Imaginaci¨®n para tiempos de encierro
En estos d¨ªas en los que nuestras habitaciones se convierten en un espacio idealizado del ¨²nico mundo posible, es f¨¢cil imaginar una de las argumentaciones cient¨ªficas m¨¢s asombrosas de todos los tiempos
La ciencia requiere imaginaci¨®n para demostrar lo evidente. Es el elemento secreto que subyace en cada uno de los descubrimientos cient¨ªficos que han revolucionado nuestra historia. Desde la Teor¨ªa de la Gravitaci¨®n de Newton hasta la Teor¨ªa de la Relatividad de Einstein, la imaginaci¨®n ha sido el ingrediente que las ha hecho posibles.
Sin ir m¨¢s lejos, la consigna de los f¨ªsicos para defender la posibilidad real del viaje temporal, est¨¢ sacada de La leyenda del rey Arturo, novela ¨¦pica de T.H White donde las hormigas declaran que todo lo que no est¨¢ prohibido es obligatorio. Si atendemos a tal consigna dictatorial, y le echamos imaginaci¨®n, se hace evidente que los viajes en el tiempo, al no estar prohibidos, se convierten en una circunstancia que puede llegar a realizarse.
En estos d¨ªas de encierro y cuarentena, en los que nuestras habitaciones se convierten en un espacio idealizado del ¨²nico mundo posible, es f¨¢cil imaginar una de las argumentaciones cient¨ªficas m¨¢s asombrosas de todos los tiempos. Se trata del espacio de Misner, donde el viaje en el tiempo se convierte en una posibilidad f¨ªsica. Vamos a verlo.
Charles W. Misner, profesor de f¨ªsica de la universidad de Maryland, propuso un modelo manejable matem¨¢ticamente para explicar el viaje en el tiempo. Para ello, solo es necesario una habitaci¨®n donde las paredes sean id¨¦nticas unas a otras, as¨ª como id¨¦nticos han de ser el techo y el suelo. Si nos imaginamos atravesando una de las paredes hasta salir por la pared opuesta, entonces nuestra habitaci¨®n se convierte en un cilindro del que no podremos escapar por mucho que lo atravesemos. De esta manera, Stephen Hawking tom¨® como modelo el espacio de Misner para explicarnos que, al ser las paredes iguales, toda nuestra habitaci¨®n es id¨¦ntica a un agujero de gusano del que es imposible escapar por mucho que atravesemos las paredes una y otra vez.
Pero ahora imaginemos lo contrario, es decir, que las paredes son las que van a moverse hacia nosotros, lentamente. Pongamos que la pared de la derecha se nos acerca avanzando a dos kil¨®metros por hora y que nosotros intentamos escapar atravesando la pared opuesta, es decir, la izquierda, volviendo as¨ª a la pared derecha a dos kil¨®metros m¨¢s por hora. De esta manera hemos doblado la velocidad inicial y viajaremos a cuatro kil¨®metros por hora. Sumando dos kil¨®metros por hora de velocidad al movimiento de la pared derecha, cada vez que atravesemos la pared izquierda nos encontramos con una velocidad adicional que nos va empujando a 6, 8, 10, 12, 14 kil¨®metros por hora en cada vuelta del circuito, as¨ª hasta alcanzar la velocidad de la luz. De esta manera, viajaremos tan r¨¢pido en el tiempo que volveremos hacia el pasado.
Sirva como ejemplo esta explicaci¨®n sencilla del espacio de Misner para valorar de manera positiva el encierro obligatorio donde lo ¨²nico que no permanece prohibido es imaginar
Sirva como ejemplo esta explicaci¨®n sencilla del espacio de Misner para valorar de manera positiva el encierro obligatorio donde lo ¨²nico que no permanece prohibido es imaginar. Recordemos que, llevado por el encierro causado por la peste, Newton perge?¨® la Teor¨ªa de la Gravitaci¨®n Universal. Javier Sampedro nos lo cont¨® hace unos d¨ªas.
Con todo, necesitar que sucedan tragedias como la que estamos viviendo para echar a volar nuestra imaginaci¨®n, no deja de ser una paradoja m¨¢s de la naturaleza humana. Desde el momento en que exista la posibilidad real de que todo lo que pueda ocurrir, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano ocurrir¨¢, podemos empezar a pensar en un mundo donde sea tan posible viajar en el tiempo como encontrar una vacuna eficaz para un virus que asola el planeta y que nos mantiene encerrados, entre cuatro paredes, sumadas a un techo y un suelo que forman nuestro universo.
Cu¨ªdense y mientras tanto, imaginen.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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