Invasi¨®n rusa de Ucrania, ciencia y diplomacia: ?estamos haciendo lo correcto?
Existen ejemplos en los que la comunidad cient¨ªfica ha jugado un papel destacado en el marco de las relaciones internacionales en ¨¦poca de conflictos
Tras dos a?os de pandemia nos enfrentamos ahora a la invasi¨®n injustificada e ilegal de Ucrania con implicaciones, tambi¨¦n, mundiales. Si algo ha aprendido la sociedad es que la ciencia es un instrumento imprescindible para, no solo superar obst¨¢culos globales, sino para combatir campa?as de desinformaci¨®n y colateralmente, fortalecer nuestras democracias. Sin embargo, es posible que mucha gente desconozca el papel de la comunidad cient¨ªfica en el marco de las relaciones internacionales en ¨¦pocas de conflicto. Hay algunos aspectos consustanciales a la actividad cient¨ªfica que son ilustrativos en este sentido. Por ejemplo, la ¡°cultura cient¨ªfica¡± se caracteriza por tener una serie de valores compartidos que incluyen un lenguaje formal com¨²n, la creencia en la universalidad de la verdad, y un cierto ¡°escepticismo organizado¡±. Esta noci¨®n de validez inter-subjetiva y el deseo de cooperar profesionalmente hace que los cient¨ªficos superen las restricciones pol¨ªticas m¨¢s severas. Durante la Guerra Fr¨ªa, los cient¨ªficos de ambos bloques sugirieron el innovador concepto del ¡°control de armas¡± e influyeron de forma decisiva en las negociaciones que dieron lugar al pionero tratado de limitaci¨®n de ensayos nucleares en 1962 y posteriormente a los acuerdos SALT, el tratado antimisiles bal¨ªsticos y el tratado de no proliferaci¨®n nuclear. Todo ello basado en un principio b¨¢sico: la verificaci¨®n precisa y demostrable, gracias a un idioma cient¨ªfico compartido y, un¨ªvoco. Los f¨ªsicos nucleares de Brasil y Argentina favorecieron el establecimiento de un acuerdo com¨²n de control nuclear ¨Cjunto con la Organizaci¨®n Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica¨C firmado por ambos presidentes en 1991, a pesar de una importante oposici¨®n por parte de la opini¨®n p¨²blica de sus respectivos pa¨ªses, embarcados en una carrera nuclear militar. Hay muchos m¨¢s ejemplos, desde los Acuerdos de Oslo al Tratado Ant¨¢rtico, en los que los contactos en el mundo acad¨¦mico, discretos y sin representar posturas oficiales, permitieron una exploraci¨®n preliminar y sin compromisos de los problemas, lo que facilit¨® enormemente las bases para una negociaci¨®n oficial posterior.
La invasi¨®n de Ucrania ha desencadenado una oleada de condenas por parte de cient¨ªficos y de organismos de investigaci¨®n de todo el mundo. Horas despu¨¦s del inicio de la guerra, el Gobierno alem¨¢n suspendi¨® toda colaboraci¨®n cient¨ªfica con Rusia, interrumpiendo la financiaci¨®n de todos los programas de investigaci¨®n y presionando a la Comisi¨®n Europea para que proceda de manera similar, como as¨ª sucedi¨® el pasado 4 de marzo con los programas Horizonte Europa y Horizonte 2020. El 2 de marzo el Gobierno dan¨¦s requiri¨® a sus universidades que suspendieran de manera indefinida toda cooperaci¨®n en investigaci¨®n y educaci¨®n superior con Bielorrusia y Rusia, mientras que el Gobierno holand¨¦s oblig¨® directamente a ello el 4 de marzo. Acciones similares se han tomado en el resto del mundo, con la relevante excepci¨®n de India o China. El 10 de marzo, el Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n junto al de Universidades anunciaron la suspensi¨®n de relaciones con Bielorrusia y Rusia, si bien, permiten a las universidades en el ¨¢mbito de la Conferencia de Rectores de las Universidades Espa?olas un margen de autonom¨ªa. Estas acciones se han extendido al mundo de las publicaciones cient¨ªficas, si bien con poco eco, con la prohibici¨®n de aceptar art¨ªculos firmados por cient¨ªficos rusos trabajando en Rusia. El ¨²nico precedente se dio tras la Primera Guerra Mundial para los cient¨ªficos alemanes, y que pronto se abandon¨® por ser poco pr¨¢ctica. Ni en los peores tiempos de la Guerra Fr¨ªa los cient¨ªficos sovi¨¦ticos tuvieron restricciones para publicar sus investigaciones e incluso se mantuvieron contactos en el ¨¢mbito de la cooperaci¨®n cient¨ªfica. La comunidad cient¨ªfica siempre ha mantenido una tradici¨®n de no discriminaci¨®n de autores en funci¨®n de su nacionalidad o posicionamiento pol¨ªtico en lo relativo a la difusi¨®n de los resultados de investigaci¨®n.
