Las dos mujeres ¡°normales¡± detr¨¢s de la vacuna de Oxford
Las cient¨ªficas Catherine Green y Sarah Gilbert cuentan en un libro c¨®mo crearon una soluci¨®n para la pandemia mientras eran acusadas de participar en delirantes conspiraciones
Un veraniego fin de semana de hace un a?o, una de las madres de la vacuna de Oxford y AstraZeneca, la cient¨ªfica brit¨¢nica Catherine Green, se fue de camping con su hija de nueve a?os. All¨ª, en las monta?as del noroeste de Gales, se puso a hablar con una mujer que paseaba a un perro. La excursionista desconocida empez¨® por quejarse de la red de telefon¨ªa m¨®vil 5G y acab¨® dando su opini¨®n sobre la vacunaci¨®n contra la covid: ¡°Yo no digo que est¨¦ demostrado que hay una conspiraci¨®n, pero me preocupa que no sepamos qu¨¦ le echan a las vacunas: mercurio y otros compuestos t¨®xicos. No me f¨ªo de ellos. No nos cuentan la verdad¡±. Green, descalza y vestida de dominguera, era literalmente la jefa de la fabricaci¨®n de la vacuna de Oxford. ¡°Yo soy ellos¡±, respondi¨®.
La investigadora y su colega Sarah Gilbert han publicado un libro, Vaxxers (algo as¨ª como ¡°creadores de vacunas¡±, de la editorial Hodder & Stoughton), en el que narran su fren¨¦tica carrera para obtener una vacuna y desmontan la imagen mal¨¦fica creada por la calenturienta imaginaci¨®n de los amantes de las conspiraciones. Green cuenta que estaba reci¨¦n divorciada y con su hija a su cargo cuando lleg¨® la pandemia. Aquel d¨ªa de camping, le detall¨® a su interlocutora los ingredientes reales del f¨¢rmaco. ¡°Yo no soy eso que les inquieta: una ¨¦lite global, en busca de poder y control. No tengo el n¨²mero de tel¨¦fono de Bill Gates. No s¨¦ c¨®mo poner un nanorrobot rastreador en una vacuna. Solo soy Cath, la hija de un trabajador portuario, haciendo lo mejor que puedo con mis conocimientos y mis compa?eros, y echando de menos abrazar a mis padres, como cualquier otra persona¡±, expone la investigadora en el libro.
Catherine Green es la jefa de la f¨¢brica de medicamentos experimentales de la Universidad de Oxford. Y Sarah Gilbert es una de las principales vacun¨®logas de la instituci¨®n. ¡°No somos la industria farmac¨¦utica ni somos un ellos. Somos dos personas normales que, junto a un equipo de otras personas muy trabajadoras, hicimos algo extraordinario¡±, reflexiona Gilbert. ¡°No tenemos sirvientes ni ch¨®fer ni ni?era y, como los dem¨¢s, tenemos otros asuntos en nuestras vidas¡±, recalca.
Gilbert y la inmun¨®loga Teresa Lambe dise?aron la vacuna en cuanto se public¨® el genoma del nuevo coronavirus, el 10 de enero de 2020, cuando la mayor¨ªa de la humanidad ni siquiera hab¨ªa o¨ªdo hablar de esta amenaza. Gilbert recuerda aquel 1 de enero, cuando, en su casa, ley¨® que hab¨ªa cuatro casos de una neumon¨ªa desconocida en la ciudad china de Wuhan. Tom¨® nota mentalmente y se fue a la cocina a hacer un puzle con su marido y sus tres hijos. A medida que pasaban los d¨ªas, Gilbert decidi¨® dise?ar cuanto antes una vacuna ¡°por si acaso¡±.
¡°Yo no soy de una ¨¦lite global, en busca de poder y control. No tengo el n¨²mero de tel¨¦fono de Bill Gates¡±, afirma Catherine Green
La vacuna de Oxford, en realidad, ya estaba medio hecha. El equipo de Sarah Gilbert llevaba desde 2012 utilizando adenovirus del resfriado del chimpanc¨¦ como veh¨ªculo para introducir en el cuerpo humano material gen¨¦tico de otros virus y generar defensas. Los investigadores ya hab¨ªan elaborado vacunas experimentales contra la gripe y contra otro coronavirus, el del S¨ªndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS, por sus siglas en ingl¨¦s). Estaban preparados para la llegada de una enfermedad X. Solo hab¨ªa que a?adir a la f¨®rmula la informaci¨®n gen¨¦tica del nuevo virus, que lleg¨® a su buz¨®n de correo electr¨®nico el 11 de enero, un s¨¢bado por la ma?ana. Todav¨ªa en pijama, Teresa Lambe se puso a trabajar en su casa. En 48 horas, Gilbert y Lambe hab¨ªan escogido el fragmento de la secuencia del virus id¨®neo para ser el ingrediente principal de una vacuna. El 22 de enero, Gilbert reclut¨® a Green para fabricar el medicamento y ensayarlo en humanos.
