Sexo, guerra y canibalismo: la imposible caza de la mente neandertal
El paleoantrop¨®logo Ludovic Slimak arremete contra la actual visi¨®n de nuestra especie m¨¢s cercana
En 2017, un telescopio en Haw¨¢i descubri¨® un objeto de 400 metros de largo y forma de misil que viajaba a toda velocidad por el espacio. Hab¨ªa llegado hasta nosotros desde una estrella m¨¢s all¨¢ del Sol. Las especulaciones sobre una posible visita alien¨ªgena se dispararon. Este comportamiento desvela una de las mayores carencias de los humanos actuales: nos sentimos solos en el universo y ansiamos encontrar otra inteligencia equivalente para comunicarnos y compararnos con ella.
La ¨²ltima vez que sucedi¨® un encuentro as¨ª fue en nuestro propio planeta, hace decenas de miles de a?os, cuando miembros de nuestra especie salidos de ?frica se encontraron frente a frente con los neandertales, humanos que hab¨ªan vivido y evolucionado solos durante cientos de miles de a?os en Europa. A pesar de m¨¢s de siglo y medio de investigaci¨®n cient¨ªfica, seguimos sin tener ni idea de c¨®mo era aquella inteligencia; esa otra forma de ser humano.
El paleoantrop¨®logo franc¨¦s Ludovic Slimak se autodefine como un cazador de neandertales. Se jacta de llevar 30 a?os desliz¨¢ndose en las ¡°estrechuras y las grietas¡± donde viv¨ªan, com¨ªan y dorm¨ªan aquellos humanos antes de extinguirse para siempre, hace unos 40.000 a?os. Su ansia de entender lo ha llevado desde el abrasador Cuerno de ?frica a las g¨¦lidas latitudes del c¨ªrculo polar ¨¢rtico en busca de nuevos restos f¨®siles, un viaje vital que relata en El neandertal desnudo. Comprender a la criatura humana (Debate).
Uno de los lugares donde pueden hallarse nuevas respuestas son las grandes estepas de mamuts, en el ?rtico ruso, escribe Slimak. Hace decenas de miles de a?os, mientras una Europa inhabitable estaba cubierta de glaciares con kil¨®metros de espesor, el clima de las regiones boreales de Eurasia y Am¨¦rica era inusualmente favorable, y estaban pobladas por numerosos animales que constitu¨ªan la caza ideal. En el norte de Rusia se han hallado restos enigm¨¢ticos que podr¨ªan demostrar que los neandertales fueron los primeros en vivir en el gran norte y que ten¨ªan una inteligencia superior, como las marcas profundas y seriadas en colmillos de mamut o los rastros de caza y descarnamiento hace 48.000 a?os, antes de que ning¨²n sapiens hubiese llegado a esta zona. En el ?rtico ruso, Slimak, que trabaja en el Consejo Nacional de Investigaci¨®n Cient¨ªfica franc¨¦s, ha hallado herramientas de piedra musterienses, t¨ªpicamente neandertales, de hace 28.500 a?os. Este hallazgo publicado en Science en 2011 propone la existencia de un grupo de neandertales que segu¨ªan viviendo tan tranquilos en Siberia 12.000 a?os despu¨¦s de su supuesta extinci¨®n. A la espera de encontrar m¨¢s restos, este es uno de los muchos enigmas que rodean a la especie, admite Slimak.
Otro de los lugares claves para escarbar en la mente neandertal es la cueva de N¨¦ron, en el suroeste de Francia, donde se hallaron huesos neandertales que hab¨ªan sido devorados por miembros de esta misma especie. El canibalismo es un comportamiento muy humano, tanto que se le ha atribuido una complejidad cultural exclusiva de nuestra especie. Se puede devorar al enemigo para hacer desaparecer su poder y transformarlo en heces o comer con sumo respeto los despojos de un familiar querido. Este canibalismo sin hambre es profundamente cultural. Pero en el siglo XIX, cuando se hallaron los restos del canibalismo neandertal en la cueva de N¨¦ron, se concluy¨® que era un acto de desesperaci¨®n por hambre: los neandertales no eran lo suficientemente civilizados como para ser antrop¨®fagos, resumi¨® un cient¨ªfico.
Slimak ha encontrado en un yacimiento cercano los restos de seis neandertales, entre ellos dos ni?os, que fueron devorados. Las marcas en los huesos muestran que los descarnaron con mucho m¨¢s cuidado que a los animales que s¨ª se consum¨ªan por simple hambre. Adem¨¢s, hab¨ªa marcas en partes ¨ªnfimamente nutritivas, como las falanges de los dedos.
