Hablemos de lo importante
Esta discusi¨®n es exactamente la misma que tenemos desde 2014. Se permiti¨® que los entonces l¨ªderes estudiantiles, hoy autoridades, tomaran el control del debate educacional. Y sus ideas parecen agotadas
La crisis ocasionada por la falta de cupos de calidad en el sistema escolar en algunas comunas del pa¨ªs ¡ªque viene justo despu¨¦s de un paro de 80 d¨ªas en el SLEP de Atacama¡ª ha tra¨ªdo de vuelta la discusi¨®n sobre los efectos perniciosos de la Ley de Inclusi¨®n Escolar, puntal de las reformas bacheletistas. Se ha promovido la idea de una contrarreforma desde algunos sectores, lo que hasta ahora solo es una manifestaci¨®n general de rechazo al Gobierno. ?ste ¨²ltimo, por su parte, organiza banderazos de apoyo, igual de vagos e irrelevantes.
Es necesario revisar la Ley de Inclusi¨®n. Esta y otras normas establecieron limitaciones absurdas al dinamismo del sector particular subvencionado, eliminaron la selecci¨®n acad¨¦mica que permit¨ªa la existencia de colegios p¨²blicos de alto rendimiento, reemplazaron el gasto privado por gasto p¨²blico al prohibir el copago, cerrando la posibilidad de que los padres inviertan en la educaci¨®n de sus hijos. Pusieron condiciones que resultaron insalvables para la creaci¨®n de nuevos colegios subvencionados.
Pero ese no es el tema de esta columna.
El punto es que esta discusi¨®n es exactamente la misma que tenemos desde 2014. Se permiti¨® que los entonces l¨ªderes estudiantiles, hoy autoridades, tomaran el control del debate educacional sin cuestionamiento. Y sus ideas parecen agotadas, pues ante las cr¨ªticas no hay una respuesta coherente, a pesar de que ahora cuentan con la iniciativa que les otorga ser Gobierno. El mejor ejemplo viene de un exministro de Educaci¨®n que motej¨® a la Ley de Inclusi¨®n de ¡°m¨ªnimo civilizatorio¡±: ese parece ser el ¨²nico argumento a su disposici¨®n cuando no hay evidencia alguna del efecto positivo de las reformas. La oposici¨®n, lamentablemente, tambi¨¦n se aferra a esta agenda, y sin proponer una v¨ªa propia, se obstina a hablar de contrarreforma. Buen eslogan, pero no se observa el contenido. M¨¢s all¨¢ de rechazar la l¨®gica de las reformas de Bachelet (cosa que comparto), ?qu¨¦ otra idea hay detr¨¢s? ?Estamos condenados a hablar para siempre de lo mismo?
La oposici¨®n, por su actual posici¨®n de retador, debe salir a proponer algo distinto. En el caso de la educaci¨®n, corresponde una acci¨®n copernicana: se debe cambiar el astro alrededor del cual gira la pol¨ªtica educativa. Este no es el lucro, copago y selecci¨®n, o la forma de administraci¨®n estatal, como se nos ha querido hacer creer. Es el aprendizaje. Va una idea de tres ejes:
Dejar educar. El Estado parece tan obsesionado con controlar la educaci¨®n que no deja que esta ocurra. Los colegios adolecen de falta de autonom¨ªa sumada a una significativa carga burocr¨¢tica que impide a los directores p¨²blicos y privados liderar pedag¨®gicamente. Estos deben tener atribuciones claras para sancionar y expulsar a los estudiantes que incurran en incumplimientos a la ley y al proyecto educativo. Debe permitirse a los directores del sistema estatal elegir a sus equipos y desvincular docentes mal evaluados, as¨ª como remunerar mejor a los que mejor ense?en.
Ayudar a educar. Si los establecimientos cumplen con las condiciones de operaci¨®n exigidas por el Estado (reconocimiento oficial), los esfuerzos del Gobierno deben orientarse a evaluar si se logran los aprendizajes, lo que tiene al menos dos aristas. Primero, el aprendizaje ocurre en un contexto, donde prima la seguridad personal y la confianza para equivocarse, y donde las personas pueden establecer v¨ªnculos alrededor de un prop¨®sito com¨²n. Segundo, el aprendizaje necesita una comunidad educativa con un sentido de misi¨®n, proyecto o identidad, altas expectativas, metas claras, y evaluaci¨®n constante y profesores capaces y empoderados. Para ello necesitamos directores con un sentido claro de autoridad, no un funcionario que les diga qu¨¦ hacer. La violencia debe ser desterrada.
El sistema es uno solo. Debe romperse con la l¨®gica at¨¢vica del oficialismo que ilustr¨® la famosa frase de los patines: la forma de mejorar la educaci¨®n p¨²blica no es afectar, limitar o desfavorecer la educaci¨®n particular subvencionada. Ambas formas de educaci¨®n merecen los mejores esfuerzos de las autoridades para llevar a cabo su misi¨®n de educar. La acci¨®n del Estado, con las diferencias que correspondan, deben buscar mejorar las condiciones financieras, administrativas y educativas de todas las escuelas, pues los ni?os son los mismos.
Faltan cosas, por cierto. Pero al menos empecemos a hablar de lo importante.
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