El sorprendente hallazgo de pepinos de mar en el Templo Mayor de Tenochtitlan
Bi¨®logos de la UNAM encuentran restos de estos extra?os y valiosos equinodermos en una ofrenda del centro espiritual de los mexicas
Francisco Sol¨ªs y su equipo volvieron de vacaciones de navidad el 6 de enero. Se saludaron, se dieron un abrazo y se desearon un feliz 2020. Sol¨ªs ten¨ªa claro c¨®mo quer¨ªa empezar el a?o, as¨ª que no tard¨® en se?alar la tarea del d¨ªa. El bi¨®logo pidi¨® a sus colaboradores que analizaran las muestras que hab¨ªa mandado el Proyecto Templo Mayor el a?o anterior. ¡°Yo estaba muy inquieto. ?Quer¨ªa saber de una vez si hab¨ªa pepinos de mar en la ofrenda!¡±, recuerda.
Eran muestras de polvo recogidas del fondo de una ofrenda recuperada en 2006 en el centro ceremonial de los aztecas, en Ciudad de M¨¦xico. Los arque¨®logos piensan que los sacerdotes consagraron el monolito de la diosa Tlaltecuhtli con esa ofrenda hace m¨¢s de 550 a?os. Esculpida en roca volc¨¢nica, las doce toneladas de la diosa de la tierra y la fertilidad yac¨ªan sobre el dep¨®sito. Tardaron dos a?os en llegar hasta ¨¦l. Cuando lo hicieron, encontraron una ofrenda riqu¨ªsima, con miles de objetos, sobre todo restos de animales, muchos marinos. El director del Proyecto Templo Mayor, Leonardo L¨®pez Luj¨¢n, recordaba hace unos d¨ªas que es ¡°la ofrenda m¨¢s rica y diversa encontrada hasta la fecha, porque est¨¢ dedicada al monolito mexica m¨¢s grande jam¨¢s encontrado¡±.
El hallazgo de la Tlaltecuhtli fue todo un acontecimiento en M¨¦xico. Primero por su tama?o, mayor a la Coyolxauhqui y la famosa Piedra del Sol, tambi¨¦n conocida como calendario azteca. Y segundo por su ubicaci¨®n, frente a las escalinatas del Templo Mayor. Con la Tlaltecuhtli y las ofrendas que encontraron alrededor, los arque¨®logos miraban por primera vez un espacio ritual de primer orden: el lugar de las exequias de los gobernantes aztecas.
Los bi¨®logos de Sol¨ªs tomaron las muestras de polvo y las colocaron frente al microscopio. A eso de las 11.00, una de sus colaboradoras camin¨® los 10 metros que separan el laboratorio de su despacho y le dijo: ¡°Doctor, creo que encontr¨¦ una esp¨ªcula¡±. Sol¨ªs salt¨® de la silla y fue al laboratorio. Las esp¨ªculas, explica el investigador, son part¨ªculas microsc¨®picas que dan estructura al pepino. Sol¨ªs mir¨® por el visor y encontr¨® su regalo de d¨ªa de reyes. ¡°Vi la muestra y... ?Wow! Ah¨ª estaba la primera esp¨ªcula de pepino de mar. Fue todo un acontecimiento. S¨ª, s¨ª festejamos. Aplaudimos y brincamos de alegr¨ªa¡±, recuerda el bi¨®logo. Era la primera vez que aparec¨ªan restos de pepinos de mar en una excavaci¨®n arqueol¨®gica en el mundo.
Los descubrimientos cient¨ªficos son ventanas a la eternidad. Hip¨®tesis que se comprueban, evidencias que despejan dudas razonables. No es raro que los investigadores hablen del momento en que gritan -verbalmente o no- eureka. Y por extra?o que parezca y por muy felices que digan estar, su efusividad resulta rid¨ªcula al lado de la de un hincha de cualquier equipo de f¨²tbol.
