As¨ª acaban las epidemias
La adaptaci¨®n de la poblaci¨®n a la enfermedad se suma a las medidas para mitigar la transmisi¨®n y la b¨²squeda de f¨¢rmacos
Cuentan los m¨¢s viejos de Palacios de la Sierra, un pueblo de la provincia de Burgos, que durante la gripe de 1918, un pastor de cabras al que llamaban Sansan¨¦ se llev¨® a sus cinco hijos al monte para que permaneciesen ocultos de un mal que estaba diezmando su pueblo. Aquel hombre rural de aquella Espa?a tan distinta aplic¨® por su cuenta una pol¨ªtica extrema de confinamiento que sigue siendo la principal herramienta contra la gran pandemia un siglo despu¨¦s. Como ahora, aquellos cr¨ªos que sobrevivieron escondi¨¦ndose de cualquiera que se acercase, se preguntar¨ªan por el final de todo aquello y el regreso de sus vidas normales.
Entonces, como en gran parte de las epidemias de la historia de la humanidad, el distanciamiento social fue un modo de reducir los contagios. Cuando una cierta cantidad de personas ha superado la enfermedad y es inmune a ella, el contagio se dificulta y la enfermedad se desvanece. Ese ha sido hist¨®ricamente el final de las epidemias. ¡°A veces ocurre eso", explica Jos¨¦ Prieto, catedr¨¢tico de microbiolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid, "pero en otros casos lo que sucede es que el virus, seg¨²n se va adaptando y mutando, pierde virulencia¡±. Esconderse, como intu¨ªa Sansan¨¦, es una forma de ganar tiempo.
En muchas pandemias el final llega cuando una parte importante de la poblaci¨®n ha pasado la enfermedad
Muchos a?os despu¨¦s, en 2009, en un mundo mucho m¨¢s avanzado, una nueva cepa de la gripe H1N1, similar a la del 18, volvi¨® a poner al mundo en alerta. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud declar¨® en junio de ese a?o que un nuevo virus de origen porcino hab¨ªa provocado una pandemia global por primera vez en cuatro d¨¦cadas. Para responder a la amenaza, la OMS activ¨® sus acuerdos con empresas farmac¨¦uticas para la producci¨®n de vacunas ante la posibilidad de una enfermedad que dejase millones de muertos. La vacuna lleg¨® cuando la gripe ya estaba remitiendo y millones de dosis quedaron sin usar. La expectativa de un virus que se anunci¨® como una epidemia devastadora hizo que las advertencias se viesen como una exageraci¨®n y proliferasen las cr¨ªticas por los v¨ªnculos de algunos asesores de la OMS con fabricantes de antivirales. Despu¨¦s de dejar m¨¢s de 250.000 muertos, principalmente en ?frica y el sudeste asi¨¢tico, la gripe A, como se la bautiz¨®, perdi¨® intensidad, pero, como muchos otros virus que un d¨ªa saltan de animales a humanos, se qued¨® para seguir infect¨¢ndonos como virus estacional.
Miriam Al¨ªa, responsable de vacunaci¨®n y respuesta a epidemias de M¨¦dicos sin Fronteras, tiene experiencia en el combate contra brotes de enfermedades en pa¨ªses con circunstancias dif¨ªciles, pero tambi¨¦n all¨ª, una intervenci¨®n ordenada puede acabar con ¨¦xito. Un primer pilar es la coordinaci¨®n entre todos los actores. El segundo, contar con todos los datos posibles. ¡°Tener capacidad de diagn¨®stico, de tener test¡±, apunta Al¨ªa en la l¨ªnea con lo que recomendaba la OMS para combatir el coronavirus, pero que en Espa?a durante mucho tiempo se consider¨® innecesario. A falta de esos test, en pa¨ªses como Yemen, donde MSF lleva dos a?os trabajando en una epidemia de difteria, han tenido que suplirlos por un diagn¨®stico a partir de los s¨ªntomas.
