?Por qu¨¦ confiamos en la ciencia?
Pensamos que la ciencia es objetiva, racional y demostrable, pero ciencia no es sin¨®nimo de certeza
La crisis de la COVID-19 ha llegado para cambiar nuestro modo de vida. Al menos hasta que se encuentre una cura que la mayor¨ªa de los expertos dicen que no llegar¨¢, probablemente, hasta el a?o que viene. Parece entonces que el verdadero campo en el que se disputa la batalla contra el virus no es el de la pol¨ªtica, sino el de la ciencia. Por ello, pol¨ªticos y ciudadanos de todos los pa¨ªses tienen hoy depositadas sus esperanzas en la ciencia. Los informativos y programas de actualidad se han llenado de cient¨ªficos de los cuales esperamos un rayo de esperanza en esta oscura situaci¨®n. Que nos se?alen el camino para volver hacia una normalidad que ahora parece muy lejana.
Pero ?por qu¨¦ confiamos en la ciencia? ?En qu¨¦ se diferencia la ciencia de otros ¨¢mbitos del conocimiento en los que no tenemos depositada la misma seguridad? ?Por qu¨¦ aceptamos lo que nos dicen los cient¨ªficos con m¨¢s convicci¨®n que aquello que nos dicen antrop¨®logos, polit¨®logos y, por supuesto, fil¨®sofos? Principalmente porque pensamos que la ciencia es objetiva, racional y demostrable.
La comunidad cient¨ªfica realiza su pr¨¢ctica dentro de unos l¨ªmites y en torno a unas directrices que son comunes y compartidas por todos sus integrantes
Primero, pensamos que la ciencia es objetiva en tanto en cuanto se entiende que est¨¢ menos influenciada por cuestiones subjetivas, como pueden ser los sentimientos, las emociones, o la ideolog¨ªa pol¨ªtica, de lo que sucede en otras disciplinas. Esto no significa que los cient¨ªficos sean seres amorales y apol¨ªticos, ¡ªestos no dejan sus prejuicios en la puerta cuando entran en el laboratorio¡ª, sino que, en general, se presupone que la pr¨¢ctica cient¨ªfica puede, y debe, estar menos influenciada por cuestiones externas, de lo que lo est¨¢n otras disciplinas. En este sentido, se espera que la ciencia no se pliegue a las preferencias personales de aquellos que la practican y, de este modo, nos dirija hacia la consecuci¨®n de alg¨²n tipo de ¡°verdad¡±.
Segundo, la ciencia es una actividad racional. La racionalidad cient¨ªfica derivar¨ªa del hecho de que la comunidad cient¨ªfica realiza su pr¨¢ctica dentro de unos l¨ªmites y en torno a unas directrices que son comunes y compartidas por todos sus integrantes. Como dec¨ªa el historiador y fil¨®sofo de la ciencia norteamericano, Thomas Kuhn, la ciencia es como un rompecabezas. De esta forma, una soluci¨®n solo es v¨¢lida si se llega a ella siguiendo unas reglas que son aceptadas por todos. En la ciencia no valen las soluciones ad hoc.
La pr¨¢ctica cient¨ªfica est¨¢ llena de dudas, cuestionamientos, errores e intentos fallidos
Tercero, la ciencia se diferencia de otros ¨¢mbitos del conocimiento o pr¨¢cticas en el hecho de que sus conclusiones y resultados son demostrables y comprobables. La ciencia no solo tiene que funcionar, sino que tiene que ser capaz de explicar c¨®mo funciona. De tal modo; que cualquier otro cient¨ªfico, en las mismas condiciones y siguiendo el mismo procedimiento, obtenga los mismos resultados. Resultados que aspiran a tener validez universal. Esto nos lleva de vuelta a hablar de la primera caracter¨ªstica que le atribu¨ªamos a la ciencia, la objetividad. Precisamente porque aquellos resultados a los que llega la ciencia deben ser comprobables y reproducibles por todos, entendemos que ¨¦sta no depende de cuestiones relacionadas con la persona que desempe?a dicha actividad ¡ªcuestiones subjetivas¡ª, sino que se trata de una pr¨¢ctica objetiva.
Adem¨¢s, que las conclusiones y resultados que alcanza la ciencia sean demostrables y comprobables universalmente es un punto clave para diferenciar la ciencia de la pseudociencia. La vacuna que nos inmunice contra el coronavirus solo podr¨¢ ser calificada de cient¨ªfica en la medida que sus resultados puedan explicarse, de tal modo que, si otro grupo de investigaci¨®n quisiera reproducirla, pudiese hacerlo. Sin embargo, aunque se diese la casualidad de que una sustancia aconsejada por un home¨®pata hiciese que alguien se ¡°curase¡± de coronavirus, ¨¦sta nunca ser¨ªa aceptada como medicina por la comunidad cient¨ªfica por los dos motivos anteriormente mencionados. Primero, porque la homeopat¨ªa no puede explicar c¨®mo ¡°funciona¡± y, segundo, porque sus resultados no son aplicables universalmente. Mientras que la vacuna cient¨ªfica contra el coronavirus curar¨¢ a la mayor parte de las personas, salvo excepciones, en el caso de la homeopat¨ªa suceder¨ªa al rev¨¦s: aquellos que mejorasen gracias a las pr¨¢cticas homeop¨¢ticas ser¨ªan la excepci¨®n y aquellos en los que no surta ning¨²n efecto, la regla.
La vacuna que nos inmunice contra el coronavirus solo podr¨¢ ser calificada de cient¨ªfica en la medida que sus resultados puedan explicarse
Ahora bien, ciencia no es sin¨®nimo de certeza. La pr¨¢ctica cient¨ªfica est¨¢ llena de dudas, cuestionamientos, errores e intentos fallidos. Pero son precisamente sus pretensiones de objetividad y racionalidad; su necesidad de ser demostrable y reproducible por todos, las que hacen de la ciencia un ¨¢mbito distinto al resto de ¨¢reas del conocimiento humano. Son estas mismas pretensiones las que convierten a la ciencia en la mejor herramienta de la que disponemos para dar respuestas y proporcionar soluciones, suficientemente ciertas, a nuestros problemas. Son estas caracter¨ªsticas por las que, acertadamente, confiamos en la ciencia.
Luc¨ªa Ortiz de Z¨¢rate Alcarazo es investigadora predoctoral en el grupo de investigaci¨®n Innovaci¨®n, Tecnolog¨ªa y Gesti¨®n P¨²blica de la Universidad Aut¨®noma de Madrid (UAM) y hace una tesis doctoral sobre filosof¨ªa de la ciencia y la tecnolog¨ªa, as¨ª como la incorporaci¨®n de la Inteligencia Artificial en el sector p¨²blico.
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