Las investigadoras relatan su lucha para lograr financiaci¨®n. ¡°Somos las ¨²nicas que podemos hacer esto, as¨ª que tendremos que hacerlo y arreglar despu¨¦s el tema del dinero¡±, afirm¨® Gilbert en una reuni¨®n. Sobre la mesa de su despacho hay una taza con el lema: ¡°Keep calm and make vaccines¡± (mant¨¦n la calma y haz vacunas). El equipo decidi¨® meterse en gastos que no pod¨ªan asumir, confiando en que llegar¨ªa dinero en alg¨²n momento. ¡°Pedir¨ªamos perd¨®n, no permiso¡±, resume Gilbert en el libro. A medida que la humanidad se percataba de la que se ven¨ªa encima, fue llegando la financiaci¨®n. La Coalici¨®n para las Innovaciones en Preparaci¨®n para Epidemias ¡ªla CEPI, fundada por los gobiernos de Noruega e India, la Fundaci¨®n Bill & Melinda Gates, el Wellcome Trust y el Foro Econ¨®mico Mundial¡ª puso los primeros 300.000 euros. En marzo, la Agencia de Investigaci¨®n e Innovaci¨®n del Reino Unido puso otros 2,35 millones de euros. El 21 de abril, el Gobierno brit¨¢nico a?adi¨® 23,5 millones de euros. Y EE UU acab¨® poniendo m¨¢s de 1.000 millones de euros para acelerar los ensayos.
Catherine Green recuerda que, normalmente, se necesitan varios meses para conseguir los suficientes voluntarios para ensayar una vacuna experimental. En el caso de la covid, miles de personas dieron un paso al frente en apenas unas horas, pese a que implicaba comprometerse a hacerse inc¨®modos an¨¢lisis todas las semanas durante meses. ¡°Esto refuerza mi convicci¨®n de que las personas son, en general, buenas, generosas y altruistas. Siempre vale la pena recordar que la vacuna no habr¨ªa sido posible sin ellos¡±, escribe Green.
La vacun¨®loga Sarah Gilbert tuvo trillizos y su sueldo manten¨ªa a la familia. ¡°Aquello s¨ª era presi¨®n¡±, recuerda.
Vaxxers describe una odisea cient¨ªfica. Sarah Gilbert asegura que, al haber sido madre de trillizos 20 a?os antes, estaba acostumbrada a los grandes desaf¨ªos. ¡°De repente me convert¨ª en el principal sost¨¦n de una familia de cinco personas, durmiendo un par de horas cada noche. Aquello s¨ª era presi¨®n¡±, relata. Para lo que no estaban preparadas era para los bulos que empezaron a brotar por todas partes. El 23 de abril, la microbi¨®loga Elisa Granato, de la Universidad de Oxford, se present¨® voluntaria para ser una de las primeras personas en recibir la vacuna. Inmediatamente, por las redes sociales circul¨® la mentira de que hab¨ªa muerto. ¡°?Qui¨¦n utiliza su tiempo para inventarse algo as¨ª?¡±, exclama Green.
Al calor de los bulos surgieron movimientos antivacunas, que incluso llegaron a manifestarse frente a los laboratorios de Gilbert y Green. ¡°No entiendo a los antivacunas. ?Por qu¨¦ alguien se opone ideol¨®gicamente a una medida de salud p¨²blica que es segura, rentable, salva millones de vidas y evita que la gente tenga que vivir con una discapacidad provocada por enfermedades como la polio, la viruela y la covid?¡±, se pregunta Gilbert.
Las cient¨ªficas tambi¨¦n se toparon con una resistencia inesperada: algunas religiones. La vacuna de Oxford contiene 50.000 millones de part¨ªculas virales en una dosis de medio mililitro, con cantidades ¨ªnfimas de otros compuestos inocuos que sirven para estabilizar el producto, como la sal com¨²n y la sacarosa. Tambi¨¦n hay 0,002 miligramos de etanol en cada dosis. La Asociaci¨®n Brit¨¢nica de Medicina Isl¨¢mica dictamin¨® que no era suficiente alcohol como para estar prohibida para los musulmanes.
¡°La desinformaci¨®n cuesta vidas. Gente que se podr¨ªa haber vacunado no se vacun¨®, y algunos morir¨ªan¡±, lamenta Catherine Green
En el proceso de fabricaci¨®n de la vacuna, la Universidad de Oxford y su socio industrial, AstraZeneca, emplean c¨¦lulas HEK-293, derivadas de otras obtenidas originalmente del ri?¨®n de un feto abortado por motivos terap¨¦uticos en 1972. Son c¨¦lulas que se multiplican sin l¨ªmite y se utilizan desde hace d¨¦cadas para producir vacunas, por ejemplo contra la varicela y la rubeola. Todas estas c¨¦lulas proceden de aquel ¨²nico feto donado tras un aborto legal. El Vaticano ha mostrado su rechazo a la t¨¦cnica, pero el 21 de diciembre decret¨® que era moralmente aceptable vacunarse, celebra Gilbert.
Vaxxers tambi¨¦n relata el choque de las cient¨ªficas con la prensa internacional, en un momento en el que, como dice Green, la vacuna se convirti¨® en ¡°el ¨²nico tema del mundo¡±. Los paparazis aparecieron por el campus. Si las investigadoras comentaban sus resultados, eran acusadas de falta de rigor por no comunicarlos a trav¨¦s de los canales cient¨ªficos habituales. Si guardaban silencio, eran se?aladas por su falta de transparencia. A finales de enero de 2021, el peri¨®dico alem¨¢n Handelsblatt public¨®, sin ninguna prueba, que la vacuna de Oxford ten¨ªa una eficacia de solo el 8% en las personas mayores. Era mentira, pero hasta el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, repiti¨® el bulo. ¡°Este tipo de desinformaci¨®n [...] cuesta vidas. Gente que se podr¨ªa haber vacunado no se vacun¨®. Y algunos de ellos morir¨ªan¡±, lamenta Green. La realidad es que la vacuna de Oxford tiene una eficacia de m¨¢s del 90% frente a la covid grave.
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