El tercer pilar es el tratamiento, que no siempre existe. En el caso de la gripe A de 2009 fue pol¨¦mica la compra de antivirales como al Tamiflu y Relenza por millones de euros para unos tratamientos con una efectividad que fue cuestionada, entre otros, por un informe del British Medical Journal. Ahora, el Remdesivir, un f¨¢rmaco creado inicialmente para combatir el ¨¦bola, ya se est¨¢ probando en pacientes de varios pa¨ªses para la Covid-19, y hay otros que se pondr¨¢n a prueba en los pr¨®ximos meses.
En la gripe de 2009, la OMS recibi¨® cr¨ªticas por las inversiones en vacunas o antivirales que fueron de poca utilidad
El cuarto pilar es la prevenci¨®n. ¡°A veces, tienes una vacuna, como sucede con el c¨®lera o la difteria, pero tambi¨¦n se puede prevenir a trav¨¦s de las pol¨ªticas de agua o saneamiento, como el c¨®lera y el dengue¡±, contin¨²a Al¨ªa. En el caso del coronavirus, se estima que har¨¢ falta entre a?o y a?o y medio, al menos, para conseguir una vacuna. Dado que se trata de una nueva enfermedad, a¨²n no se puede descartar que pierda impulso con el calor o cuando vaya infectando a una mayor cantidad de la poblaci¨®n, pero es muy probable que la vacuna sea muy ¨²til m¨¢s adelante, al menos para la poblaci¨®n de riesgo. Porque el virus, muy probablemente, se quedar¨¢ entre nosotros.
Por ¨²ltimo, Al¨ªa destaca un aspecto fundamental que ha aprendido en su lucha contra enfermedades como el ¨¦bola. ¡°La epidemia la para la comunidad, en el caso del ¨¦bola, yendo a los centros de tratamiento cuando han tenido contacto con alguna persona enferma o respetando la cuarentena de 21 d¨ªas. En el caso del Covid-19, qued¨¢ndonos en casa o lav¨¢ndonos las manos¡±, concluye.
La experiencia muestra que las epidemias o incluso las pandemias, por temibles que parezcan, llegan a su final. ¡°Habr¨¢ dos olas de Covid, puede que tres, pero en un a?o a partir de ahora, aunque no haya vacuna, se habr¨¢ infectado un 40% o 50% de la poblaci¨®n mundial, lo que dar¨¢ lugar a que el virus frene su propagaci¨®n¡±, dec¨ªa el mi¨¦rcoles en este diario el vir¨®logo Adolfo Garc¨ªa Sastre. Otro asunto diferente son las secuelas que puede dejar en la sociedad. Jos¨¦ Prieto recuerda las plagas que llevaron los europeos a Am¨¦rica y dejaron a aquellas civilizaciones al borde del colapso, maduras para el asalto de los reci¨¦n llegados. Y recuerda la cicatriz psicol¨®gica del miedo y sus efectos sobre la confianza en los extra?os. ¡°Por la caridad entran las pestes, se dec¨ªa¡±.
¡°Quedar¨¢n algunos h¨¢bitos, respecto a la higiene o al comportamiento en aglomeraciones o algunas medidas pol¨ªticas o en sanidad¡±, apunta Prieto, pero ¡°cuando pase todo tambi¨¦n llegar¨¢ el olvido, es inevitable¡±. En este sentido, el catedr¨¢tico recuerda una an¨¦cdota sobre las epidemias de c¨®lera de finales del siglo XIX en Europa ¡°Cuando llegaba una de estas epidemias a un pa¨ªs vecino, los diputados corr¨ªan a proponer la creaci¨®n de una direcci¨®n de Sanidad. Se dotaba econ¨®micamente, pero no hab¨ªan pasado tres meses y ya estaba amortizada. El ministerio de Sanidad no volvi¨® hasta la Transici¨®n¡±, casi un siglo despu¨¦s.
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