de derrota pol¨ªtica del oficialismo en la C¨¢mara Alta: ?c¨®mo no ver que, en estas condiciones, la movilizaci¨®n social suena inevitablemente a presi¨®n social (con todas las connotaciones que la derecha quiere ver en ella), y no al poder de persuasi¨®n que ¨¦sta puede generar en la pol¨ªtica? ?Es razonable actuar bajo el supuesto que diputados y senadores cambiar¨¢n sus preferencias en funci¨®n de la presi¨®n social social? Supongamos por un instante que sea as¨ª: ese cambio de las preferencias no ser¨¢ el fruto del intercambio racional de argumentos (en el que podr¨ªa imperar el peso habermasiano del mejor argumento), sino de una expectativa oportunista sobre las mejores chances para ganar una elecci¨®n.
Finalmente, el llamado a la movilizaci¨®n social no toma seriamente en consideraci¨®n las dos grandes derrotas de las izquierdas en los ¨²ltimos dos a?os. En primer lugar, la derrota aplastante de la primera propuesta de cambio constitucional en septiembre de 2022 (62% a 38%), la que efectivamente abr¨ªa un cauce pol¨ªtico e institucional para el cambio de sistema previsional. En segundo lugar, el triunfo arrollador de la derecha tradicional y, sobre todo, de la extrema derecha (Republicanos) en la elecci¨®n de consejeros constitucionales para redactar un segundo proyecto de constituci¨®n, bajo un sistema de voto obligatorio que permiti¨® aumentar la masa de votantes (especialmente a favor de candidatos de derechas) en cinco millones de personas. Todo conspira en contra de la sensatez de la movilizaci¨®n social por las reformas, y por tanto de su eficacia legislativa.
Se podr¨¢ retrucar que en Estados Unidos el propio presidente Joe Biden se uni¨® a la huelga de trabajadores de la industria automotriz en Michigan en septiembre de 2023, en una verdadera movilizaci¨®n social por el aumento del 40% del sueldo de los trabajadores. Si bien se trata de un episodio ¨²nico en la historia moderna de los Estados Unidos en el que un presidente se une a una huelga obrera, esto no se compara con el problema chileno: la mayor¨ªa pol¨ªtica en ambas c¨¢maras es hostil a la agenda de reformas del Gobierno, en medio de un t¨®xico clima de opini¨®n que se traduce en la negaci¨®n de la sal y el agua a cualquier reforma que modifique en el margen el modelo econ¨®mico.
Vaya retroceso.
Si bien la propuesta de derechas de nueva Constituci¨®n fue tambi¨¦n derrotada en las urnas, esto no significa que el clima de opini¨®n sobre las reformas pol¨ªticas y sociales que Chile necesita hayan adoptado un giro socialdem¨®crata.
Todo lo anterior ha colocado en una posici¨®n dif¨ªcil al Gobierno del presidente Boric, cuyos ministros pol¨ªticos tuvieron que salir r¨¢pidamente a aclarar la postura del Poder Ejecutivo: conscientes de que son minor¨ªa en el Senado y, con toda probabilidad, en la C¨¢mara de Diputados, la ministra del Interior Carolina Toh¨¢ dej¨® meridianamente claro que no es rol del Gobierno llamar a la movilizaci¨®n social, sino m¨¢s bien de dialogar con la oposici¨®n con el fin de desembocar en alg¨²n tipo de negociaci¨®n en materia tributaria y previsional.
?Hay fuerza, convicci¨®n y voluntad en los partidos oficialistas para provocar movilizaci¨®n social? La respuesta es no. Todos los partidos pueden concordar en que la movilizaci¨®n social es importante, pero esta se torna en un desaf¨ªo inabordable en tiempos en los que las izquierdas est¨¢n en retroceso, mientras que sus partidos se encuentran en franca debilidad: tan solo el 10% de los afiliados a dos partidos del Frente Amplio votaron por conformar, de modo telem¨¢tico y en dos d¨ªas, un partido ¨²nico. Si a eso le sumamos la ausencia de convicci¨®n por movilizar al pueblo en condiciones de alta debilidad pol¨ªtica, el resultado es claro: el llamado a la movilizaci¨®n social del senador N¨²?ez es irracional, infringiendo un grave da?o a la remota posibilidad de que un comunista sea presidente de la C¨¢mara de Diputados.
Este cuadro de limitaciones y restricciones describe un escenario de reformismo imposible en los dos a?os que quedan de gobierno del presidente Boric. Es altamente probable que, de haber reformas, estas se dar¨¢n bajo las condiciones que las derechas planteen, lo que obliga al gobierno a promover algo del esp¨ªritu originario de corte socialdem¨®crata en el dif¨ªcil di¨¢logo sobre las reformas que est¨¢ siendo promovido por los ministros sectoriales.
El impacto de la derrota de la primera Convenci¨®n Constitucional, el 4 de septiembre de 2022, fue de tal magnitud, que las reformas econ¨®micas y sociales se encuentran marcadas por el sello del minimalismo.
Dicho de otro modo, un reformismo imposible.
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