En 1854, el m¨¦dico y explorador escoc¨¦s John Rae alert¨® de que los inuit del ?rtico le hab¨ªan contado su encuentro con un grupo de humanos fam¨¦licos y siniestros que hab¨ªan devorado a varios de sus compa?eros. Eran los ¨²ltimos supervivientes del Terror y el Erebus, dos nav¨ªos brit¨¢nicos que hab¨ªan zarpado en 1845 con la intenci¨®n de abrir el paso del Noroeste y que se hab¨ªan perdido en el hielo. En 2015, el an¨¢lisis de algunos de los cuerpos de la tripulaci¨®n demostr¨® marcas no solo de descuartizamiento y cocci¨®n en ollas, sino tambi¨¦n de rotura intencionada para acceder a la m¨¦dula. La historia le sirve a Slimak para argumentar que el canibalismo por hambre solo se da entre humanos desesperados que est¨¢n fuera de su territorio. Los inuit, por ejemplo, no conocen el canibalismo, a pesar de vivir en un entorno dur¨ªsimo. Los neandertales del yacimiento franc¨¦s, que vivieron hace unos 100.000 a?os, estaban muy adaptados a su entorno y es poco probable que el cambio clim¨¢tico lo transformarse tanto como para dejarles desesperados y perdidos. ?Eran entonces can¨ªbales culturales? Imposible saberlo con seguridad, seg¨²n Slimak.
Uno de los comportamientos m¨¢s humanos es atribuir significado a los objetos. Es el llamado pensamiento simb¨®lico, que se cre¨ªa exclusivo de los sapiens y que en los ¨²ltimos a?os tambi¨¦n se ha otorgado a nuestros primos neandertales. Pero Slimak desprecia esta posibilidad. ¡°A¨²n nadie ha conseguido encontrar un agujero neandertal¡±, escribe, en referencia a que los supuestos collares de conchas o garras pueden ser solo artificios. Del mismo modo, piensa de las plumas de adorno para lo que denomina ¡°el neandertal mohicano¡±. Tampoco acepta el arte rupestre neandertal, pues, dice, las dataciones no son consistentes.
Slimak arremete contra un ¡°neandertal espantap¨¢jaros¡± al que hemos disfrazado de nosotros mismos. Suele decirse que no ser¨ªamos capaces de identificar un miembro de esta especie si fuera afeitado y bien vestido. El origen de esta frase repetida muchas veces est¨¢ en una imagen de 1939 en la que el antrop¨®logo Carleton S. Coon retrat¨® a un neandertal con sombrero. El tocado ocultaba uno de los rasgos f¨ªsicos m¨¢s neandertales: el pronunciado arco de las cejas caracter¨ªstico de esta especie, inconfundible. El arque¨®logo galo compara este intento de rehabilitar al neandertal mientras se parezca a nosotros con Tom Torlino, un indio navajo integrado a la fuerza a la sociedad estadounidense en 1882 tras cortarle la melena, quitarle los pendientes y todos sus colgantes y ponerle un traje. ¡°Decididamente, hoy en d¨ªa el neandertal no es m¨¢s que un t¨ªtere desarticulado, una marioneta macabra en manos de aprendices de brujo¡±, escribe.
La ¨²ltima parada en la caza del neandertal es la cueva de Mandrin, al sudeste de Francia. Aqu¨ª Slimak ha hecho sus descubrimientos m¨¢s controvertidos: los rastros de la presencia de neandertales y sapiens solapados en el tiempo. La teor¨ªa de Slimak es que la extinci¨®n de los neandertales no pudo ser ajena a la llegada de los sapiens y aqu¨ª, dice, est¨¢ una de las pruebas claves que diferencian a una y otra especie: la forma de matar. A juzgar por los restos paleoantropol¨®gicos, los neandertales fabricaban muy pocas armas. El 99% de las herramientas de piedra que tallaban serv¨ªan para cortar carne o curtir pieles. Se piensa que cazaban y mataban cuerpo a cuerpo, ensartando a sus presas con lanzas de madera (que no han fosilizado), lo que les dej¨® muchas heridas de guerra que s¨ª se han identificado en los f¨®siles. En cambio, los sapiens fabricaban armas de piedra en cantidades casi industriales. Muchas de ellas, puntas de flecha y lanza, son para matar a distancia.
En Mandrin hay puntas de flecha supuestamente sapiens que muestran marcas de haber impactado en huesos y que tienen 54.000 a?os. Se piensa que nuestra especie lleg¨® a Europa hace unos 40.000 a?os, as¨ª que este yacimiento es por ahora una enigm¨¢tica excepci¨®n. Mucho antes, hace unos 100.000 a?os, y tambi¨¦n en otro momento posterior, hace unos 55.000, sapiens y neandertales coincidieron en Asia y Oriente Pr¨®ximo, y tuvieron sexo. El an¨¢lisis gen¨¦tico apunta a que solo los sapiens aceptaron en el seno de sus tribus a los ni?os mestizos que nacieron de estos encuentros, pues los ¨²ltimos neandertales no ten¨ªan ya la marca gen¨¦tica sapiens. Mientras, nuestra especie sigue teniendo ADN neandertal que nos ha conferido un mejor sistema inmune y m¨¢s riesgo de sufrir depresi¨®n, entre otras cosas. Ante estas pruebas, Slimak cree que hubo no una, sino varias oleadas de sapiens que llegaron a Europa, se encontraron con los neandertales y perdieron la batalla por el territorio; hasta que la ¨²ltima triunf¨®, lo que supuso la extinci¨®n de la ¨²ltima inteligencia humana diferente a la nuestra que quedaba en la Tierra.
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