La situaci¨®n es compleja y hasta cierto punto comprensible, pero hay que poder diferenciar entre instituciones rusas bajo control del gobierno central y que apoyan la invasi¨®n, de la de aquellos cient¨ªficos y organismos que se han manifestado contra ella. Las sanciones econ¨®micas contra Rusia est¨¢n plenamente justificadas, un boicot generalizado de la cooperaci¨®n cient¨ªfica es m¨¢s cuestionable. Sobre todo cuando Europa sigue adquiriendo diariamente gas ruso por millones de euros, lo que contradice las palabras del europarlamentario alem¨¢n y ponente principal del macroprograma de investigaci¨®n de la Comisi¨®n Europea Horizon Europe, Christian Ehler, quien en la defensa del boicot expresaba ¡°que deben emplearse todos los medios disponibles, incluidos los ¨²ltimos recursos de los que disponga la Uni¨®n Europea¡±. Christian Ehler, que no es cient¨ªfico, quiz¨¢s est¨¢ enviando un mensaje err¨®neo a una comunidad que estrat¨¦gicamente debemos cuidar, si no queremos que mire hacia China. Quiz¨¢s la propia administraci¨®n de Putin estar¨ªa m¨¢s interesada en este giro que en mantener relaciones de colaboraci¨®n cient¨ªfica con Europa. Hay que recordar que desde el 2 de marzo, m¨¢s de 8.000 cient¨ªficos rusos han firmado una carta abierta -con las posibles consecuencias que eso puede conllevar- condenando la invasi¨®n de Ucrania y responsabilizando de su inicio exclusivamente a Rusia. Ante estas acciones, la administraci¨®n de Putin elimin¨® el pasado 24 de marzo algunos elementos claves para la evaluaci¨®n de proyectos de investigaci¨®n, como son la publicaci¨®n de art¨ªculos cient¨ªficos en revistas reconocidas. Todo esto representa una tormenta perfecta que puede acabar con la incipiente mejora de la ciencia rusa tras el colapso de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
La resoluci¨®n de conflictos internacionales no es una actividad cient¨ªfica, ni los cient¨ªficos son cruciales a la hora de mitigarlos, pero la experiencia nos muestra que est¨¢n dispuestos a superar dificultades importantes y que han favorecido en muchas ocasiones salidas satisfactorias, ?estamos haciendo lo m¨¢s inteligente? Por supuesto, la facilidad de comunicaci¨®n entre cient¨ªficos no siempre es garant¨ªa de cooperaci¨®n, y menos a¨²n de solidaridad. En esta ocasi¨®n, afortunadamente, la respuesta de apoyo y solidaridad a la comunidad cient¨ªfica ucraniana ha sido ingente. Cuando llegue el momento de reconstruir, si mantenemos puentes de cooperaci¨®n cient¨ªfica, muchos obst¨¢culos no ser¨¢n insalvables.
David Pozo es investigador principal en el Centro Andaluz de Biolog¨ªa Molecular y Medicina Regenerativa (CABIMER) y profesor de Bioqu¨ªmica y Biolog¨ªa Molecular en la Universidad de Sevilla. Co-organiz¨® el ¨²ltimo encuentro FOSE en Europa junto a la Academia de Ciencias de Estados Unidos, la Academia Palestina de Ciencia y Tecnolog¨ªa y la Academia de Ciencias de Israel.
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