Tecnolog¨ªa para tiempos de pandemia
La nanotecnolog¨ªa, aplicada a la medicina, avanza a pasos agigantados para limitar la pandemia que asola el mundo
Cuando se derrote la pandemia que estamos sufriendo y consigamos el estado equilibrado de la materia, es decir, la fase donde haya ocurrido todo lo que pod¨ªa ocurrir, se tendr¨¢ que reestructurar el tejido deteriorado, no s¨®lo social y econ¨®mico, sino tambi¨¦n el tejido cerebral.
Para ello, habr¨¢ gente que necesite echar mano de algo parecido al tricorder de Star Trek, el aparatejo que el doctor McCoy llevaba en su bolsa y que detectaba enfermedades con s¨®lo acercarlo al paciente. Para quien no lo sepa todav¨ªa, este cacharrito ya existe y funciona siguiendo el modelo de la aguja de una br¨²jula que se alinea a partir de pulsos de radiofrecuencia utilizando la misma carga de energ¨ªa que requiere una bombilla el¨¦ctrica.
El f¨ªsico y divulgador cient¨ªfico californiano Michio Kaku nos lo cuenta en su libro La F¨ªsica del futuro (Debate). Entre sus p¨¢ginas nos encontramos con una aproximaci¨®n a dicho dispositivo. Seg¨²n nos cuenta Kaku, un predecesor del tricorder sirvi¨® en su d¨ªa para obtener im¨¢genes del interior de ?tzi, el hombre de hielo; la momia descubierta por unos alpinistas alemanes en los Alpes de ?tzal.
Se podr¨ªa llegar a leer el cerebro de tal manera que es posible que hasta se pudieran leer los pensamientos
Despu¨¦s de mover el cacharrito sobre el cuerpo del hombre congelado se pudieron ver diferentes capas de su organismo, im¨¢genes que servir¨ªan para su posterior estudio, y gracias a las cuales se pudo hacer una reconstrucci¨®n naturalista de un hombre fallecido alrededor del 3255 a. C.
Como curiosidad, decir que el cuerpo momificado presentaba un buen n¨²mero de tatuajes repartidos entre su mu?eca izquierda, la zona lumbar y ambas piernas. La hip¨®tesis m¨¢s destacable es que los tatuajes ten¨ªan una funci¨®n m¨¢gica. Se trataba de un hombre que sufr¨ªa artritis y, seg¨²n parece, los tatuajes formaban parte del remedio para su mal. La reconstrucci¨®n del hombre de hielo la podemos ver en el Museo Arqueol¨®gico de Bolzano (Italia).
Ahora sigamos con el tricorder pues seg¨²n nos cuenta Michio Kaku, en un futuro, la aplicaci¨®n podr¨ªa hacerse m¨¢s peque?a, de tal modo que las exploraciones cerebrales por resonancia magn¨¦tica se llevar¨¢n a cabo con un dispositivo del mismo tama?o que una moneda. Es m¨¢s, se podr¨ªa llegar a leer el cerebro de tal manera que es posible que hasta se pudieran leer los pensamientos, asunto que sobrepasar¨ªa los l¨ªmites de la ¨¦tica, ya que, el pensamiento es una capacidad com¨²n a todos los humanos por la cual nos formamos ideas y representaciones de la realidad, siempre y cuando tengamos libertad para ello.
Lo que sucede es que con un cacharrito as¨ª, lo de la libertad de pensamiento se hace dif¨ªcil, por no decir imposible. Imag¨ªnense que la aplicaci¨®n se hiciese factible ahora mismo. A la falta de libertad de movimiento provocada por el deber c¨ªvico que nos obliga la pandemia, se sumar¨ªa un asunto tan grave como limitar el mundo de nuestras ideas; lo m¨¢s parecido a pinchar el pensamiento como si fuera un tel¨¦fono.
Pero todo llegar¨¢ y as¨ª lo anuncia Michio Kaku en su libro, donde tambi¨¦n nos cuenta el experimento al que se someti¨® para hacerse una exploraci¨®n mediante la imagen por resonancia magn¨¦tica funcional. Su objetivo era conocer en qu¨¦ partes de su cerebro se produc¨ªan ciertos pensamientos.
A la falta de libertad de movimiento provocada por el deber c¨ªvico que nos obliga la pandemia, se sumar¨ªa un asunto tan grave como limitar el mundo de nuestras ideas
Mientras Michio Kaku estaba en el interior de la c¨¢mara, le pidieron que contara el paso del tiempo en segundos. Una vez pasado el experimento, una vez reveladas las im¨¢genes, Kaku pudo comprobar c¨®mo, mientras contaba los segundos, aparec¨ªa el brillo de un punto entre los ojos, detr¨¢s de su nariz, lugar donde se localiza el paso del tiempo por ser ¨¦ste donde nuestra mente calcula segundos y minutos. Entonces Kaku se dio cuenta: ¡°Estaba siendo testigo del nacimiento de una rama nueva de la biolog¨ªa: el rastreo de los puntos precisos del cerebro asociados con ciertos pensamientos, es decir, una forma de lectura de la mente¡±.
Lo hemos visto por las noticias. Poco despu¨¦s de que brotase la pandemia, las terminales de los aeropuertos chinos empezaron a incorporar unos esc¨¢neres t¨¦rmicos para detectar posibles casos de coronavirus a partir del "mapa" del calor corporal que emiten las personas.
Con su aplicaci¨®n m¨¦dica, la nanotecnolog¨ªa est¨¢ logrando avances espec¨ªficos de los que vamos a ser testigos en los ¨²ltimos meses. Porque sin lugar a dudas, la pandemia que sufrimos est¨¢ transformando el escenario del mundo y con ello el futuro, un tiempo que ya est¨¢ aqu¨ª y que -parafraseando a William Gibson- viene desigualmente repartido.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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