Crisis, coronavirus y paradojas cient¨ªficas
Estamos inmersos en una recesi¨®n cuyos resultados van a ser terribles, pero esta vez no ha sido provocada por un exceso de riqueza activa sino por una pandemia
Susan George dej¨® dicho que el capitalismo es lo m¨¢s parecido a una bicicleta veloz en la que todos pedaleamos sin descanso. En estos d¨ªas estamos viendo c¨®mo la famosa bicicleta, m¨¢s que avanzar o caerse, se ha estrellado contra un muro. Pero no es la primera vez que ocurre; siempre que ha sucedido, la ciencia ha estado presente. Vamos a verlo seg¨²n la exposici¨®n del f¨ªsico californiano Michio Kaku, quien sostiene que la primera crisis econ¨®mica importante del sistema capitalista tuvo lugar en lo que se conoce como el P¨¢nico de 1857, culpa de la onda de choque causada por la energ¨ªa del vapor que cambiar¨ªa el escenario econ¨®mico de occidente.
El exceso de riqueza generado por la ciencia aplicada a la incipiente industria ferroviaria, hizo que la inversi¨®n bursatil, y sus apuestas en la Bolsa de Londres, generasen un incremento de los valores a cotizar en las distintas compa?¨ªas ferroviarias, inflando una burbuja que no tardar¨ªa en pincharse. Con todo, el auge del ferrocarril no llegar¨¢ hasta d¨¦cadas despu¨¦s, dando lugar a la paradoja cient¨ªfica que apunta que, tras una crisis econ¨®mica, la ciencia da mayores frutos.
La segunda oleada tecnol¨®gica de importancia trajo consigo la crisis de 1929. Se repetir¨ªa el proceso de la econom¨ªa de casino, de las apuestas sobre valores burs¨¢tiles a cotizar en el sector del autom¨®vil. La aparici¨®n del autom¨®vil y la revoluci¨®n de la electricidad con los primeros electrodom¨¦sticos trajo consigo riqueza en exceso. Otra vez la misma historia, el viejo cuento que dice que el capital no puede quedarse quieto y que necesita activarse. Por ello, las inversiones en la Bolsa estadounidense abrir¨ªan las apuestas sobre seguro en los nuevos sectores.
De seguir vivos, vamos a comprobar c¨®mo la ciencia va a dar sus frutos, no s¨®lo en lo que respecta al descubrimiento de una vacuna que acabe con la pandemia, sino a las aplicaciones tecnol¨®gicas orientadas a la salud, demostrando una vez m¨¢s que la ciencia es el verdadero motor de la prosperidad
De esta manera, el sector el¨¦ctrico y el sector automovil¨ªstico trajeron consigo el desastre financiero que se conoce como la Gran Depresi¨®n o el Crack del 29. Ni producci¨®n, ni consumo; la bicicleta cay¨® por falta de pedaleo y Estados Unidos se hundi¨® econ¨®micamente. D¨¦cadas despu¨¦s el impulso de ambos sectores fue imparable.
La tercera crisis la hemos vivido hace poco, con la llegada de la tecnolog¨ªa inform¨¢tica. A principios de siglo se empieza a generar riqueza que se traduce en dinero del que cuenta y suena, el exceso se activa en el sector inmobiliario y ocurre lo mismo que ocurri¨® en 1857 o en 1929, que se origina una burbuja que al final estalla. Con todo, en este caso, la crisis no se localiz¨® en Estados Unidos o en Inglaterra, sino que fue mundial como corresponde a una econom¨ªa globalizadora donde los mercados nacionales y locales han sido absorbidos por el mercado global. A?o 2008.
La paradoja cient¨ªfica, en este caso, la tenemos delante de nosotros. Algo m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s la tecnolog¨ªa ha condicionado nuestras vidas de tal manera que podemos leer las noticias a tiempo real, en un peri¨®dico que ya no es de papel, sino que consiste en una pantalla de plasma por donde navegamos buscando contenidos que se renuevan a cada instante.
Pero no es la primera vez que ocurre; siempre que ha sucedido, la ciencia ha estado presente
Si tomamos como referencia esta exposici¨®n cient¨ªfica, podemos afirmar que estamos inmersos en la cuarta oleada cr¨ªtica. Lo que sucede es que esta vez no ha sido provocada por un exceso de riqueza activa, sino por una pandemia y, en este caso, las fuerzas del mercado no han tenido la suficiente potencia para levantar la bicicleta, pues el choque contra el muro ha dejado la bicicleta inservible. Lo que est¨¢ sucediendo tiende m¨¢s a identificarse con un conflicto b¨¦lico global, una guerra donde el escenario resultante va a ser lo m¨¢s parecido a una distop¨ªa, es decir, una utop¨ªa proyectada por el capitalismo.
La Historia nos dice que con la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial, se desarrollaron avances m¨¦dicos y tecnol¨®gicos. El listado es amplio, desde la pr¨®tesis hasta el reloj militar de pulsera, pasando por la cirug¨ªa est¨¦tica o las transfusiones de sangre. La Segunda Guerra Mundial trajo avances como el desarrollo de radares y computadoras as¨ª como la desafortunada posibilidad de comprobar que es posible manejar los ¨¢tomos con fines b¨¦licos. Por decir no quede que la Guerra Fr¨ªa trajo Internet.
Con todo, a pesar del drama que estamos viviendo, muy pronto se pondr¨¢ en marcha la paradoja cient¨ªfica de la que habl¨¢bamos al principio. De seguir vivos, vamos a comprobar c¨®mo la ciencia va a dar sus frutos, no s¨®lo en lo que respecta al descubrimiento de una vacuna que acabe con la pandemia, sino a las aplicaciones tecnol¨®gicas orientadas a la salud, demostrando una vez m¨¢s que la ciencia es el verdadero motor de la prosperidad. Lo dem¨¢s son zarandajas.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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