El pl¨¢stico tambi¨¦n ha llegado a la atm¨®sfera
La mayor¨ªa procede de los neum¨¢ticos de los coches pero tambi¨¦n de la agricultura y el mar
Los pl¨¢sticos ya est¨¢n en todas partes: en el mar hay miles de millones de toneladas, han llegado hasta el polo norte y tambi¨¦n a las monta?as. El ¨²nico espacio que les quedaba por conquistar era el aire y diversos estudios muestran que ya lo han hecho. En forma de micropl¨¢sticos pueden recorrer todo el planeta permaneciendo en el aire hasta una semana antes de volver a caer en la tierra de la que salieron. Esto cerrar¨ªa el llamado ciclo del pl¨¢stico, una circulaci¨®n similar a la del agua o la del carbono, pero esta vez generada por los humanos.
Desde que en 1907 el qu¨ªmico Leo Baekeland creara el primer pl¨¢stico sint¨¦tico, la baquelita, la producci¨®n de pl¨¢stico no ha dejado de aumentar. Pero la explosi¨®n se produjo tras la II Guerra Mundial: la fabricaci¨®n de fibras y resinas pl¨¢sticas pas¨® de 2 millones de toneladas en 1950 a 380 millones en 2015. En total, hasta ese a?o se han generado unos 8.300 millones de toneladas y el 80% ha acabado en los vertederos o en el medio ambiente. Aqu¨ª acciones humanas y procesos naturales lo han ido moviendo. Ya sea por filtraci¨®n o arrastre, los pl¨¢sticos, cada vez m¨¢s peque?os, se han ido infiltrando en el subsuelo o llegando hasta el mar. Pero hay otra ruta y es de doble sentido: tambi¨¦n llegan a los oc¨¦anos por el aire y, desde estos, vuelven a la tierra de nuevo volando.
Investigadores del Instituto Noruego de Investigaci¨®n del Aire (INIA) comprobaron el verano pasado c¨®mo los neum¨¢ticos de los coches (hechos en su mayor¨ªa de pl¨¢sticos derivados del petr¨®leo) expulsan al aire trocitos con cada frenazo, derrape o aceleraci¨®n. Estimaron entonces que hasta 140.000 toneladas de restos de ruedas llegaban a los mares llevadas por el viento. Aquel trabajo se basaba en c¨¢lculos del desgaste de los neum¨¢ticos en el norte de Europa. Ahora un nuevo estudio a?ade una capa de datos recogidos en una decena de estaciones ubicadas en la mitad oeste de Estados Unidos y confirman los c¨¢lculos de los noruegos.
En las estaciones de calidad del aire de los parques nacionales de Estados Unidos hay micropl¨¢sticos llevados all¨ª desde el oc¨¦ano
La bioqu¨ªmica Janice Brahney, de la Universidad Estatal de Utah (Estados Unidos), es la principal autora de esta investigaci¨®n con las estaciones de calidad del aire de los parques nacionales de EE UU. Su trabajo tuvo dos partes; por un lado, detectar que los pl¨¢sticos hab¨ªan llegado a los principales iconos de la conservaci¨®n de ese pa¨ªs, como el parque nacional Joshua Tree o el del Gran Ca?¨®n. Datos que publicaron el a?o pasado. Ahora acaban de publicar en PNAS un refinado an¨¢lisis de las part¨ªculas detectadas y, por medio de un modelo atmosf¨¦rico, han estimado su origen.
Calcularon que solo sobre los parques nacionales de EE UU ca¨ªa una lluvia de pl¨¢stico de entre 1.000 y 4.000 toneladas al a?o. ¡°Si lo escalamos, ser¨ªan unas 22.000 toneladas sobre Estados Unidos, aunque probablemente est¨¦ infraestimado¡±, dice Brahney. Casi el 84% de los micropl¨¢sticos (menos de cinco mil¨ªmetros di¨¢metro) que encontraron viene de las carreteras, en su mayor¨ªa de los neum¨¢ticos aunque tambi¨¦n hay aportaciones de los frenos y el propio asfalto. Otro 11% vendr¨ªa del oc¨¦ano y un 5% del campo. Aqu¨ª, se tratar¨ªa tanto de pl¨¢sticos agr¨ªcolas que se han ido degradando como de las part¨ªculas pl¨¢sticas presentes en el abono procedente del tratamiento de las aguas residuales urbanas, los llamados bios¨®lidos.
