La pol¨ªtica como repudio
La imaginaci¨®n es impresionante, la ignorancia tambi¨¦n, y es proporcional a la magnitud de la desconfianza que los diputados y senadores generan en el electorado masivo
En la ¨²ltima encuesta Bicentenario de la Universidad Cat¨®lica, probablemente la mejor encuesta de Chile, los resultados sobre la confianza en instituciones p¨²blicas y pol¨ªticas son sorprendentes por su magnitud, y a decir verdad son de terror. Quiero detenerme tan solo en un ejemplo: el 1% de los encuestados conf¨ªa en los partidos pol¨ªticos chilenos, y ese mismo escu¨¢lido 1% de los entrevistados conf¨ªa en el Congreso. Si la muestra de entrevistados fue de 1.575 personas, eso significa que de 1.575 entrevistados tan solo 15 declaraban confianza en los partidos y el Congreso. Qu¨¦ duda cabe: entre el 1% y el 0% no hay mucho margen de error estad¨ªstico, lo que significa que, sin duda, la confianza en partidos y en el Congreso bien podr¨ªa ser cero. La pol¨ªtica establecida est¨¢ en el suelo.
Pues bien, esa pol¨ªtica establecida se comporta como si los datos de encuesta no importasen.
El contraste es brutal entre estos datos de desconfianza radical y el tipo de comportamiento libre de ataduras y restricciones por parte de diputados y senadores. Es impresionante la libertad que los parlamentarios se toman para opinar sobre todo tipo de cosas, buscando a ciegas conectar con el votante medio y el sentido com¨²n: al tenor de los datos, sin ning¨²n ¨¦xito. Una prueba de esta liberalidad legislativa se observa en la discusi¨®n de una de las leyes en materia de seguridad: la discusi¨®n sobre las reglas del uso de la fuerza (RUF) por las Fuerzas Armadas y de Orden en su funci¨®n de asegurar un cierto estado de paz armada ha dado pie para todo tipo de inventos, desde que hay que considerar el g¨¦nero y la edad de los reprimidos hasta pasar bala sin contemplaci¨®n, con la protecci¨®n de la legislaci¨®n. Dos posturas que extreman el problema: en tal sentido, son extremistas.
Otra prueba, en un ¨¢mbito totalmente distinto, se refiere a la propuesta razonable del Servicio Electoral (Servel) de realizar las elecciones municipales y regionales de octubre de 2024 en dos d¨ªas, considerando que Chile entr¨® en un r¨¦gimen de votaci¨®n obligatoria, lo que se ha traducido en un enorme aumento de la participaci¨®n electoral (85% de los habilitados a votar lo est¨¢n haciendo). Pues bien, ?qu¨¦ hacer cuando son cuatro votos los que convergen en un mismo d¨ªa y en un mismo acto de votaci¨®n? Definitivamente, no es lo mismo votar de modo obligatorio en un plebiscito con alternativas binarias (a favor o en contra, apruebo o rechazo) que en cuatro elecciones con decenas de candidatos en dos de ellas (concejales municipales y consejeros regionales): Servel midi¨® el tiempo promedio de votaci¨®n (el tiempo de espera ser¨ªa enorme) en un ecosistema con capacidades limitadas para aumentar el n¨²mero de locales de votaci¨®n y el n¨²mero de c¨¢maras secretas en cada uno de ellos. Pues bien, en la discusi¨®n legislativa sobre la propuesta de Servel de votar en dos d¨ªas, los legisladores han incursionado en una competencia imaginativa para resolver el dilema. Todos proponen, alegremente, doblar la cantidad de locales de votaci¨®n (lo que es materialmente imposible, como si Servel no hubiese pensado en esta posibilidad), otros tantos se pronuncian por aumentar el n¨²mero de c¨¢maras secretas (como si el espacio f¨ªsico disponible fuese infinito). Otros m¨¢s se inclinan por aceptar la idea de una elecci¨®n en dos d¨ªas, pero colocando como segundo d¨ªa la hipot¨¦tica segunda vuelta de gobernadores (la que no necesariamente tendr¨¢ lugar si un candidato a gobernador se impuso en la primera vuelta). La imaginaci¨®n es impresionante, la ignorancia tambi¨¦n, y es proporcional a la magnitud de la desconfianza que los diputados y senadores generan en el electorado masivo. Entretanto, en la democracia m¨¢s grande del mundo, la India con sus 900 millones de electores, se est¨¢ votando durante seis semanas.
Lo anterior encuentra un correlato con ocasi¨®n de la tramitaci¨®n de la ley corta de isapres: diputados y senadores, como si gozaran de absoluta libertad, se enfrascan en disputas de nicho y en performances al filo de los plazos fatales. El resultado es que a horas de la posibilidad de que el sistema colapse, diputados y senadores est¨¦n votando. Una verdadera irresponsabilidad.
Todo lo anterior no solo es el cruel reflejo del estado de la pol¨ªtica de partidos y de la pol¨ªtica parlamentaria. Es tambi¨¦n el reflejo de una forma de hacer pol¨ªtica que se autonomiza de la realidad, al punto de negarla.
Es tal la creencia de que los parlamentarios encarnan los intereses de los chilenos, es tal la ilusi¨®n parlamentaria de que el Congreso es el espejo de la sociedad chilena, que la conducta de los ind¨ªgenas del campo (senadores y diputados) termina siendo una forma de cinismo inconsciente.
No es muy dif¨ªcil saber en d¨®nde se encuentra radicada la principal amenaza a la democracia representativa. La fuente de la amenaza no reside en un candidato populista abstracto, o en un te¨®rico partido populista rompe-paradigma, sino en los propios senadores y diputados concretos: su conducta colectiva es de veras irresponsable, en los plazos pero sobre todo en los contenidos que acompa?an sus indicaciones y votaciones.
La pol¨ªtica chilena est¨¢ en el suelo.
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