La crisis de la educaci¨®n
Todav¨ªa hay espacio y tiempo para que el Gobierno corrija su actuar en materia educativa, alej¨¢ndose de objetivos que parecen puramente electorales y poniendo su vista en las verdaderas urgencias del sistema
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La crisis de la educaci¨®n escolar se manifiesta de m¨²ltiples maneras y muestra sus perniciosos efectos sobre la infancia nacional.
Los aprendizajes de los estudiantes, medidos por las pruebas SIMCE y PISA, no han mejorado durante los ¨²ltimos 15 a?os. Dicho estancamiento deriva en que nuestra productividad y nuestro desarrollo econ¨®mico no aumentan, como lo ha mostrado antes la literatura (e.g. Hanushek y Kimko, 2000).
El v¨ªnculo entre los estudiantes y las escuelas, as¨ª como su valoraci¨®n por ellas y por sus docentes, se ha deteriorado. Por un lado, la deserci¨®n escolar ha aumentado y la revinculaci¨®n de quienes abandonaron el sistema ha disminuido; el a?o pasado, 50.814 estudiantes abandonaron el sistema. Por otro lado, las relaciones de autoridad, que una vez hac¨ªan funcionar las escuelas, hoy se ven subvertidas, entre otros factores, por la falta de compromiso con los proyectos educativos. En efecto, de acuerdo con los datos SIMCE, el porcentaje de estudiantes de 4¡ã b¨¢sico que percibe que sus compa?eros respetan las normas de convivencia ha ca¨ªdo, desde un 71,3% en 2018 a un 57% en 2023 (-14,3 puntos). No es casualidad que las denuncias por convivencia escolar ingresadas a la Superintendencia de Educaci¨®n hayan alcanzado un m¨¢ximo hist¨®rico el a?o pasado, superando las 12 mil.
Por otro lado, la matr¨ªcula de primer a?o en pedagog¨ªas ha ca¨ªdo, en 2024, a la mitad de los niveles que presentaba cerca de 2010. Elige Educar (2020) estim¨® un d¨¦ficit de 26 mil docentes en 2025, que aumentar¨ªa a 33 mil en 2030. Al mismo tiempo, el incremento del gasto en educaci¨®n ha sido primordialmente destinado a las instituciones de educaci¨®n superior y no a las escuelas. En la misma l¨ªnea, los niveles iniciales presentan disparidades inaceptables, en lo referido a los recursos que reciben distintos jardines infantiles. Todo esto resulta ins¨®lito, cuando la CASEN 2022 mostr¨® una ca¨ªda, por primera vez en 30 a?os, de la cobertura en educaci¨®n parvularia. En suma, los recursos humanos y financieros escasean para la educaci¨®n escolar, en un escenario donde las dificultades del alumnado crecen y se diversifican r¨¢pidamente.
Frente a estas dificultades, lo razonable y esperable ser¨ªa que la autoridad en estas materias, el Ministerio de Educaci¨®n, orientara su actuar a invertir en reactivar los aprendizajes; a fortalecer la autoridad docente; a desburocratizar la gesti¨®n educativa; a fortalecer la educaci¨®n de calidad; y, sobre todo, a reconectar con las escuelas a los ni?os y ni?as que hoy no estudian. En suma, a atender las urgencias que hoy aquejan a nuestro sistema y amenazan con descarrilarlo.
En ese sentido, no es aceptable destinar grandes sumas de dinero estatal a acciones de baja rentabilidad social y gran costo, como la transferencia de riqueza a individuos de relativamente altos ingresos y con educaci¨®n superior. En ello consistir¨ªa la condonaci¨®n de la deuda del CAE. Un 78% de quienes que hoy deben el cr¨¦dito egres¨® de su carrera y la mayor¨ªa goza de ingresos superiores al resto de la poblaci¨®n (ver presentaci¨®n del Ministro Marcel en la Comisi¨®n de Educaci¨®n de la C¨¢mara de Diputados, el 25 de julio de 2023).
Todav¨ªa hay espacio y tiempo para que el Gobierno corrija su actuar en materia educativa, alej¨¢ndose de objetivos que parecen puramente electorales y poniendo su vista en las verdaderas urgencias del sistema. Cada a?o que pasa el pa¨ªs con malos indicadores en la educaci¨®n escolar es perdido, pr¨¢cticamente en su totalidad, por la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable. Los que sufren con la inacci¨®n no son quienes anuncian m¨¢s fuertemente sus demandas, sino los que hoy viven en la pobreza y en la marginalidad.
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