Cuando el paleoantrop¨®logo Lee Berger, descubridor de una nueva especie de Australopithecus, escuch¨® de sus colaboradores el hallazgo de nuevos huesos en una cueva cerca de Johannesburgo en 2013, les invit¨® a todos a una ronda de tragos. En diciembre de 2012, la investigadora Turi King, de la Universidad de Leicester, supo finalmente que los restos encontrados meses antes en un estacionamiento en la ciudad correspond¨ªan al ¨²nico rey ingles perdido, Ricardo III. King dice que bail¨® ¡°un poquito¡± en el laboratorio. El a?o pasado, mientras las computadoras daban sentido a los datos y compon¨ªan la primera imagen de un agujero negro jam¨¢s tomada, una de las integrantes del grupo de cient¨ªficos que lo logr¨®, Katie Bouman, colg¨® una foto en Facebook frente a su m¨¢quina, con los dedos de las manos cruzadas. Al lado suyo, un compa?ero aparec¨ªa agachado, como si estuviera mir¨¢ndose el zapato.
En el laboratorio de Sol¨ªs, la celebraci¨®n se redujo a compartir el ¡°recalentado¡± que cada uno llevaba de las fiestas navide?as. Restos de los guisos de d¨ªas pasados. ¡°S¨ª, s¨ª fue una peque?a fiesta¡±, dice el bi¨®logo.
De 52 a?os, Sol¨ªs es uno de los pocos expertos en equinodermos que hay en el mundo: estrellas de mar, erizos, pepinos de mar... Le entusiasman. Empez¨® a estudiarlos a los 18 a?os y ahora es el curador de la colecci¨®n nacional de equinodermos de M¨¦xico, que est¨¢ en el campus de la UNAM en la capital. ¡°Los pepinos de mar son un alimento que te da nivel social. Es como el champ¨¢n¡±, explica. ¡°En Asia, la gente con m¨¢s dinero come especies ex¨®ticas de pepinos de mar de otros pa¨ªses¡±.
Es una fiebre la de los pepinos de mar. En China, un kilo puede llegar a costar 1.500 euros, si se trata de la especie deseada. En Espa?a, la polic¨ªa ha descubierto redes de tr¨¢fico ilegal que van desde la costa de C¨¢diz al gigante asi¨¢tico. En algunos casos, traficantes de hach¨ªs se han pasado al contrabando de equinodermos. En Yucat¨¢n, M¨¦xico, la sobreexplotaci¨®n ha sido tal que hay subespecies de pepinos que se han extinguido y las autoridades establecieron vedas y pescas m¨¢ximas por barca.
Es conocido el valor estimulante que se le atribuye al pepino de mar, algo que ocurre tambi¨¦n con la vejiga de un pez, la totoaba, com¨²n en el golfo de Cort¨¦s: las capacidades afrodis¨ªacas delos biotopos mexicanos. Sol¨ªs y su equipo lograron sintetizar el p¨¦ptido de los pepinos de mar que da ese toque extra de energ¨ªa. Incluso idearon unas c¨¢psulas para venderlas en China e intentar bajar as¨ª la presi¨®n sobre los bancos de pepinos de mar en el mundo. Pero no sali¨® bien. ¡°No gust¨® mucho, por lo mismo de que es una cuesti¨®n de estatus¡±, argumenta el investigador.
Sol¨ªs y sus colaboradores encontraron restos de hasta cuatro especies de pepinos de mar en la ofrenda del Templo Mayor. El bi¨®logo duda de que los gobernantes mexica comieran pepinos de mar: los animales de las ofrendas no se com¨ªan. Aunque no hubiera sido extra?o, teniendo en cuenta la diversidad que alcanzaron los banquetes imperiales en tiempos de Moctezuma Xocoyotzin. Pero no parece el caso. Y adem¨¢s esta ofrenda es de un tlatoani anterior, Ahuitzotl.
Entonces, ?qu¨¦ hac¨ªan los pepinos de mar en la ofrenda? Leonardo L¨®pez Luj¨¢n argumenta que es dif¨ªcil saber, porque las fuentes hist¨®ricas del siglo XVI no los mencionan y tampoco fueron representados en el arte mexica. ¡°Sin embargo¡±, a?ade, ¡°creo que la idea de los sacerdotes fue depositar en el interior de la caja de ofrenda para la diosa Tlaltecuhtli la mayor variedad de especies marinas para representar el inframundo acu¨¢tico de la cosmovisi¨®n mexica: un lugar femenino y de abundancia, de riqueza absoluta¡±.
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