Pero el dato m¨¢s sorprendente es el baj¨ªsimo porcentaje de los micropl¨¢sticos de origen urbano, apenas un 0,3%, cuando las ciudades son las grandes generadoras de contaminaci¨®n pl¨¢stica. Lo explica Brahney: ¡°A nosotras tambi¨¦n nos sorprendi¨®, al principio. Pero tiene sentido, ya que estas part¨ªculas necesitan ser elevadas lo suficientemente alto en la atm¨®sfera antes de que puedan viajar largas distancias. Los edificios en las ciudades interrumpen el flujo del viento, lo que dificulta que recoja part¨ªculas en la superficie del suelo¡±. As¨ª que las ciudades pueden ser el punto desde el que el pl¨¢stico llega al entorno, ¡°pero las carreteras son desde las que los pl¨¢sticos entran en la atm¨®sfera¡±, completa.
¡°Con d¨¦cadas de contaminaci¨®n acumul¨¢ndose en los oc¨¦anos, ahora hay m¨¢s pl¨¢stico que sale del mar por el aire¡±Janice Brahney, bioqu¨ªmica de la Universidad Estatal de Utah (Estados Unidos)
El camino convencional del pl¨¢stico convertido en residuo comienza en las aglomeraciones humanas y tiende acabar en el mar. All¨ª el pl¨¢stico no se destruye, solo empeque?ece hasta un nivel microsc¨®pico. La mayor¨ªa queda flotando en la capa m¨¢s superficial del agua, donde la radiaci¨®n solar y la erosi¨®n lo reducen cada vez m¨¢s. Es cuando los peces, las tortugas o las aves marinas creen que es comida de colores llamativos y olores atractivos. Tambi¨¦n es cuando el oleaje y el viento elevan grandes cantidades de micropl¨¢sticos que entran en la circulaci¨®n atmosf¨¦rica como lo hace el polvo del desierto o las part¨ªculas de la combusti¨®n. Esto explicar¨ªa aquel 11% de micropl¨¢sticos de origen marino observado en el estudio.
La existencia de una ruta a¨¦rea, m¨¢s all¨¢ de la cantidad transportada, confirma la existencia de un ciclo del pl¨¢stico. De hecho en el trabajo de Brahney y sus colegas, han estimado que llegan m¨¢s micropl¨¢sticos a la tierra desde el mar que desde la superficie terrestre a los oc¨¦anos. ¡°Muchos supon¨ªan que la atm¨®sfera podr¨ªa ser solo otro vector del movimiento de pl¨¢sticos hacia el oc¨¦ano, pero con d¨¦cadas de contaminaci¨®n acumul¨¢ndose en el mar, ahora hay m¨¢s pl¨¢stico que sale de ¨¦l por el aire¡±, sostiene la bioqu¨ªmica.
Roland Geyer es profesor de ecolog¨ªa industrial y prevenci¨®n de la contaminaci¨®n de la Universidad de California en Santa B¨¢rbara (EE UU). Tambi¨¦n es coautor del estudio que estim¨® el total de pl¨¢stico producido por los humanos mencionado m¨¢s arriba. ¡°Desde tu art¨ªculo de 2017, hemos a?adido otros 1.400 millones de toneladas m¨¦tricas de pl¨¢stico, as¨ª que la producci¨®n acumulada llega ahora hasta los 10.100 millones de toneladas¡±, destaca en un correo. ¡°Desafortunadamente, la pandemia de la covid ha aumentado a¨²n m¨¢s nuestra dependencia del pl¨¢stico de un solo uso¡±, dice Geyer.
Desde 1907, los humanos han fabricado 10.100 millones de toneladas de plasticos
Su colega de la Universidad de C¨¢diz Andr¨¦s C¨®zar lleva a?os investigando la contaminaci¨®n pl¨¢stica, en especial en el mar. Sobre el ciclo del pl¨¢stico destaca que lo ¨²nico que se puede asegurar ¡°es que sus efectos ser¨¢n a escala global¡±. Pero le preocupa todo lo que no se sabe: ¡°Es un sector tan grande, son tantos tipos de pl¨¢sticos, desconocemos su impacto a largo plazo en el medio o en los seres vivos o la salud humana¡±.
C¨®zar cree que la introducci¨®n de mecanismos que ayuden a la degradaci¨®n del pl¨¢stico ya en el inicio de su fabricaci¨®n podr¨ªa reducir la cantidad de micropl¨¢sticos que alimentan el ciclo. Y se?ala una investigaci¨®n publicada la semana pasada en Nature. En ella cient¨ªficos estadounidenses introdujeron unas enzimas en los pol¨ªmeros. El gran problema del llamado pl¨¢stico biodegradable es que, al compostarlo, necesitar¨ªa a?os o d¨¦cadas para descomponerse (romper las cadenas de carbono). Sin embargo, estas enzimas se reactivan al someterlas a calor y agua y se ponen a hacer lo saben: comer poli¨¦ster y en unos d¨ªas el pl¨¢stico se reduce a su nivel molecular. Lo siguiente que quieren hacer es aplicarlo a otros tipos de pl¨¢stico.
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